Asistimos a un proceso de desmoronamiento general de la industria musical, donde el artista es encumbrado como el pobre mártir y la discográfica como el vil verdugo. Pero ¿alguien se ha parado a pensar en cómo todos estamos pagando el declive discográfico desde nuestros propios bolsillos?

Desde hace aproximadamente cinco años, el negocio de los conciertos en directo ha ido creciendo exponencialmente en cuanto a oferta disponible y precio de los eventos, que no necesariamente en asistencia por parte del público. No es un secreto que hoy en dia España está viendo una cantidad de giras que antiguamente era impensable. No hay semana en la que un artista internacional de cierto renombre en el mundo del rock o el metal no pise nuestra tierra, ya sea BON JOVI, RICK DERRINGER o NEW YORK DOLLS, por decir tan solo tres ejemplos recientes. La masiva cantidad de eventos disponibles obliga al público a elegir el concierto o conciertos a los que realmente desea ir, en lugar de acercarse a un show de un artista tan solo para experimentar su carisma o música de primera mano y –eventualmente- hacerse fan. En otras palabras: hoy en dia te encuentras a los fans verdaderos cuando vas a un concierto. El lugar de la curiosidad ha sido ocupado por un montón de conciertos para todos los gustos y vertientes musicales que provocan algo muy similar a lo que ha sucedido en el negocio discográfico. Se habla de una bajada de las ventas, que evidentemente es muy real, pero no se habla de la cantidad de productos disponibles hoy en dia. Hace quince años, muchas de las bandas que hoy en dia tienen una sección propia en los estantes de cualquier tienda de discos apenas habrían tenido capacidad para sacar un split-cd con otra banda de sus tierras. Miles de bandas de todo tipo y pelaje saturan las estanterías de las tiendas y donde antes el nuevo disco de SAXON o METALLICA era “el disco” de ese mes y todo rockero de pro se lo compraba porque debía poseerlo, ahora el gasto está diversificado entre el nuevo de OPETH, el nuevo de GOTTHARD y el nuevo de HANOI ROCKS, pero tambien entre el nuevo de PYRAMAZE? HEADHUNTER? BLACK TIDE? KINGDOM OF SORROW? TEXTURES? Miles de bandas, nuevas, no tan nuevas, reunificadas, a punto de separarse y en estado solido, gaseoso y liquido inundan las tiendas de discos. Y nadie tiene en cuenta que si antes muchas bandas tenían ventas millonarías era porque no había otros grupos que comprar y que se ajustaran a las preferencias de alguien de la manera en que cualquier banda lo hace hoy en dia. Es como decir que TVE1 y TVE2 han bajado de audiencia desde 1984. No han bajado. Simplemente antes no había otra cosa en la tele.

Con los conciertos pasa algo similar. La música en directo vive un momento de popularidad sin igual. Pocas veces ha habido una consideración popular tan generosa con la música en directo que inunda salas de conciertos dia tras dia. Sin embargo, todos los conciertos a los que asisto (que no son pocos, unos 60 al año…) estan con suerte a media entrada. Salas de 2000 personas con 800 asistentes. Salas de 1000 personas con apenas 400 fans. Y lo peor, festivales para miles de personas con apenas lo justo para hacer ruido entre grupo y grupo. ¿Es que la gente no quiere musica en directo? Si, pero con dosificación. ¿Sabe alguien los millones de euros que se han destinado este año entre promotores, ayuntamientos, asociaciones y demás a la contratación de artistas nacionales e internacionales? No hay siquiera una estimación certera, pero cabe decir que los números deben haber sido muy superiores a los de años pasados.

¿Qué ha sucedido? Por un lado, y lo más importante, ha sido el crecimiento de los festivales como elemento de ocio estival definitivo. Quien antes se gastaba quinientos euros en ir a Mallorca una semana con su novia, hoy se gasta ese mismo importe en dos abonos del festival “x”, alojamiento, desplazamientos, comida, bebida, algun souvenir y más bebida. Quien antes, y este es más importante, asistía a muchos conciertos en salas ahora prefiere ver a muchos grupos en un mismo macro-evento. Por la sencilla razón de que no hay dinero para todo, y menos en tiempos de supuesta “crisis”, “desaceleración”, “receso” o como lo quieran llamar las autoridades económicas de nuestro país.

¿Pero porqué los festivales son tan caros? Hay varios puntos a tener en cuenta. Obviamente, el coste infraestructural de construir una pequeña ciudad durante varios días, donde el promotor de turno es el alcalde en funciones y todo el séquito de producción actuan como concejales, no es barato. Los equipos de sonido necesarios para asolar acústicamente a grandes audiencias no son baratos. Tampoco lo son las grandes estructuras lumínicas que alumbran a nuestros artistas favoritos. Ni las pantallas de video. Ni el cableado. Ni los generadores. Ni los trailers. Ni los técnicos que lo ponen todo a punto y lo supervisan. Ni…imagino que captáis la constante. Por otra parte influye el hecho de que los artistas han perdido absolutamente la cabeza a la hora de pedir dinero por sus shows. Se quiere compensar la bajada en las ventas de discos con unos cachés absolutamente inalcanzables en festivales y giras. No obstante, los promotores los pagan, aun aumentando el riesgo de su operación empresarial. Porque es o eso o quedarse fuera del juego. Pero, por mucho que lloren, no crean ustedes que los artistas y agentes están perdiendo sus ingresos por la crisis de la industria musical. Quizá Mariah Carey recibe menores cheques por las ventas de su fondo de catálogo hoy en dia. Pero bandas como DIMMU BORGIR, DRAGONFORCE, LACUNA COIL o similares están hoy en dia ganando mucho más con sus conciertos de lo que jamás habrian ganado diez años atrás. La crisis discográfica es una gran excusa para justificar los brutales precios de los cachés. Y ojo, que estas tres bandas mencionadas cobran estupideces. Nada del otro mundo. Pero cantidades que años atrás nadie habría pagado por ellos. Es más ¿cómo se come que se pida hoy en dia más de 20.000 Euros por un show de CARCASS en un festival? ¿Cómo es posible que una banda como NIGHTWISH esté pidiendo hoy en dia 100.000 Euros en algunos festivales europeos? ¿Es posible que para bandas como GORGOROTH sus agentes soliciten casi diez mil euros para contratarles en un festival? Seamos sinceros: CARCASS se separaron y aquí nadie les conocía quitando los cuatro investigadores a los que les molaba el metal extremo. NIGHTWISH están viviendo una simple época de “experimento” tras fichar a una cantante nueva y cuentan con el añadido del morbo. Pero en Barcelona siquiera agotaron las entradas en una sala de 2100 personas. Y GORGOROTH…por Dios! GORGOROTH casi diez mil euros? En que mundo vivimos?Nos hemos vuelto todos locos?

Eso son simples ejemplos que no son necesariamente casos de festivales españoles. España, en el fondo, es mucho peor. El status de “parias” del que ha gozado siempre este país respecto al resto de Europa propicia que muchos artistas siquiera se fijen en la península si no es con un gran cheque como reclamo. ¿Creen ustedes que KISS están girando por Europa porque tienen ganas de estar dos meses de país en país? En absoluto. KISS están girando por Europa porque todos los grandes festivales llevan años haciendo grandes ofertas a la banda, hasta que se ha llegado a un punto en el que las ofertas son demasiado buenas como para decir que no.Y alrededor de eso ha habido la demanda suficiente como para montar una gira por otros países que, así mismo, estaban ansiosos de KISS. Sería estupido no visitar Europa cuando el viejo continente esta dispuesto a entregar varias decenas de millones de euros por tu presencia. Decía que muchos artistas no se fijan en la península si no es con un gran cheque como reclamo. Admitámoslo: no es lo mismo tocar en Roma, París, Londres o Berlín que hacerlo en Bilbao, Granada, Getafe o Zaragoza. Por lo que los agentes, sabiendo la guerra de programación de festivales que existe en España, se encuentran ante una situación ideal: no solo tienen un nuevo país donde colocar fechas únicas de sus artistas a precio de escándalo. Sino que ENCIMA los promotores nacionales se van a pelear por pagar aún más sobre esos precios de escándalo a costa de conseguir el festival que elimine a todos los demás. O que al menos, los deje muy tocados. Nada diferente a lo que puede hacer Vodafone, Orange y Movistar en un mercado como el de las telecomunicaciones. Pero con un agravante considerable: esas ansias de monopolio y de supremacía terminando afectando al bolsillo del fan. Y, en tiempos de recesión, el bolsillo del fan no está para historias.

Por todos es sabido que este año la lotería está basada en saber quien se dará la gran hostia. ¿Será el Summercase o el Primavera Sound? ¿El Metalway o el Kobetasonik? ¿El BBK Live o el Doctor Loft 05:00? ¿El Sonar o el FIB? La respuesta al enigma llegará en poco menos de un mes y medio, cuando las vallas se vuelvan a recoger, las taquillas se desmonten, los artistas cojan su vuelo a casa, y los promotores hagan balance de un año desastroso. Porque si, al Getafe Electric Weekend fueron 104.000 personas en global. Al Viña Rock de Villarrobledo fueron quizá 70.000. Pero los festivales no durarán eternamente. Y educar a la gente en una cultura de conciertos cortos, en condiciones masificadas, a precios escandalosos terminará por hacer tanto daño como discos de nueve canciones donde siete son de relleno, a precios de escándalo, y con escasos añadidos más allá de la portada y el CD.

Hagamos balance. Entre el 30 de mayo y el 12 de julio pasan por nuestro país METALLICA, KANSAS, BAD RELIGION, JOURNEY, IRON MAIDEN, RAGE AGAINST THE MACHINE, TESTAMENT, WHITE LION, KISS, JUDAS PRIEST, MINISTRY, SLAYER, AVANTASIA, DEEP PURPLE, TED NUGENT, RATT, BON JOVI, GOTTHARD, EUROPE, DIO, SONATA ARCTICA, ICED EARTH, ALTER BRIDGE, QUEENS OF THE STONE AGE, AT THE GATES, IGGY POP, THE POLICE, ZZ TOP, BLIND GUARDIAN, SAXON…alguien recuerda semejante concentración de artistas internacionales en apenas 45 días en nuestro país? Yo no, ciertamente. Y hace más de doce años que asisto regularmente a conciertos. Los fans se ven obligados no solo a escoger entre conciertos en sala y festivales, sino que dentro de la oferta de festivales de un mismo género musical, los fans han de escoger el que más les gusta, porque es imposible asistir a más de uno o dos como máximo. ¿Porqué? Volviendo a lo de antes, porque el encarecimiento de las entradas de concierto es la simple traducción del encarecimiento de producir conciertos de muchos artistas. Hace tres o cuatro, IPC al margen, cobrar más de cien euros por un festival habría sido considerado suficiente para (figuradamente) sacar a la calle al ejército. Ahora la gente ejerce su poder de la manera más simple: seleccionando donde gastar su dinero y demostrando que no es posible alcanzar a todo. Es por ello que la guerra de festivales tiene los días contados. Tras la escabechina generalizada que se va a llevar a cabo éste año, auguro que el próximo ejercicio muchos festivales van a tomarse un respiro, temporal o eterno.

En resumen, podríamos decir que lo barato sale caro. Descargar música se ha cargado a las discográficas, pero no a los artistas que piden cantidades exorbitantes de dinero. Lo que quizá nos ahorramos en CD’s ahora nos lo gastamos en festivales y camisetas. Lo cual demuestra que, en el fondo, el problema de base es otro muy distinto: la avaricia. Y la avaricia rompe el saco, como muy bien dice el refrán.