Hay que aplaudir al Azkena por traer a Joan Jett, que es una leyenda por derecho propio. Sus gónadas son absolutamente irrelevantes. 

El complicado arte de la contratación de artistas es algo que no está hecho para todo el mundo. De la misma manera que muchas cuestiones políticas llegan a la opinión pública filtradas y convenientemente resumidas y explicadas en términos simples porque la gran mayoría es incapaz de comprender los matices y la precisión quirúrgica de las cosas, otros menesteres más empresariales también llegan convenientemente filtrados y simplificados.

En otras palabras: la gente no tiene por qué saber qué cuestiones, decisiones y detalles implica la contratación de artistas para giras o festivales. ¿Por qué Rammstein tocaron en Resurrection y no en Download? Pues porque a alguien le sale más rentable que así sea. Sin más. No vas a entrar a explicar el detalle de las negociaciones: la gente no sabe de qué le estás hablando porque no sabe como funciona el negocio al detalle.

Es como si tu mecánico te explica exactamente lo que le pasaba a tu coche. Llega un momento en que cambias de sintonía y dejas de escuchar y preguntas “¿pero cuanto vale?” salvo que seas un apasionado de la mecánica y tengas genuino interés y capacidad para comprender lo que te están contando.

El año pasado tuvimos que ver como un montón de personas que ni entienden ni comprenden sobre contratación de artistas emitían opiniones de todo tipo, muchas sin fundamentar y simplemente escupiendo odio visceral, por el hecho de que el Azkena Rock no contase con suficientes artistas femeninas en su programación. El chovinista mundo del rock and roll quedaba retratado: es un negocio de hombres, las mujeres no están representadas, las guitarras son una agresión fálica del patriarcado, etc.

Las redes sociales es lo que tienen: que todo el mundo puede hablar y, peor aún, ser leído. «El fragor de la grada” que decía Jordi Évole recientemente cuando hablaba de la labor de los comunicadores en el asunto del referéndum independentista catalán. Al fragor de la grada no hay que hacerle ni caso, porque contamina las decisiones estratégicas con ruido innecesario y capaz de distraer.

Tanto fue el ruido que hasta el ayuntamiento de Vitoria metió baza en el asunto amenazando al festival con retirarle fondos públicos si no había unas ciertas cuotas de programación de artistas femeninas, aunque en términos públicos se suavizó el mensaje -cuya esencia era esa. Lo que viene siendo “quedar bien” de cara a la opinión pública respecto a la gestión de sus impuestos en lo que a subvenciones se refiere.

Joan Jett en directo hace unos días.

Como ya indicó Alfonso Santiago, el director del festival a través de la promotora Last Tour, “hemos intentado contratar a Joan Jett, Heart, Neko Case, Tori Amos o Patti Smith pero no están disponibles porque no quieren o no pueden”. Y así de sencillo y complicado es: movilizar a artistas que tengan un cierto tirón con el público no es tan sencillo. Que además cumplan una determinada cuota para fomentar la visibilidad de la mujer en eventos culturales, añade si cabe más complicación debido a la poca cantidad de bandas femeninas que hay en el mundo del rock, en comparación con otros estilos musicales.

Hoy se ha anunciado que el Azkena Rock Festival de 2018 contará con Joan Jett como primera cabeza de cartel. Es una noticia fabulosa, especialmente porque Joan Jett no ha actuado en nuestro país desde que la echaron a pedradas (o a golpe de cables con enchufe, para ser precisos) del escenario en Madrid en 1984.

Por entonces, teloneaba a Scorpions y se le debieron pasar las ganas de volver a un país donde no era bien acogida, aunque nunca se prodigó especialmente por Europa. 34 años ha costado tentarla para volver pero finalmente lo hará en el festival más apto de todos para su estilo de música. La cuestión es ¿donde están ahora todos los que se rasgaban las vestiduras hace exactamente un año por la poca presencia de artistas femeninas en el Azkena? Seguramente ocupados en alguna otra discusión ineficaz en las redes sociales.

Es evidente que nadie tiene que aplaudir al Azkena por traer a una artista femenina. Hay que aplaudir al Azkena por traer a Joan Jett, que es una leyenda por derecho propio. Sus gónadas son absolutamente irrelevantes.

Que venga este año y no venga en 2017, 2016 o 2015 responde únicamente a decisiones de tipo empresarial que tanto el festival como los managers de la artista sabrán. Claro que Joan Jett no es la única artista femenina de la historia pero ¿queremos traer a artistas de un género determinado solo por cumplir cuotas independientemente de su calidad o tirón popular? ¿O por méritos artísticos? En el Azkena ha tocado desde Juliette Lewis a Imelda May, pasando por Blondie.

No hay un veto. Lo que hay es una manifiesta falta de talento femenino disponible en el sector del rock más guitarrero. Así que, más allá del ruido, del fragor de la grada que decía Évole, seamos sensatos: chicas, coged una guitarra y componed buenos temas. Sois pocas y necesitamos más.