Cuando no se respeta la cultura no es segura
Se ha demostrado que los eventos culturales llevados a cabo desde el inicio de la pandemia no han conllevado una propagación del coronavirus, pero si eso ha sucedido es porque, en todo momento, se han establecido, mantenido y respetado una serie de medidas sanitarias para la seguridad de todas las personas implicadas en esta clase de celebraciones.
El pasado sábado 29 de mayo, cuando Mosh y Brumadensa tocaron en Eibar, ya antes del concierto nos llegaban mensajes del equipo de la revista que fue a cubrir el evento de las malas formas que la organización había tenido a la hora de acceder al recinto. Unos cuantos días antes, desde el departamento concreto de la redacción, habíamos contactado con el manager de la banda principal, que era la persona con quien teníamos relación previa, para la solicitud de las acreditaciones para los colaboradores. Él mismo nos dio la aprobación para su acceso, por lo que se le transmitió a dichos compañeros que todo estaba confirmado para que cubrieran el show.
Al llegar a la puerta, María nos relató en directo vía WhatsApp las malas formas que habían tenido cuando dijo que iba a como prensa al concierto. Le pedían que pagase la entrada (5€) porque los gaztetxes funcionan así para apoyar a las bandas, algo totalmente lícito por su parte, pero por la nuestra nos habían confirmado que no habría problema, así que el manager de Mosh acudió e intercedió para que se resolviese el asunto (pagando de su bolsillo las entradas).
Este puede parecer el problema, pero realmente no lo es (ha sucedido y sucederá, sobre todo en conciertos pequeños como puede ser este). El verdadero asunto se produjo cuando, un rato después, el fotógrafo (quien no ha querido que digamos su nombre real para evitar posibles conflictos) nos dijo mientras tocaban los teloneros: “llevo mucho tiempo cuidándome para jugármela para sacar cuatro fotos. Me he privado hasta ahora de muchas cosas, no me merece la pena. Lo lamento. Me piro. Esto es un sinsentido. No se respeta nada. Hasta bajo llave nos tienen. Lo siento. Lo siento, en otras circunstancias, sin problema. Pero así, no”.
Nos escribió esto, también por WhatsApp puesto que en el gaztetxe (cuyas condiciones no eran las mejores “sin ventanas ni ventilación alguna” para un concierto en los tiempos que corren) pasaron cosas que no deberían en cualquier show. “Empezamos, eso sí, sentados y manteniendo (dudosamente) las distancias de seguridad. El personal, los «currelas» del gaztetxe servían bebidas sin mascarilla, o con ella bajada. Cuando se empezó a ‘engorilar’ el asunto, a tomar por saco todo. Ni distancias, ni mascarillas, ni nada. Aquello se convirtió en lo que en realidad era: una fiesta privada, disfrazada de concierto. Tal es así, que hasta cerraron con llave las puertas de entrada al edificio. No quiero ni imaginarme si se llega a desatar un incendio allí. Allí nadie hacía nada para evitar que se produjesen contagios o lesiones”, recuerda el fotógrafo, que añade a título personal que “lo peligroso ha sido disfrazarlo de concierto. Si ellos quieren hacerse una fiesta privada, allá ellos. Pero disfrazarla así, exponiendo a alguien que quiera ir… Habrá gente que iba a un concierto y se ha encontrado en una fiesta privada y descontrolada”.
Nuestra otra compañera, María, señala también que “es verdad que había gente fumando y que en algunos momentos se fueron un poco de madre durante el concierto de Brumadensa. No obstante, el concierto de Mosh arrancó con la gente ya sentada, el público con mascarillas puestas y todos los músicos cumplían estrictamente las medidas sanitarias”.
El manager con el que habíamos contactado nos cuenta que en su momento había rumores de que en dicho gaztetxe no siempre se cumplían las medidas sanitarias, ante lo cual dijo que si eso no sucedía su banda no actuaría. De hecho, mientras tocaba Mosh salió a la tercera canción para recalcar a los asistentes que debían respetar las medidas sanitarias, cosa que el público respetó hasta el fin del directo. Esta situación producida ha generado que Mosh haya decidido, con todo su equipo, no hacer más shows en este tipo de recintos en los cuales haya posibilidades de que no se cumplan las medidas necesarias.
No vamos a mencionar los posteriores comentarios de mal gusto que ha recibido nuestra compañera María, los cuales mejor no sacar a la luz ya que, cuanto menos bombo, mejor, pero rechazamos todo tipo de faltas de respeto a cualquier colaborador de nuestros medios (ya sea The Metal Circus o Power Magazine) y queremos concluir esta exposición de lo sucedido con un mensaje: apoyar la cultura siempre está bien, sin embargo, en el momento en el que haya vidas que puedan correr un peligro real por una ausencia de responsabilidad como la sucedida, no solo no hay que ocultar este tipo de hechos, sino que hay que hacerlos públicos para que se terminen. Y no es una cuestión solo de un gaztetxe, esto es aplicable a cualquier tipo de evento en recintos pequeños, grandes, cerrados o al aire libre que hayan podido incumplir las normas. El respeto es, siempre, lo primero.
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