El cantante ha hablado de cómo era el hecho de mantener en secreto su orientación sexual en una etapa en la que todo lo machirulo estaba de rigurosa moda.

En una reciente entrevista con Ultimate Classic Rock, Rob Halford abordó un tema muy personal para él que formó parte de su vida en sus años de juventud: cómo fue para él ser un artista gay en la década de los ’80, años antes de su salida del armario.

El líder de Judas Priest habló por primera vez de su orientación sexual públicamente en 1998, en una aparición en MTV News. En la nueva entrevista, comentó lo que supuso para él formar parte de la escena de la década de los ’80 dentro del armario, en una época en la que la estética andrógina de bandas como Mötley Crüe y demás proyectos de glam rock era totalmente opuesta a unas letras donde predominaba la temática del sexo y las mujeres.

La estética andrógina del glam rock

De acuerdo con Rob Halford, el glam rock y su estética fue algo destacable para él en esa época: «cuando piensas en el movimiento del glam rock, había específicamente dos bandas que me empujaron a ello, Mötley Crüe y Poison, y en cierto modo Cinderella, y tal vez algo de Winger y L.A. Guns. Y definitivamente Sebastian Bach, ya sabes, cuando los tíos parecían chicas. Y eso funcionaba.

Y no podía llegar a entenderlo, por todas las cosas homófobas que pasaban en los ’80. Y veías a estos tíos con maquillaje, que parecían… Tengo que medir mis palabras aquí, ¿me entiendes? Parecer algo específico, de forma que todos piensen ‘sí, tío, son muy fuertes’, y todo eso». Como era de esperar, Rob Halford no pudo evitar en esa época comparar su caso con esta situación y sorprenderse de que la sociedad aceptara una estética pero no una orientación sexual.

Continuó explicándolo de esta manera: «y luego yo, como un hombre gay en el armario, pensaba ‘¿me estoy perdiendo algo aquí? ¿Cómo no soy capaz de salir de mi miedo a perder mi carrera y a mi banda, pero estos tíos salen así con ese aspecto y a todos les parece bien?’. Bueno, no todo el mundo, pero era la percepción general del imaginario, que todos debían verse así.

Todos debían vestir así. Fue una gran época para el heavy metal y el rock para pensar de forma más amplia. Y me encantaban esos tíos, cuando hablábamos. Debo dar el mensaje de que me encantan estos tíos, me encanta su música y todo lo que han conseguido. Son muy muy importantes». De hecho, considera que la existencia en esa época de artistas como ellos llegó a favorecer a la comunidad LGBTQ.

Una puerta abierta

De acuerdo con Halford, la presencia de estos artistas tan diversos en su estética fue favorecedora para la comunidad LGBTQ: «tal vez hubo una sensación de oportunidad en la comunidad porque estos tíos hicieron lo que hicieron y estaban ahí. Tal vez abrieron una pequeña puerta a la aceptación. Porque muchos tíos iban a los shows así vestidos. Un amigo mío en Phoenix en los ’80 solía maquillarse y arreglarse el pelo. Iban con ese aspecto, y veían a esas bandas.

En un sentido antropólogo, la conexión social entre verse así y ser guay y ser aceptado sin rechazo era realmente destacable. Es una parte interesante del heavy metal, y me incluyo a mí mismo, aunque no del todo en ese sentido. Sin embargo, sin miras el álbum ‘Turbo’, y la forma en que vestíamos, como Glenn Tipton se puso el pelo y Ken (K.K. Downing) también puso su pelo, estábamos todos en el mismo saco, realmente».

Para el vocalista, la década de los ’80 no solo tuvo grandes aportaciones musicales, sino que esta estética que menciona lo ayudó en su camino a la hora de mostrarse con sinceridad sin miedo a perjudicar su carrera y le ofreció esa pequeña libertad que para él fue muy importante. Considera que la presentación visual de las bandas era realmente destacable, y que incluyo llegó a afectar a la estética de Judas Priest, como en el ejemplo que menciona del álbum ‘Turbo’, en el que sus compañeros se sumaron a los peinados de la época pese a no pertenecer al género del glam rock.

Aunque la estética y la orientación sexual no van necesariamente cogidos de la mano, el marco liberal que proporcionaba esa estética le hizo sentirse más cómodo en el desarrollo de su carrera. Sin embargo, a pesar de considerar los ’80 como una época liberadora y de aceptación en algunos aspectos, no fue hasta finales de los ’90 que saldría del armario públicamente.

Olga Vidal