Powerwolf: más salvajes que nunca
Un maquillaje, un tema concreto, lobos por doquier y mucha, mucha pirotecnia. Esa es la clase de cosas que a uno le vienen a la mente cuándo piensa en Powerwolf, uno de los grupos que más ha crecido y que más ambicioso ha sido en los últimos años -tanto por su música como por la aproximación que tienen a los directos-.
Con un nuevo álbum en el horizonte y mucha ambición en la recámara, Falk Maria y Matthew Greywolf nos introducen un poco en su llamativo mundo. Hablar con Powerwolf en 2021 tiene un qué especial, una sensación que es difícil de explicar, pero que como aficionado a la música es muy grato de sentir. Si has nacido en los ’90, en la página de Wikipedia de tu banda favorita has podido leer cómo surgieron, cómo se consolidaron, cómo acabaron a piñas y cómo terminaron por hacer las paces. A día de hoy sabes cuáles son sus mejores discos, cuáles son los peores y qué esperar en sus directos.
En cambio, con Powerwolf parece que todo está todavía por contar. Ya no son una promesa, y toca preguntarse qué grandes momentos depara la realidad que son en la actualidad. Quizás la palabra que busco es frescura, aunque probablemente esperanza se ajustaría más a lo que siento.
Después de un ‘The Sacrament Of Sin’ que les convirtió en un fenómeno capaz de encabezar cualquier cartel, los germanos se preparan para lanzar ‘Call Of The Wild’, un trabajo que deberá enfrentarse a la larga sombra de su predecesor y llevarles por los escenarios de todo el mundo a medida que esta pandemia vaya remitiendo.
El primero en hablarnos de un año que se augura emocionante a la vez que lleno de dudas es Falk Maria Schlegel, que es al mismo tiempo el teclista y el cheerleader de un grupo célebre por sus intensísimos conciertos. Enérgico y divertido, nos da un enfoque pasional y sin filtros de lo que Powerwolf significa para él y de lo que podemos esperar del anticipado ‘Call Of The Wild’.
Grabando en pandemia
‘Call Of The Wild’ verá la luz en tiempos muy convulsos. ¿Hasta qué punto la covid ha afectado el proceso creativo?
No ha sido un escenario ideal para nosotros, pero tampoco creo que la covid haya afectado al proceso creativo de ‘Call Of The Wild’. Para nosotros Powerwolf es una realidad totalmente paralela, y en este universo no hay hueco para ninguna pandemia mundial. Puedes llamarlo escapismo si quieres. Por las circunstancias, creo que nunca ha habido un momento mejor para centrarnos en escribir. Hemos tenido que estar al 100% por el proceso creativo.
Antes de esta crisis, la banda se juntaba unas semanas en verano, en ese pequeño lapso entre nuestras giras de salas y nuestras apariciones en los festivales veraniegos. Cariñosamente nos referíamos a ese proceso como nuestras vacaciones, pese a que realmente estábamos trabajando. Sin embargo, de pronto no podíamos actuar, no debíamos tomar esa decisión, y muchas de esas canciones ya estaban terminadas para cuándo terminamos el tour por Sudamérica con Amon Amarth, así que solo debíamos sentarnos, pulir cuatro cosas y grabar.
Mi moraleja tras toda esta pandemia es que la gente necesitaba música en sus vidas, nuevas canciones que les devolvieran las sonrisas y las ganas de saltar y volverse loca.
¿Cómo han sido las sesiones de ‘Call Of The Wild’ en tiempos tan extraños? ¿Ha habido muchos cambios?
Si, ha sido totalmente distinto. Habitualmente siempre volamos a Suecia para grabar, pero esta vez hablamos con nuestro coproductor y estipulamos que sería mejor para la banda que grabáramos en Holanda. Aun así, y pese a estar al lado, hubo muchos problemas para cruzar la frontera.
Siempre hemos grabado como una familia, abrigados los unos en la compañía de otros, como una manada de lobos. Este año nos han obligado a grabar separados, porque claro, no van a dejar que estén cinco tíos con los productores y un puñetero coro entero en un espacio tan reducido. Es algo que en lo personal me dolió y en lo profesional alteró nuestra forma de trabajar.
Pese a todo, al terminar estas sesiones tan extrañas, la sensación general era que habíamos logrado un álbum excelente y la satisfacción del trabajo bien hecho es lo más importante. Creo que hemos hecho un disco con mucho poder.
Hombre, si a Powerwolf le quitas el poder, solo seríais Wolf…
(Risas) ¡Sí, exactamente! Cuando estamos componiendo me gusta imaginarme a miles de personas dándolo todo con nuestros temas. Es lo que les da un algo especial.
Metal para pirómanos
En Powerwolf sois unos pirómanos confesos. Dime la verdad, ¿compusisteis “Faster Than The Flame” pensando ya en la pirotecnia del directo?
No exactamente, pero si escuchas la canción puedes imaginarte en qué momento exacto empezará la pirotecnia. Todo para ponérselo más fácil a nuestro técnico de pirotecnia, claro (risas). Esta fue una de las canciones con las que empezamos la composición de ‘Call Of The Wild’ y realmente es el tipo de tema con la que nos sentimos más cómodos como grupo -aunque sea por algo tan exagerado como es pensar en lo chulas que quedarían unas llamas en el concierto-.
Al final del día, como compositor, tu peor enemigo es una hoja en blanco y dar un paso al frente con algo con lo que te sientas cómodo -aún a riesgo de parecer genérico-. Tiene ese espíritu de canción inicial de “Fire And Forgive” o “Sanctified With Dynamite” que tanto gusta al público y que tampoco puede faltar.
Cierto meme dice algo como que cada vez que os preguntan cuánto fuego queréis, os limitáis a responder que sí. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?
(Risas) Es totalmente cierto. Muchas veces se me ha acercado el responsable de la pirotecnia para preguntarme cuántas llamas quiero para el concierto o para el videoclip, y mi respuesta siempre es: tantas como sean posibles. En los videoclips puedes hacer todo lo que quieras, pero en directo nos gusta llevar al límite la permisividad de los recintos. También hay que tener en cuenta el permiso del road manager y elementos como el viento.
Powerwolf, sin ser un grupo temático, tiende a seguir unas pautas muy concretas para escribir sus letras. Sin embargo, este disco parece menos religioso y más folclórico, ¿se debe a algo en concreto?
Sí, es algo que ha afectado bastante. Siempre nos ha interesado la parte más mística del folclore europeo cristiano y por eso el grupo es el que es; pero en ‘Call Of The Wild’ hemos leído más sobre las leyendas inherentes a ciertas tradiciones o costumbres. Considero que es algo inseparable, no obstante en este álbum hemos lidiado más con el puente que une a la historia real con el mito que con el mito per se.
Ha habido distintas aproximaciones a una misma fuente, pero no ha sido algo premeditado. Ha ido saliendo canción a canción y letra por letra y creo que al final ha surgido algo que es a la vez bastante familiar y bastante novedoso.
“Varcolac”, “Beast Of Geavaudan”… Parece que los demonios son “a girl best friend”, pero los hombres lobos son los mejores amigos de Powerwolf.
(Risas) ¡Nunca abandonaremos a los hombres lobo! Como has señalado, “Varcolac” sigue la tradición de canciones como “Werewolves Of Armenia” o “Armata Strigoi”, muy ligadas a leyendas llegadas de oriente -no necesariamente europeas-.
“Beast Of Geavaudan” habla de una criatura que mató a muchísimas personas en la edad media y es algo que está demostrado que sucedió de verdad -pese a que el clero insistió en que se trataba de un demonio o de un castigo de Dios-. ¿Era un lobo muy grande? ¿Eran bandidos que habían adiestrado a perros especialmente grandes? ¿Era un monstruo de verdad? Eso nadie lo sabe, pero de lo que nos queremos adueñar nosotros es del sentimiento inherente que transmiten estas historias, sean totalmente fantasiosas o no.
Imagínate a un sacerdote diciendo: “Dios ha enviado a esta criatura que es todo garras y colmillos a castigarte por tus pecados”. Desde Powerwolf queríamos hacer una canción que transmitiera ese mensaje que si la escuchara un campesino se asustara y comprara la historia.
¿Cuál sería el disco por el que te gustaría que Powerwolf fueran recordados?
La respuesta de músico profesional sería decirte el más reciente, para que venda más y eso. Si te soy honesto, creo que ‘The Sacrament Of Sin’ marcó un antes y un después en lo que podíamos lograr como banda. Ese disco o ‘Call Of The Wild’ no existirían de no haber venido en el momento adecuado y con el precedente que tuvieron. ‘Blood Of The Saints’ fue muy importante a su manera, igual que lo fue ‘Bible Of The Beast’. No hay un paso menos importante que el otro.
Al final es como una foto familiar, por eso me cuesta tanto elegir uno.
Tú mismo has dicho que ‘The Sacrament Of Sin’ fue el siguiente paso lógico en vuestra carrera. De pronto erais cabezas de cartel en cualquier festival y traíais una producción digna de Steven Spielberg. No es fácil superar algo así. ¿Qué te gustaría lograr con ‘Call Of The Wild’?
Es una pregunta complicada. Creo que la decisión no es nuestra, sino de los fans, que son los que eligen si les gustan o no. Por supuesto, a nosotros nos encantan estos temas, y en lo que a ambición se refiere, vamos a llevar nuestra presencia escénica un paso más allá.
Hay elementos en la interacción con el público que creo que nunca deben perderse, por mucho que uno se convierta en una superestrella. En un concierto una fan llevaba una cabeza de lobo, Attila se le acercó, la cogió y siguió cantando con ella en la mano. Esos momentos son mágicos e irrepetibles, y no hay concierto en un estadio que pueda llenar el vacío que algo así dejaría en nuestros shows.
Por supuesto hay que planear los conciertos, pero esos momentos de interacción con el público no caben en ningún plan y es genial. En el Rock Fest Barcelona, por ejemplo, la gente se puso a cantar el riff de “Armata Strigoi”. No el estribillo, no, el maldito riff. En Alemania por ejemplo la gente cantaría las letras, pero en Barcelona de pronto la gente seguía a la guitarra. Es algo que jamás habríamos pedido a una audiencia, y aun así surgió.
La mente tras la música
Me despido del enérgico y pasional Falk Maria para hablar acto seguido con su compañero Matthew, el artífice de gran parte de la sección puramente musical del grupo. Con una calma que apenas puede contener la emoción contenida del que lleva años sin poder expresarse ante su público, nos hace un tour por los aspectos eminentemente musicales detrás de los tantísimos elementos que componen Powerwolf.
Falk me ha estado contando que la pandemia ha alterado vuestra forma de trabajar en el estudio. A la vista de que tú eres el compositor principal de la banda, ¿hasta qué punto ha afectado la pandemia al plan de grabación y gira de Powerwolf?
Si te soy sincero, como compositor esta pandemia solo ha tenido efectos positivos en mi proceso creativo. En primer lugar, cuando la pandemia empezó, me encontré con que no podía hacer otra cosa que no fuera componer para el nuevo álbum, lo que como compositor principal me supuso una tranquilidad que no había tenido hasta entonces.
La tradición en Powerwolf era que me tocaba ser el poli malo y decirles a los chicos que tocaba dejar de salir de gira y ponernos a componer y grabar. Y claro, de pronto el mundo se detuvo. Debo decir que hasta cierto punto estoy agradecido de que todo ocurriera cuando ocurrió. Tengo muchos amigos en otras bandas que justo acababan de lanzar un álbum y eran incapaces de salir a la carretera a defenderlo, o peor aún, a los que el virus les pilló en la carretera.
Por primera vez, al entrar en mi estudio sentía que estaba aprovechando el tiempo al máximo, y durante las horas que trabajara ahí sentía que escapaba de la horrible realidad que es esta pandemia, refugiándome, aunque fuera solo un rato en el increíble mundo de Powerwolf.
¿Te afectó abandonar ese espacio seguro de creación a la hora de reunirte con más gente en un estudio?
Al principio me intimidó, pero la transición fue fantástica. Al final el mayor problema fue a la hora de viajar. Grabamos el disco en Holanda, y a dos días de salir hacia ahí no sabíamos si nos iban a dejar entrar en el país. Fueron tiempos extraños, pero a la vez trajeron una actitud especial a la banda. Todos adoptamos una actitud de “ahora o nunca”, y teníamos el firme convencimiento de que, si las circunstancias nos iban a traer inconvenientes, nosotros solo debíamos intentarlo con todavía más ganas.
Habitualmente, cuando el guitarrista llega al estudio no le das más importancia, es lo que hay, sin embargo en esta ocasión cuándo llegué y hubo una pequeña celebración. Fue una victoria en toda regla. “¡Hemos sobrevivido hasta el estudio!”, pensábamos. Todos éramos más felices de poder estar grabando, y al final estás más orgulloso del resultado cuánto más ha costado.
Antes Falk me ha dicho que para vosotros fue muy especial la reacción del público a “Armata Strigoi” en el Rock Fest Barcelona. Como guitarrista, ¿cómo te sentiste cuándo corearon uno de tus riffs?
Fue un momento muy intenso, alucinante. Pocas veces he vivido algo así. Es la primera vez que nos ha pasado algo similar. De pronto a todos se nos puso la piel de gallina. Fue algo genuinamente especial, y es de esas cosas que definitivamente recordaré el resto de mi vida.
Se lo he preguntado hace un rato también a Falk. En tu caso, ¿cuál es el disco por el que te gustaría que Powerwolf fueran recordados?
¡Esta es difícil! A bote pronto te diría que ‘Bible Of The Beast’ -solo porque es el trabajo en el que, de alguna forma, consolidamos nuestro estilo-.
Con la cabeza en la carretera
Con ‘Call Of The Wild’ a la vuelta de la esquina, es normal que el futuro setlist esté poblado de sus temas. Sin embargo, estáis en un punto en el que cuesta tener a los fans contentos a la hora de elegir canciones. ¿Cómo elegís las canciones del nuevo trabajo que ocupan el espacio de otras más consolidadas?
Eso será algo muy difícil, sin duda. Ya con ‘The Sacrament Of Sin’ hubo muchas disputas a la hora de cerrar un setlist. La primera vez que salgamos de gira en el futuro estará la duda de qué debe dejarse fuera, pero hemos llegado a ese punto en el que también hay canciones antiguas que, por méritos propios, se han ganado el título de intocables.
Hay canciones que estarán en el set sí o sí como “Varcolac”, “Dancing With The Dead” o “Blood For Blood”. Son decisiones evidentes y que caen por su propio peso. Eso sí, estoy segurísimo de que habrá más canciones nuevas. Al final es una decisión que debemos tomar entre todos.
Está claro que no puedes hacer un concierto de tres horas cada noche, ¿pero hay alguna canción de vuestra discografía que te gustaría recuperar para la próxima gira?
En lo personal me gusta mucho “Rise Your Fist Evangelist”, que es la primera canción de ‘Bible Of The Beast’, al que ya sabes que le tengo mucho cariño. Siempre ha sido de mis canciones favoritas para los directos, pero por una cosa u otra eventualmente se cayó de los repertorios. Sería muy feliz de tenerla de vuelta, tal vez como un bis. Llevo tiempo pensando en poner sorpresitas en los conciertos para hacerlos especiales, pero claro, si te lo dijera no sería una sorpresa.
Parece que la estética de las bandas vuelve a estar en el punto de mira, como es el caso de Ghost. En los 2000 las bandas subían al escenario casi como si vinieran de la calle, pero es algo que está cambiando. ¿Qué crees que dice vuestra estética y maquillaje de vuestra música?
Si te digo la verdad, no sabría decirte qué queremos decir. Sí que tienes razón en que hubo esta moda en la que las bandas salían a tocar casi como si volvieran de comprar tabaco en la esquina, y que cuando empezamos recibimos muchas críticas por parte de nuestro entorno. Muchos especialistas nos decían: “Tocáis buena música, pero vuestra estética es estúpida. ¿Por qué no subís a tocar como iríais a comprar el pan? La gente os aceptará más”.
Y realmente tardamos más en que nos aceptaran justo por eso, pero porque hubo muchos que tuvieron que ir más allá de nuestra estética y darse cuenta de que había música detrás de ello. Doy gracias a Dios, a Satán o a quien sea que fuera el responsable, pero eventualmente la música perduró.
Ahora hay bandas como Ghost que vuelven a poner el shock y la estética en primera línea, y creo que es algo refrescante. Muchos de esos artistas tienen buena música detrás, que es lo importante, y si aparte trae un aura especial contigo y un buen espectáculo, lo que consigues es transportar a la audiencia a tu mundo.
Uno de los momentos que más recuerdo como un joven metalero fue ver ‘Live After Death’ por primera vez y quedarme fascinado por el inmenso espectáculo que traían unas canciones que por sí mismas ya me tenían obsesionado. Es magnífico que esta clase de espectáculo esté de vuelta y me gusta pensar que Powerwolf es parte de este movimiento.
¿Es el maquillaje una forma de salvaguardar vuestra intimidad? Es bien sabido que con Internet es más difícil separarte de tu alter ego en el escenario.
Sí, definitivamente, pero no es ni mucho menos el motivo por el que empezamos a maquillarnos. Quiero decir, al principio no iba a reconocernos nadie. Hoy en día sí que ayuda, pero, por otro lado, el fan de verdad sabe qué aspecto tenemos sin maquillaje. Los meet & greet los hacemos sin maquillaje, así como muchos conciertos acústicos. Al final no es para proteger nada, sino para acrecentar el mensaje de nuestra música.
¿Os preguntan muy a menudo si Charles y tú sois gemelos o clones?
Pasa mucho más de lo que crees, ¡y eso que en realidad no nos parecemos tanto! Es algo que simplemente pasa, y a mí me parece fantástico siempre que nadie me culpe de algún follón que haya sido cosa de Charles (risas). ¡No quiero meterme en una pelea que haya sido culpa suya! Pero bromas a parte, nos gusta tomárnoslo con humor y siempre nos acabamos echando unas risas a costa de la pobre gente que se cree que somos familia.
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