Gurús de mercadillo
En un país donde el estudio científico se mira con cierto desdén por su falta de cualidades mágicas, en un país en el que hay que avisar de los peligros de las pseudociencias y las pseudoterapias “médicas”, no es sorpresivo que todo un grupo de gurús se instale en el mundo de la música rock para llevar a las bandas a cotas de éxito insospechadas gracias a sus recomendables consejos.
De un tiempo a esta parte asisto con cierto asombro al dantesco espectáculo de que personajes sin credencial alguna le expliquen a bandas y músicos con ganas de profesionalizarse los presuntos secretos inexplicables de ésta industria, casi siempre por un precio. Sesiones de training, eventos de neuromarketing para lanzar tu proyecto artístico… Hay pocas personas en este país con conocimiento de campo real y influencia patente sobre el mundillo del rock y ninguna de ellas está ofreciendo cursos a través de una webcam.
Todo lo que no venga avalado por un currículum verificable es humo. Y no hablo de estudios formales: los grandes personajes del rock and roll difícilmente estudiaron empresariales. Pero tal y como decía el legendario Noel Redding, el bajista de la Jimi Hendrix Experience, si has de hacer algo en el mundo de la música “estudia derecho y cómprate una pistola”.
Tengo una sana tendencia a desconfiar de los consejos que me pueda ofrecer alguien que no se dedica de manera profesional a aquel sector sobre el que ofrece consejos. Si la ocupación a tiempo completo de alguien es la de vender consejos, las luces rojas de alarma deberían encenderse. Algo parecido sucede en el caso del triatleta y afamado broker Josef Ajram, que se gana la vida escribiendo libros sobre como invertir en bolsa y ganar dinero emprendiendo pero cuyas empresas no levantan cabeza y van a la liquidación o los accionistas salen despavoridos.
Las frases vacías, el dinero por adelantado para “llevarte al siguiente nivel”, los seminarios gratuitos que te conducen a otros de pago con “los secretos inexplicables del negocio”, los eventos que anuncian otros eventos “a precio especial por tiempo limitado”… todo tiene como finalidad enriquecer a una sola persona: la que te da consejos. Huye. Rápido.
La mayoría te ofrece vivir de la música cuando buena parte de esa gente no lo hace
Capítulo aparte merecen muchas agencias, sellos discográficos y empresas buscabolos que abundan en nuestro país. Dejando a un lado a algunas que hacen un gran trabajo en pro de artistas que no saben qué camino tomar o necesitan alguien mejor conectado con salas y promotores de conciertos para adelantar camino, la norma general es la de una vergonzosa cantidad de caraduras o -peor aún- animosos personajes con ínfulas de manager que piensan que colar a una banda a tocar en el Puchero Rock de Los Infiernos, Murcia, es un logro.
Lamentablemente el mundo de la música es duro, farragoso y repleto de incertezas. Si firmar con una agencia implica éxitos, lo lógico es ir con aquellas que generan éxitos -pero suelen estar poco interesadas en trabajar con bandas cuyos miembros aún están discutiendo si el logo debe llevar calaveras o serpientes y que consideran arriesgado gastar 300€ en una sesión de fotos promocional, porque conocen a un colega se lo hace gratis.
El ejemplo perfecto es el de artistas como Alfred García: en un par de años ha pasado de ser desconocido a tener una enorme maquinaria promocional a su alrededor, una estrategia comercial impoluta y una proyección espectacular. Y eso es gracias a trabajar con la gente que hace suceder las cosas, más allá de los estilos musicales. Ser parte del roster de Ultra Metal Booking Agency con sede en un pueblo de Burgos y que administran un par de colegas en sus ratos libres no tiene pinta de ser la pócima del éxito.
Si una banda de rock o rock duro tiene que triunfar, se le hace triunfar. No nos olvidemos que todos los grandes grupos de estadio que hoy veneramos están ahí porque un A&R, un manager o un promotor apostó por ellos y desarrolló al grupo. Pero, evidentemente, no podemos comparar a alguien que viene de currar en Atlantic Records o Elektra con alguien que una vez tocó en un festival del extrarradio de Madrid y ahora te quiere explicar como lograr el éxito masivo, previo pago de 3.000 €. No, no funciona así.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.