Las reediciones de Judas Priest se han convertido en una tradición. Cada dos años, en los periodos entre giras, la banda británica reedita alguno de sus míticos trabajos de los 80, aumentados con temas extra o pistas en directo. “British Steel”, “Screaming for Vengeance” y “Defenders of the Faith” ya han pasado por el filtro revival de Sony y el resultado no debe ser malo.

Las reediciones de Judas Priest se han convertido en una tradición. Cada dos años, en los periodos entre giras, la banda británica reedita alguno de sus míticos trabajos de los 80, aumentados con temas extra o pistas en directo. “British Steel”, “Screaming for Vengeance” y “Defenders of the Faith” ya han pasado por el filtro revival de Sony y el resultado no debe ser malo. Ahora se atreven con el que fue el disco más controvertido de la historia de la banda, quizá incluso más que los trabajos con Tim “Ripper” Owens, porque en aquel entonces la banda no le importaba a casi nadie. Pero en 1986, Judas Priest le importaban a mucha gente y “Turbo” fue un giro en sonido y estilo que levantó las iras del sector más inmovilista de la escena heavy. Tal fue el asunto que el siguiente disco, “Ram it Down”, arrancaba con el grito más desgarrador de Rob Halford hasta la fecha, como queriendo decir que todo volvía a la normalidad, como cuando el rey emérito Juan Carlos dijo aquello de “lo siento mucho, no vodvedá a ocudid” tras la anecdotilla de la caza de elefantes. Pero ahora, 30 años después, “Turbo” es un disco de culto y los mismos metalheads que lo habrían denostado en 1986, ahora lo abrazan como el hijo pródigo que marcó el signo de los tiempos.

Para hablar de estos temas y de otros, Ian Hill llama a Sergi Ramos y aguanta sus preguntas impertinentes.

Estáis revisando vuestra propia historia cada par de años con la re-edición de los discos clásicos de Judas Priest. ¿Cómo vives esa experiencia de navegar el pasado y buscar extras para las reediciones?

«Siempre es un viaje volver a escuchar los antiguos discos, especialmente porque algunos no los has escuchado en muchos años. Me sorprende la cantidad de material que editábamos cada año y todo lo que generábamos en aquel tiempo. «Turbo» en particular tiene ahora 30 años y es sorpresivo volver a escuchar canciones que no has escuchado en décadas. A veces te preguntas por qué no has vuelto a hacerles caso a esas canciones».

«Turbo» provocó reacciones encontradas en el público heavy ochentero de mente cerrada. ¿Sintetizadores? ¿Nuevos sonidos? ¿Como recuerdas la reacción del público en aquel entonces?

«Fue algo muy nuevo por entonces. Con cada disco hemos intentado dar un paso adelante y hacer lo que es mejor para nosotros en ese momento. Con ‘Defenders of the Faith’ habíamos llegado al final de un camino en lo musical. No podíamos hacer otro disco igual de bueno que ese, en el mismo género exacto. Pudimos usar sintetizadores de guitarra en el heavy metal antes que nadie y eso fue diferente y contemporáneo, así que no perdimos la oportunidad de hacerlo. Claro que provocó un cambio en el sonido de la banda pero se nos sigue reconociendo como Judas Priest, obviamente. Dave Holland, el batería, y yo nos mantuvimos como siempre pese a los cambios de sonido, ya que las guitarras fueron lo que más cambió.»

«Puede que algunos fans se sintiesen alienados por el nuevo sonido pero el disco tuvo algunos temas muy comerciales que fueron bien recibidos por las emisoras de FM y AM en Estados Unidos. Es un disco que llevó la música de Judas Priest a muchos nuevos fans, gente que no necesariamente era fan del heavy metal hasta aquel momento».

«Si lo analizamos con la perspectiva del tiempo, creo que salimos reforzados de aquella etapa y aquel disco».

¿Estabais preocupados al principio? ¿Pensasteis que fue un mal paso a efectuar cuando visteis la reacción del público?

«Por supuesto. No lo tuvimos claro hasta que pasaron unos meses. Si el disco hubiese tenido otros sonidos, seguramente habría sido un éxito mayor, pero queríamos arriesgarnos. Detrás de todos los sonidos nuevos, era un disco de heavy metal y era un disco de heavy metal muy bueno. Algunos fans quizá quedaron decepcionados al principio pero volvieron con el siguiente disco y se reengancharon a la banda».

Uno de los elementos que más  contribuían a cambiar el sonido general del disco era la batería de Dave Holland. Ahora suena antiguo y caduco, como todo lo que hizo en los ’80, pero en aquel momento era novedoso.

«Eran triggers, hoy en día los usa todo el mundo. Es un sensor bajo el parche de la batería que te ofrece una variedad de sonidos una vez golpeas. Es algo que hicimos para conseguir un sonido más contemporáneo y que hoy en día seguimos usando en los directos para conseguir un sonido claro y ajustable.»

La cuestión es que, en las primeras escuchas de «Turbo», mi sensación era la de que Dave no tocaba, sino que era una caja de ritmos. ¿Hubo canciones en las que Dave no tocó ni una sola nota o fueron mayoritariamente fruto del uso de baterías programadas?

«Dave lo tocó todo. Es como el sonido de guitarra: Glenn y KK lo tocaron todo, pero lo pasaron por el filtro de los sintetizadores. Lo mismo con Dave: el tocó todo y lo pasó por el filtro de los triggers de batería.»

Fue una época difícil para Rob Halford. Estaba muy enganchado a la coca, había tenido grandes problemas personales como el suicidio de su pareja de aquel entonces y había tenido que meterse en una clínica de desintoxicación. ¿Qué recuerdas de Rob en aquel entonces? ¿Estuvo más distante en la creación de ‘Turbo’ debido a sus propios problemas?

«Rob tuvo tanta participación en ese disco como en todos los otros. La cuestión es que en los ’80 todos estábamos un poco distraídos. Rob lo estuvo un poco más que el resto de nosotros pero tengo mucho respeto por el hecho de que supiese recomponerse y encontrar su camino nuevamente. No afectó a su capacidad vocal, eso está claro. Buscó ayuda cuando sintió que la necesitó y lleva limpio desde entonces».

Antes de grabar «Turbo», Judas Priest disfrutaron en 1985 de su primer ‘año de descanso’, por así decirlo, aunque al final estuvisteis grabando «Turbo» y participando en «Live Aid», aunque sin girar. ¿Os llevó el tour de ‘Defenders of the Faith’ al borde de la extenuación como banda?

«No fue nada tan extremo. Sencillamente llevábamos desde los 70 haciendo el ciclo de disco y gira, disco y gira. Continuamente. Todos necesitábamos un tiempo de descanso. Glenn tuvo niños, yo tuve niños… era el momento de parar, cargar baterías y volver a la banda con más fuerza que nunca».

La gira de «Turbo», el «Fuel for Life» fue muy exitosa. ¿Fue un reto tocar los temas de sonido más moderno? ¿Como recuerdas el público de aquella etapa? Me viene a la cabeza, obviamente, el corto «Heavy Metal Parking Lot»…

«La gira fue tremenda. Al final, el disco era un disco de heavy metal, como te decía antes, y las canciones sonaban a heavy metal en directo, aunque las tocamos igualmente con sintetizadores para hacerlas lo más fieles posibles respecto al disco.  Empezar con un nuevo tema como «Out in the Cold» era una declaración de intenciones, nuestra manera de decir que creíamos en lo que hacíamos. Fue una gira muy exitosa».

El aspecto teatral de los conciertos era espectacular en aquellos conciertos. ¿Recuerdas cuanto dinero os costó la producción de la gira ‘Fuel for Life’?

«Ten en cuenta que en aquella época, las bandas ganaban mucho dinero vendiendo discos, así que podías invertir dinero en los shows sin problema. Cuanto mejor era el show, más discos vendías. Realmente, no ganamos mucho dinero en ninguna de nuestras giras hasta aquel momento.»

Algunos de los temas que sonaban en aquella gira son difíciles de escuchar en un set de Judas Priest actual. Algunas, como «Some heads are gonna roll» o «Private Property» son favoritas de los fans a nivel de culto. ¿Qué canciones son tus placeres ocultos de aquellos años?

«Hay unas cuantas. ‘Turbo Lover’ es uno de los temas que siempre me gusta tocar. La dejamos fuera de nuestro set en algunas giras pero es que la gente la pide de nuevo y tenemos que volver a tocarla de nuevo. ‘Out in the Cold’ es un gran tema. ‘Parental Guidance’ también me gusta mucho, especialmente por el significado que cobraba en aquella época en la que estábamos perseguidos por Tipper Gore y las Washington Wives, que querían prohibir la música heavy metal en la radio y la televisión. Esas son las tres que me vienen a la cabeza. Cada vez que sale un disco has de hacer sitio para los nuevos temas pero tampoco puedes quitar las favoritas de los fans, así que terminas quitándote de encima las del disco inmediatamente anterior. Seguimos teniendo ese problema hoy en día».

Después de «Turbo», grabasteis aquella rumoreada y finalmente confirmada colaboración con los productores Stock / Aitken / Waterman, que trabajaban con Bananarama o Rick Astley, entre otros. ¿Fue ‘Turbo’ la semilla de un intento de cambiar de raíz el sonido de Judas Priest, teniendo en cuenta que explorasteis esa alianza en aquel momento concreto?

“Fue un experimento. La cuestión es que las canciones de “Turbo” atrajeron el interés de emisoras de radio más comerciales y eso, a su vez, hizo que despertásemos el interés de cierto artistas y productores más mainstream. Stock/Aitken/Waterman quisieron trabajar con nosotros y ver qué salía de ahí. No tengo muy claro quién contactó a quién pero al final terminamos trabajando en unas demos que eran un callejón sin salida. Nunca teníamos previsto hacer nada dentro de ese estilo musical. Tenemos nuestra ética como banda, por así decirlo. Somos heavy metal y “Turbo” era lo más lejos a lo que estábamos dispuestos a llegar. Se trabajó en ello pero siempre sabiendo que no íbamos a ir a ninguna parte.”

¿Tenéis las demos bien escondidas?

“No tengo ni idea, para ser honesto. Imagino que tenemos una copia por ahí. Al ser un descarte no le hemos prestado demasiada atención. Al ser demos, no están completas en ningún sentido. Ambas partes nos dimos cuenta de que aquello no iba a ser beneficioso para nadie”.