The Dead Daisies y la banda rotatoria para conseguir el éxito en 2016. Dos cafés, un hotel en el centro y tres horas con Marco Mendoza.
La formación base incluye a John Corabi a la voz y guitarra y Marco Mendoza al bajo y coros. El resto del grupo rota según necesidades y ocupación de los músicos, todos grandes del entorno del hard rock y muy solicitados. A la batería han estado Tommy Clufetos, Frank Ferrer, John Tempesta y Brian Tichy (quien sigue en el puesto actualmente). A la guitarra ha estado Richard Fortus, aunque sus compromisos con la reunión de Guns N' Roses han dado paso a otro grande: ni más ni menos que Doug Aldrich, con quien se ha grabado el nuevo disco, "Make Some Noise".
The Dead Daisies es una de esas bandas que empiezan casi por casualidad y que antes de que te des cuenta están por todas partes. Su historia no es la historia de una banda común, tampoco. Nacieron de la mano de David Lowy, un guitarrista australiano que también es hijo del co-fundador de Westfield Corporation, un gigante del comercio y las finanzas. El propio Lowy es el CEO de la firma de inversiones de la familia Lowy, además de un avezado piloto y poseedor de la carrera de Comercio. Así pues, cuando Lowy decidió poner en marcha a The Dead Daisies, su proyecto musical personal, decidió contar con lo mejor de lo mejor. La formación base incluye a John Corabi a la voz y guitarra y Marco Mendoza al bajo y coros. El resto del grupo rota según necesidades y ocupación de los músicos, todos grandes del entorno del hard rock y muy solicitados. A la batería han estado Tommy Clufetos, Frank Ferrer, John Tempesta y Brian Tichy (quien sigue en el puesto actualmente). A la guitarra ha estado Richard Fortus, aunque sus compromisos con la reunión de Guns N’ Roses han dado paso a otro grande: ni más ni menos que Doug Aldrich, con quien se ha grabado el nuevo disco, «Make Some Noise».
Recibí un e-mail de Marco Mendoza hace un año y pico, unos días antes de que The Dead Daisies actuasen en Barcelona teloneando a Kiss en el Palau Sant Jordi. Después de varios contactos, acabamos quedando en el bar de un céntrico hotel de Barcelona para tomar un café y charlar. Una charla que dio mucho de sí y que es prácticamente irreproducible si ambos queremos seguir teniendo un trabajo en nuestros respectivos campos profesionales. Lo que si se puede reproducir es lo que podéis leer en esta entrevista, que no es poco. Y aunque la charla tuvo lugar en plena promoción del disco «Revolución» mucho de su contenido es igualmente valido ahora que «Make Some Noise» está haciéndonos recuperar la fe en el rock and roll.
The Dead Daisies comenzaron durante una gira en Australia junto a Kiss y Motley Crue en la que tu estabas tocando con Thin Lizzy. ¿Cómo se desarrolló todo a partir de ahí?
«David Lowy estaba tocando en esos conciertos, abriendo los shows con una banda llamada Diva Demolition. Tras eso tocaba Thin Lizzy, luego Motley Crue y Kiss. Yo solía llegar pronto a los conciertos para ver a las otras bandas, echar el rato con Nikki Sixx, la gente de Kiss y demás. Me gustó la banda y me gustaron las canciones. Conocí a su manager, llamado David Edwards, quien dos días antes de que finalice la gira, me entró para decirme que tenían un proyecto en mente llamado The Dead Daisies donde David era el guitarrista y el vocalista era John Stevens. Me contó que estaban intentando invitar a otros amigos a colaborar y me preguntó si estaba interesado. Yo siempre estoy interesado en hacer música, pero como imaginarás, me suele venir mucha gente con proyectos e imaginé que sería una de esas ocasiones en las cuales todo acaba en nada. No le di más vueltas.»
«Volví a casa en Los Ángeles y unas semanas después me llamó. Me dijo que el proyecto se estaba moviendo hacia adelante y me preguntó que si seguía estando interesado como había dicho cuando nos conocimos. Le dije que me enviase la música y que iría viendo que podía aportar. Cuando escuché la música vi que podía identificarme con ella, pues yo sigo musicalmente en esa era de los años ’70, el rock and roll más clásico, vaya. Me dijo que me necesitaba en unas fechas determinadas porque la banda iba a telonear a Aerosmith. Dije ‘wow, empezamos bien’. Moví algunas fechas y me vi en Sydney con la banda en el local de ensayo. A la vez que hablaban conmigo, hablaron con Richard Fortus y él y yo ya habíamos tocado juntos en Thin Lizzy, así que ya nos conocíamos muy bien y congeniábamos musicalmente».
¿Propusiste tú a los músicos del proyecto?
«Bueno, siempre tienes un círculo de amigos que propones en estos casos. Gente con la que te sientes cómodo, vaya. Pero no, en este caso habían ido a cada músico personalmente para preguntarles si se querían incorporar en el proyecto. Fue una de esas cosas en las que de golpe nos vimos todos ensayando en Sydney y teloneando a Aerosmith al poco tiempo. Luego nos invitaron a hacer una gira en Estados Unidos junto a Alice in Chains y Jane’s Addiction, así que las cosas están funcionando y nos van invitando a buenas giras para que nos unamos. El año pasado giramos con Bad Company, Lynyrd Skynyrd, Kiss y Def Leppard. En el caso de Kiss, Paul, Gene y Doc McGhee son amigos nuestros. Yo he trabajado antes con ellos y con su management, así que nos llamaron para unirnos a su gira europea de 2015 también. También tocamos en el Kiss Kruise del año pasado. Lo que hacemos es muy compatible con la Kiss Army, musicalmente!».
¿Que tal os recibió el público die-hard de Kiss? ¿Os prestan atención y acuden a veros?
«Para sorpresa nuestra, están viniendo pronto. E incluso gente importante para nuestro management o nuestro equipo de marketing, como es tu caso, estáis prestando atención. Sobre todo es por la formación. Es obvio que estamos hablando de una banda con Dizzy Reed y Richard Fortus de Guns N’ Roses, yo que estoy en Whitesnake, Tommy Clufetos de Ozzy a la batería y John Corabi de Motley Crue como vocalista. Si eso es indicativo de algo es que representamos una corriente musical concreta, el hard rock de los 70».
«Poco a poco, la banda está creciendo. Los directos están siendo divertidos y la gente está prestando atención. Si nos ves, no somos tíos jóvenes. Tenemos muchas credenciales, hemos estado en muchas bandas, en muchos proyectos…»
Pero todo eso no sirve de nada si las canciones fuesen una mierda.
«Gracias!»
Habéis sido una de las primeras bandas en actuar en Cuba tras el desbloqueo de las relaciones con Estados Unidos. Como surgió eso? ¿Tenéis un amigo en la embajada?
«Bueno, la Secretaria Cultural de Cuba se puso en contacto con nuestro management y tal y como finalizó el embargo, nos invitaron a ir a tocar. No sabíamos que seríamos la primera banda, pero lo fuimos. Fue una de esas cuestiones de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Fue algo histórico, visto en perspectiva, aunque en el momento no teníamos ni idea. Para mi significó mucho, porque llevo muchos años queriendo ir a Cuba. Vivo en Los Ángeles y nací en San Diego pero mi alma es mexicana. Por otro lado tengo un trío de latin-jazz-funk y los ritmos afrocubanos son muy prominentes en lo que hacemos, así que siempre he querido visitar aquel lugar del mundo.»
«Acabamos en un local de ensayo que también servía de estudio de grabación, algo de lo que no estábamos al tanto originalmente. Decidimos empezar a grabar el disco ‘ Revolución’ allí, en Cuba, e invitamos a algunos artistas locales a tocar con nosotros. Fuimos a un par de escuelas locales de visita para tocar con los niños y todo eso. Tengo que dar las gracias a ESP y Hartke, que nos permitieron donar material musical a las escuelas y ofrecer algo a cambio de su hospitalidad. Fue una gran experiencia y eso inspiró ‘Revolución’. Allí donde mirases en Cuba, la frase ‘Viva la Revolución’ estaba por todos lados.»
«Actualmente vivimos una revolución en la industria de la música y eso resonó con nosotros. Ya no hay industria en si y todo ha de venir desde dentro de las propias bandas y músicos. Tienes que hacer funcionar las cosas, tocando frente al público».
«Estoy muy contento de tocar con estos chicos. Desde que entró John Corabi la banda ha ido incluso a más y es un gran frontman y un tío divertido fuera del escenario, además de un gran compositor».
Imagino que John Corabi está feliz de cualquier oportunidad que le aparezca hoy en día. Es un tio que vivió lo que supone una banda grande con Motley Crue pero que también ha tenido que tocar en montones de agujeros con su carrera en solitario. Es bueno que finalmente vuelva a grandes escenarios y grandes festivales, tal y como merece. Bueno, a todos os va bien un proyecto así pero el es quien ha tenido una carrera más complicada en los últimos años.
«Bueno, no se si sería la manera de decirlo pero el ahora está contento. La experiencia con Motley Crue le hizo decidir que era el momento de hacer lo que el quería y en eso está, en hacer lo que le hace feliz.»
He visto a John tocando en bares de cien personas.
«Lo sé. ¿Cuánto cabe en el Palau Sant Jordi de Barcelona? ¿20.000?»
18.000.
«Bueno, sigue siendo un poco más que cien (risas). Honestamente, todos hemos tenido mucha suerte. Mira, he tenido la oportunidad de tocar en muchas grandes bandas y cuando recibí la petición de unirme a esta banda no lo dudé. Pero se lo que es tocar para cien personas, se lo que es llenar tu furgoneta, hacer kilómetros y simplemente tocar para quien te quiere ver».
«John está más allá del dinero. Claro que nos gusta que nos paguen. Yo tengo una familia, tengo hijos y me gusta que me paguen. Vivo en el sur de California, uno de los lugares más caros del mundo (risas). Pero si no tuviese nada de eso, seguiría tocando música. En Septiembre voy a salir de gira con unos amigos para tocar en sitios de 200 o 300 personas. Pubs y clubs. Y me lo voy a pasar genial. Tu ves lo de John como un periodo de bajón para él, pero yo creo que como músico de verdad que es, está triunfando porque está haciendo lo que desea en su vida. Está en esto por las razones adecuadas».
Ahora que estaba pensando…te gustan los puros Montecristo, no?
«Correcto! ¿Cómo lo sabes?»
Me acaba de venir a la cabeza una ocasión en la que os lié a ti, Neal Schon, Jeff Scott Soto y Virgil Donati para venir a mi programa de radio, cuando estabais en Soul Sirkus. Tuvimos que desviar el taxi a un estanco para localizar puros Montecristo (risas)
(Risas) «¿Eso fue cuando tocamos en la sala Bikini, no?»
Exacto, en el 2005 si no recuerdo mal.
«Recuerdo que flipé en aquel concierto. Estaba en el backstage y escuché como el público coreaba «Mendoza, Mendoza, Mendoza». Aquello me dio escalofríos. La conexión de la sangre es evidente.»
Antes me comentabas que has dejado de fumar, casualmente. Tuviste un punto en tu vida en el cual el alcohol y drogas te destruyeron, hasta que decidiste sacar pecho y hacer frente al problema.
«Fue el punto de inflexión de mi vida, realmente».
¿Fue a partir de ahí que el trabajo comenzó a florecer para ti, casualmente?
«Hubo un momento en el cual me di cuenta de que había llegado demasiado lejos y que si seguía así, me iba a morir. No había más vuelta de hoja. Tenía 25 o 26 años».
¿Ya estabas viviendo en Los Ángeles?
«No, en esa época vivía en Las Vegas.»
Buen lugar para salir de los vicios, sí.
«Exacto (risas) En aquella época estaba en mi fase jazz, girando por Estados Unidos. Quería aprender tocando con buenos músicos. Pasé por un periodo de tres o cuatro años tocando mucho en el cual caí en las drogas. Alcohol, cocaína, heroína… Llegué al punto en el que mi hígado estaba diciendo basta, mis riñones estaban diciendo basta y mi vida se me escapaba de las manos. Mi hermana vino desde San Diego para recogerme y convencerme de ir a un centro de rehabilitación en Newport Beach, en Orange County, al sur de California. Lo hice y recordé lo que era la sobriedad, algo que no había sentido desde que tenía aproximadamente dieciséis años. Me di cuenta de que me sentía mejor así, aunque gané algo de peso (mucho peso, de hecho).»
Esto suele pasar.
«Siempre. Pero espiritualmente me desperté y llevaba algún tiempo sin tocar música, por lo que me puse manos a la obra. Desafortunadamente tuve que pasar por todo una vez más y tocar el fondo del pozo, en 1986. Tuve una experiencia divina, algo que me quitó todo el poder de mis manos y tras eso decidí que tenía que estar sobrio, sin excepciones. Si no lo hacía iba a terminar durante mucho tiempo en la cárcel, porque me metí en problemas muy serios. Cuando algo así pasa tienes que tomar decisiones. Gracias a eso salvé mi vida. Y llevo 27 años sobrio».
«Hace dos o tres meses murió un amigo mío, alguien a quien todos conocíamos en el negocio. No te diré quien es. Era un grande. Hizo un concierto, se pegó la fiesta, se fue al bus y murió ahí. Otro amigo que toca en una banda famosa, que tiene el mundo a sus pies, acaba de ir a la cárcel una temporada. Lo tenía todo: la buena carrera, el dinero, la fama, la familia…y ha acabado en la cárcel por la misma mierda. Yo tuve suficiente.»
Tienes que aprender a manejar el éxito o el éxito te come.
«Puedes manejar el éxito, pero hay gente como nosotros a la cual le supera y no sabemos manejarlo. El resumen es que gente como yo o los amigos de los que te hablaba necesitamos abstinencia total. No podemos establecer límites. Hemos de abstenernos completamente. Una cosa lleva a otra, lo cual lleva a otra y a otra más. Puede que sea un día, una semana o meses, pero acabas metido en ello hasta el fondo. Yo pude salir de ello a tiempo pero tengo amigos alrededor muriendo y metiéndose en problemas y eso me rompe el corazón. Gente con la que he tenido esta conversación y que no ha sabido dar el paso, porque no estaban preparados aún. Eso es lo más importante que debes saber sobre la sobriedad. Debes rendirte y decir ‘no tengo control sobre esta enfermedad’, ya sea alcohol, drogas o lo que sea. Cualquier sustancia que altere tus capacidades mentales debes echarla a un lado. Ahora me encanta ser quien soy, me encanta vivir en mi piel. No soy perfecto, nadie lo es, pero estoy trabajando en ello. La sobriedad te da esa capacidad de mejorar tu existencia».
Eres un músico con mucha presencia sobre el escenario. Cuando no estás saltando, estás rotando caderas ante las chicas de las primeras filas o cualquier otra cosa. ¿Alguna vez has estado en alguna banda donde te han pedido que te calmes un poco?
«Si, alguna que otra vez. Pero nunca, por ejemplo, con David Coverdale. David siempre me ha empujado a que sea yo mismo en el escenario. Si acaso, los músicos que había alrededor de David (risas). Para mi, Whitesnake es David Coverdale. Y cuando David Coverdale te dice ‘quiero que mires dentro de ti y seas lo más grande que puedas’. Nunca olvidaré eso. Se me pone la piel de gallina. David es así, te empuja a ser mejor. Él está muy seguro de sí mismo, él sabe quién es y no puedes negarle lo que ha hecho en la historia del rock. Eso sí, puede que haya gente alrededor a la que no le guste lo que hago en el escenario. Yo, simplemente, no puedo controlarlo. Honestamente. Es mi personalidad. Tendría que esforzarme realmente para no hacerlo y estoy en un punto de mi vida en el que quiero ser yo mismo. Si no es bueno para ti, me iré a otro sitio. He de ser sincero conmigo mismo. Estoy feliz de estar sobrio, estoy feliz de tocar música, estoy feliz de estar vivo. Quizá por eso la gente no sabe qué hacer conmigo. Piensan que bebo, tomo pastillas o algo y sencillamente es que salgo al escenario y me lo paso en grande, porque todo está bien».
También imagino que, tras unas décadas en el negocio, tienes cierta estabilidad financiera y te da igual lo que piense la gente.
«Gracias a Dios estoy bien cubierto. Sin ser irrespetuoso… Es como si me contratan para un trabajo y luego me piden que por favor no lo haga. Podría no hacerlo pero no estaría feliz. Si alguien te dice que no le gusta lo que haces, no vas a estar cómodo».
Se supone que si contratan a Marco Mendoza es porque quieren a Marco Mendoza.
«Exacto. Pienso que la gente sabe de sobras como soy, porque llevo muchos años en esto. Y llego a la hora. Y me gusta lo que hago. ¿Quieres que cante? Canto. ¿Quieres que haga coros? Los hago. ¿Quieres que sea el frontman? Lo soy. ¿Quieres que toque el bajo? Lo toco. ¿Quieres que toque la acústica? Lo hago.»
¿Cuál ha sido la banda o músico más fácil con el que has trabajado?
«No sabría decirte…The Dead Daisies es probablemente una de ellas. Nos lo hemos pasado en grande en el estudio y todos tenemos la experiencia de otros muchos proyectos. Todos estamos en un punto de la vida en el cual queremos hacer la mejor música posible y lo demás no importa. Tuvimos 32 días para hacer un disco completo, finalizado. Debíamos tener el disco acabado antes de la gira con Kiss».
No tenéis la presión de una banda normal, tampoco, porque tenéis el apoyo financiero de David Lowy que está muy asentado económicamente, por así decirlo.
«Me alegra que saques ese tema. Eso claro que ayuda, porque una vez que la parte de los negocios está controlada te puedes dedicar a la música estrictamente. Los negocios dan problemas y se meten en medio del proceso, así que tener ese aspecto controlado hace que todo sea mucho mejor. Nos concentramos en lo creativo. La presión vino por la parte de hacer un disco entero en 32 días, el disco que nos tenía que poner en el mapa (risas).»
«Los sellos solían hacer eso. Firmar contigo para dos o tres discos y dejar que te desarrollases como banda. Era un contrato de desarrollo. El primer disco son los cimientos, con el segundo disco intentas sacar un single potente y con el tercero llegabas al éxito y con el cuarto al estrellato. Hace unos años era así: el tercer y cuarto disco hacía que los fans fuesen hacia atrás y comprasen el primero y el segundo. Yo lo hice, con muchas bandas. Con Zeppelin, con Kiss, con los Beatles, con los Stones…pero esos días ya no existen».
Tuviste la suerte de llegar a este negocio cuando las cosas aún pintaban relativamente bien.
«Bueno, si, cuando conseguí estar sobrio, hacia el 87, 88, 89… Sigue siendo un buen momento para ser un músico, no te creas. En esos años conocí a Bill Ward de Black Sabbath, a Ozzy Osbourne, a Jack Bruce, a Tim Bogert, Zakk Wylde, Ginger Baker… Conocí a mucha gente. Lo primero que hice después de conseguir la sobriedad fue conocer a Bill Ward y trabajar en su disco en solitario. Eso fue lo que me ayudó a recolocarme en el mapa nuevamente. Tras eso, seguía con mi trio de jazz en LA, tocando bajo fretless y haciendo música que suponía un auténtico reto. Gracias a eso, John Sykes oyó hablar de mí. Él ya había editado el primer disco de Blue Murder, que todos teníamos. En la banda estaba Tony Franklin y Carmine Appice. Tony era un bajista fretless pero tuvo que irse de la banda y Sykes me buscó a mí. Tal y como le vi entrar en el club donde estaba tocando, lo reconocí. Nos tomamos un descanso del concierto, porque siempre tocábamos dos sets de jazz, y vino a presentarse. Le dije que obviamente sabía quién era por Thin Lizzy, Whitesnake y Blue Murder. Me dijo que necesitaba a un bajista fretless y que le habían recomendado que contactase conmigo. Me dijo que si podía estar en el estudio la semana siguiente, le dije que si y eso fue todo. Grabé ‘Nothin’ But Trouble’ para Geffen. Con John acabé haciendo cinco o seis discos y fueron grandes momentos. Había presupuesto, había buenas giras, había portadas en revistas, había videos… Ahora las cosas son distintas. Has de hacer que las cosas sucedan. Has de estar realmente hambriento para que las cosas sucedan para tu banda».
¿Hay alguien con quien te gustaría tocar a estas alturas?
«Absolutamente: Robert Plant, Jimmy Page, Steven Tyler, los chicos de Deep Purple…hay muchos. Me gustaría tocar con Paul Rodgers. Por suerte he podido tocar con muchos de mis ídolos a lo largo de los años. También me gustaría tocar con Paul McCartney, por supuesto».
En The Dead Daisies habéis contado con bateristas como Tommy Clufetos, Brian Tichy o John Tempesta. ¿No has considerado en ningún momento la opción de proponérselo a Eric Singer?
«Oh,tío. Claro que lo he pensado, pero es un tipo ocupado en estos días (risas). La verdad es que no me he rendido y seguramente acabemos haciendo alguna cosa en el futuro. Es un gran baterista, es un gran vocalista y a menudo he pensado que tendría que ser parte de mi banda ideal. Mi banda ideal es una en la que todos cantan: bajista, guitarrista, baterista…como los Eagles. Se lo comenté en una ocasión a Richie Kotzen y es uno de mis sueños. Si en algún momento surge la situación me encantaría montar una banda de ese tipo, como Styx, Journey…hey, los Beatles, mismamente. Imagina a Richie Kotzen, Eric Singer a la batería y un teclista que cante bien, como Dizzy Reed. Eric y yo hemos hablado de esto, pero tenemos que encontrar el tiempo. Es un problema bueno que tener».
Lleva diez años bastante ocupado con Kiss. Parece que finalmente ha encontrado cierta estabilidad en la banda. Hubo una época en la que no sabía muy bien que pasaría al año siguiente y me alegro por él.
«Si, pero comienza a estar inquieto, yo soy igual. Quiere hacer más cosas musicalmente y no tiene demasiado tiempo, obviamente.»
Hace unos años montó ESP con Bruce Kulick, John Corabi y Chuck Wright, creo.
«Kiss no van a dejar de girar a corto plazo. He hablado con Doc McGhee y con Paul Stanley y ahora mismo están a tope, están muy arriba.»
¿Fuiste fan de Kiss cuando eras niño?
«Escuché sus canciones pero nunca fui propiamente un fan. Era consciente de lo que construyeron en su momento, junto a otras bandas que se rindieron y ellos nunca lo hicieron. Mi primera experiencia con un concierto de Kiss fue en el 2000, cuando estaba tocando con Ted Nugent y la banda estaba reunida y tocando con Ace Frehley, Peter Criss, Gene Simmons y Paul Stanley. El volumen de negocio que suponía aquello me dejó alucinado. Había tres o cuatro generaciones de la Kiss Army allí. Tienes que reconocerles el mérito. La gente los echó por tierra al principio y ellos fueron fuertes y convincentes y aguantaron más que todos los demás. Las cosas no pasan cuando quieres, sino cuando deben pasar y estos tíos han saldado sus deudas sobradamente en el rock and roll. Mírales ahora. Hacen el mismo show de siempre pero infinitamente mejor. Siempre tuvieron el componente teatral pero creo que todas las bandas lo tendrían si se lo pudiesen permitir. Siempre le dieron a los fans lo que querían y eso es lo que te ayuda a construir un público robusto que te sigue a todas partes.»
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