Hay que vivir en una burbuja de cristal para no haberse enterado de que Phil Anselmo tuvo la genial idea de hacer el saludo nazi, y gritar una de las consignas de la ideología de la supremacía blanca en un reciente concierto. Y no era un concierto cualquiera. Era en honor al tristemente fallecido Dimebag Darrell, y rodeado de grandes músicos como Dave Grohl, Robert Trujillo y Dave Lombardo entre otros. Dichos gestos han estado en boca de muchísimos artistas durante varios días, además de ser tema de debate en diversos foros metaleros. Por suerte, y es que ya estamos en el siglo XXI, el racismo y el nazismo no tienen el peso que el Ku Klux Klan quisiera, y la inmensa mayoría de la gente ha sentido repugnancia por unos gestos que están fuera de lugar. Hay incluso debates sobre si el heavy metal es racista o no, y muchos temas adyacentes que, sinceramente,  se han salido de madre. La cuestión se centra en medir el grado de odio que se ha creado en torno al vocalista, porque parece que cada vez más hay que controlarse y ser políticamente correcto. Y precisamente, el rock y el heavy metal no ha sido una música en las que estas cualidades hayan destacado.

¿Es la primera vez que lo hace Anselmo? Ya sabemos que no. Tiene un largo historial de actitudes semejantes. Pero hacerlo hace veinte años no se mide del mismo modo que hacerlo hoy en día. Hace treinta años, un artista moría de sobredosis y se convertía en un icono impreso en camisetas. Cuando actualmente ocurre eso, todo el mundo lo olvida con una rapidez aplastante. Era un yonkie de mierda. Ser polémico y rebelde hace tres décadas molaba, ahora ya no. Si Scott Weiland sale a cantar drogado hasta las cejas a nadie le importa. Nos resultaba hasta jocoso que entrara en centros de desintoxicación. No es que antes fuéramos más trogloditas que ahora, es que los tiempos cambian, y el señor Philip Anselmo parece que no se ha enterado todavía y sale por la vía rápida refiriéndose a bromas de borracheras de vino blanco, y con un vídeo de disculpas más forzado y apretado que los tornillos de un submarino. Su ideología es su ideología, y su cultura es su cultura, y eso no podemos cambiarlo a base de líneas y líneas de comentarios en diversos medios multiplicados por millones al cuadrado. Tiene que cambiarlo él, si así lo desea. A partir de ahí, cada uno es libre de aceptar que cuando PANTERA salían en fotos con una bandera confederada, igual no era tan casual. Cada uno es libre de sacar semejanzas entre el águila de SLAYER y el águila imperial nazi. Y cada uno es libre de opinar si “Angel Of Death” está más del lado de Mengele, que de los judíos asesinados en el Holocausto. En resumen, y en ciertos casos no nos queda otro remedio, tenemos que poner en un lado de la balanza al músico como persona, y en otro lado, al músico como artista.

¿Cuántos actores hay de extrema derecha o de extrema izquierda con ideales radicales? ¿Cuántos escritores racistas y homófobos existen? Pero a veces el arte se encuentra por encima de la ideología del creador. Si juzgáramos a Günter Grass, premio nobel de literatura, por haber pertenecido a las juventudes hitlerianas, nos perderíamos “El Tambor de Hojalata” y otras tantas obras suyas. Quizás no sea el ejemplo más perfecto, pero sirve para demostrar que las líneas rojas para disfrutar del arte las ponemos nosotros mismos. Philip Anselmo no tiene justificación ninguna en sus actos, pero cancelar conciertos de DOWN puede que no sea la solución más acertada. Podrá ser un toque de atención necesario, pero es combatir odio con más odio. Y queda demostrado, que a la larga, no sirve de nada. Y es que después de todo, tras este revuelo racista-nazista de Anselmo, muy pocos habrán tirado a la basura «Cowboys from Hell». ¿O sí?.