Tobias Sammet: las fricciones de Edguy contra la comodidad de Avantasia
El mundo de fantasía de Avantasia se ha convertido, sorprendentemente, en uno de los mayores éxitos del rock duro europeo en los últimos diez años. Creado en el año 1999 por un jovencísimo Tobias Sammet, que contaba con tan solo 21 años en aquel entonces, el proyecto fue un éxito espectacular en un momento en el que el power metal como género estaba en pleno auge comercial en toda Europa.
Sammet venía de tocar en un grupo llamado Edguy con sus compañeros de colegio en la ciudad alemana de Fulda. El nombre del grupo hacia alusión a un profesor de matemáticas de su colegio, lo que ayuda a situar la inocencia de su propuesta.
Edguy podrían haber pasado sin pena ni gloria como otro grupo más de heavy metal clásico formados por jovenzuelos entusiastas pero el viento de cola que se generó a finales de los ’90 con el ascenso de bandas como Rhapsody, Stratovarius, Angra, Sonata Arctica y otros muchos dentro de lo que se vino a bautizar como la Nueva Ola de Power Metal Europeo -en clara alusión a la New Wave of British Heavy Metal de los años ’80, supuso un espaldarazo a la propuesta de unos chavales que idolatraban a Helloween y Iron Maiden a partes iguales-.
Así pues, discos como ‘Kingdom Of Madness’ (1997), ‘Vain Glory Opera’ (1998) y el exitoso ‘Theater Of Salvation’ (1999) llevaron a la banda a convertirse en uno de los máximos exponentes de esa nueva corriente de bandas respaldados por el sello AFM Records.
Fue en ese punto, entre la edición y gira de ‘Theater Of Salvation’, la regrabación de un primigenio ‘The Savage Poetry’ y la edición del subsiguiente ‘Mandrake’ (2001) con Edguy que Sammet comenzó a musitar la idea de una opera rock grandilocuente donde contaría con diferentes invitados. En aquel momento había cierta fiebre por el fenómeno. Arjen Anthony Lucassen, el compositor y multiinstrumentista neerlandés, había lanzado un exitoso trabajo titulado ‘Into the Electric Castle’ en 1998, donde participaban como invitados gente como Fish (Marillion), Anneke Van Giersbergen (The Gathering) o Sharon Den Adel (Within Temptation).
“Para mí era obvio que comenzaba a mostrar signos de estar quemado. He trabajado mucho durante años y a un ritmo de locos. Estaba muy cerca de quemarme del todo” (Tobias Sammet)
Su siguiente trabajo, el doble ‘Universal Migrator’, editado en junio y julio del año 2000, ya contaba con un elenco de músicos donde desde Bruce Dickinson (Iron Maiden) a Andi Deris (Helloween) ponían voz a diferentes canciones, lo que suponía un éxito comercial inmenso para aquel momento. Y mientras esto sucedía, Sammet preparaba su propio golpe en la mesa.
Finalmente, en mayo de 2001 llegaría el single “Avantasia” con el que Sammet ponía en circulación por primera vez la música de su proyecto. No había Spotify ni YouTube. Tan solo había la opción de ir a tu tienda de discos más cercana y hacerte con el single, que literalmente volaba de las estanterías. Era un momento dulce para el heavy metal: al auge del metal europeo se había sumado a la vuelta de Dickinson a Iron Maiden un par de años antes, las discográficas invertían sumas absurdas de dinero en posicionar a sus bandas y festivales como el Wacken Open Air se comenzaban a erigir como lugares de peregrinaje para todo aquel que se considerase metalhead, del mismo modo que Donington lo había sido todo en los años ’80.
Pero había una leyenda reclusa, hastiada de todo lo que había supuesto el heavy metal en su vida y de la gente del negocio que le había rodeado. Nadie sabía gran cosa de él y abundaban los rumores sobre su paradero, una posible deriva espiritual y un rechazo frontal a todo lo que incorporase guitarras. Él era Michael Kiske, vocalista de Helloween hasta 1993 y una de las grandes voces del heavy metal de los años ’80. Su trabajo en discos como el duo ‘Keeper Of The Seven Keys I & II’ había sido legendario. Pero las dinámicas del negocio y de la propia banda que lideraba prácticamente terminaron con sus ganas de cantar.
Y ahí estaba el single de Avantasia, con una voz muy familiar encarando las líneas vocales del tema título y de la veloz “Reach Out For The Light”. En los créditos se hablaba de Ernie. Pero los fans del heavy metal sabían que esa voz era de Michael. Kiske por su parte no quería ser asociado con el heavy metal, género con el que seguía manteniendo una distancia espiritual considerable. Pero Tobias Sammet, a la tierna edad de 22 años, se había marcado el vacile de su vida. Había conseguido darle a Kiske un proyecto musical con el que se sintió lo suficientemente cómodo como para volver a intentarlo.
El disco contaría con una banda completada por pesos pesados como Henjo Richter (Gamma Ray) a las guitarras, Markus Grosskopf (Helloween) al bajo y Alex Holzwarth (Rhapsody) a la batería. Diferentes colaboraciones como las de David De Feis (Virgin Steele), Oliver Hartmann (At Vance), André Matos (Angra), Kai Hansen (Gamma Ray) o Timo Tolkki (Stratovarius) harían del debut de Avantasia una celebración espectacular de lo que significaba el heavy metal más grandilocuente, excesivo, ampuloso y sinfónico.
El álbum fue un éxito espectacular en toda Europa. Tanto que hubo lugar a una segunda parte un año y medio después -aunque ya se había grabado en las mismas sesiones del primer disco-. El éxito, nuevamente, fue masivo. Pero, tras eso, Sammet se centró en Edguy y dejó a Avantasia morir en paz. O eso pensaba él.
Cuatro años más tarde, los engranajes de una nueva versión de Avantasia comenzaron a moverse. El sello Nuclear Blast ofreció un contrato a Sammet y con el mayor despliegue de músicos hasta entonces (incluyendo a gente como Eric Singer, Klaus Meine, Rudolf Schenker, Alice Cooper y muchos más) Avantasia volvieron por la puerta grande con ‘The Scarecrow’ en 2008.
Y pese a muchos años asegurando que se trataba solo de un proyecto de estudio, Sammet se encontró con una oferta sobre la mesa: encabezar el mayor festival de metal del mundo: Wacken Open Air. Y con eso en mente, Sammet finalmente puso en marcha una superbanda con la que salió a la carretera para hacer varios shows. Ya no hubo vuelta atrás: Avantasia editarían ‘The Wicked Symphony’ (2010), ‘Angel Of Babylon’ (2010), ‘The Mystery Of Time’ (2013), ‘Ghostlights’ (2016) y más recientemente ‘Moonglow’ (2019).
Con cada disco, el mito crecía. La familia en directo mejoraba y aumentaba (a la banda base de Sascha Paeth, Felix Bohnke, Miro y el propio Sammet se agregarían vocalistas como Ronnie Atkins (Pretty Maids), Eric Martin (Mr. Big), Bob Catley (Magnum), Ina Morgan, Oliver Hartmann, Adrienne Cowan, Herbie Langhans y ocasionalmente gente como Geoff Tate, el propio Kiske o Ralf Scheepers (Primal Fear). Proporcionalmente, pasaron a encabezar macrofestivales, a tocar en pequeñas arenas y palacios de deportes y a llenar todos los recintos que pisaban con suma facilidad -también en España-.
Y de golpe, tras la edición de ese glorioso ‘Moonglow’ de 2019 y una espectacular gira, llegaría la pandemia. “La pandemia no me ha afectado tanto como a otros, y casi me siento culpable por expresarlo”. El que habla es Tobias Sammet. Lo hace por teléfono desde su casa, con el tono siempre jovial que le caracteriza. “Acabamos la gira mundial en 2019 y pretendíamos hacer unos shows del 20º aniversario en 2020, lo cual habría sido divertido ya que Avantasia se puso en marcha en 1999, así que no habría sido el 20º aniversario de nada realmente”, se ríe.
“Tenía muchas canciones y podría haber sido más rápido entregando el disco y acabándolo todo. Podría haber corrido y haber entregado el disco a finales de 2020 y haberlo editado en verano de 2021. Pero eso habría sido si hubiese corrido”, asegura. “Fue un momento extraño cuando el Covid llegó y todo se frenó en seco. Tuve la oportunidad de respirar, por una vez.
Todo se cerró, todo se ralentizó y yo pude ralentizarlo todo también aprovechando esa oportunidad. Fue un momento extraño porque no sabíamos cuándo iba a acabar todo o de qué manera iba a concluir. No sabíamos si nuestro negocio seguiría en pie una vez todo terminase o si las cosas podrían seguir siendo iguales. Fue muy raro lidiar con eso mentalmente pero, a la vez, fue una oportunidad para frenar y respirar.
Normalmente trabajo de noche. Cuando todo se para, la gente se duerme y la luna está ahí arriba yo trabajo secretamente en mi laboratorio (risas). Para mí todo el período de la pandemia fue como una noche continua. No podía haber planes y nadie más hacía planes. Y si hacías planes, la realidad se los cargaba. Saber que no debes hacer planes porque tampoco van a salir adelante fue una novedad.
Yo siempre he estado haciendo planes, siempre he vivido alrededor de fechas de entrega, siempre he tenido expectativas a mi alrededor durante casi 30 años de mi vida… así que todo esto fue un alivio. No tenía que tener un plan. Todo se posponía. Algunas bandas tuvieron el atrevimiento de editar nuevos discos durante la pandemia y fueron un estrepitoso fallo comercial. Yo tenía todo el tiempo del mundo y lo he empleado lo mejor que he sabido”.
“Llegamos a un punto en que había cinco opiniones sobre cualquier cosa. Esa fricción es extenuante si eres la persona encargada de dar la cara por la banda” (Tobias Sammet sobre Edguy)
Sammet se encuentra cómodo con Avantasia. Tanto que la que era su banda principal, Edguy, ha pasado a estar en un status de “inactividad permanente” fruto del agotamiento de Tobias a la hora de mantener aquella banda a flote. Avantasia le genera, dentro de lo que cabe, mucha menos ansiedad. Pero hubo una época que eso no era así y Sammet parecía querer enterrar a Avantasia después de cada gira porque aquello crecía de una manera en que era complicado asumir. Pero el tiempo, la tesón y un replanteamiento de su vida profesional terminarían haciéndole cambiar de parecer.
Después de un fortuito encuentro durante Barcelona Rock Fest justo antes de salir al escenario donde nos pusimos al día sobre familias, el negocio y otros temas, Sammet nos atendió por teléfono en una tarde de finales de agosto. El nuevo trabajo de Avantasia, ‘A Paranormal Evening With The Moonflower Society’, salió el 21 de octubre.
Nuevamente, un elenco espectacular le acompaña a lo largo de once canciones. Desde Floor Jansen (Nightwish) al sempiterno Kiske (pese a las presiones -más sobre eso más adelante-), una selección de cantantes de primera linea da vida a la fantasía musical de Sammet. Y hay de todo: desde la épica de “Arabesque” al toque comercial de “Kill The Pain Away” o “Misplaced Among The Angels”. Un álbum que se erige como uno de los discos del año -como siempre suele pasar-.
Hemos aprendido a nunca tomarnos a Avantasia garantizados. Alrededor de 2011 y 2014 siempre avisabas de que quizá ese disco inminente o esa gira inminente podían ser las últimas de la banda. No sé si era simple marketing para generar expectación pero parece ser que al final necesitabas a Avantasia más de lo que querías admitir.
(Risas) No sé ni lo necesito tanto pero… lo necesito. Nunca he hecho algo así por simple marketing. Cada vez que he anunciado el fin de Avantasia ha sido… creo que, de hecho, solo lo he anunciado una vez. En otras circunstancias lo que he dicho es “no sé cuándo, ni cómo seguirá esto”. Cada vez que he dicho algo sobre el futuro o el fin de Avantasia ha sido de manera honesta.
Nunca planeé continuar cuando dije que lo iba a dejar y cuando dije que no sabía si iba a continuar también fue algo honesto. En una ocasión dije que no sabía si nunca volveríamos a tener la misma constelación sobre el escenario y así fue. Cuando estuve sobre el escenario con Michael Kiske y Kai Hansen dije “no sé si esto va a volver suceder más”. Hubo un momento en que no iba a pasar más y ahora es muy improbable que vuelva a pasar nunca más porque ambos están en Helloween y al management de Helloween no le gusta la idea de que toquen fuera de la banda.
Hay un momento para cada cosa y nunca puedes asumir las cosas como garantizadas. Lo que sí está en mis manos es seguir creando música mientras siga teniendo la necesidad imperiosa de hacerlo. Mientras el mundo de Avantasia y el concepto me sigan excitando intentaré mantenerlo vivo. Lo necesito y creo que en los últimos dos años, cuando solo podía expresar mis sentimientos a través de un mundo escapista para mantener la mente sana, me he dado cuenta de que necesito la banda más que nunca antes.
David Gilmour, cuando le preguntaban por una reunión de Pink Floyd se refería a ello como “despertar a la gran y pesada bestia”. ¿Sientes que empezar cualquier proyecto de Avantasia es una montaña de trabajo inabarcable o disfrutas trabajando en ello mediante pequeñas micro-metas hasta que tienes un disco completo hecho?
Disfruto trabajando con Avantasia, en general. Nunca lo percibo como trabajo. Nunca tengo la sensación de “mira que montón de trabajo tengo aquí delante”. Crear música es algo que sucede de una manera muy natural. Es como una terapia para mí. Es algo que me excita. Quiero saber cómo se desarrolla esa canción. Quiero ver cómo suena la siguiente parte.
Me gusta meterme en mi estudio y crear una demo. Me gusta ver cómo suena la siguiente progresión de acordes, me gusta intentar cosas, añadir coros, intentar cosas, jugar con ello, crear una letra, cantarla, crear armonías… todos esos pequeños pasos es algo que disfruto. En ocasiones no puedo irme del estudio porque estoy ansioso por ver por dónde continúa la canción, porque quiero ver hacia donde me lleva.
No lo percibo como una montaña de trabajo que me supera. La gente piensa que soy adicto al trabajo pero soy mucho más vago de lo que la gente se imagina. La única manera que tengo para mantener el ritmo que llevo es no percibir todo esto como un trabajo, sino como un disfrute. Quiero saber cómo prosigue el libro.
Es un disco positivo, al menos en las armonías, en los riffs, quizá no tanto en las letras. ¿Es musicalmente una respuesta a la época que estábamos viviendo?
No percibo el álbum como un disco especialmente positivo. Creo que algunos de los temas tratados son oscuros, aunque no tiene nada que ver con el confinamiento. A medida que iba trabajando iba sacando algunas cosas que estaban en mí y necesitaba expresar a través de esas letras e historias fantásticas que a veces creo, como sucede en “Scars” o “Arabesque” o “Misplaced Among The Angels”.
Algunas de esas canciones tienen letras oscuras pero he intentado no incorporar nada acerca de la pandemia en mis letras. ¿Para qué? Si ponías las noticias y todo era pandemia en todas partes, todo el tiempo. Ya sabía que había una pandemia, claro que lo sabía: perdí mi trabajo durante dos años y medio. Nada me dejó más claro que eran tiempos extraños que eso.
¿Para qué iba a obsesionarme con reflejarlo en la música? Ni de broma: Avantasia es mi mundo escapista, es mi pequeño espacio seguro, mi mundo fantástico al que solo yo tengo acceso en mi pequeño estudio. La pandemia no iba a afectar a las temáticas de mi música. Pero no creo que el álbum sea positivo… más bien ha sido una suerte de terapia para mí.
¿Estabas pasando por un mal momento emocional o personal?
No… no. Claro que me vi forzado a ser introspectivo. Para mí era obvio que comenzaba a mostrar signos de estar quemado. He trabajado mucho durante años y a un ritmo de locos. Estaba muy cerca de quemarme del todo. Llevaba así unos diez años. Uno de los motivos es que había muchísima tensión en Edguy, por ejemplo. Intentaba mantenerlo todo en pie y, en esencia, hacer el trabajo de cinco personas.
Trabajé muy duro y eso me dejó una marca importante. Necesitaba apretar los frenos y decir “chicos, he de hacerlo a mi manera”. No quería trabajar con fricción, no quería trabajar con tensión y con expectativas de otra gente. Quería hacer lo mío. Mucho de eso lo he incorporado en las letras de este nuevo álbum porque necesitaba tratarlo.
Creciste en el ojo público. Eras un adolescente de 15 años cuando pusiste en marcha de Edguy y ahora tienes 44 años. Tus mejores y peores momentos han estado expuestos. ¿Te arrepientes de algo? ¿Sientes que perdiste algo?
No. Estoy contento con el punto en el que me encuentro hoy en día. Siempre pude mantener mi vida personal en privado y no siento que perdiese privacidad o que algo fuese arrebatado de mí. Todo lo que he hecho, incluso el trabajo duro en favor de mis amigos de Edguy, lo hice por decisión propia.
Nadie me puso una pistola en la cabeza jamás. Estoy contento, tengo una vida feliz de momento. Tengo altos y bajos como todo el mundo. Probablemente he hecho sacrificios, pero han valido la pena por todas las recompensas que he tenido. Soy mi propio jefe, compongo mi propia música, trabajo con grandes músicos, gente a la que quiero, y viajo por el mundo. No creo que haya perdido nada. He ganado mucho.
Cuando eres un controlador, como yo, no siempre es posible estar encima de todo. En ocasiones eres un simple co-piloto de tu propia carrera, algo que me ha pasado en ocasiones porque las expectativas te superan y la gente se toma las cosas como garantizadas. Tienes un riesgo real de acelerar demasiado el ritmo porque, al final, estás haciendo lo que te gusta y no te das cuenta de cuando trabajas más de la cuenta.
“Tuve un momento de Epifanía cuando giré con Aerosmith junto a Edguy. No tenían nada sobre el escenario. Nada. El show era Steven Tyler” (Tobias Sammet)
Al principio trabajas muy rápido porque necesitas hacerlo, porque disfrutas lo que haces, porque no te das cuenta del ritmo, porque tienes ideas, porque tienes poder, porque tienes 22 años y no tienes una familia y no necesitas ganar dinero porque vives en el garaje de tus padres y lo único que te preocupa es cagar música a diario y viajar por el mundo.
Pero al final es como estar en una cinta de correr que cada vez va más rápido y la gente espera que aguantes. No puedes seguir para siempre, no tienes 22 años toda la vida. Llega un momento en que tienes una familia que alimentar y tienes que hacer funcionar las cosas. No siempre te das cuenta. En algún momento comienzas a respirar un poco más fuerte y dices “¿me estoy haciendo viejo o qué demonios me está pasando?”.
¿Te cuesta más aguantar un show de dos horas y media como el de Avantasia hoy en día?
Físicamente no es un problema. Mis huesos son un poco más viejos ahora. Ya no puedo hacer splits en el aire y caer sobre mi rodilla porque corro el riesgo de que se haga polvo. El doctor me decía “no lo hagas, no deberías haberlo hecho hace veinte años pero ahora menos”.
Ese tipo de cosas las debo tener en cuenta pero físicamente no tengo mayor problema. El problema era mi ritmo de trabajo. El ritmo que llevaba hace veinte años no podría llevarlo hoy. Cuando tienes 22 años lo único que te preocupa es la música. Te da igual el futuro, no tienes ni que pagar alquiler. Tienes una habitación en casa de tus padres que ves tres meses al año porque los otros nueve estás de gira.
Te da todo igual. Claro que los años van pasando y tu vida va cambiando. Yo no podría vivir la vida que vivía hace 25 años. Pero el show… el show dura dos horas y cuarenta minutos. Hace veinte años tocaba hora y media con Edguy.
Me sorprendió que “Misplaced Among The Angels” llegase como single en lugar de “Kill The Pain Away” recientemente. ¿Fue elección de Nuclear Blast?
“Kill The Pain Away” será un single cuando salga el disco. Estoy contento con todas las canciones y le dije a la discográfica que editasen como single la que quisieran, porque me gustaban todas. Me gustó la primera elección, “The Wicked Rule The Night” porque es un tema heavy y quería sorprender a la gente, despertarles un poco.
Por eso quería optar por una balada como siguiente single. Y de todos modos “Kill The Pain Away” creo que será el quinto single. El quinto single. Por Dios ¿quién me pienso que soy? ¿Def Leppard en 1988? (Risas) Pero no es porque se vendan singles, sino por todo el rollo del streaming y todo eso.
Bueno, tiene sentido que si Nuclear Blast está ahora en manos del grupo Believe, las estrategias se orienten mucho más hacia el digital. ¿Te afecta de algún modo en tu enfoque de los discos de Avantasia?
Para ser honesto, no sé si debería decir esto porque tengo que replegarme a las reglas del mercado y entender que el producto físico es una parte cada vez más pequeña del pastel, pero soy de la vieja escuela. Soy orgulloso. Quizá estoy equivocado. Pero sigo pensando en términos de disco completo, de CD, de LP.
Quizá algunos chavales se ríen de mí y piensan que soy ridículo. No hace falta que me lo digan. Llevo siendo ridículo varias décadas (risas). Para mí todo se centra en el producto físico. Quiero poseer cosas. Soy un materialista. Como dijo Frank Zappa “el comunismo nunca funcionará porque el ser humano quiere poseer cosas”.
Soy un cazador, un coleccionista y quiero coleccionar cosas que pueda coger con mis manos y considerar valioso. Algo que pueda escuchar aunque haya un corte de servicio en Internet. Quiero vivir los discos como los libros. Es un marco, es un concepto, es un mundo coherente que se desarrolla de una determinada manera y así es como lo percibo.
No pienso en términos de streams, premium streams, stream units, playlist placement y toda esa mierda porque no la entiendo. Tengo un especialista en Nuclear Blast que me habla de estas cosas y que me recuerda constantemente lo antiguo que soy y me dice lo que debería hacer con mis redes sociales. No entiendo nada. Me siento como mi abuelo se sintió cuando puso el teletexto por primera vez (muchas risas).
Me siento viejo y, para serte honesto, me siento muy orgulloso de ello (risas). No entiendo nada y no quiero entenderlo. Es un disco y me gusta hablar de “mi nuevo LP”. Suena incluso mejor. Cuando Bob Catley me dice “hemos editado un nuevo CD” le digo “ay que mono, nosotros vamos a sacar un LP” (risas). Me encanta.
No te veremos bailando en un video de TikTok en breve entiendo…
TikTok para mí es una marca de caramelos mentolados. No sé lo que es. No lo tengo instalado pero probablemente debe ser algo muy excitante e ideal para la gente cool (risas).
Volviendo a lo que antes comentabas sobre Michael Kiske… Es curioso porque tú fuiste una parte integral para que Michael diese el paso para volver a Helloween. Y ahora el management de Helloween, por lo que he entendido, no quiere que forme parte de proyectos externos. ¿Se ha complicado todo demasiado desde su retorno a la banda?
Em… sí. Para que mentirte, sí. Siendo honesto, sí. Michi es mi amigo, nos llevamos muy bien y le encanta ser parte de Avantasia. Seguimos hablando de otras muchas cosas pero, sí, ahora tiene un management que toma decisiones. Todo lo que sea relativo al negocio ha de ir a través del management y todo se ha vuelto un poco más… De hecho, me lo dijeron de manera muy directa: “Michael no va a ser parte de Avantasia en directo nunca más” y um… es lo que es. Nos llevamos bien él y yo, pero ahora forma parte de una gran compañía y su negocio es ese. He de aceptarlo.
Estoy contento por él. Debe estar en Helloween. Y su management es bueno porque le está consiguiendo un montón de dinero y es recompensado por todo lo que ha hecho por la banda en su carrera. No estoy enfadado, pero las cosas son distintas a cómo eran hace diez años, claro. No es un secreto.
La confirmación de Avantasia en Barcelona Rock Fest fue un tema complejo. Había comunicados de ida y vuelta entre Manowar y la organización, tu grupo fue confirmado justo después de otro concierto en un festival español y una parte de los fans se sintieron desconcertados. Pero tú manejaste la situación de manera elegante en tus comunicados, aunque es complejo lidiar con el fandom de Manowar y todo lo que ello puede conllevar. ¿Cómo viviste esa situación desde tu perspectiva? ¿Te preocupaba que la gente te lanzase tomates?
Siempre sabes dentro de ti si eres culpable de algo o no lo eres y la gente también lo percibe. Yo no era culpable de nada. Yo no le robé nada a nadie. No me lo tomo como algo personal. Si yo fuese un fan de Manowar no me tomaría demasiado bien que tocase Avantasia en lugar de Manowar. Por otra parte, si fuese un fan de Manowar probablemente estaría acostumbrado a que cancelen los conciertos (muchas risas).
No tengo ningún problema con Joey. Cada vez que nos hemos visto, aunque no le he vuelto a ver, no he tenido problema con él. Ellos conducen su negocio de una determinada manera. Honestamente, cuando supe que Manowar estaban publicando esos comunicados me imaginé que quizá habría una vacante disponible. Tienen una reputación. No pueden cambiar eso.
No quiero denigrar a nadie, pero es la realidad. Sé lo que sabe todo el mundo a través de la prensa, los promotores y demás. Nos preguntaron si podíamos tocar y lo demás fue bastante público, con comunicados por aquí y por allá por parte de todos los implicados. Yo leí entre líneas y supe que, si no tocábamos nosotros, pues tocarían Sabaton (risas). Y ese dinero estaba mucho mejor en nuestros bolsillos que en los de Sabaton (risas).
Jörg Michael es nuestro tour manager y es parte de nuestra agencia. Él solía ser el batería de Stratovarius. Le dije que si conseguía organizar eso yo iba de cabeza. Era un concierto que no esperábamos. Pasó todo en pocos días. Herbie tenía algún otro compromiso y nuestro bajista también estaba liado ese día, así que tuvimos que buscar a un bajista que pudiese aprender dos horas de música en dos o tres días.
Con todo eso en mente, no parecía fácil conseguirlo, pero Jörg consiguió que todo funcionase. Sascha y los demás nos pusimos de acuerdo y lo hicimos funcionar. La mano del destino… fue un signo de los cielos, teníamos que hacerlo. ¡Por los Dioses! ¡Teníamos que ir a matar! (Risas) -NdR: Todo usando expresiones relativas a Manowar-.
Sin entrar a polemizar sobre las exigencias que tenían Manowar, lo cierto es que vosotros teníais sobre el escenario a Ronnie Atkins. Un tipo que está batallando y recibiendo tratamiento por un cáncer en Estadio IV. Si él podía estar ahí, cualquiera podía estar.
Pienso que hace un par de años nosotros habríamos sido más selectivos con las circunstancias del festival. Quizá no tanto como otras bandas pero siempre quieres tener las mejores condiciones posibles para tu banda. Siempre quieres algo diferente, el logotipo un poco más grande, una posición mejor en el cartel y todas esas cosas egocéntricas que hacemos los músicos. Pero ¿sabes qué pasa? Que durante dos años y medio no hemos sabido si podríamos trabajar de nuevo. Desde ese momento nada estaba garantizado nunca más. No sabía si volvería a ver a mis colegas de Avantasia nunca más. No sabía si subiría a un escenario nunca más.
No te miento: cuando estábamos volando a Alicante para el concierto en el Rock Imperium y vi la línea de la costa, me puse a llorar. Fue entonces cuando dije “he recuperado mi vida”. Estaba yendo a un festival con todos mis amigos músicos y finalmente estaba sucediendo. Al fin. Tuve una sensación de gratitud tan grande que era surrealista.
“Mira a Bon Scott. ¿Cantaba totalmente afinado? No, claro que no. Pero transmitía un sentimiento. Cuando cantaba, aullaba esas letras y te contaba una historia no podías más que escuchar” (Tobias Sammet)
Por eso, cuando supe lo de Barcelona Rock Fest dije “hay que hacer sacrificios”. Tuvimos a otro bajista, a otro técnico de sonido, una crew distinta… ya nada importaba. Son tiempos distintos. Hay que hacerlo. La gente lo entenderá. Si tenemos a un bajista que toca una nota mal cada cinco minutos, no pasa nada. Total, la mayoría de bajistas de metal no saben tocar (risas). Había que hacerlo y esa gratitud fue enorme.
Yo veo las cosas muy distintas ahora. Estoy agradecido por haber podido tocar ese show, estoy agradecido porque el show saliese bien, estoy agradecido porque los fans de Manowar no nos lanzasen tomates -pero tampoco esperaba que lo hiciesen-. Nosotros no les echamos del cartel, simplemente les sustituimos. En cualquier caso, estaba contentísimo de hacerlo.
¿Fue muy productivo el periodo pandémico para ti? ¿Grabaste más de lo que encontramos en este nuevo álbum de Avantasia?
Sí, fui bastante productivo porque no había nada más que hacer. Soy un fontanero muy vago y tampoco se me da bien hacer bricolaje, así que me dediqué a hacer música que es lo que me gusta. Claro que también pasaba tiempo con mi familia, pero la música es mi otra familia, es mi terapia, me ayuda a escapar de las cosas.
Cuando entro en mi estudio Mysteryhausen es como entrar en otro mundo. Es mi pasaporte a un departamento distinto de la realidad. No hablo ya ni de escapismo ni de fantasía, sino de entrar a otra parte de la realidad. Entro a un lugar donde fabrico cosas que un día serán materiales. Fui muy productivo y además construí un nuevo estudio justo antes de la pandemia.
De hecho, había construido un nuevo estudio justo para ‘Moonglow’, pero quería algo desde cero nuevamente y contraté a una compañía que me construyese un estudio profesional, de calidad superior. Lo hicieron y, claro, de haber sabido que no iba a haber industria de la música al año siguiente seguramente no lo habría hecho (risas). El caso es que lo hice y me vino bien tener ese pequeño paraíso durante la pandemia.
Me ayudó a recuperar la pasión por cantar, debo decir. Descubrí nuevamente lo que era cantar no con la intención de acabar un disco sino de… cantar. Comencé a intentar cosas con mi voz. Más de la mitad del disco incluye coros que son solo yo en 84 pistas distintas, jugando y tonteando con las diferentes posibilidades que tenía.
En los viejos tiempos de Edguy y Avantasia tocaba los teclados y en este álbum he vuelto a hacerlo. En la canción “Welcome To The Shadows” el arreglo de teclados es muy reminiscente de John Carpenter. Descubrí mi amor por el viejo sonido de sintetizadores de los años ’70 y ’80 e intenté orquestar una pieza llena de sonidos de sintetizador al estilo de Carpenter.
Estuve involucrado en muchas pequeñas cosas del disco, como en los primeros tiempos, aunque con más experiencia y mejores condiciones técnicas. No sé si podría haber hecho todo esto si no hubiese tenido el tiempo que me permitió el confinamiento.
¿Conseguiste algún viejo mini-moog o algo por el estilo o simplemente trabajabas con tu ordenador?
Utilicé emuladores de sonido y samples. Para las voces suelo utilizar equipo analógico. Tengo una cadena de grabación vocal muy buena. Tengo una cadena de tubos que es como mi hobby. No sé si realmente se nota en una producción de rock duro como la de Avantasia porque, al final, hay tanta información sónica que no todo llega al oyente.
Pero a mí me gusta trabajar con ese sonido, con un equipo Siemens de tubos de los años ’60 o ’50. El hardware antiguo me encanta. Es honesto, es real y es algo que no consigues con lo digital. Me mola toquetear los viejos botones que tiene. Es como sentarte en la cabina del piloto de un viejo avión bi-motor. Es real, no un click de ratón.
¿Cómo ves el metal de hoy en día? Acostumbrado a construir canciones al estilo de la vieja escuela y trabajar en algo tan antiguo como discos conceptuales de opera-metal, ¿qué opinión te merece lo que ves en la escena hoy en día?
No puedo juzgar, para serte honesto, porque no escucho a nuevas bandas de metal. Me gusta una banda como H.E.A.T. Me gusta una pequeña banda alemana que se llama Supernova Plasmajets y que tocan hard rock. Son bandas relativamente jóvenes. El metal contemporáneo con todas esas afinaciones bajas, esas cosas tan técnicas… no es algo que pueda juzgar, pero no lo escucho.
Escucho cosas de los ’80. ‘Holy Diver’, ‘Crazy Nights’, ‘Seventh Son Of A Seventh Son’… esos son los álbumes con los que crecí. Def Leppard, Magnum, Bad English, Whitesnake… lo sé, sueno como un abuelo para la gente joven pero esa es la música que comprendo. Me gusta que tenga alma. Me gusta que sea un poco imperfecto. Me gusta que haya una nota equivocada. Necesito que las canciones tengan algo real.
Mira a Bon Scott. ¿Cantaba totalmente afinado? No, claro que no. Pero transmitía un sentimiento. Cuando cantaba, aullaba esas letras y te contaba una historia no podías más que escuchar. Hoy en día todo es muy técnico y no me transmite lo mismo.
Ayer escuché a una banda que sonaba como Judas Priest con un teclado que parecía el de “The Final Countdown”. No te voy a decir el nombre de la banda, pero un amigo me preguntó “¿qué te parece?”, y yo le respondí “una absoluta mierda”. No puedes hacer nada: si eso es lo que los chavales quieren escuchar, que lo escuchen. El mundo es un lugar libre. No entiendo el enfoque actual de la música hacia la perfección absoluta. Prefiero mil veces escuchar a Bruce Dickinson luchar por alcanzar una nota en “Seventh Son Of A Seventh Son” y ofrecerme el feeling que me excita. Así es como debería ser.
Dentro de tu enfoque old-school de las cosas y teniendo en cuenta el nivel de atracción que están logrando las giras de Avantasia, ¿te plantearías aumentar la producción escénica? ¿Crees que distraería de la música?
Somos catorce personas sobre el escenario. Algunos pasando de sesenta años. Si añadimos fuegos artificiales y siempre teniendo en cuenta lo caóticos que somos sobre el escenario, esto no durará mucho. Necesitaremos una ambulancia cada noche.
Estoy contento con el show que tenemos, creo que es sobrio pero efectivo. Hay bandas como Rammstein o Kiss que son excesivas y eso es lo que me encanta. Soy un gran fan de Kiss y ellos necesitan el show. Si le quitas el show, siguen siendo Kiss musicalmente pero con el show definen lo que es el espectáculo en directo. No importa cuántos fuegos artificiales pongamos sobre el escenario porque siempre pareceremos una copia barata de Kiss. Rammstein es la única banda que no es una copia barata de Kiss en lo que a espectáculo se refiere. Son una versión de Kiss muy, muy cara (risas).
¿Qué más cosas podemos hacer para ser espectaculares sobre un escenario? Tenemos a siete vocalistas y no hay demasiadas que los tengan. Nuestras canciones hablan por sí solas. Somos lo suficientemente grandes sobre el escenario para lucir bien pero no tanto como para entrar en el espectro de Spinal Tap y distraer del aspecto musical del show.
Tuve un momento de epifanía cuando giré con Aerosmith junto a Edguy. No tenían nada sobre el escenario. Nada. Tenían un espectáculo de luces correcto, un sonido correcto, de buen nivel pero sin estridencias. Pero cuando cayó el telón y salieron a escena con Steven Tyler, ese fue el mayor show que jamás he visto. El show era Steven Tyler.
Eso me demostró que puedes tener muchas cosas que distraigan de lo importante pero es mucho mejor si lo que comanda la atención sobre el escenario es el músico. Y Steven Tyler fue el centro de atención perfecto. Es la mejor mascota que una banda puede tener. Dominaba ese escenario como quería. Después de algo así puedes tener toda la pirotecnia que quieras, que no lo vas a mejorar. Así que, respondiendo a tu pregunta, no. Creo que no necesitamos un show más grande que el que tenemos.
A principios de 2020 emitiste un comunicado diciendo que Edguy estaban oficialmente “en un descanso”. ¿Deberían abandonar los fans de Edguy toda esperanza? ¿Se ha vuelto Avantasia algo demasiado grande como para llevar ambas bandas adelante?
No descartaría que volvamos a estar sobre el escenario. No he abandonado esa esperanza. Aunque la gente no se lo crea, no ha sido algo motivado por el éxito de Avantasia. Llegamos a un punto en que no podíamos seguir con la banda. Deberíamos haber pulsado el freno de emergencia mucho antes. Era obvio. Son cosas que pasan. No siempre hay que odiarse.
Éramos compañeros de colegio, nos conocimos con diez años y empezamos una banda. Pero a lo largo de los años nos fuimos desarrollando de maneras muy diferentes y en los últimos años fue algo muy evidente. Teníamos diferentes maneras de verlo absolutamente todo. Cinco personas, cinco opiniones, cinco éticas de trabajo distintas.
Aunque yo sea el líder de la banda y componga y lleve el management, tengo la responsabilidad de unir a todo el mundo y hacerles sentir felices. Y eso se volvió cada vez más complejo. Llegamos a un punto en que había cinco opiniones sobre cualquier cosa. Esa fricción es extenuante si eres la persona encargada de dar la cara por la banda.
No todo va sobre Avantasia. Quizá hago un disco en solitario en algún momento. Pero no creo que Edguy vayamos a hacer algo a corto plazo -aunque creo que terminaremos haciendo algo-. De momento, todo el mundo está haciendo sus cosas -ya sea en el negocio de la música o fuera- y eso es lo mejor que podíamos hacer.
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