Paradise Lost: “solo soy productivo cuando me siento feliz”
Paradise Lost vuelve a la palestra. La veterana banda de doom metal presenta novedad discográfica, concretamente, su decimosexto álbum de estudio, ‘Obsidian’. El disco verá la luz en tiempos excepcionales, marcados por la incertidumbre que ha generado el COVID-19 a nivel mundial.
‘Obsidian’ sigue la senda emprendida por Paradise Lost hace cinco años, cuando el quinteto abandonó los derroteros más luminosos y apostó por retornar a sus raíces de doom y death. Hablamos sobre ello con el vocalista de la formación británica, Nick Holmes, y repasamos a su vez la trayectoria de más de tres décadas de la banda y sus perspectivas de futuro.
A lo largo de vuestra carrera, habéis transitado diferentes senderos creativos, desde los inicios descarnados hasta periodos más convencionales, volviendo ahora a la esencia del doom. ¿Son las raíces algo a lo que agarrarse?
Creo que si haces algo durante bastante tiempo vas a volver inevitablemente a las raíces. En realidad, nunca hemos parado de crear música, avanzamos de forma continua y no hemos tenido tiempo para reflexionar sobre ello o mirarlo en retrospectiva. Probablemente, la música que escuchas en el tiempo que abarca el salto de la adolescencia a la adultez es la más importante, es la banda sonora de tu vida, aquella que nunca te abandona. Para mí, las bandas originales de death y doom metal siguen siendo las mejores, no hay nada que pueda competir con ese material primigenio. Por tanto, las raíces son realmente importantes, aunque a su vez mantenemos la pasión por escribir nueva música y eso implica explorar nuevos territorios.
Aunque en los últimos tres trabajos hayáis vuelto al doom clásico, podría decirse que la ambientación es ahora menos pesada y lúgubre. ¿A qué se debe este cambio?
Bueno, creo que ‘Obsidian’ es más lúgubre que el álbum anterior, aunque es cierto que si lo miramos de forma general es una oscuridad más accesible. No es un disco de doom/death como el anterior, ‘Medusa’, donde buscábamos exactamente eso. En esta ocasión hemos tratado de mezclar y dar mayor variedad a las canciones, algunas son densas, otras rápidas… las voces también cuentan con mayor variedad de registros. No es tan específico como el trabajo anterior, sino el reflejo de diferentes estados anímicos, pero la oscuridad sigue presente. Desde luego, no es un disco feliz.
“La música que escuchas desde la adolescencia a la adultez es la banda sonora de tu vida, aquella que nunca te abandona”
En el estudio, habéis vuelto a trabajar con Jaime Gomez Arellano. ¿Cuál ha sido su contribución al nuevo álbum?
Las canciones ya estaban escritas para cuando entramos al estudio, por lo que todo giró en torno al sonido. La mezcla, la ingeniería… el mero hecho de conseguir un buen sonido de batería es un arte en sí mismo. El tipo y la colocación de los micrófonos lo cambia todo y es un trabajo muy arduo, probablemente el más difícil. Pero ese es el oficio de Arellano, es ahí donde demuestra su habilidad. Le gusta experimentar mucho con diferentes cajas de batería para lograr el sonido correcto, también con los amplificadores y los tonos de guitarra.
¿Cuál ha sido el punto de inflexión en la carrera de Paradise Lost?
Ha habido muchos puntos álgidos. Hemos ofrecido un puñado de conciertos masivos, hemos actuado junto a todas las bandas de metal que puedan venirte a la mente… y cada disco es una especie de marcapáginas, decide qué vamos a hacer durante los próximos tres años. 32 años en el mismo oficio es mucho tiempo y, ciertamente, hemos tenido mucha suerte, ya que hemos tenido más puntos altos que bajos. El momento clave fue probablemente al final de la gira del álbum ‘Icon’, cuando pasamos a hacer ‘Draconian Times’. Este último fue un disco enorme para la banda, tuvo una tremenda acogida en Europa y todavía tiene un gran significado para mucha gente. No creo que sea nuestro mejor álbum, pero fue muy importante.
¿Cómo ha cambiado tu perspectiva hacia el doom y la creación artística?
La música doom podría compararse a un lugar que transito de forma intermitente, no estoy siempre sumergido en él. Obviamente, amo el doom, pero también me encantan las canciones rápidas, sobre todo el death metal. Soy un gran fan de los antiguos Slayer. En lo que respecta a la creatividad, me tomo todo con mayor seriedad, supongo que es algo que viene con la edad, aunque la pasión sigue intacta. Somos realmente afortunados de estar en una posición en la que podemos seguir haciendo esto, ahí fuera la situación es muy dura y ya no damos nada por sentado. El compromiso es máximo a la hora de tratar de hacerlo todo lo mejor posible.
“Las nuevas bandas no me interesan en especial, si quiero doom metal, escucho los viejos discos de Candlemass, Sabbat o Trouble”
¿Cuál es tu visión sobre los nuevos grupos de doom, aquellos que en los últimos años han incorporado nuevos sonidos y repensado el género?
No me interesan en especial. Si quiero doom metal, escucho los viejos discos de Candlemass o Sabbat, no necesito nada más que esas bandas. También los antiguos Trouble, me encantan. Puedo escuchar nuevas bandas y apreciar lo que hacen, pero no me generan sensaciones fuertes. La vieja escuela sigue siendo mi lugar.
Han pasado más de tres décadas desde que fundasteis Paradise Lost y, en ese tiempo, solo habéis cambiado de bateristas. ¿Cuál ha sido la clave para manteneros unidos?
Éramos muy jóvenes cuando comenzamos con la banda, también cuando pasamos a ser profesionales. Teníamos veintipocos años, no habíamos conocido otro trabajo u otra cosa que nos desviara de lo que estábamos haciendo con el grupo. Todo ha girado en torno a la banda, hacer un disco, girar, hacer otro disco, volver a girar… una vez entras en la rueda, no te bajas de ella. Para mí no es una opción, simplemente, no sé hacer otra cosa que no sea esto. Respecto a la convivencia, siempre hay cosas que pueden desbordarte, asuntos personales que pueden afectar a la banda, pero Paradise Lost funciona de forma paralela a todo ello. Siempre ha sido así y eso me reconforta. Probablemente, lo que nos ha mantenido unidos como individuos es el hecho de que éramos amigos antes incluso de fundar el grupo, nos juntábamos y disfrutábamos de nuestra compañía. Ese es un buen punto de partida para cualquier relación, también para una banda musical.
El nuevo álbum echa la vista atrás a la escena gótica de los años 80. ¿Qué destacarías de aquella época?
La forma de socializarnos ha cambiado. Incluso los bares de rock y metal en el Reino Unido, siguen ahí pero ya no son como antaño, no existe ese antiguo sentimiento de compañerismo colectivo. Por aquel entonces no había internet y debías salir, era la única forma de comunicarte con la gente, por lo que todos acabábamos bebiendo. Fue una época de descubrimiento, nuevas bandas llegaban a nuestros oídos y los pubs nocturnos eran precisamente el lugar donde escucharlos, era eso o la radio. La alternativa era la escena gótica, que convivía junto a la música metal, por lo que en esos años iniciales también comenzamos a frecuentar bares góticos. Recuerdo escuchar “Happy House” de Siouxsie and the Banshees y demás artistas del estilo. Pero vaya, seguíamos siendo chavales metaleros, éramos completos thrashers… yo era el pequeño “Metallica mosher boy”.
“Lo que nos ha mantenido unidos es el hecho de que éramos amigos antes incluso de fundar el grupo”
¿De qué modo se trasladó ese espíritu de la escena gótica a la música de Paradise Lost?
Siempre me gustó el imaginario de la música gótica, la estética, el baile, las guitarras de ensoñación… aquello no era para mí, pero en esa música había cierta oscuridad que me fascinaba y encajaba en lo que queríamos hacer. A día de hoy todo ese material me sigue encantando, aunque haya desaparecido. Ya nadie hace esa música, es como si hubiera caducado en el tiempo y ese aspecto también me gusta, porque lo ata aún más a una década y sirve como una especie de portal a ese tiempo en concreto.
Siempre has tratado de no desvelar el significado de tus letras, ¿de qué modo ha cambiado esto con el paso del tiempo?
Hay ciertos temas sobre los que comencé a cantar en los años 90 y hoy en día siguen apareciendo en las nuevas canciones. Me interesa reparar en las creencias del ser humano, si alguien se consuela con objetos materiales, cosas que puede ver, tocar u oler sin dañar al resto, no soy quién para argumentar sobre ello. Pero cuando descubro a gente que cree en fantasmas me quedo fascinado, me pregunto sobre el por qué, ya que desde la distancia puede parecer algo extraño. Personalmente, creería antes en alienígenas que en fantasmas. Pero, más allá de mi opinión, estas cosas dan mucho juego a la hora de escribir letras. En el mundo suceden cosas de forma constante, no solo grandes eventos, y encuentro inspiración en esos pequeños sucesos. Temas como el hecho de tomar decisiones incorrectas en la vida, no pensar en qué puede esperarte a la vuelta de la esquina mientras avanzas directamente hacia ello… el efecto mariposa y demás. De todos modos, nunca he tratado de repetir los mismos temas concretos, me resulta más interesante ser ambiguo como letrista.
¿Quién ha sido tu principal referencia o fuente de inspiración como letrista?
Realmente, no cuento con modelos a seguir. La única vez que leí letras ajenas y pensé que me encantaban fue con el álbum ‘To Mega Therion’ de Celtic Frost. Las letras no tienen ningún sentido, pero son muy hermosas, son letras grises que están conjugadas de modo que funcionan muy bien en las canciones. No me importa cuáles son los temas que trata, casan con la música completamente. Siempre he pensado que debes dar con las palabras correctas para la canción correcta, nunca separaría las letras y la música. No es que vaya a publicar piezas de poesía ni nada por el estilo, debe ser parte de la canción.
Os sumergís ahora en la presentación del nuevo álbum, marcado completamente por el COVID-19. ¿Es este un buen momento para crear nuevas canciones?
Personalmente, no me resulta inspirador. Ahora mismo hay una sensación de preocupación generalizada sobre todo y eso no es productivo, solo soy productivo cuando me siento feliz. Si esto se alarga durante otros cinco meses, puede que me acostumbre, pero en este momento todos miran las noticias queriendo saber qué es lo que sucederá y eso no me hace feliz. Para escribir, debo estar en un estado mental particular, en sintonía con el escapismo. Estoy seguro de que la situación resulta inspiradora para muchos artistas, pero ese no es mi caso. Quizás cambie cuando comencemos a escuchar algunas buenas noticias, ya que ahora mismo todo lo que llega a mis oídos es jodidamente negativo.
Los efectos de la pandemia ya se notan en la industria musical, ¿supondrá esto el fin de las actuaciones en directo como las conocíamos hasta ahora?
Creo que una vez la cura esté disponible la socialización volverá a la normalidad. La masificación de espacios puede ser un problema durante un tiempo, pero tras la vacuna creo que todo volverá a ser igual. Pero claro, todos aquellos que planean sus conciertos deben adaptarse de forma constante, primero era agosto, ahora es septiembre, después será octubre, noviembre… y después quizás 2021. El virus no entiende de cronologías, no va a desaparecer para navidades, como algunos dicen… parará cuando tenga que parar. Estaremos ahí fuera tan pronto como podamos, no queda otra que adaptarnos y seguir adelante.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.