El artista se mete en el jardín de la cultura de la cancelación en una respuesta a una seguidora a través de su espacio semanal de contacto con los fans.

En su espacio semanal «La Carta de eb» que Enrique Bunbury comparte con sus seguidores a través de una newsletter por email, el artista e histórico vocalista de Héroes del Silencio respondió a las preguntas de una fan sobre la dicotomía entre la vida personal de un artista y su obra. Alejandra Valdez, una seguidora colombiana, planteó cuestiones relacionadas con el juicio sobre la vida personal de los artistas, filósofos y pensadores, especialmente cuando sus acciones o comportamientos entran en conflicto con su obra o teorías.

Bunbury destacó su aprecio por el anonimato y la capacidad de observar su entorno, considerando que el paso de ser observador a observado podría ser «una desgracia para cualquiera que se dedique a una labor creativa».

Sobre la preocupación de Alejandra respecto a la valoración de la obra artística en el contexto de la vida personal del artista, Bunbury fue contundente. Según él, no es fácil trazar la línea que separa ambos aspectos, especialmente en un mundo donde «la sensibilidad parece estar a flor de piel». Dejó claro que el papel de juzgar si algo está bien o mal debería corresponder a la justicia de cada país, no a «justicieros» populares.

Separar obra y artista

Bunbury también señaló que su aprecio por el arte de alguien rara vez se ve afectado por las acciones de su vida personal.

«Si un individuo, sea artista u anónimo, comete un delito, debería ser la justicia de cada país la encargada de valorar la gravedad del asunto» comentaba Bunbury en su respuesta.

«Particularmente, rara vez, lo que un actor o un músico haga con su vida privada, me importa lo suficiente como para dejar de valorar o apreciar su arte. Que Ike Turner fuera un hijo de puta y tratara como una mierda a Tina, no me impide escuchar sus discos.

Tampoco que Phil Spector, matara, si lo hizo, que parece ser que sí, a Lana Clarkson. Me maravilla, todavía hoy, que la abogada defensora de Spector presentara como prueba atenuante la grabación de «Unchained Melody» de los Righteous Brothers, producida por el acusado, para pedir un atenuante en la condena.

Aunque mañana se demostrara sin ningún género de dudas que Michael Jackson fuera un pederasta, que me parece uno de los peores crímenes que se pueden cometer, quizás, el más imperdonable, no sé si todavía se me irían los pies al escuchar «Billie Jean».

Personalmente, no pienso en la boda de Jerry Lee Lewis con su prima de 13 años cuando escucho «Great Balls of Fire» o en el machismo y el patriarcado, cuando veo un cuadro de Picasso. Ni juzgo a García Márquez por su apoyo a Castro, ni dejaré de considerar las grandes novelas de Céline por su colaboración con la Gestapo, ni de leer a Rimbaud por dedicarse al tráfico de armas y de esclavos en la segunda etapa de su vida».

Una respuesta muy locuaz

La respuesta del artista español también tocó el tema de la cultura de la cancelación, advirtiendo sobre los peligros de este fenómeno. Subrayó que las opiniones políticamente incorrectas o contrarias a la «narrativa oficial» pueden llevar a cancelaciones sumamente problemáticas. Para él, el valor moral de una persona está por encima de sus opiniones políticas, y criticó a quienes «tienden a politizarlo absolutamente todo».

Finalmente, Bunbury advirtió sobre el riesgo de dejarnos «a todos ciegos y comiendo sopas y puré» si seguimos la lógica del «ojo por ojo, diente por diente» en la cultura de la cancelación.

Con su respuesta, Enrique Bunbury abordó un tema complejo y actual, ofreciendo una perspectiva que equilibra el respeto por la obra artística con una consideración cuidadosa sobre las vidas y acciones de quienes las crean. En palabras de Alejandra, Bunbury ha manejado «de manera magistral» los asuntos de privacidad, y su respuesta a estas inquietudes no hace sino confirmar su habilidad para navegar las aguas difíciles entre la vida personal y la obra artística.