Machine Head: cómo hacer un discazo inspirado en My Chemical Romance y anime
Su ultimo disco polarizó a los fans. La salida de varios miembros los desconcertó. Pero Machine Head tienen la habilidad de renacer de sus propias cenizas las veces que haga falta. Una conversación con Robb Flynn.
Machine Head está, todavía, en un proceso de renovación. Una nueva etapa después de unos años que han sido turbulentos para Robb Flynn y los suyos. ‘Bloodstone & Diamonds’ (2014), el cual ya parece muy lejano, fue la génesis, sin que los propios miembros lo supieran, de todo. Después del éxito masivo a nivel musical que supusieron ‘The Blackening’ (2007), considerado como la obra maestra de la banda en su discografía, y ‘Unto The Locust’ (2012), plagado de hits que han quedado perennes en sus repertorios en directo, este álbum trajo consigo algunas modificaciones en el sonido y en la música que no terminaron de convencer a todos como sí lo habían hecho los álbumes anteriores.
Esta dinámica continuó con el posterior ‘Catharsis’ de una manera mucho más exagerada. Machine Head siempre ha sido el grupo de Robb Flynn, pero se acentuó mucho más en este periodo después de que, desde el lanzamiento de su anterior disco, todo lo que se le pasaba por la cabeza a Flynn era lo que se hacía. ¿Que no quería tocar en más festivales? No se hacen giras en verano por Europa más; ¿que no quiero volver a ser telonero de nadie? Me organizo mis eventos dedicados exclusivamente a Machine Head; ¿que quiero componer lo que me apetezca? Que así sea.
Pero claro, una banda está compuesta por más miembros, y hubo un momento, en plena gira de Machine Head, en el que la mitad del grupo dijo basta. Después de su fundador, Phil Demmel y Dave McClain -que eran los miembros más longevos en la formación puesto que Adam Duce había dejado su puesto en 2012 y su reemplazo había sido Jared MacEachern- se plantaron. Abandonaban Machine Head una vez terminase el tour en el que estaban inmersos, y eso generó que las sospechas sobre una posible disolución de la banda se produjese.
Uno de los pasajes más complejos y complicados del grupo que, a pesar de que todo parecía abocado al fracaso, Robb supo revertir. La reunión para un 25º de su debut ‘Burn My Eyes’ junto a los originales Chris Kontos a la batería y Logan Mader a la guitarra sirvieron de excusa perfecta para hacer el tour más ambicioso de Machine Head con una producción insólita hasta la fecha. Y en esa gira, no solo celebraban ese aniversario, sino que también hacían, antes de ese tramo del show, un concierto “normal”.
Para ello los elegidos como reemplazo de Phil y Dave fueron, respectivamente, el polaco Wacław Kiełtyka (Vogg) de Decapitated a la guitarra -uno de los músicos más respetados en su instrumento por su excelente técnica tocando death metal- y el inglés Matt Alston, un desconocido para todos que llevaba años trabajando como técnico para múltiples bandas de primer nivel y que, sorprendentemente hasta para él, obtenía la oportunidad de su vida. Durante esa gira no se sabía quiénes se quedarían fijos en el puesto, pero al final de la misma, Vogg y Matt fueron anunciados como músicos fijos para Machine Head.
A priori daba la sensación de que habían cogido “a los músicos aptos más baratos” para continuar con el proyecto, y hasta que no transcurra el tour de este otoño junto a Amon Amarth y evolucionen en el grupo con el paso de los años no se podrá decir de una manera contundente que les eligieron por ser las personas ideales más que un par de parches para que la fiesta continuara.
Por ahora, Matt Alston no ha tenido una participación activa en ‘Of Kingdom And Crown’ (nuevo disco recién editado por los norteamericanos bajo el sello Nuclear Blast) o los singles anteriores, pero Vogg sí que ha sido artífice de ciertos riffs o solos incluidos en este LP. Un álbum conceptual sobre el anime “Attack On Titan” en el que cualquier aficionados de Machine Head puede percibir reminiscencias a ‘The Blackening’ con el bombazo que supone “Slaughter The Martyr” como corte de inicio con ese arranque sosegado que da paso a una intro muy parecida a la de “Beautiful Morning” y desplegar así un tema muy del estilo de la obra maestra de la formación.
La rabia de frenéticas canciones como “Choke Of The Ashes Of Your Hate”, “Before The Firestorm” o “Unhallowed” devuelve a la etapa de ‘Burn My Eyes’ y el sonido además de baladas como “My Hands Are Empty” o “Arrows In Words From The Sky” son una buena muestra de la versatilidad actual de Robb Flynn a la hora de componer.
Lo mejor de ‘The Blackening’, ‘Burn My Eyes’ o incluso del denostado ‘Catharsis’ está presente en ‘Of Kingdom And Crown’, del cual se dicen maravillas aunque también se trata de parar el fervor puesto que el nivel previo es muy alto. Solo el tiempo dirá hasta dónde llega este trabajo al igual que Machine Head, cuyo camino parece enderezado desde hace un tiempo y que, si se gestiona bien, puede ser una rampa hacia arriba que ayude a evolucionar más lo que Flynn tiene en su cabeza.
‘Catharsis’ cabreó a algunos fans. Este nuevo disco parece ser una vuelta a los formatos más habituales de Machine Head. ¿Te incomodó ese ruido de un sector de los fans y has compuesto con eso en mente?
Todos estamos muy orgullosos de ‘Catharsis’. Estamos muy orgullosos de todos los discos de la banda porque sino, sencillamente, no los habríamos editado. Creo que hay un sector de gente que tendía más a la derecha, a ser seguidores de Donald Trump y nosotros fuimos muy vocales en ese disco en contra de ese sector. El primer tema “Volatile” habla sobre una protesta pacífica en Charlottesville donde una asistente, Heather D. Heyer, acabó siendo asesinada por un grupo de supremacistas blancos que gritaban “Jews will not replace us”.
Sabíamos dónde nos estábamos metiendo y ese sector de gente nos metió mucha caña. Los medios pensaban que esa gente eran nuestros fans pero no eran nuestros seguidores. Al final la gira fue un éxito, el disco entró en el número 15 de las listas y no parece que la cosa saliera demasiado. Dicho esto: hace cuatro años de aquel disco. Han pasado cuatro años y una pandemia y muchas cosas han cambiado. Componiendo este disco nadie estaba pensando “oh, la gente se cabreó con ‘Catharsis’, mejor no les cabreemos esta vez”.
Eso no pasa por nuestra cabeza. Es que nos suda la polla. Nos suda la polla por completo. Componemos lo que componemos, hacemos lo que hacemos y a los fans les gusta. No hay dos discos iguales de Machine Head. No vamos a ser los AC/DC del metal. Conozco a un montón de bandas que se enorgullecen, de algún modo, de ser los AC/DC de un género. Nosotros no. Nosotros no queremos hacer el mismo disco todo el tiempo. No es lo nuestro.
Te comiste un buen montón de mierda en el año 2020 cuando saliste a las redes a decir que “los shows no van a volver hasta verano de 2022”. La gente te dijo de todo, pero principalmente que eras un agorero y excesivamente negativo. Bueno, la realidad es que no ha vuelto a haber giras normales y festivales normales hasta verano de 2022, como comentaste en su momento. ¿Cómo llevas el hate que recibes en las redes?
No es que me meta en Blabbermouth a leer los comentarios. No es mi actitud. Pienso que hay muchas oportunidades para que los artistas hablen y es importante que lo hagan. Sé que hay mucha gente que piensa que deberíamos callarnos y tocar, pero no estoy de acuerdo con ello. Creo que hay un momento y un lugar para todo. No soy un activista. No quiero comerle la cabeza a nadie con mis cosas, pero pienso lo que pienso y llevo mis opiniones con orgullo.
Mi idea es que debes plantar tu verdad, plantarla firmemente en el suelo y defenderla a toda costa. Te ha de dar igual lo que la gente diga sobre ti o sobre tu verdad. Sea positivo o negativo. Porque también es fácil dejarse llevar por los comentarios positivos, ya que hay mucha gente que está de acuerdo con lo que digo aunque no hagan tanto ruido como los que están en contra. Estamos en la tierra durante un corto periodo de tiempo, es un “bip”. Artistas como Bob Marley o Rage Against The Machine que se mantienen firmes en sus convicciones pese al paso del tiempo y las opiniones externas son una inspiración.
Cuando compones una canción como “Stop The Bleeding” corres el riesgo de polarizar aún más a la gente. ¿Tiene eso un coste para ti personalmente o para Machine Head?
Claro que tiene un coste. Evidentemente que lo tiene. ‘The Blackening’ tuvo un coste. Estuvimos vetados de House of Blues porque estaba dentro de propiedades de Disney. Alguien de Disney escuchó nuestro disco y decidió que no le gustaba el mensaje anti-guerra y anti-religioso. Así que nos vetaron durante diez años. ¡Diez años sin tocar en ningún recinto que estuviese dentro de sus propiedades!
Así que sí, todo tiene un coste. Tienes que valorar si ese coste merece la pena por defender tus creencias. Canté lo que canté en ‘The Blackening’, canté lo que canté en ‘Catharsis’ y canté lo que canté en ‘Burn My Eyes’ y siempre lo hice sabiendo que habría poderes superiores que intentarían censurarnos de algún modo. Y precisamente por eso cantamos lo que cantamos.
‘Of Kingdom And Crown’ supone una especie de sumatorio de todas las eras de Machine Head, musicalmente hablando. ¿El tiempo de la pandemia te permitió ser reflexivo acerca de todo lo que has hecho en tu carrera?
Hmm…no. Nunca miro atrás. Aunque suene extraño, nunca escucho a Machine Head. Nunca escucho nuestros discos, nunca me paro a analizar lo que hicimos en el pasado. Cuando compongo un nuevo disco, compongo y punto. No pienso en lo que hice antes o en si es bueno o malo. Compongo canciones, intento distintas ideas y voy armando partes aquí y allá. En este disco compusimos veinte canciones y algunas de ellas simplemente no llegaron a ninguna parte. La pandemia fue un momento de reflexión para todos ya que no nos quedaba más remedio. Creo que no debería decir esto, pero disfruté mucho el confinamiento.
Parece que está mal decirlo en voz alta pero… yo tampoco lo pasé exactamente mal. De hecho, recuerdo el periodo con cierto cariño. El confinamiento me permitió no tener que lidiar con un montón de gilipollas con los que he de lidiar normalmente (risas).
(Risas) Eso mismo. Mira, te lo explico de esta manera: llevo de gira desde que tengo 19 años. He estado en bandas, grabando discos y girando por todo el mundo desde esa edad. Nunca me he tomado un descanso, nunca ha habido un periodo de cinco o diez años de inactividad para Machine Head. Desde que estaba en Forbidden y Vio-Lence todo ha sido un continuo de discos y giras hasta llegar al momento actual.
La pandemia, fuese a la fuerza o no, fue mi primer descanso en todo este tiempo. No tenía una gira inminente, no tenía un nuevo disco inminente, no tenía que viajar. Podía estar en casa con mi esposa, mis hijos y hacer un montón de cosas que no suelo hacer. Muchas de esas cosas han hecho que este disco sea un mejor disco. Simplemente el hecho de desconectar de toda la mierda que rodea a la industria de la música ha sido algo bienvenido.
Cuando llegó la pandemia, mis hijos acababan de convertirse en adolescentes. Mis dos hijos tenían quince y trece años y, por primera vez en quince años… mira, no sé si tienes hijos o no, pero cuando los tienes toda tu vida es hacer de taxista para ellos. Eres su puto conductor de Uber. Los llevas a sitios y los traes de sitios. Pero todo se paró y lo único que podían hacer era ver YouTube, jugar a videojuegos y poco más.
Como ya eran más mayores y podían manejarse solos, mi esposa y yo pudimos tener lo que esencialmente sería una “cita” nuevamente. Los viernes y sábados por la noche no podíamos salir a ninguna parte así que mi propuesta era “pues vamos al garaje a emborracharnos” (risas). Nos íbamos al garaje, veíamos la puesta de sol, escuchábamos música, bebíamos y… oye, era algo muy bonito.
Fue divertido porque… bueno, mi esposa y yo somos enormes fans de My Chemical Romance. Me encanta ‘The Black Parade’, me parece un discazo. Es uno de nuestros álbumes favoritos. Total, que un día estábamos escuchando el disco y estábamos super borrachos y ella comienza a insistir en que debo hacer un disco conceptual. Y yo le decía “sí bueno, lo he intentado otras veces pero es un montón de curro y no sé si lo haré”.
Ella me decía que el concepto de ‘The Black Parade’ era muy bueno y que podría hacer algo así, quizá. Sé que ‘The Black Parade’ es un álbum conceptual, pero nunca he sabido cuál era el concepto. Así que ella se puso a explicármelo detenidamente. Diseccionamos el disco punto por punto y, cuando llegamos al final estábamos hiperborrachos. Pero ella me estaba haciendo un análisis conceptual del álbum super preciso. Letra por letra, verso por verso… al final me quedé alucinado de lo que había tras ese disco y dije “venga, voy a intentarlo”.
En ese momento no tenía compuesta ni la mitad de este álbum así que comencé a proyectar hacia dónde podría ir la cosa. Al principio tenía un arco narrativo muy americano en mi cabeza: un malo, un bueno y gana el bueno. Esa era la premisa. Compuse algunas letras muy buenas, las canté… pero no me acababa de convencer. Tengo mi propio estudio y puedo ir trabajando tranquilamente en las canciones pero, de algún modo, no terminaba de sentir una conexión con lo que estaba componiendo. Estaba leyendo letras de un papel en lugar de cantar cosas desde el corazón.
Durante la pandemia, mis hijos se aficionaron al anime japonés. Veían un montón de programas loquísimos en YouTube y otras plataformas. Cuando yo tenía su edad era un nerd del anime impresionante. Era un loco del anime. Comencé siendo un nerd de Star Wars, coleccionando las figuras y todo el rollo, y luego me convertí en un nerd del anime. Akira y todo el rollo. Incluso iba a convenciones de fans y todo eso. Luego me dio por el metal y me puse a coleccionar e intercambiar cintas de cassette por un tubo, comprando piratas y todo eso.
El caso es que me puse a ver anime con mis hijos en el ordenador y, ciertamente, yo no había seguido el anime actual. Hay mierda hoy en día que no te llegas a imaginar. Es impresionante. Cuando lo vi dije “wow, esto es alucinante”. Nos bajamos juntos abajo, a la pantalla grande que tenemos, y nos pusimos a ver series de anime super brutales y violentas que yo nunca había visto. Raras de cojones. Y una de las series que empezamos a ver fue “Attack On Titan”. Es una serie muy larga, con unos diecisiete capítulos por temporada. Lleva tiempo y dedicación verla completa, pero acabas haciéndolo. Si no la has visto, haz el favor de verla. Es extraña, violenta, brutal, psicodélica… de locos. Cuando llegamos a la tercera temporada yo ya no sabía quién era el bueno y quién era el malo.
Ambas partes piensan que están haciendo el bien, pero son tan jodidamente malvadas que te deja con dudas. Eso me hizo repensar mi propio concepto y decir “hmm… podría hacer eso”. Que ambas partes de mi historia pensasen que hacen el bien cuando realmente están haciendo el mal. Cuando hice eso comenzó a fluir mi creatividad. Podía aportar más brutalidad, más tristeza y otros elementos.
He compuesto nueve discos desde el prisma de mis propios ojos. Lo que observo en la sociedad, mis propias experiencias… Y ahora compongo desde dos prismas opuestos. El personaje 1, Ares, pierde al amor de su vida y se lanza a una carrera asesina para vengar lo sucedido. El personaje 2, Eros, pierde a su madre a causa de una sobredosis de drogas. En su espiral depresiva es radicalizado por un carismático líder y se lanza a su propia carrera asesina. En esa carrera, es una de las personas que mata a Amethyst. La letra habla de cómo sus vidas se conectan y el primer tema, “Slaughter The Martyr” es la historia del personaje 1, Ares. Acaba de perder al amor de su vida y está vengativo y triste.
Durante una buena temporada Machine Head se han centrado en hacer shows dentro del formato “An Evening With”, sin teloneros. Ahora salís a la carretera como co-cabezas de cartel con Amon Amarth en una gira por arenas. ¿Qué ha cambiado en tu planteamiento de las giras?
Me encanta hacer lo de “una tarde con Machine Head”. A los fans les encanta también. Durante décadas hemos girado con teloneros, teloneando, tocando en festivales y actuando durante 45 minutos. Cuando tienes canciones como “Halo” que duran diez minutos o “Clenching The Fist Of Dissent”… pues claro, llega un momento en que tocas un set de cuatro canciones. Y yo me preguntaba “¿qué mierda estamos haciendo? ¿Qué estupidez es esta?”.
Comenzamos a hacer el formato “An evening with” vimos que metíamos más gente, que ganábamos más dinero y que podíamos hacer un show como era necesario. Podíamos tocar durante dos horas y media o tres, incluso tres y media. No muchas bandas pueden hacer eso, ni musical ni físicamente. Ni muchas bandas tienen un catálogo que la gente quiera escuchar durante esa cantidad de tiempo en un concierto.
Que el mundo se pusiese patas abajo durante una temporada nos hizo pensar un poco. Amon Amarth querían hacer esta gira con nosotros desde hace mucho tiempo y no nos parecía mal salir juntos tocando en arenas con un buen montaje y buenas condiciones. Darle a la gente un concierto gigante de heavy metal sonaba bien. Los dos tenemos nuevo disco, los dos giramos por primera tras la pandemia… se lo planteamos a los promotores y les pareció una gran idea.
Entonces ¿la duración de vuestro set era el principal motivo por el que no estabais tocando en festivales? Fue toda una sorpresa veros actuar en Bloodstock Open Air el otro día.
Lo de Bloodstock fue una pasada. Estuvimos tocando en una carpa donde caben 6.000 personas y allí había más de 10.000 viéndonos apelotonada. Fue increíble. Dentro de esa carpa habría como 40º grados de temperatura, una pasada.
Pero, ¿cuál era el motivo para no actuar en festivales? ¿La posición en los carteles? ¿La duración? ¿El aspecto económico?
Todas esas cosas realmente. Hemos tocado en Wacken muchas veces, hemos actuado en With Full Force, fuimos cabezas de cartel en el Bloodstock la última vez que estuvimos… el problema es que no puedes hacer tan solo un festival. Tienes que hacer todo el circuito completo. Son tres meses de festivales y es extenuante.
Cuando el tiempo está bien, la experiencia es buena. En mis décadas tocando en festivales lo cierto es que un año está todo bien y al año siguiente se tira lloviendo tres meses y es horrible tocar al aire libre de esa manera. La última vez que hicimos el circuito de festivales me rompí por completo. Estábamos a 15º grados cada noche, con lluvia por todas partes, la gente no podía hacer un circle pit, el barro era tan grueso que era imposible hacerlos.
Y hubo un día en que dije: yo no monté una banda para esta mierda sino para tocar thrash metal en un club lleno de sudor. No necesito tocar bajo la puñetera lluvia. ¿Cuándo se ha convertido mi carrera en esto? Hubo un festival en que el techo del escenario se rompió y un montón de agua comenzó a caer sobre mi amplificador, que se jodió por completo. Tras todo eso me quise alejar de ello una temporada. Quería hacer algo diferente.
Los festivales hacen un trabajo excepcional. Cuando están bien hechos, por gente profesional que son verdaderos fans del metal tienen un cierto vibe, una cierta cultura a su alrededor. Pero hoy en día los festivales son eventos corporativos que no tienen la menor conexión con los fans. Muchos festivales se agotan antes de que se anuncie la primera banda, lo cual me refuerza la idea de que da lo mismo quién toque. Hoy en día un festival es algo así como una gran experiencia con tus amigos donde suena música de fondo. Y ya está.
Necesito sentir una conexión con el público. Cuando comencé a tocar en bandas mi pretensión no era hacerme famoso y tener un millón de dólares. Yo comencé tocando en el jardín trasero de casa de mis amigos o en una fiesta en el comedor de una casa. Tocábamos en comedores con bandas de punk rock. Con el tiempo pasamos a actuar en pequeños clubs de thrash metal. Todo lo que queríamos era meternos en esa escena. No había sueños de tocar en arenas. Cuando Machine Head celebramos los 30 años de nuestra carrera lo hicimos tocando en una fiesta casera, porque nuestro primer concierto fue en el comedor de una casa.
Cuando empezamos a tocar música sabíamos que no íbamos a salir en la radio, que no íbamos a salir en la MTV y que tendríamos que ganarnos a cada fan, uno por uno, haciendo grandes conciertos y grandes discos. Y eso fue lo que hicimos, esa fue nuestra prioridad. Yo siempre quise tener una conexión con la gente. He hecho shows con 75.000 personas delante que han sido una absoluta basura para mí. No porque el público fuese malo o nosotros tocásemos mal. Sencillamente era como tocar para un óleo. A nadie le importaba. La gente estaba distraída, estaba a otras cosas. Y eso es una puta mierda.
A la misma vez, he hecho shows ante 75 personas que han sido divertido, locos y una absoluta locura con la gente totalmente motivada. Esos son los shows que me motivan. Ahí es donde consigo la energía. Eso es lo que es la música para mí: conectar. Y la conexión que busco es con ese chaval aislado, deprimido que no acaba de encajar en ningún lugar, no es popular y no tiene demasiados amigos. Se pone sus auriculares y la música le lleva a otro lugar. Le hace sentir fuerte, empoderado. Le hace sentir que no está solo. Ese chaval solía ser yo. Cuando hago música intento hacerlo para ese chaval.
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