Hay quien piensa que “roban” audiencias u oportunidades a las nuevas bandas emergentes, que son unos vagos... Odiadas por unos y queridas por otros, las bandas tributo, en los últimos años, se han convertido en un inmenso grano en el culo. Y no parece tener remisión el asunto, más bien al contrario: las bandas tributo están aquí para quedarse.

A lo largo de los años, los grupos tributo siguen proliferando a marchas forzadas, y, con ellos, el debate entre detractores y defensores continúa incendiando las redes sociales demasiado a menudo. Hacer dinero a costa de composiciones ajenas es algo que irrita al personal y se critica con ahínco. Hay quien piensa que “roban” audiencias u oportunidades a las nuevas bandas emergentes, que son unos vagos… Hay opiniones para todos los gustos.

Odiadas por unos y queridas por otros, tal fenómeno viene a demostrar que, en cierto modo, las bandas tributo, en los últimos años, se han convertido en un inmenso grano en el culo. Y no parece tener remisión el asunto, más bien al contrario: las bandas tributo están aquí para quedarse. Con lo cual, no está de más preguntarse: ¿Realmente perjudican tanto a la escena?

En nuestro país podemos presumir de tener gran variedad de bandas tributo, y de calidad (aspecto a tener muy en cuenta). Tenemos, por ejemplo, a grupos como Iron What? (Tributo a Iron Maiden), Iberia Sumergida (tributo a Héroes del Silencio), Rising (Tributo a Rainbo3), Meinstein (tributo a Rammstein), Mechanix (tributo a Megadeth), Fast Sharks (Tributo a Accept), Kiss Of Death (Tributo a Kiss), Stingers (Tributo a Scorpions), Killing Machine (Tributo a Judas Priest), Motörhits (Tributo a Motörhead)…, consideradas algunas de ellas como las mejores bandas tributo que existen hoy en día. Si las habéis disfrutado en directo, estaréis conmigo en que es alucinante ver el asombroso parecido de Erik Segel respecto al Till Lindemann de Rammstein, o ver a Ronnie Romero, de Rising, imitando al inolvidable Dio. Y lo mismo sucede con el ex vocalista de Fast Sharks, Robert, que calca a Udo en la ejecución de los temas (aunque Núria Ollero, su sustituta, no se queda corta), o con Panchi de Stingers: el Klaus Meine sevillano. ¿Y qué me decís de Manel “Greenmanelishi”, de Killing Machine? ¡El tío imita al mejor Halford con una facilidad pasmosa!

La realidad es la que es: si los promotores contratan a bandas de versiones es porque, habitualmente, congregan un número de público suficiente como para obtener beneficios. Esto es un business como cualquier otro. “A nadie le interesa un concierto en el que no vas a ganar un mínimo de dinero. No olvidemos que una sala es un negocio, en la mayoría de los casos muy caro de mantener. Hay que realizar una gran inversión para poder celebrar música en directo”, aclaraba Víctor Fernández, encargado de la sala Bóveda de Barcelona, en un artículo de Sergi Ramos publicado por este medio, llamado precisamente “Dentro del fenómeno de las bandas tributo”.

Exkissitos_RipolletRock_27_08_2010_IvanAlluéFernández, comentaba que el precio que una banda paga por alquilar Bóveda cubre los salarios de los empleados que trabajan durante las horas en las que se celebra el show; un mínimo de seis personas. Asimismo, el personal se amplía en función de la previsión de gente que vaya a asistir, sin incrementar el precio del alquiler. Los beneficios de la sala se generan gracias a las consumiciones de los asistentes. Por lo tanto, cuanta más gente acuda al bolo, mejor. “Ha habido conciertos en los que se ha perdido dinero, pero así es el negocio, a veces ganas, a veces cubres, a veces pierdes”, añadía Fernández. Todo esto para venir a reconocer que los tributos suponen una propuesta menos arriesgada para salas como Bóveda, ya que suelen movilizar a más gente. No cabe duda.

Como decía al principio, es muy habitual leer comentarios desprestigiando el trabajo de las bandas tributo, negándoles cualquier tipo de mérito simplemente por el simple hecho de serlo, pero, ¿por qué no evaluarlos como imitadores que son? Al margen de lo musical, no está de más encontrar meritorio el hecho de que estos músicos nos estén poniendo delante a Iron Maiden, Kiss, Scoropions o Motörhead, a su imagen y semejanza. Iron What?, por ejemplo, se cuidan de confeccionarse los trajes a cada gira que arrancan los de Harris y compañía. Se hacen los carteles usando la misma tipografía, tienen a Eddie, y hasta bautizan los tours de forma parecida a los de la banda madre.

Motörhits, por su parte, hasta se han construido unas pantallas de amplificadores impresas en tela, que reproducen fielmente la imagen del grupo sobre las tablas. Su ex vocalista, Xavi Lleixà, es clavadito al ya eterno Lemmy Kilmister… Después, tenemos a los Kiss Of Death o a Exkissitos, que como su nombre deja entrever, rinden homenaje a los de Stanley, Simmons y compañía, sin escatimar en maquillaje, pirotecnia o confeti.

Y en cuanto a Meinstein, deciros que son la réplica casi perfecta del grupo alemán. El sexteto plasma a la perfección la esencia de Rammstein, logrando una puesta en escena increíble, con todas las garantías en directo: pirotecnia, confeti, ventiladores, arco metálico, bailarinas, pene hinchable, plataformas, vapor, explosiones…

También citar a Iberia Sumergida, ya que es un auténtico placer verles sobre un escenario. Javier de Pedro, calca por momentos al mismísimo Bunbury, ofreciendo posturitas y gestos marca de la casa, tocando la harmónica, colgándose la acústica, cantando a través de un megáfono o hasta apuntando al público con un foco. El clon luce una estética similar a la que el frontman de Héroes del Silencio paseó por el mundo en la gira de reunión de 2007, tatuaje con la H y la S en el brazo izquierdo incluido, y no esconde que se gana la vida rememorando los momentos gloriosos de la banda de Zaragoza.

Hay ocasiones excepcionales, incluso, en que Iberia Sumergida ha compartido tablas con sus alter egos. El batería de Héroes del Silencio, Pedro Andreu, por ejemplo, les apoya. Incluso ha subido al escenario con ellos en repetidas ocasiones. Antes de eso, el mexicano Alan Boguslavsky, conocido como el “quinto héroe”, ya había tocado la guitarra con Iberia Sumergida. Héroes del Silencio, de hecho, cuenta en España con una buena legión de bandas tributo. La que más, me atrevería a asegurar: Tesoro, Derivas, El Silencio de los Héroes, Iberia Sumergida…

Y así, concierto tras concierto, los covers-bands llenan salas allá donde toquen. Como hemos visto en el caso anterior, no todos se oponen a las bandas tributo. Hay músicos que admiten abiertamente que nada les haría más felices que ver a otros grupos versionando sus temas, y como les dé la real gana, el día que no estén sobre un escenario. Para ellos, eso sería una genial manera de continuar ayudando a difundir la cultura de la música en directo.

En cuanto a mí, la opinión al respecto siempre ha sido la misma: creo que clones y bandas con temas propios pueden convivir con naturalidad. Tampoco hay que ser catastrofistas. No solo debemos ver a un grupo que copia el trabajo de otros y se “enriquece” a su costa, sino que, como comentaba anteriormente, hay que saber reconocer el esfuerzo que hay tras la puesta en escena y, sobre todo, el amor que sienten los músicos hacia esos temas y hacia las bandas que los crearon, de lo contrario no cuidarían tanto todos esos aspectos en sus conciertos.

En cambio, hay por ahí cada “orquesta”… Bandas que basan su repertorio en hacer popurrís de diferentes grupos, que dejan mucho que desear. Eso se nota a la milla. A sus componentes no se les ve metidos en el papel, y su propuesta resulta totalmente descafeinada. ¡No saben “enamorarnos” en directo! Son la típica “banda karaoke”. Jordi Vázquez, vocalista de The Bon Scott Band una de las bandas tributo a AC/DC más veteranas, en ese sentido, aseguraba a Themetalcircus.com que algunos grupos de versiones se han subido al carro, “ensuciando” el movimiento. “No es posible que una banda de tributo tenga una cantante femenina cuando en el grupo original no existe, o que la formación a la que tributan tenga cuatro músicos y ellos son cinco. Si el cantante original toca el bajo mientras canta… tú has de tocar el bajo mientras cantas”.

Leída la opinión de Jordi, no me queda más que seguir reivindicando como válido y meritorio el fenómeno de las bandas tributo, y no está de más añadir que fomentar el odio hacia ellas no es justo. Es tan fácil como respetar el camino que cada músico elija tomar. Sin más. Por supuesto, nunca he sido partidario de la corriente que predica que las bandas de versiones quitan el pan: ni a las bandas que empiezan ni a las consagradas que versionan. Tampoco se hacen millonarias de la noche a la mañana, como otros tantos creen.

Obviamente, resulta más fácil movilizar a un público que siente nostalgia por un artista o repertorio que a quien no tiene ningún tipo de conexión con un grupo. En ese aspecto, Meinstein, Stingers, Killing Machine, Mechanix… juegan con ventaja, pero no por muchas bandas tributo que nazcan se va a reducir el público dispuesto a disfrutar de las bandas noveles. Ahí no está el inconveniente.

Vivimos en un país donde no se compra música, ¿para qué si me la puedo bajar gratis? Terriblemente selectivo y quejicoso a la hora de acudir a los conciertos: es caro pagar diez “pavos” por ver a unos “mataos” que no conoce ni Dios, o por comprarles el disco, pero dejarte el sueldo de un mes en un meet and greet con Kiss o Black Sabbath mola. ¡Mejor es presumir de foto en Instagram que ir a ver a unos chavales que al igual acaban siendo los nuevos Black Sabbath! En consecuencia, resulta muy difícil que los artistas noveles destaquen y se forjen una carrera… ¡Ahí está el problema, no en los tributos!

Iván Allué