Así que, aunque a Lemmy le importa un comino todo lo que opinemos y opináis, respetemos que el tipo quiera acabar su carrera tal y como la ha desarrollado en los últimos cuarenta y cinco años: sobre el escenario. Me sorprendería que la terminase de cualquier otra manera.

El ha pasado toda la vida viviendo a su manera, ajeno a convencionalismos, a modas, a opiniones y a críticas. Lemmy Kilmister es uno de esos rockeros de pura cepa que han sabido mantenerse impertérritos al paso del tiempo y las modas, ganándose gracias a ello el respeto y la confianza ciega de sus seguidores pero también del resto de la comunidad del rock en primer lugar, y de la musica en general en segunda instancia.

Kilmister no está pasando por la mejor de las épocas en lo que a salud se refiere. Desde que le instalaran un marcapasos y desde que sus problemas de diabetes comenzaron a acentuarse, el británico residente en Estados Unidos está más errático de lo normal. Los conciertos de la gira americana de «Bad Magic» se están cancelando después de dos o tres canciones en algunos casos, principalmente debido a problemas respiratorios del rockero. En uno de los más recientes, dejo el clásico «Metropolis» a medias, después de tocar erráticamente y fuera de timing una buena parte de la canción. Volvió al escenario y balbuceó unas disculpas y dijo la frase que a todo el mundo le ha tocado la fibra. Bastón en mano, Lemmy dijo por el micro «no puedo hacerlo». Y se retiro del escenario entre aplausos y confusión.

Obviamente, además del shock de los fans al ver el video, muchos han optado por emitir su opinión acerca de si lo que está haciendo Lemmy es lo correcto. «Si no puede girar, que no gire» parece ser el mensaje estándar. Pero de lo que estamos hablando aquí no es de opciones ni de credibilidad. Lemmy es el rock, es la representación de cada uno de los valores del género. Ha vivido como ha querido, ha sido auténtico y está dispuesto a seguir hasta las últimas consecuencias. Lemmy no necesita girar. Lemmy gira porque no puede dejar de subir a un escenario a tocar. No sabe hacer otra cosa. Es su oficio, su orgullo y su destino. Así que si Lemmy ha decidido que quiere caer muerto sobre un escenario, que así sea. Ninguno de nosotros tiene el menor derecho a recriminarle nada. Si un concierto se acaba después de tres canciones, como ha sido el caso en Estados Unidos, el precio de la entradas se devuelve a los asistentes. Es obvio que es una lotería ir a ver a Motorhead hoy en día, pero consideraciones económicas a un lado, nadie tiene voz ni voto para decidir por Lemmy lo que es bueno para él. Como BB King en el blues, Lemmy es el último de una especie. No está actuando. Cree en lo que hace y en lo que significa. Estoy seguro de que sus médicos le habrán recomendado reposo en muchas ocasiones pero para alguien como él, el reposo puede significar ir a peor. No puedes quitarle a Lemmy su vida, porque entonces se lo quitas todo. Incluso le puedes quitar la vida.

image

Cuando en el mundo de la musica los grupos cancelan espectáculos sencillamente porque no se han vendido suficientes entradas, es de recibo reconocerle a Motorhead que al menos ellos hacen el intento y cancelan por imposibilidad física visible y demostrable de su líder. Pero hacen el esfuerzo. Van hasta allí, suben al escenario. Tocan, sea más o menos. No se quedan en su casa y le piden a su PR que envíe un comunicado lleno de tópicos y excusas.

Así que, aunque a Lemmy le importa un comino todo lo que opinemos y opináis, respetemos que el tipo quiera acabar su carrera tal y como la ha desarrollado en los últimos cuarenta y cinco años: sobre el escenario. Me sorprendería que la terminase de cualquier otra manera.