Parafraseando la vieja película de Woody Allen es posible encontrar una expresión que define la caradura de algunos mal llamados “promotores” de conciertos. La situación ultimamente está alcanzando el grado de lo absurdo. Después de lo acaecido en el último Piorno Rock, dónde al parecer uno de los socios de la empresa organizadora se fugó con la recaudación de ventas anticipadas dejando a muchos grupos con un pagaré como garantía de que en algún momento se les abonaría la cantidad acordada por la actuación, ahora vuelve a repetirse la historia en menos de un mes: los festivales Profana Rock, una iniciativa bastante peregrina en cuanto a planteamiento, se cancelan porque el promotor ha desaparecido al no poder hacer frente a las perdidas que iban a causar las restantes fechas de la gira.

Durante
varios meses habréis visto un bonito banner en nuestra web que anunciaba el
festival. Pues bueno, The Metal Circus es uno de los “menos” perjudicados por
la maniobra del mencionado empresario. Es un problema más de los muchos que
nos hemos encontrado en nuestra andadura en internet, equiparable a aquella
famosa carta abierta contra cierta discográfica española, pero con el agravante
de que el tipo en cuestión está, o eso dicen, en paradero desconocido. Pero
los damnificados son muchos: las bandas participantes, la empresa contratada
para la seguridad, la empresa que se encargaba de la promoción y producción
del evento (Background Noise), y todo el personal que contaba con esas fechas
para trabajar de un modo u otro (pipas, tecnicos, runners, etc…todos!) y que
ahora ve como todo se cancela y los ingresos previstos derivados de esa actividad
no van a llegar nunca. Pero lo más importante es toda la gente que compró entradas
y que no tuvo todo lo que debería en el show de Madrid y que no verá ninguno
de los conciertos que aún estaban pendientes. A fin de cuentas, todos han salido
perdiendo. El organizador, las empresas contratadas, los asistentes, los medios
en los que se había contratado publicidad… y todo por una falta de planificación
más que obvia.

Como en muchas otras cosas, España ha dado un salto muy grande de un extremo
a otro pasando de todos los pasos intermedios. De ser un país sin apenas festivales
“gordos”, quitando cosas como los Barbarian, el Lorca Rock, el Duro con el 98,
y otros festivales no-metálicos, ahora España se ha abierto a organizar grandes
eventos de tipo rockero. Y hay organizadores y organizadores. En los últimos
tiempos, la estructura de organizadores de conciertos habitual se ha diversificado
y ha dejado paso a nuevos promotores que no tienen toda la base necesaria para
organizar conciertos ni el dinero suficiente para afrontar posibles perdidas
con la garantía de no acabar con un aviso judicial en el buzón de su casa. Obviamente
hay casos diferentes en los que las cosas progresan de manera bastante adecuada
(el Canarias Metal Zone es un buen ejemplo), pero tras la experiencia del Piorno
y del Profana es obvio que más de uno va a mirar bien quien es la empresa promotora
antes de comprar la entrada.

Hay
que tener vista a la hora de montar un festival. Por un lado, es imposible montar
un festival con AC/DC, KISS, QUEEN, JUDAS PRIEST y PINK FLOYD como algunos ilusos
querrían. Traer a un festival a cualquier banda es un dineral solo en gastos
y otro dineral en cachés, por lo que hay que estudiar mucho las opciones, cavilar
mucho, hacer muchos presupuestos y llenar muchas hojas con diferentes situaciones
y sus posibles resultados económicos. En éste caso, es especialmente obvio que
la idea del Profana Rock estaba destinar a fracasar, pese a las buenas intenciones
que pudiera haber tras ella. A dia de hoy, el rock y metal nacional han vuelto
a caer en el olvido, aunque quizá sin llegar a niveles como los de mediados
de los 90. Lo que sí está claro es que un cartel con TIERRA SANTA, LUJURIA,
SILVER FIST y algunas bandas de rock urbano como BARRICADA o SOZIEDAD ALKOHOLIKA
no son suficientes para llenar recintos de más de 10.000 personas. Eso sólo
lo sabe el que va habitualmente a conciertos y sabe como están las cosas en
cada momento. Es obvio que si nisiquiera IRON MAIDEN llenan el Palau Sant Jordi
a dia de hoy, mucho menos lo van a llenar un puñado de bandas nacionales que
si vinieran por su cuenta a Barcelona meterían a 2.000 personas en el caso de
SA o LOS SUAVES y no más de 700 en el caso de LUJURIA o TIERRA SANTA.
En total, lo que uno podía preveer en cuanto a asistencia para el Profana eran
como mucho unas 3.500 personas. Ante esas cantidades, hasta el Palau Olímpic
de la Vall d’Hebró se queda grande, por no hablar ya de un Sant Jordi que tiene
capacidad para 18.000 personas. En otras palabras: hay que estar verdaderamente
desconectado del mundo real para pensar que semejante evento puede llenar un
recinto de gran capacidad.

La fecha también es un factor a tener en cuenta: navidades, tras la temporada
de conciertos otoñal y con un clima que no invita demasiado a salir de casa.
Echemos un ojo a otro ejemplo: el Nit De Reis. Una buena idea, pero nisiquiera
con BLIND GUARDIAN, SAXON y demás bandas de tamaño considerable el Palau Sant
Jordi registró más de cuatro o cinco mil personas, y eso que estamos hablando
de bandas internacionales ampliamente reconocidas. Pues si uno abre bien los
ojos, creo que es obvio darse cuenta de que hay ideas que,por muy bonitas que
sean, no se pueden llevar a cabo. O te sobran algunos cientos de miles de euros
y quieres tirarlos a la basura o es que no sabes donde te estás metiendo. A
lo largo de esta singladura en el mundo de la
música he visto muchos casos similares y siempre es triste ponerse en la piel
de alguien que acaba de perder una cantidad considerable de euros por una decisión
mal tomada.  Incluso si el Profana Rock se hubiera celebrado en el 2001, cuando
la situación en la industria era mejor, no habrían ido más de 6.000 personas
al evento, por poner una cifra cualquiera. Para que un festival como el Profana
Rock hubiera funcionado habría hecho falta una cifra no inferior a seis o siete
mil personas por evento.

Más de lo mismo, como siempre. No hemos de olvidar que el negocio de organizar
conciertos es arriesgado y especialmente en las condiciones actuales. Muchos
promotores están perdiendo dinero con algunos conciertos y algunos grupos están
tocando ante la mitad de gente de la que venía a verles anteriormente. Eso es
una señal clara: hay una saturación más que visible del mercado en ciertos estilos
de música, y la gallina de los huevos de oro murió hace tiempo. Ahora hay que
organizar y planear las cosas mejor que nunca, porque el gran momento del rock
y el metal en España ha desaparecido.