El ascenso de Stratovarius fue uno de los más sonados de los primeros 2000's. Su debacle, una de las más sonadas, a causa de la salud mental de su líder, Timo Tolkki. Ahora analizamos aquellos tiempos de la mano de su protagonista y artífice.

Cuando Stratovarius estaban en lo más alto con Timo Tolkki a la guitarra, eran imbatibles. La eclosión del power metal a finales de los 90 tuvo en estos fineses a uno de sus principales baluartes. “Episode”, “Visions”, “Destiny” e “Infinite” lograron perfeccionar el power metal neoclásico a niveles desconocidos hasta entonces, con el éxito que eso llevó aparejado y un viento de cola favorable a nivel comercial.

Detrás de todo aquello, un líder musical que era capaz de lo mejor. El guitarrista Timo Tolkki consiguió hacer realidad su visión musical compartiendo banda con el vocalista Timo Kotipelto, el bajista Jari Kainulainen, el baterista Jörg Michael y el teclista Jens Johansson. Una formación que un buen día implosionaría ante la prensa y los fans en lo que debió haber sido una jugarreta publicitaria basada en la presunta locura transitoria del líder. Pero la locura fue real y Tolkki entró en una fase maníaca de su trastorno bipolar, el cual no conocía hasta aquel momento.

El grupo aguantó en pie como para hacer un disco más (el ‘black album’ de 2005) y los problemas internos acabaron con todo y Tolkki decidió que no podía más. En protesta por el deseo de los otros músicos de seguir adelante con la banda hizo lo improbable: les cedió el nombre y los derechos sobre todos los discos. Y así, Stratovarius siguieron su camino tras una época de caos y Tolkki se dedicó a crear música en paz. Por el camino, duros comentarios en la prensa, giros musicales a veces no enteramente comprendidos por el público y, siempre de fondo, el estigma de una maltrecha salud mental que marcó para siempre su carrera musical.

Tolkki es un tipo reposado hoy en día, con 56 años. Sus años más duros quedaron atrás aunque su condición de ‘outsider’ del negocio de la música le ha llevado a retirar de las plataformas de streaming sus tres discos en solitario, “Classical Variations”, “Hymn to Life” y “Saana – Warrior of Light”. A cambio, los ofrece en su web en mejor calidad de audio con un sistema de pago basado en que el público aporte lo que le parezca bien. A la par, con los beneficios de sus recientes giras por Latinoamérica, Tolkki ha financiado el disco acústico “Renaissance Acoustica”. Queda Timo Tolkki para rato, aunque -como el mismo admite- una reunión con Stratovarius es innecesaria para las dos partes implicadas. 

Una charla en profundidad

Acabas de sacar todo tu catálogo de canciones de Spotify con la intención de ofrecerlo únicamente en tu página web y que la gente pague lo que estime necesario por ello. Siempre ha sido un Outsider del negocio de la música pero por qué has hecho esto?

No pienso que siempre haya sido un outsider del negocio de la música, sino que ha sido un insider durante mucho tiempo. Desde que empecé con Stratovarius en 1985 hasta que dejé la banda en el 2008. Estuve metido en el negocio de la música. Pero con el tiempo me fui planteando por qué siempre las cosas tienen que ser de la misma manera. He retirado mis discos en solitario de Spotify porque son los discos sobre los que tenía los derechos. Si tuviese los derechos sobre los discos de Stratovarius también los habría retirado.

¿Los has retirado por cómo se reparten los beneficios con Spotify o por una cuestión de calidad del audio?

Pienso que los creadores de contenido se quedan la parte más pequeña del pastel y eso es algo muy injusto. Luego sucede que los artistas pequeños reciben proporcionalmente menos cantidad de dinero que los artistas grandes, porque trabajan con un sistema de Pool. En cuanto a la calidad del audio, no es un tema tan importante. Es conveniente, yo también uso Spotify. Pero prefiero hacer las cosas a mi propia manera. De este modo tengo total control sobre todo el proceso.

Tienes una actitud muy Punk, muy DIY: lo haces todo a tu manera, no tienes management y te gestionas como te parece. Acabas de grabar “Renaissance Acoustica” con el dinero que has ganado en reciente gira latinoamericana, por ejemplo.

Vengo de un lugar en el que tenía mucho dinero para hacer los discos. Stratovarius solía gastarse mucho dinero para hacer los discos. Para grabar un disco como “Elements” nos gastamos más de 150.000 €, ya que usamos una orquesta sinfónica de verdad. Además pasábamos meses metidos en los Finnvox Studios y eso no es nada barato. Pero es algo que puedes oír en los discos y en el resultado final. Si hoy en día firmas un contrato discográfico no recibes demasiado dinero para poder grabar y yo no quiero aceptar este deterioro de la calidad en la manera de grabar. Hoy en día la gente graba sus discos en la habitación en la que duermen. 

Una foto de archivo de Stratovarius

Si escuchas discos de metal hoy en día todos suenan prácticamente igual. No hay dinámicas de ningún tipo y el sonido es prácticamente calcado.

A los discos les falta personalidad y alma. La gente se intercambia archivos a través de Internet y ya no toca junta en el estudio como los viejos tiempos. Alguien envía un archivo, otra persona envía otro archivo, alguien lo mezcla y ya está. Yo acabo de venir de Italia, donde he ido a grabar las voces de Alessandro Conti en persona. 

En Stratovarius, todo el mundo estaba en el estudio y todo el mundo tocaba conjuntamente. Si no haces eso, se pierde el corazón y el alma de una grabación.

¿Crees que la tensión, las peleas y el intercambio de ideas en el estudio fue lo que hizo de Stratovarius la banda grande que fueron?

Nunca tuvimos peleas en el estudio. No había tensión entre nosotros. La manera que funcionábamos era distinta. Yo siempre hacía una demo muy cruda donde cantaba la melodía, tocaba el bajo y programaba las baterías. Esto fue sido así desde que grabamos “Episode”. Todo el mundo pensaba que sonaban horribles, pero era una táctica deliberada para que todo el mundo odiase las demos y no se limitase a reproducir lo mismo que yo había tocado. Tras eso, la banda hacía una demo conjunta y tras eso, finalmente, íbamos al estudio grabar. Era un proceso. Todo el mundo contribuía a ello. La gente siempre ha dicho que era mi banda porque yo era el productor pero nunca fue así. Yo nunca le decía a la gente lo que tenía que hacer.

¿Cuál es el disco de Stratovarius que recoge mejor la idea que tú tenías en mente para esta banda? Cuál es el disco que resume mejor a Stratovarius en tu opinión?

Cada disco es distinto y la banda fue evolucionando. Si escuchas “Twilight Time” (1992) y luego escuchas “Episode” en 1996 verás que hay una evolución tremenda en sólo cuatro años. Para mí, el disco definitivo es “Infinite”. Cada disco ha sido, para mi, una instantánea de dónde estaba en mi vida en ese momento. Cuando compongo canciones me expreso. “Destiny” fue mi disco del divorcio, porque me acababa de divorciar y estaba en un momento muy oscuro. Luego me sentía mejor y salió algo como “Infinite”. Luego llegó “Elements” y creo que fue el pico de la evolución de la banda.

Desde que salió “Infinite” las expectativas sobre Stratovarius se volvieron mayúsculas. ¿Como gestionaste esa presión?

No teníamos presión. Sabíamos que lo que hacíamos era bueno. Cuando estábamos en el estudio sabíamos que habíamos encontrado la fórmula. Cuando esta formación se reunió en un estudio supimos que era mágico. Todo era tan natural que no había presión a la hora de grabar los discos. Las giras son algo distinto, porque las giras son un mundo aparte. Cuando no ganas todavía mucho dinero no te puedes permitir hoteles en cada ciudad y todo es agotador. Tocas, viajas al siguiente punto durante la noche y esencialmente vives en un autobús con quince personas más durante cinco semanas. Cuando lo pruebes me cuentas como se siente.

Stratovarius en la sala Zeleste de Barcelona, en el año 2000.

Lo he hecho y, ciertamente, no es para mí.

Ok, pues ya sabes lo que es. Cuando ganamos algo más de dinero tuvimos nuestro propio bus, así que la crew iba en un bus y nosotros íbamos en otro, pero nos sentíamos fatal porque ellos eran parte de la familia también. Estábamos acostumbrados a viajar con ellos y aunque a veces podía ser difícil, también era muy divertido. Pienso que he hecho más de 5.000 shows en sesenta países durante mi carrera. He tenido mi ración de todo ello.

¿Te inspiraba la carretera o te hacía miserable?

“Hymn to Life”, el disco que grabé cuando hablamos la última vez hace veintiún años, lo compuse estando de gira. Lo compuse en la gira de “Infinite”. Por ejemplo, llegábamos a Estocolmo, me cogía un hotel, me instalaba mi estudio de cuatro pistas y me pasaba el día en el hotel componiendo canciones. 

La gente piensa que estar de gira es muy estresante pero tienes muchas horas en las que no haces nada. Si estás ocho horas metido en un autobús necesitas ocuparte con algo. Puedes ponerte a beber, cos que también hicimos en la época del “Visions”, que fue una locura. Recuerdo que cuando estuvimos en España en aquella gira fue una locura. Hacía un calor horrible, te levantabas con una resaca horrible y boom, tenías que tocar un show. 

El sonido de Stratovarius era algo fresco por entonces y, seguramente, fue una de las últimas veces en las que el metal ha sonado realmente fresco. Todo lo que ha venido después me ha sonado revisionista, una relectura del pasado. No se qué posición tienes en ese sentido. 

Vi a Manowar hace cuatro días en Helsinki. Les he visto algunas veces y también los vi en 1988 en la gira del “Kings of Metal”. Ese concierto sigue siendo uno de los mejores que he visto en mi vida. Eric Adams tiene 72 años y canta tremendamente bien. Te quedas preguntándote si es real o si es grabado. Pero es real y suena muy bien. Manowar han cristalizado su idea, su identidad y no se han movido de ahí en todo este tiempo. Es impresionante.

He visto a Scorpions muchas veces, les conozco. Tienen más de 70 años. Klaus no suena demasiado bien, debo decirlo, pero tengo muchísimo respeto por toda la carretera que han hecho. Pero tienes que saber cuando es el momento de parar. Porque hay un momento en que debes parar.

Estaba acabando un artículo sobre la retirada de Ozzy titulado “Let The Madness Finish” precisamente

(Risas)

Hay un momento en que todo debe acabar. Creo que los fans y la prensa somos egoístas y queremos que los artistas sigan ahí para siempre. Y luego los managers, agentes y promotores quieren que los artista sigan en activo para seguir exprimiéndolos claro. 

Ahí es donde un artista debe decir que se acabó. Lemmy nunca paró y siguió hasta que murió.

Tu paraste la maquina, cuando dijiste que Stratovarius se acabó.

Estaba muy mal en ese momento. Estaba muy enfermo. He tenido largas depresiones y no puedes hacer nada, no puedes hacer música. Sólo quieres estar tirado en el sofá y no hacer nada. En ocasiones he estado un año así. Lo único que me hace seguir adelante es que siempre s que algún día voy a salir de ello. Lo sé. Mi camino es más difícil que el de otras personas, simplemente. Eso me ha prevenido de girar con más intensidad, aunque ahora he estado girando como un loco. En un momento determinado, era el único artista del mundo girando y tocando en recintos en México.

Timo Tolkki durante un concierto en Hungría en el año 2000. (Foto: Zoltan Koncsok)

Si, vi que durante la pandemia estabas haciendo conciertos por allí. 

Exacto. Las cosas no les importaban tanto allí y se podía tocar en directo.

¿Crees que tus depresiones han sido agravadas por los altibajos constantes de la vida en la carretera? Ya sabes: ahora estás tocando delante de cinco mil personas que te adoran y dos horas después estás solo en un hotel de una ciudad que no conoces sin nada que hacer. 

Es una manera muy maníaca de vivir y supongo que por eso la elegí. Recuerdo una vez toqué en Brasil. Tenía a 16.000 personas delante y me pasé dos horas tocando heavy metal. Vaya, que es una situación en la que sientes la energía de la gente hacia ti. Te lo transmiten. Es eléctrico.  Luego llegas al hotel y estás a solas contigo mismo. No hay nada ahí. Y cada dia te levantas para vivir eso. Cuando llevas un mes así, es complicado de gestionar. 

Luego llegas a tu casa y tus hábitos han cambiado. Cuando volvía a casa, solía ponerme muy alterado alrededor de las nueve de la noche. ¿Porqué? Porque es el momento de salir al escenario. Tu cuerpo te lo está pidiendo. Te lleva un par de semanas salir de ese hábito. Es una manera muy extraña de vivir, créeme. 

¿Qué pasó en 2004? Una parte fue una campaña publicitaria planeada pero…

Fue algo que se volvió real. 

¿Como planteasteis todo aquello?

Es difícil decirlo. Fue un momento muy extraño de mi vida. Estuve en una fase maníaca como no he vuelto a vivir ninguna desde entonces. Se suele decir que nunca te curas de esto, pero yo no estoy de acuerdo. No suelo escuchar a nadie que me diga eso. Me conozco a mí mismo. Sé exactamente quién soy. Pero el caso es que en esos momentos tienes ideas muy extrañas y le expliqué a Jens lo que quería hacer para darle más publicidad a Stratovarius. Todo el mundo estuvo de acuerdo en el plan. No puedes ser parte de ello si no sabes de lo que va el asunto. Creo que ha sido un poco injusto que yo asumiese la culpa de todo el asunto cuando toda la banda estaba implicada. Incluso la discográfica.

Esto fue antes de las redes sociales. En aquel entonces solo estaban los foros y la sección de comentarios de Blabbermouth.net

Y me pasaba la vida mirando Blabbermouth. Salíamos cada día.

¿Qué intentabas conseguir con este movimiento publicitario?

Publicidad (risas). 

La formación clásica de Stratovarius

¿Crees que Stratovarius había alcanzado un techo de cristal a nivel de popularidad y necesitabais llegar a otros públicos, aunque fuese con un escándalo?

Creo que estaba compensando lo pequeño que soy como ser humano. Cuando tienes tanta atención te sientes muy pequeño por dentro. Por entonces no me daba cuenta. Ahora sé identificarlo, gracias a siete años de terapia, exploración y meditación.

He hablado mucho de ello, así que sabrás que mi padre se suicidó cuando yo tenía doce años. Casi pude verlo. Una cosa como esa deja marcas. Te cierras y te aislas de la sociedad. Luego te divides, de manera inconsciente. Eso afecta a tu carácter. Eso se manifiesta con el trastorno bipolar que, en el fondo, es manía y depresión. Y la manía siempre conduce a la depresión. En ocasiones eso te puede llevar a estar psicótico, que significa “temporalmente loco”. He estado ahí un par de veces también y no es nada agradable. Pero aquello fue una manifestación de mi trastorno bipolar. No es algo de lo que te puedas esconder, porque has de asumir responsabilidad por tus acciones. Pero a la misma vez, sabes porqué está pasando lo que está pasando.

¿Los otros miembros de Stratovarius o tu manager, Antje, te intentaban frenar? 

No. Antje era parte de todo ello. Todo el mundo era parte de ello. Yo era el director de orquesta. Debo decir que cuando estas en una fase maníaca puede ser muy encantador. La idea es una locura pero consigues que todo el mundo la compre. Recuerdo sentir pena por Timo Kotipelto, porque el es un tio muy honesto y se vio forzado, de algún modo, a ser parte de toda esa locura. Al final lo único que me pudo frenar fue mi propia crisis mental. El disco “negro” de Stratovarius fue realmente negro. Jörg Michael tocó solo en el estudio. Yo no pude estar con él. Grabó la batería solo y cuando me sentí algo mejor, seis o siete meses después, empecé a grabar guitarras, bajos y la voz de Kotipelto. En ese momento me di cuenta de que no me gustaba nada de aquello. Era un disco demasiado oscuro, demasiado violento. Pero no podíamos hacer nada al respecto porque había presión de la discográfica. Hubo un momento en que quería reescribir todo el disco entero. 

Timo Tolkki en directo en Barcelona en el año 2005 (Foto: Sergi Ramos)

Recuerdo que, en aquel entonces, se dijo que Sanctuary Records le iba a dar tres millones de euros a Stratovarius como parte de su nuevo contrato discográfico. 

(Risas) Todo aquello fue parte del plan. 

De algún modo, mucha gente te percibió como un tipo loco en aquel entonces y fue partícipe de la situación: músicos, medios, fans. Pero a nadie le importó qué te pasaba realmente. Lo cual no deja de ser curioso si tenemos en cuenta lo importante que se ha vuelto hablar de salud mental hoy en día. 

Te puedo decir que no fue nada divertido. Fue muy serio. Aquello casi me mató. Terminé muy mal. 

La idea, si tenemos que hablar de esto, que podemos hablarlo, era que la banda se separaba. Timo es despedido, entra una vocalista que vomita sangre, luego se despide a Jörg y al final todos nos unimos y grabamos un nuevo disco. Ese era el plan, pero yo enfermé por el camino y las cosas se pusieron feas. 

Hace poco fui a ver los chicos en un concierto en Finlandia y tuvimos una gran conversación…

Si, lo vi en las redes.

Pues comentábamos que al menos fuimos originales con todo aquello. Porque ni antes ni después nadie ha vuelto a hacer nada como aquello.


Es que fue peor que las peleas de Pink Floyd en los 80.

Aquello era una pelea de bebés en comparación (risas). Tu imagínate algo así sucediendo en Helloween. Imagina que Kai Hansen va a mearle en la pierna a Michael Kiske y que lo echan de la banda y es sustituido por una vocalista femenina que vomita sangre (risas). 

Leí una carta de disculpa que escribiste hace un par de años hacia tus ex-compañeros de banda. ¿Fue ese el principio de una normalización de las relaciones entre vosotros? 

Fue algo honesto. La escribí aquí, en éste sofá, de noche. Cuando la escribí pensé si quería conseguir algo con ella o si era una carta sincera escrita desde el corazón. Me di cuenta de que era lo segundo. Quería explicarle a los fans de Stratovarius como me siento, porque pienso que beneficia a todo el mundo. Nos llevamos bien, somos amigos. Pero a veces pasan cosas extrañas y la gente no quiere que seamos amigos, quieren que haya dos facciones enfrentadas. Quieren tener una división. Supongo que es naturaleza humana. 

Acabé llorando después de escribir la carta. Es muy emotiva. Curiosamente, mi familia más cercana es la que vio peor el texto de la carta. Mi madre me dijo que soy demasiado duro conmigo mismo. 

Bueno, al final no es más que asumir los errores propios.

El caso es que no había tenido contacto con Timo Kotipelto durante muchos años. Me habría gustado decirle todo eso a la cara y disculparme por lo que le hice. Pero cuando tocaron en Helsinki en 2019, me invitaron al show. No había visto a Timo en diez años y fui al backstage y lo primero que le dije fue ‘lo siento mucho por las cosas que he dicho y por las cosas que he declarado en la prensa, era más sobre mis propias inseguridades que otra cosa’. 

¿Como reaccionó Timo?

Me dijo ‘disculpa aceptada’. Timo es de otra parte de Finlandia. Yo soy de Helsinki, pero el vive al norte y allí son más reservados. Si pierden la confianza en ti, lleva mucho tiempo recuperarla. Pero me disculpé, tenía que hacerlo. Es lo que se hace. Si hieres los sentimientos de alguien, te disculpas. Haces las paces. Así es la vida. Nadie es perfecto.

La vida es muy corta.

Así lo pienso yo también. Ahora todo está bien. Hablamos, nos reímos y todo eso. El mal periodo fueron seis o siete meses pero al banda ha estado junta más de 25 años. 

¿Crees que la banda podría reunirse contigo en algún momento? ¿O crees que innecesario?

Es innecesario. Tienes que entender que la banda ha trabajado muy duro para llegar al punto en el que está ahora. Yo me fui en 2008 y ellos comenzaron a hacer lo suyo. Matias ha compuesto un montón de canciones, además de producir. Lo han hecho muy bien, no han buscado copiar lo que hicieron conmigo. Han comenzado desde cero y han encontrado su camino. Han arreglado todos los asuntos de negocios. Jens está ahí, Timo está ahí, todo el mundo cobra, todo funciona bien, no hay drama si no estoy yo alrededor (risas). Han trabajado muy duro y el último disco es muy bueno. No lo necesitan, no lo necesito, no hablamos de ello cuando nos vemos pero… me gustaría que algún día tocásemos un concierto juntos. Algo como lo que están haciendo Helloween sería muy bonito con Stratovarius. Pero artísticamente estoy feliz en éste punto y siento que puedo hacer lo que quiera.

Te veo bastante calmado.

Estoy en un buen lugar, desde hace años. 

El nuevo trabajo de Timo Tolkki, «Renaissance Acoustica» se editará el 13 de febrero.

¿Fruto de la terapia o de que te has quitado de encima algunas de las presiones del negocio? 

Yo dejé de hacer terapia en 2005 o 2006. Hice siete años y arreglé algunos temas que tenía que arreglar porque sabía que los llevaba por dentro. Cuando vas a terapia aprendes que a lo largo de toda la vida vivirás situaciones que te devuelven al trauma original. 

Hemos visto a gente como Chester Bennington de Linkin Park o Chris Cornell de Soundgarden quitándose la vida recientemente. Cuando una estrella del rock muere por las drogas se acepta como algo normal. Sin embargo, cuando el motivo es de salud mental parece que se intenta pasar de largo. Es como que en el rock y el metal drogarse está normalizado pero hablar de otras problemáticas como la salud mental es tema tabú. ¿Has observado esa dualidad tu también?

Definitivamente. Creo que las razones deben entenderse. Cuando un tipo como Robin Williams, uno de los mejores comediantes de la historia, se ahorca, hay que hacer una reflexión. Todo, al final, viene de la infancia. Lo que llevas por dentro, cómo te afecta, como lo gestionas. Es como si una parte de ti te quisiese matar y en ocasiones lo consigue. A veces la anulas con pastillas o alcohol o lo que sea. Pero a veces, un buen tipo muere. Creo que todo empieza por tener tu propia casa limpia. 

¿Hay fans que se abren a ti sobre sus propios problemas de salud mental?

Si, muchos. Y no puedo ayudarles en nada, porque no soy un psicólogo. Sé sobre ello, he leído sobre ello, pero no soy un experto. Hablo desde mi propia perspectiva. Pero si, hay gente que se abre a mi. Supongo que haber sido abierto con mis problemas les invita a contarme los suyos.