¿Son los festivales cada vez más la única manera de ver a los artistas en nuestras tierras? Aparentemente si. Y en años de especial competencia como este, con grandes tours de estadio o arena haciendo que el dinero se reparta, muchos no quieren asumir el riesgo innecesario de una gira de tres o cuatro fechas por el país. A nadie le gusta tirar el dinero.

Tradicionalmente, los meses de abril, mayo y junio han concentrado la gran mayoría de conciertos en nuestro país. No solo los festivales, casi siempre relegados a mayo y junio, sino las giras de salas. Pero este año la actividad de los “meses buenos” se ha rebajado hasta mínimos de tiempos inmemoriales.

Un agente de contratación con el que charlaba hace unos meses intentando cerrar un concierto para el aniversario de nuestra fiesta Party Hard me lo decía: “yo es que en mayo y junio no haría nada porque no va a ir ni el Tato”. Y en efecto, parece que esa es la premisa que han seguido la mayoría de promotores y agencias este año. El motivo es uno y muy simple, o más bien uno con tres nombres distintos: AC/DC, Kiss y Rock Fest Barcelona. Tres macroeventos que, sin duda, son los que acaparan en este 2015 el dinero de los pobres mortales que disfrutan de esta música. Y no es para menos: entre los casi 90 Euros de AC/DC, los casi 75 de Kiss y los 150 de Rock Fest la hucha no da para más. Súmale desplazamientos, camisetas, alojamiento, comida y bebida y el gasto escala aún más.

¿Es saludable que tantos eventos de envergadura visiten nuestro país en apenas dos meses? Probablemente no, pero las agencias mandan. Generalmente los tours de cierta enjundia pasan lejos de nuestras fronteras, con lo que los solapamientos de bandas grandes en el tiempo son cada vez más raros de ver. Pero en este año tanto AC/DC como Kiss han coincidido en el tiempo y eso ha obligado a muchas personas a elegir, habiendo ganado por goleada y como estaba previsto la gira de AC/DC, que ha vendido más de 160.000 tickets en tres conciertos. Más crudo lo van a tener Kiss, cuya cita de Madrid se anticipa con entradas agotadas pero cuyo show de Barcelona parece estar sufriendo más -aunque parece que en los últimos días la venta de entradas se ha reactivado. No obstante, la gloria mediática ha sido para los australianos,siempre mucho más populares en nuestro país que los americanos.

Un caso aparte es el del Rock Fest. Pese al elevado precio, nos consta que las entradas se están vendiendo a un ritmo endiablado. No es para menos: hace once años que Scorpions no visitan Barcelona, Judas Priest llevan una buena temporada sin venir y el resto del cartel está hecho a medida de los fans de todos los estilos, si bien el metal extremo tiene poca representación. Pero eso supone que muchos shows que antiguamente pasaban por nuestro país en formato de gira se concentran en el marco del festival. Así pues, bandas como Nightwish llevan siete años sin visitar una sala de nuestro país, habiendo tocado exclusivamente en festivales. Lo mismo sucede con Twisted Sister. Y obviamente, este año va a ser complicado ver a Europe, Venom, Saxon, Powerwolf, Sebastian Bach o Hatebreed en salas: el Rock Fest aglutina a todas esas bandas y para muchos con una hora de concierto para poder decir “vi a tal banda en tal festival” es suficiente. No necesitan el show completo de dos horas.

¿Hacia donde lleva esto? Obviamente, hacia una concentración de la oferta de conciertos en el marco de los grandes festivales. Algunos como Annihilator, Wasp o Gamma Ray (que actúan en el Leyendas del Rock) volverán a las salas de nuestro país en formato de gira propia, pero la mayoría no volveran a pisar nuestro territorio hasta que salga el próximo disco y posiblemente entonces también sea en un festival. Una situación que es cómoda para las bandas -que tienen en los festivales un filón económico con muchas menos exigencias presupuestarias que una gira propia- pero que hace desaparecer en parte los conciertos de sala. Es más, hay muchas bandas que ya ni se plantean venir a España si no es en el marco de un gran evento. Sencillamente no les sale a cuenta moverse hasta aquí para meter a 200 personas en una sala un viernes o un sábado.

Lo mismo sucede, incluso, con grandes bandas. Que Iron Maiden, Kiss o Metallica visiten nuestro país en su propia gira sin la necesidad de que un festival les contrate es una rareza.

¿Son los festivales cada vez más la única manera de ver a los artistas en nuestras tierras? Aparentemente si. Y en años de especial competencia como este, con grandes tours de estadio o arena haciendo que el dinero se reparta, muchos no quieren asumir el riesgo innecesario de una gira de tres o cuatro fechas por el país. A nadie le gusta tirar el dinero.