Pain Of Salvation: precisos y sin fisuras
Con el lanzamiento de ‘Panther’, el último trabajo de estudio de Pain Of Salvation, tenemos la excusa perfecta para hablar con el siempre amigable y parlanchín Daniel Gildenlöw, el genio detrás del grupo y uno de los músicos más respetados y puntales del heavy metal progresivo.
Famoso por los complejos temas que desarrolla en sus intrincados álbumes conceptuales, charlamos con él durante dos horas desvariando más allá de la música hasta adentrarnos en enrevesadas inquietudes filosóficas.
Hoy en día cuesta tener conversaciones de verdad con los artistas. Es algo que cualquiera con acceso a un teléfono móvil descubre pronto. La cultura de las celebrities ha empujado a muchos a ver la fama como la plataforma perfecta para hacerse oír, aunque quizás no se tenga mucho que decir, y no es raro ver a muchos famosos opinar sin mucho fundamento o conocimiento solo porque creen que la repercusión que tienen sus palabras les da algún significado o relevancia.
Contra esta cultura a la ignorancia y la desinformación, se encuentran auténticas joyas como Daniel Gildenlöw. No solo es alguien que se informa sobre lo que opina y que invierte el tiempo que haga falta en meditar sobre un asunto, sino que además es un aura de sencillez y optimismo cuyas inquietudes metafísicas no le impiden estar desconectado de una realidad que los últimos meses ha sido especialmente dura.
Aunque la entrevista estaba programada para que durase unos 45 minutos, se alargó hasta las dos horas en las cuales llegó incluso a hablar mientras conducía camino a un entreno de parkour. ¿El resultado? Una serie de reveladoras y fantásticas declaraciones de una de las voces más injustamente desoídas de nuestra escena.
Una pandemia diferente
En estos tiempos aciagos parece inevitable, casi de mala educación, no preguntar sobre los efectos de la pandemia, concretamente sobre cómo ha afectado a los músicos y a los distintos artistas de la industria musical. “Bueno, en Suecia la locura no ha sido tan extrema. Los pasos que hemos seguido como nación han hecho que las renuncias como sociedad no hayan sido tan extremas, hasta el punto en que hemos podido gozar de una vida normal salvo por unas pocas medidas.
Las muertes han sido bajas, y hoy por hoy son cada vez menos. Pese a todo, es imposible que estas cosas no te afecten, ya sea en tu país o viendo lo que pasa en todo el mundo. El mazazo más duro creo que se lo han llevado los músicos, que de pronto se han sorprendido a sí mismos trabajando frente a un ordenador. Por supuesto, el cambio más significativo es que no hay giras, y que todos los planes se han ido al garete. En mi círculo interno nadie se ha visto afectado de extrema gravedad, ya sabes, con ingreso hospitalario y demás, pero sí que mis colegas músicos están pasando por un muy mal momento”.
Un Daniel que nunca teme hablar de sus experiencias personales dio un punto de vista más personal sobre lo que ha sido su cuarentena. “¿Sabes qué? Me he pasado la mayor parte de mi vida pensando que la gente malgasta su energía pretendiendo, siendo falsa y dándole importancia a cosas que no valen una mierda.
Y de pronto, bum, toda la gente empezó a preocuparse por cosas importantes. Empezó el virus y nos dimos cuenta de qué es lo que importa de verdad, la facilidad con la que podemos perder a aquellos a los que amamos, y que despojados de todo lo demás, nos damos cuenta de que todo lo que atesoramos no vale nada y no nos proporciona una verdadera facilidad. Es una sociedad mejor, o al menos una en la que yo me siento más feliz de pertenecer”.
Sin embargo, sobre si es la guerra mundial de una generación, si es el acontecimiento difícil que ha de hacer fuerte a una generación, demuestra ser alguien comedido y que no teme matizar cada palabra que dice. “Nunca he sido muy de la idea del macho de pelo en pecho que considera que la dureza sólo por ser dureza es buena. Lo que sí que considero es que pase lo que pase, en cualquier contexto, no hay un cambio positivo en ti como persona hasta que pasas por algo duro.
La maldición de nuestro siglo es el vacío espiritual, el no saber a dónde nos dirigimos o por qué estamos aquí, y como ya dicho, esta pandemia creo que ha servido para que mucha gente reevalúe su vida. El mundo está lleno de gente que parece no encontrar su propósito, y que de pronto estallan en violencia o depresión, hasta que de un plumazo le quitas todo lo que creían que valía algo y se dan cuenta de que no tienen nada. En ese sentido creo que es un fantástico caldo de cultivo para el descubrimiento espiritual.
Antes de que me olvide, ¡gracias por incluirme en el cajón de la gente joven! es muy refrescante. Hagamos una cosa, podemos andar en círculos. Sé que me tienes que preguntar por el nuevo disco y yo he de decirte que es el mejor que hemos hecho y todo eso, así que puedes preguntarme y luego te suelto un rollo”.
Aceptada su propuesta, decide darnos un último vistazo a lo que fueron sus últimos momentos justo antes de que la crisis estallara en un fenómeno global, solo que esta vez desde una perspectiva de músico. “Me gustan las estadísticas y, hasta cierto punto, sospechaba lo que iba a pasar. Desde el momento en que en China las cosas se empezaron a descontrolar, consulté los números y vi que las probabilidades de que se extendiera hacia algo más global eran muy altas.
Mucha gente no sabe leer estos datos, que yo tampoco, pero consulté a matemáticos y especialistas. Recuerdo ver las noticias con mi madre y escuchar cómo decía: ‘Pues tampoco estamos tan mal’, mientras que yo pensaba: ‘Nos estamos precipitando hacia una catástrofe’. Empecé a prepararme, no tanto como el que llena un búnker de víveres, sino en un aspecto más espiritual, mentalizándome de que la raza humana como un colectivo íbamos a enfrentarnos a algo todos juntos.
No estamos en control de todo. Es algo que parece bastante evidente, pero como raza es una experiencia que has de vivir para comprenderla en profundidad, más en esta era en la que parece que puedes controlarlo todo con un chasquido. No es la peor pandemia de la historia, y gozamos de muchas más medios que nunca para combatirla, pero esta pandemia ha golpeado con dureza a una demografía muy concreta, mientras que la gripe española golpeó más duramente a la gente de veinte años. Lo dicho, podría haber sido mucho peor, aunque claro, no por ello ha sido menos difícil. Mierda, me he puesto a divagar y he olvidado tu pregunta”, confiesa una vez más entre risas. En su defensa, había advertido de que habla mucho.
Le recuerdo que queríamos saber cómo le había afectado esta crisis como músico, y es que hasta cierto punto tuvo suerte, pues Pain Of Salvation no se encontraban de gira cuando empezó la cuarentena.
“Bueno, nosotros estábamos haciendo el álbum cuando aparecieron los primeros titulares. Teníamos planeado actuar en un crucero en Estados Unidos junto con otras bandas de prog. Sin embargo, observando los números pude augurar que los shows tenían que hacerse justo cuando esperaba que fuera a haber el boom de contagios en ese país. Eso nos planteó dos escenarios igual de terribles: estar atrapados en otro país o estar atrapados en un barco en otro país.
Además, si miras a las medidas de Trump, era sencillo ver que actuó demasiado tarde y que las cosas iban a estar fuera de control. Como banda, cancelar siempre es la decisión más dura que puedes tomar, pero hay que tener un poco de cabeza. Imagínate que eres un virus. Tu lugar ideal para estar es en un barco lleno de bandas europeas, algunos italianos, que han sido los que más duramente han sido golpeados, porque de pronto estás encerrado en un trozo de metal flotante con la gente más vulnerable a tus efectos, ancianos, gente de la mediana edad y personas con sobrepeso.
No es un festival de prog, es un festival para el virus. Me lo puedo imaginar diciendo a sus amigos virus: chicos, vamos a ir a un crucero lleno de gente de todo tipo, pasen y elijan, vamos a contagiar hasta ponernos las botas.
Así que bueno, nos centramos en terminar el álbum. No sé si lo has leído, pero Gustav dejó la banda porque estaba muy quemado de la vida en la carretera, lo que en sí mismo, teniendo que hacer audiciones, nos ha hecho querer estar lejos de la carretera, al menos durante una temporada.
No voy a ponerme explicar detalles personales, porque no soy nadie para hacerlo, pero sí que ha habido situaciones personales en la banda y en la crew que habrían convertido un tour ya no solo en algo peligroso, sino en una declaración ofensiva. Por lo demás, creo que me ha sentado bien como músico. Hay algunos álbumes que se tardan años y años en producir, y nosotros, que aún hemos de sacar el nuestro, ya tenemos a su sucesor compuesto y listo para grabar. Así que fíjate, no nos ha ido tan mal pese a todo”.
Como si pudiera leerme la mente, Daniel responde el resto de preguntas que le tenía preparadas antes siquiera de que pueda hacérselas, ya que a continuación iba a preguntarle si había estado componiendo durante la cuarentena. “No quiero decir que hago tu trabajo mejor que tú, pero…”, murmura sin dejar de reír, “estoy aquí para ayudar, espero que de todo lo que te digo puedes sacar algo interesante. ¡Ya te he dicho que hablo mucho!”.
Para averiguar algo que no se haya respondido solo, lo que le gustaría hacer durante lo que queda de 2020 es la opción que continúa la charla. “Bueno, ahora mismo todos los planes están en el aire. Al final del año pasará algo interesante que aún no puedo revelar pero que estoy seguro que a los fans les va a encantar. Antes de eso, deseo de todo corazón que a la gente le guste y aprecie ‘Panther’. De momento el feedback ha sido muy bueno, y como músico es algo que nunca puedes agradecer lo suficiente.
Lo único que lamento es no poder estar en la carretera defendiendo sus temas. Lo que sí que puedo decirte es que tenemos preparado un pack de 20º aniversario del disco ‘The Perfect Element’. Con el coronavirus algunas cosas son más fáciles y otras son más difíciles, y afortunadamente es el escenario perfecto para hacerle un homenaje a un disco tan querido”.
El pasado, el futuro y disfrutar de la vida
Después de mencionar dicha reedición, indagamos acerca de si tiene planes para revisitar algún otro álbum antiguo. “Nuestro plan era tocar un concierto en septiembre en el que queríamos interpretar entero ‘The Perfect Element’. Es una sensación bastante especial. Son canciones que compusiste hace veinte años, que tocaste en el estudio pero que jamás han sido interpretadas en directo. Toca desempolvar canciones antiguas y redescubrirlas. Te quedas como: ‘Oh vaya, con que así es como lo hice entonces’. A veces cuesta acordarse de tus propias canciones, lo cual es bastante paradójico, la verdad.
Si te soy honesto, a veces escucho algunos de nuestros álbumes viejos y me entran ganas de entrar en el estudio y regrabarlos enteros, pero cuando me calmo veo que no estaría bien. Muchas bandas que me gustan lo han hecho con su música, y no es algo que comparta, así que no quiero hacerles eso a mis seguidores. El álbum no se beneficia, lo has escuchado con esos defectos, y lo quieras o no, forman parte de la experiencia”.
Una vez más, al hacerle una pregunta tan delicada como es si le ha resultado difícil volver a aprender temas antiguos, no solo nos responde con sinceridad, sino con una autocrítica muy poco indulgente. “Sí, y es algo hasta humillante”, admite entre risas, “a veces escuchas algo compuesto por ti y piensas: ‘Wow, ¿cómo hice esto? ¿En qué estaba pensando?’, y es una sensación que se agrava cuando tienes miembros nuevos que no estuvieron en la grabación y han de enfrentarse al tema desde cero. Puedes ver el horror en sus caras.
Recuerdo que en una gira tocamos ‘Nightmist’, que tiene una sección de batería en el medio muy dura, y te prometo que en cada concierto en que tocamos esto, yo andaba con la guitarra haciendo mí: dubidiridubidiri, y aun así me acercaba al micro y decía: ‘Lo siento, cuando escribimos esta canción eran los ’90′.
Muchas bandas tratan de lidiar con ello con discreción, para no renegar de su historia, pero siempre trato de ser honesto con mis seguidores. Hay cosas que en su momento crees que funcionan, pero que con los años te das cuenta de han envejecido como un vaso de leche. Nunca he tratado de satisfacer a mi yo del futuro, eso te diré, y siempre he querido hacer lo que me ha apetecido en aquel momento, aunque luego pueda comprometer mi futuro. ¿Quién es el Daniel del futuro? ¿Qué ha hecho por mí? ¡Que le den!”, concluye sin haber dejado de reír ni un segundo.
Volviendo a las inquietudes filosóficas que tanto gustan al frontman, hablamos de si cree que esta cuarentena ha ayudado a la gente a autodescubrirse y si a él le ha ayudado. De nuevo, su respuesta es tan larga como reveladora. “Creo que sí, pero la humanidad tiende a olvidar todas estas lecciones muy deprisa.
Ha ocurrido muchas veces en la historia, así como en mis círculos más cercanos de personas. Yo lo aprendí en el hospital. Recuerdo que me entrevistaron para un medio sueco, y cuando respondí sus preguntas tenía unas prioridades y ahora tengo otras. La vida está llena de cosas maravillosas: sal y disfrútalas.
Es algo que se nos recuerda en prácticamente cualquier película que puedas poner, y aun así la gente se olvida del mensaje tan pronto saltan los créditos. Un día te despiertas y tienes esta enorme lista de cosas por hacer, y aunque es bueno tener ambiciones, puedes acabarte torturando por lo que no haces y no disfrutar las cosas buenas.
La vida es como una constante caída libre, y eso hace que muchas veces empujemos nuestras prioridades a un rincón. Todos hemos de pagar el alquiler, y eso es algo más acuciante que cualquier inquietud de nuestra brújula moral, que sencillamente te pide que te relajes, que llames a tus padres, que les digas que los quieres, que pases una tarde con tus niños disfrutando de su mera existencia. Esas son las cosas que le dan calidad a la vida, un propósito y un sentido.
Luego, como músico, puedo decirte que también está tu pasión. Iba a decirte que soy afortunado por haber podido seguir mi pasión, aunque si te soy sincero, ha habido muchos puntos en los que he estado a punto de decirme: ‘Esto es estúpido, busca un trabajo y pon tu vida en orden’. Hasta cierto punto, vivir en este limbo del artista me ha salvado de la locura de la pandemia, porque aunque el peligro de la inestabilidad económica es mayor, maldita sea, soy músico, esta clase de incertidumbre es mi día a día.
Eso me recuerda a una vez que estuve en un centro para jóvenes con problemas con las drogas, no porque yo fuera un chico joven con problemas con las drogas, sino porque hace tres años esta institución me llamó porque necesitaban a alguien que les diera una charla que les ayudara a dejar atrás este mundo. Un día iba un músico, otro un bailarín, y entre otras cosas, querían que estuviéramos ahí y los acompañáramos en su rutina.
Es curioso, porque esta es la clase de cosas sobre las que hablo en mi música, pero jamás lo había visto tan de cerca, y afortunadamente jamás he tenido a un amigo o a un familiar que se encontrara en esa situación. Cuando se acercaba la fecha empezó a preocuparme que la comunicación no fuera a funcionar, que me vieran como un músico que jamás ha tenido un problema de verdad, y aun así funcionó.
Creo que tiene mucho que ver con que soy una persona que considera que la humanidad se centra demasiado en las cosas que nos rompen y nos provocan dolor. Conocí a todos estos chicos de entre 18 y 25 años y me resultó muy fácil hablar con ellos. Tuvimos conversaciones mucho más interesantes de las que tengo habitualmente, de la clase que deberíamos tener con todo el mundo.
No había ningún tema tabú, y tenían muy claras sus prioridades. Ahí me alcanzó una epifanía: los que han estado en los lugares más oscuros, los que la sociedad señala y encierra, terminan siendo los más sanos de todo. De pronto me di cuenta de que la música era mi droga, y que al salir de aquel lugar, miras a los ojos de la gente y te das cuenta de que están vacíos, de que no te han entendido como lo hicieron esos chicos.
El mundo está lleno de gente que es racional en el mal sentido. Ese es el tema central de ‘Panther’: el conflicto entre un racionalismo mental y otro orientado a los objetivos. Es un concepto bastante amplio, pero la gente tiene este concepto tan venenoso de una racionalidad orientada al control, y hasta cierto punto se ha convertido en la quintaesencia de en qué consiste ser una persona racional, cuando en realidad la verdad universal e inherente a nuestra naturaleza es un racionalismo basado en los objetivos, en confiar en una persona y decidir qué pasos para llegar ahí con la ayuda de la misma.
En la sociedad práctica que vivimos, un racionalismo más mental puede parecer algo más conveniente. ¿Sabes cuál es un ejemplo perfecto de racionalismo mental? La Alemania de 1939. Ahí todo funcionaba como debía hacerlo y, sin embargo, había algo inherentemente maligno en su planteamiento como sociedad y como cultura.
En el disco lo intentamos plantear como este conflicto entre las panteras, que serían el racionalismo mental, con los perros, que por el contrario representan el racionalismo de objetivos, el basado en la confianza, la convivencia y el amor. No soy de los que cree que todo debería ser gratis y que todo el mundo puede hacer lo que quiere, ni mucho menos. Se necesitan leyes y mercados, pero creo que las cosas no se están implementando bien, y que la sociedad se está volviendo loca por eso. La respuesta nunca es sencilla, pero siempre confío en que haremos lo correcto”.
La felicidad en lo oscuro
Tras semejante declaración de principios, optimista y desgarradora al mismo tiempo, la conversación deriva en que cómo es que siendo él así la música de Pain Of Salvation tiene esa fama de depresiva, yendo tan lejos como para decirle si dicho optimismo proviene de contemplar a la oscuridad en vez de ignorarla. “Siempre he sido un niño raro, y de hecho de pequeño solían decirme que era demasiado maduro para mi edad.
Una parte de mí siempre fue muy meditabunda, y tenía muchos problemas con la vida y con la sociedad en general. Mi mayor problema siempre ha sido la angustia de no poder canalizar todo lo que hay en mi interior de una forma genuinamente auténtica, y de algún modo la música ha sido mi forma de mostrarme tal y como soy.
Sobre lo que comentas de la relación entre mi forma de ser y sobre lo que habla mi música, mis amigos solían escuchar mis canciones y me decían: ‘Wow, esto no lo puedes haber escrito tú. Eres una persona muy enérgica y positiva, ¿por qué compondrías algo así?’. Allá donde voy tengo esa energía casi infantil, un poder inocente, y aun así son pensamientos que están en mi cabeza.
Pueden salir de muchas formas, como por ejemplo en una conversación como la que estamos teniendo tú y yo ahora, aunque no es algo que sea del agrado de todos. Como ya te he dicho y te habrás dado cuenta, yo hablo mucho, y hago lo mismo en las fiestas. Cuando vas a una, esperan que hables de temas muy concretos y vacíos, esquivando un montón de tabúes que convertirían la charla en algo interesante.
Es curioso, porque si estás en una esquina sin hablar eres un bicho raro, pero si hablas de depende de qué cosas, eres el enemigo público número uno. Eso sí, muchas veces salgo de una fiesta y siento que he hablado demasiado, tal vez por la ansiedad, y entonces me entra una depresión terrible, y en mi mente afloran cosas que no creo que tampoco deban ser ignoradas. Son matices de tu propia personalidad, y siempre deberás lidiar con ellos.
Hablando de la música, cada vez que interpreto algo, siento que me he de proyectar al 100% en ello, y si te digo la verdad, a veces se me hace duro ceñirme a las letras y sus significados, porque no son agradables o son dolorosos para mí, pero si mantuviera una distancia de seguridad con mis emociones, entonces no sería real, y no solo estaría engañándome a mí mismo, sino a todos los asistentes del concierto.
La vida gira en torno a lo real, en lo mucho que estemos dispuestos a mentirnos a nosotros mismos. Si sientes que tu vida no es real es cuando sientes que debes escapar de ella, ya sea con drogas o con malas compañías, pero nunca es bueno.
Me gusta pensar en las personas como si fueran coches. Si fuéramos coches, lo lógico sería pensar que cada uno es feliz en su contexto: siendo un coche de carreras, un turismo, un camión, etc. Son todos perfectamente perfectos en sus entornos, y la sociedad trata de meternos a todos en entornos muy estrechos y concretos, y coches que quizás serían perfectos para un circuito, se creen que son peligrosos e inútiles.
Es como: ‘Tengo este enorme motor y aun así me siento un inútil, ¿qué está ocurriendo?. Por el contrario, otros nos dicen que todos hemos de ser como un Fórmula 1, y nos damos cuenta de que son coches que no sirven para vivir en un barrio residencial, que no puedes meter tu compra en ellos, ¡seguro que ni se te ocurriría comprar un coche sin maletero! De algún modo siento que tengo este motor inmenso, esta fuerza que la gente percibe en mí, pero que puede costarme lograr que funcione.
Entonces te das cuenta de que el caos ha sido tu hábitat, y que es algo a lo que mucha gente le puede tener miedo. No puedes meter a un Nissan en un circuito, se ahogarían en el caos, mientras que yo en él me siento como en casa. En nuestro entorno es donde seremos felices y tomaremos las decisiones correctas, pero encontrar este lugar perfecto para nosotros suele ser la misión de toda una vida.
En fin, esta analogía de los coches ha sido un poco rara, pero he intentado explicarlo lo mejor que he podido”. No puedo evitar decirle que es un concepto que Pixar ya intentó en “Cars”, y terminamos riendo los dos. “Definitivamente, no debería hacer un álbum conceptual sobre coches. Eso sí, ¿te imaginas una banda en la que cada miembro es un tipo de coche? Sería digno de verse, eso seguro, ¡aunque quizás luego querrían matarme! Además, seguro que acabaríamos teniendo problemas legales con Pixar (risas)”.
Para saber si esta crisis ha hecho que la música de Pain Of Salvation sea más relevante que nunca, Daniel demuestra que es tan humilde como versado en los temas que le inquietan. “Tan pronto como suceda algo relevante en la historia de la humanidad, la gente terminará tornándose hacia lo que es importante, exista mi música o no. Es humano cuestionarse cuál es tu papel en este conjunto más grande.
Es inherente a nuestra especie que haya conflicto, y aunque siempre hay una sensación de decepción la idea de humanidad, hay que ser valiente para superar ese vacío que nos separa de los demás. Creo que el secreto está en que jamás hay que rendirse, que sonará como un tópico, pero puedo decir que pese a mis tendencias misantrópicas, sigo siendo parte de la humanidad.
Con el género pasa lo mismo, cuando te dicen en qué consiste ser un hombre, o sobre la madurez, cuando parece que es más importante comportarse de un modo que ser de un modo u otro. En la vida siempre te quieren hacer elegir, la sociedad es dicotómica, y eso es una mierda, dan ganas de sentarte en medio de la encrucijada y decir: ‘Me voy a quedar aquí hasta que recuperéis la cordura’.
Te diré una cosa sobre la misantropía. El misántropo será el primero en darle la espalda a la humanidad, pero el último en perder la fe en ella. Te prometo que he intentado rendirme absolutamente con la humanidad, pero es imposible, porque siempre te acabas volviendo a enamorar de ella, aunque sea en pequeños niveles.
Quiero pensar que sí hay alienígenas ahí fuera, o quizás una sociedad humana mirándonos desde el futuro que cuando nos ven piensan que estamos cometiendo errores de juventud pero que no es nada que no pueda resolverse. Al final del día me acabo volviendo a enamorar de la humanidad gracias a las pequeñas cosas.
El otro día vi en Facebook el vídeo de un granjero que salva a un pato de un pozo, y recuerdo que pensé: ‘Dios mío, esto es hermoso’. Cada día se hacen miles de cosas altruistas que pasan desapercibidas, y que estoy seguro que pasan desapercibidas para la mayoría que ve mil desgracias en las noticias, pero ahí está el secreto de mi esperanza.
La vida puede ser decepcionante, pero siempre va de la mano de tus expectativas. Si tu estúpido compañero de trabajo hace algo malo te da igual, porque realmente lo esperas, pero si tu hermano mayor, que es tu héroe, hace lo mismo, de pronto te sientes terriblemente decepcionado. Si no elevamos las expectativas sobre la humanidad, nunca mejoraremos como especie, pero tengo esperanza”.
Hablando sobre lo poco evolucionada que puede estar la sociedad, charlamos de que existe la tendencia en la literatura de ciencia ficción llamada el escenario Corea del Norte. Según la misma, básicamente, somos un planeta cerrado en sí mismo y muy atrasado en un gran imperio galáctico, pero solo por la decisión de nuestros líderes, que nos ocultan la verdad.
“Si te digo la verdad, ese escenario me parece hermoso, porque refleja la dualidad de la humanidad. La capacidad de negarse a sí misma como los líderes de esta Tierra aislada se cierran a recibir lo bueno de cualquier otro planeta. Por cosas así no me gusta la religión, porque te dicen que la vida en la Tierra es un limbo, cuando la vida es un fin en sí mismo. ¿Estamos de coña? ¡La vida es un paraíso!
No puedo imaginarme un planeta mejor que habitar, de hecho es muy probable que el planeta estuviera mejor sin nosotros, y aun así no soy de los que cree que deberíamos matar a toda la humanidad, ni mucho menos, porque nosotros le damos un sentido. Ya te he dicho, quiero pensar que estamos en la adolescencia de la humanidad, pero aun así el conflicto siempre estará en nuestra naturaleza, incluso en el futuro más brillante.
Siempre habrá más problemas, imagínate que un día una especie empieza a evolucionar como nosotros, ¡sería de locos! Ahora los simios quieren ponerse a hacer centrales nucleares. ¿Les vamos a decir que no pueden basados en nuestros errores? Eso sí que sería un buen escenario para una novela de ciencia ficción”.
Los entresijos de ‘Panther’ y si algún libro, película o algo en concreto le ha marcado para componer este álbum genera una respuesta es un poco más concisa, aunque solo un poco. “No puedo recordar ninguno en concreto, pero este trabajo lleva tres años haciéndose, así que seguro que algo ha habido. Soy el padre de tres niños, y el más pequeño tiene autismo y síndrome de down, por lo que he notado que ya no veo tantas pelis como solía, y básicamente miro series, porque tener dos horas para mí es una ilusión.
Una o dos veces al mes, mi hijo pequeño sí que duerme fuera de casa, y entonces sí que puedo pensar un poco en mí, aunque la mayoría de la familia solo quiere desconectar. Sobre los libros, estoy muy metido en la divulgación científica, que me otorga muchas ideas y me da que pensar, pero no es algo que haya jugado un gran papel en ‘Panther’, aunque creo que siempre hay pequeños detalles de todos los libros que he leído.
Si pudiera, vería de esas películas que tienen un poco de todo: algo de comedia y algo de drama, porque son como la vida misma. Es algo que por ejemplo sucede en “Guía Del Autoestopista Galáctico”. Me encanta porque hay un momento en que están evacuando un planeta que va a estallar en tres naves, y en una van los intelectuales, en otra toda la gente trabajadora y en la última va la gente que no es ni una cosa ni otra, que terminan haciendo un poco de todo.
Resulta que no había ninguna catástrofe, que solo querían deshacerse de todos los burócratas, que serían los racionalistas mentales de los que te hablaba antes. Al final la nave se estrella en un planeta lo suficientemente blando como para que no se maten, pero lo bastante duro como para que la nave no pueda despegar de nuevo y se tengan que quedar ahí”.
Nos ponemos filosóficos
Vistos los precedentes, lanzamos el reto de que explique el concepto de ‘Panther’ en diez palabras o menos, desafío que Daniel se toma con mucho humor y cierta indulgencia. “Antes de responderte, voy a enrollarme un poco. Los racionalistas mentales han tomado la mente humana y la han trastocado del todo. El buen raciocinio engendró a la mejor de la sociedad en primer lugar, y hay que tener en cuenta que la disfuncionalidad de una sociedad depende estrictamente del contexto.
Cualquier problema que puedas tener como individuo, irá estrechamente ligado a su situación. Por ejemplo, “La Guía Del Autoestopista Galáctico” es el libro perfecto para el marginado que se ha quedado fuera de la sociedad, porque nunca ha entendido el contexto sobre el que ocurren todas las cosas que la habitan. Así que si hubiera de resumir el concepto, te diría que trata de desafiar los conceptos de racionalidad y cómo una mala racionalidad afecta a la buena racionalidad, y cómo el contexto lo es todo. Aunque mierda, creo que me he pasado de las diez palabras”.
Comentamos que sus palabras recuerdan a Ortega y Gasset y su: “Yo soy yo y mi circunstancia”, con el que afirma que la noción del yo como una constante metafísica es una falacia, y sobre si considera que al filósofo le gustaría ‘Panther’. “Al final del día somos la suma de todo el daño que se nos ha hecho, no porque lo malo sea lo único importante, sino porque al final del día los problemas, las durezas y el daño que se nos ha hecho, es lo que nos define como seres humanos.
Somos como la memoria de un ordenador, y en su interior se almacena todo este dolor, que aunque es importante, no es lo único que hay. No puedo evitar pensar en cómo llegué a esa conclusión cuando estuve en el hospital. Los problemas son importantes, y acaban definiéndote como persona. Puede costar encontrar tu rol en un mundo con conflicto, y por ejemplo, tengo la desgracia de tener amigos con tendencias suicidas y el dilema de estas personas es que están frustradas con la vida y afirman haber tenido suficiente.
La muerte va a llegar, ¿por qué precipitar los acontecimientos? Tu vida se resume en que no existías, de pronto existes, y un día de pronto dejas de hacerlo, o al menos así es como lo veo yo, que no soy religioso. Cada segundo de una vida es precioso. Aún a riesgo de poder meterme en un apuro, me gustaría tener tantos segundos como pueda, y esos segundos serán buenos y malos, y es que sean como sean, ambos serán vida. Si te gusta existir, has de entender que tus circunstancias un día serán tristes”.
De perdidos al río, puestos a ser filosóficos, abrimos el melón de que existe una concepción moral más cercana a la filosofía oriental que afirma que lo malo existe en equilibrio con lo bueno, mientras que en occidente tendemos a pensar que el mal existe para lograr que el bien brille con aún mayor gloria. Siendo friki del todo, le explico que es por eso en “El Señor De Los Anillos” Sauron solo puede corromper, no crear.
“No podría estar más de acuerdo con la perspectiva occidental, y de hecho haré una analogía un poco estúpida, pero es como si celebras Navidad cada día. De niño seguro que dirías sí sin pensarlo, porque serías incapaz de ver el coste, y te gustaría que cada día fuera tan mágico y especial, cuando la realidad es que para que sea mágico y especial en primer lugar, son necesarios los otros 364 días. Si empiezas a recibir un montón de regalos cada día, no los valoras en absoluto. En nuestras vidas necesitamos un poco de todo. Es la sal en la comida. Si solo tienes las cosas dulces, no entiendes siquiera en qué consiste la dulzura en primer lugar”.
Abordando cómo la cosas malas te marcan y definen como persona, indagamos sobre cómo ‘In The Passing Light Of Day’ emergió de su depresión como una flor surgida de entre las cenizas, y sobre si cree que eso es de lo que trata Pain Of Salvation, de encontrar la luz en las horas más oscuras. “Recuerdo que concretamente al escribir la canción ‘In The Passing Light Of Day’ me di cuenta de que una vez contemplas lo inevitable, algo cambia en tu interior, hay un súbita sensación de paz y tranquilidad.
Te pasas la vida luchando y luchando, y sencillamente un día te das cuenta de que no puedes luchar contra todo, y entonces llega la paz. Me di cuenta de que para mí la muerte no me supone un problema, no es algo que me angustie, pero lo que sí que me inquieta es la noción de no existencia, porque soy alguien muy curioso y me gustaría estar vivo para siempre. Hay muchos que me dicen que ser inmortal, aun en una condición distinta a la vida que conocemos, existiendo como energía o algo así, debe ser una tortura, pero es algo que personalmente me encantaría.
La vida puede ser aburrida, pero no creo que me importara. Me encantaría contemplar el cambio, y fíjate, aun estando vivo para siempre, no podría leer todos los libros que se han escrito. Es curioso, porque parece que la eternidad no es suficiente. Hay un miedo a no vivir, y que de vez en cuando te planteas en qué consiste existir y te entra un vértigo enorme, pero de pronto si no tienes opciones hay una extraña calma. En tu interior asumes que pase lo que pase, todo ocurre más allá de tu poder. La ilusión de control es siempre un gran obstáculo”.
La música y la vida personal
Daniel es alguien que jamás ha temido ponerse muy personal con sus letras, y aparentemente tampoco con tus entrevistas, lo que puede haberse traducido en que quizás alguna vez se ha arrepentido de su sincera proximidad. “Hay muchas variables a tener en cuenta. Para empezar yo siempre he sido un firme defensor de profundizar en lo que defiendes. Eso, entre otras cosas, significa que todo lo que digas ha de ser significativo, y en mi caso siempre me he sentido atraído por expresiones artísticas muy auténticas.
Desde esta perspectiva siento que tengo pocas opciones, porque intento trabajar en esa área en la que siento que estoy desnudo, es decir, en la que soy totalmente honesto. ¿Es cómodo? Ni mucho menos, pero eso no significa que no deba hacerlo, porque siento que es mi deber y el precio a pagar como artista. El miedo nunca debería implicarse en la creatividad.
El miedo solo es útil para huir de un oso en el bosque, pero no como algo rutinario, ni mucho menos como un motor para la creatividad. Sé que no es así para todo el mundo, pero sí que lo es para mí. Es inevitable que la gente me pregunte por cosas personales, y es algo para lo que debo estar a la altura. Como te he dicho antes, cuando sobre el escenario me toca enfrentarme a mis letras, quiero hacerlo de forma totalmente honesta, y muchas veces es algo doloroso. Antes hemos hablado de ‘In The Passing Day Of Light’ y mi estancia en el hospital, pero si te digo la verdad, creo que cuando siento que me llevo a mi límite es con ‘Remedy Lane’.
De pronto, como con todo en la vida, si tienes un problema o una crisis, has de enfrentarte a ello en tus horas más íntimas, y procesar ese trauma es una lucha que solo te concierne a ti. Es algo extraño, si te soy sincero, desnudar tu alma a completos desconocidos, pero es algo que he mejorado con los años. En su día me negaba a interpretar nada de ‘Remedy Lane’ en directo, porque sentía que todos los temas que tratan eran problemas que ya había superado y que no quería revisitar.
Otro problema raro que viene con ello es que en el momento en que tratas de escribir sobre un problema, lo quieras o no vas a dar tu interpretación artística, del mismo, y en un punto este evento sufre una mitosis, ya que en una mano tienes el problema tal y como lo recuerdas y la interpretación que has hecho del mismo. Es una forma de extraer las memorias ocultas, como cuando ves una foto sin parar y lo que recuerdas del momento es la foto, no el momento en sí. Has visto la foto tantas veces que el momento real se ha desvanecido. En ese sentido siempre intento que mi música sea cándida y directa”.
Acerca de si el heavy metal como género tiene miedo de tratar con ciertos asuntos, su defensa con matices sorprende. “Creo que todo depende de quién esté escribiendo. Si eres íntimo escribiendo sobre tus problemas, probablemente vengas de un trasfondo metalero, eso diré en su defensa. En los ochenta por ejemplo el heavy metal consistía en decir lo mismo una y otra vez, solo que de distintas formas: confía en ti mismo, sé tú mismo, y lo bueno de todo esto desde el punto de vista psicológico de alguien de la clase trabajadora, es que narra la historia definitiva de un ‘underdog’, como Rocky.
Si hablamos del prog, parece que esto se abre un poco más, pero eso no implica que no haya una fórmula muy pretenciosa y poco flexible sobre qué decir o qué callar en las letras. Yo me reconocí en muchas de esas letras, solo para darme cuenta con los años de que es la misma receta para distintas personas, pero sigue estando vacía. Lo que me gusta del metal es que es muy universal y que hay un poco para todo el mundo y que cualquiera puede encontrar a un artista que hable para él.
Hay una sencillez primitiva que llega al corazón. En el prog muchas veces parece que se preocupan tanto por ser intelectuales que terminan fracasando en su cometido de hacer algo trascendental. Por ejemplo, odio los deportes pero me encanta el parkour, porque tiene las virtudes que pueden gustarme de un deporte, como es la actividad física y los desafíos a uno mismo, y con el metal me sucede algo parecido.
Odio cuando la gente intenta intelectualizar algo que no necesita serlo, por el mero hecho de sentirse mejor, y es algo que por ejemplo sucede mucho aquí en las noticias en Suecia, en la que los invitados usan palabras inglesas con partes en sueco para parecer más inteligentes, cuando podrían usar una en sueco que funcionaría igual o mejor.
En lo que atañe a nuestra música, siempre he tenido las mismas inquietudes. Me gusta escribir cosas complejas porque adoro el desafío de tener que tocar eso y componerlo, pero no quiero que sea la base de mi música. No quiero que Pain Of Salvation solo consista en hacer las canciones más complejas del mundo. Quiero que las canciones sean lo que necesiten ser. Es como cuando abres el capó de tu coche para que surja el motor y puedas fardar. Si tu coche es rápido y cumplidor, no hace falta que lo hagas, no sientes la necesidad en primer lugar”.
Finalmente, con un tono humorístico que deja atrás nuestras inquietudes trascendentales, concluimos conversando de si ha estado entrenando, ya que en el videoclip de “Accelerator” se le ve muy fuerte. “¡Sí que es verdad que estoy en mejor forma que nunca! Verás, cuando salí del hospital me obligaron a hacer entrenamientos de rehabilitación para poder volver a caminar y demás actividades físicas varias, porque estuve postrado en una cama durante meses.
Es fácil darse cuenta de que ya no puedes hacer las cosas que hacías cuando eras joven, y asumes que no volverás a estar mejor que cuando eres joven, y no sé, quizás es porque soy un cabezón, pero me lo propuse como un desafío. Me obligaron a ir al gimnasio por primera vez en mi vida con 47 años, y me sorprendió lo poco que tardé en volver a estar mejor incluso de lo que estaba antes de mi enfermedad. El cuerpo humano puede llegar a ser algo maravilloso.
No es tanto por la edad como que ya no te mueves tanto como lo hacías cuando eras joven. Lo que me pasó es que el gimnasio no me parecía muy divertido, y así fue como descubrí el parkour. Todo comenzó porque quise apuntar a mi hijo, ya que creo que es algo que podría haberme gustado a mí de joven, así que le llevé, y cuando empecé a ver lo que la gente estaba haciendo dije: “eh, yo creo que podría hacer esto”, y cuando quise darme cuenta, también estaba haciendo el entrenamiento.
En ese grupo todo eran niños, así que me apuntaron el grupo senior, y claro, yo pensé que estaría con los padres de todos los chicos, pero no, resulta que senior significa más de dieciséis, y el más mayor tenía veintidós. Llegué y fue algo así como: ‘Cuidado con el abuelo’. El poder aprovecharme de estar tan en forma después del gimnasio fue algo fantástico. Me puse a entrenar y sentía que no había nada que no pudiera hacer. Hay cosas que creo que no podría haber hecho ni siquiera con dieciocho.
También es curioso, porque cuando entras en aspectos más técnicos del parkour, da igual lo en forma que estés, te adentras en una dimensión en la que entra la parte mental, técnica y de vencer tus propios miedos. No puedo permitirme hacerme daño, y aun así aprendía más rápido que nadie, y puedo decir que mis compañeros se quedaron flipando con lo que podía hacer el abuelo. Siempre me empuja la pasión, y como me divierto, ahora no puedo tener suficiente, ¡me he vuelto un adicto!
Respecto al videoclip, originalmente iba a ir con una camiseta de tirantes y a representar a los perros que se enfrentan a las panteras, pero por mi cambio físico creyeron que era mejor que hiciera de Pantera. Me puse a hacer todos los saltos y volteretas que aprendí en parkour, y cuando llevábamos un par de tomas me dijeron que debía quitarme la camiseta, porque la cámara solo captaba dos brazos y una mata de pelo. Y fue difícil, porque siempre he sido tímido, y creo que hace dos años era más musculoso, aunque estuviera en peor forma.
En su día solía ir a capoeira, luego me iba o a parkour o al gimnasio, y después llegaba a casa y dormía como un tronco. Si te digo la verdad, cuesta combinar la música y los entrenamientos, y por supuesto, como músico la perspectiva de lesionarte y no poder tocar es terrible. A pesar de ello, siempre que no estoy haciendo música trato de ejercitarme y despejar la mente. Supongo que simplemente porque me divierto, y creo que el día que deje de pasarlo bien, simplemente dejaré de hacerlo”.
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