Cinco años después de ‘Outlier’, los australianos Twelve Foot Ninja vuelven a la palestra. Lo hacen con un proyecto multimedia como ‘Vengeance’ donde el metal más complejo aúna esfuerzos con la literatura o la novela gráfica. Hablamos con Nik Barker al respecto.

Al ver el videoclip que presenta Twelve Foot Ninja para “Over And Out”, el single más reciente de su nuevo disco ‘Vengeance’ uno corre el riesgo de pensar que tan solo quieren hacer gracia. “Un hombre cubierto en mierda de vaca vaga por el bosque en Australia buscando claridad” comienza la descripción del mismo. Lo que sigue es una auténtica locura de casi siete minutos de duración donde la banda usa su más desquiciado humor para acompañar visualmente una música que es muy seria. 

‘Vengeance’ es, probablemente, el trabajo definitivo de unos Twelve Foot Ninja desatados. Editado el pasado 15 de octubre, el disco no es únicamente un disco, sino un proyecto multimedia inmersivo que viene acompañado por la novela de fantasía “The Wyvern And The Wolf”, escrita por Nicholas Snelling (la historia de un samurai huérfano que es adoptado por el líder de un clan ninja, lo típico). También se edita una novela gráfica tituladas ‘Vengeance’ que incluye textos del guitarrista Stevic MacKay y arte gráfico de George Evangelista. Un proyecto, en su totalidad, altamente complejo pero complementario. 

“En realidad no tenía nada que hacer durante la pandemia porque terminamos el disco en marzo de 2020”, explica el vocalista Nick Barker en una videollamada por zoom. “Hemos estado sin nada que hacer durante un año y decidimos posponer el lanzamiento a después, algo que estuvo bien ya que en este periodo hemos podido contar con la colaboración de Tatiana de Jinjer en uno de los temas y hemos grabado varios videoclips. No ha estado mal sentarnos durante un rato”, se ríe. 

“El disco nos estaba quemando en las manos e incluso en el culo (risas). Ha sido duro. Hemos añadido algunos elementos a este trabajo para hacerlo mejor, pero la relación con él mejora según pasa el tiempo. Si guardas material durante un año tu punto de vista cambia por todos los estímulos que llegan. Ahora mismo no puedo valorar si el material es bueno malo, lo tiene que hacer el resto. No puedo hablar en nombre del resto de los miembros de la banda, pero teníamos ganas de quitárnoslo de encima y que estuviera publicado en cierto sentido”, afirma. 

El disco es una obra compleja, tanto en lo musical como en la totalidad de su alcance multimedia. ¿Está el mundo preparado para obras inmersivas como esta? 

No creo que la gente tenga la capacidad de concentrar su atención en un trabajo largo. El mundo multimedia hace que llegue más lejos, y donde sí conecta es en directo. Ahora puede hacer que llegue a más gente, y el público ‘vive en una playlist’. Es más fácil escuchar una canción que un álbum al completo, y lo que necesitas es conectar con los fans en ese punto.

Hace cuarenta años un disco como ‘The Wall’ de Pink Floyd era una obra capital de la música moderna, escuchada por millones y millones de personas.

La gente buscaba respuestas a las grandes preguntas de la vida en el arte y en la música. Hoy, la gente busca respuestas a preguntas profundas en una era en la que todo es efímero y lo hace en las redes sociales, scrolleando sin fin. En parte, nuestro disco busca mantener la atención del público durante su extensión, como hacemos con nuestros videoclips. Buscamos que involucre al que lo está viendo y al mismo tiempo nos tomamos muy en serio la música que hacemos. Es un todo.

Spotify, como ya sabemos, ha cambiado la manera en que la gente consume música y lo que ésta genera para los artistas. ¿Cómo afecta el entorno digital a una banda como Twelve Foot Ninja?

Es interesante un dato sobre Spotify. 700.000 reproducciones de una canción nos aportan unos 2.500$. El conseguir que te escuchen 700.000 veces conlleva únicamente eso. Eso no paga las facturas, para nada, ayuda a que la banda consiga algo de dinero. Una vez tu vas creciendo como banda necesitas una producción mayor, más gente en tu crew… según te haces más grande los costes se elevan también y tienes que pagarlos. Muchos grupos que están en una situación parecida a la nuestra no son sostenibles, y eso es lo que hace que sus miembros tengan un segundo o incluso un tercer trabajo para poder mantener su estilo de vida. Pero claro, luego tienes que dejar estos trabajos a un lado para irte de gira, volver sin dinero ya que adelantamos mucho dinero para tener a la banda en marcha. A nivel económico es muy complicado salvo que tengas millones y millones de reproducciones cada mes. No es algo consistente para un grupo.

Las giras son lo que se supone que debería ayudar de verdad en ese aspecto, no obstante una vez vas creciendo los gastos son mayores al reservar salas mayores y demás gastos, lo que deriva en que cuando vuelves a casa te encuentres en la situación de que o has perdido mucho dinero o has regresado recuperando un poco. Es triste y un poco surrealista. 

Bandas como Twelve Foot Ninja giran en condiciones que no son las ideales. ¿Cómo afecta eso a la banda?

Está muy bien cuando grupos como Metallica tocan en una ciudad, acaban su concierto y se van con su propio jet privado al siguiente concierto. O Iron Maiden que se van con su propio avión. Pero la mayoría de grupos cuando estamos en nuestros autobuses o furgonetas tan pequeñas sin ningún sitio al que poder ir es una locura. Es como una especie de lata de sardinas. Suelen criticarme por esto, pero cada vez que paramos busco salir a una cafetería, a darme una ducha o donde sea lejos del bus. Te acabas cansando de estar en esa situación no porque tengas una mala relación con tu grupo, sino por el agobio que genera.

Si los músicos tuvieran una perspectiva de que la música es una herramienta mediante la que ganar dinero para cubrir las necesidades básicas, todo sería muy distinto. Está claro que es muy complicado que una banda genere esos beneficios, pero hasta que eso sucede tienes que estar en uno o dos trabajos más ya que mientras tienes que pagar todos los gastos generados por el grupo. Cuando regresas a tu trabajo que te paga las facturas y dices ‘hola, acabo de llegar de una gira de seis meses por Europa’, te dicen: ‘ah, qué bien. Hay que rellenar estos documentos y hacer esto en el almacén…’.

Se convierte en algo cínico y empiezas a pensar en qué demonios estás haciendo con tu vida. Está muy bien hacer giras, conocer gente, tener experiencias geniales en diferentes países, aprender de nuevas culturas… es fantástico. Sin embargo te paras a pensar todo el tiempo que conlleva a parte del dinero, que te pierdes citas importantes como el cumpleaños de tus padres, el de tu pareja o el de tus hijos por culpa de un concierto o de lo que sea… Sabes que te lo estás perdiendo y te sientes culpable. Obviamente hay que disfrutar como músico, pero si se mira desde un punto de vista pragmático uno se pregunta si es una forma de vida sostenible y qué costes está teniendo para uno mismo comparados con los beneficios que aporta.

Si entras en un grupo por dinero cuando tienes 20 años, eres un idiota. Si lo haces cuando tienes 30 y además piensas que no vas a ganar dinero, eres un idiota (risas). He dedicado mucho tiempo intentando desarrollar mi arte con la música, pero ahora me paso la mayoría del tiempo haciendo cálculos sobre la rentabilidad de irse de gira u otros asuntos de esa índole. Es la batalla eterna para las bandas. Hay que hacer todo eso para que tenga sentido y haya un equilibrio entre todas las partes. Y eso no tiene que generar que tu pasión o tu alma en la música se pierda, porque es la clave para que la música tenga algo especial.

Sergi Ramos y Dani Bueno