Jared James Nichols ha crecido con Zakk, Leslie, Michael, Eddie o Stevie. El resultado es un músico de los que ya no se fabrican con un directo mayúsculo.

Jared James Nichols es el último héroe de la guitarra. Donde una vez el mundo idolatraba a Gary, Eddie, Zakk, Michael, Angus o Ace, hoy en día se idolatra a cualquier chaval que graba pistas en su habitación y canta con autotune. Tiempos difíciles para la lírica -y la guitarra eléctrica de paso- pero siempre quedan los románticos que, como Nichols, entregan su vida a la causa.

Su nuevo disco, de título homónimo, es un festival onanista de la guitarra como hace tiempo que no se escuchaba, aunque siempre con gusto, mesura y potencia. Sergi Ramos se sienta con él en los camerinos de la sala Wolf de Barcelona. Una entrevista retrasada tres horas para que Jared pueda preservar su voz para el show y no hablar más de la cuenta. Visto su estado casi afónico durante la charla, tomó la decisión correcta.

Vives íntegramente de la actividad en directo y todo lo que ello supone. ¿Como gestionaste estar dos años parado sin conciertos?

Fue algo muy complicado de gestionar. Me centré en componer canciones y trabajar en mi estilo como guitarrista para tener la mente ocupada. Estaba nervioso porque no sabía lo que iba a pasar y lo único que tenía sentido era la música: tocar, ensayar y grabar. Así hice mi nuevo disco.

Fue una temporada complicada, porque me gusta mucho tocar en directo y me quedé sin mi principal aliciente como músico. Por suerte, pude hacer música y canalizar algo bueno entre todo lo malo. 

Un artista de tu nivel tiene que girar para mantenerse. No tienes un “Back in Black” o un “1987” criando royalties que te permitan sentarte a ver crecer la hierba. ¿Como gestionaste la parte económica?

Girar es lo que me permite vivir. Al no poder tocar en vivo tuve que comenzar a plantear otras salidas, como dar lecciones de guitarra por videoconferencia. Fue muy duro verse en la situación en que tenías que inventarte maneras de pagar el alquiler cada mes.

Hoy en día, la música rock es Imagine Dragons. El concepto de música rock que recordamos, basada en guitar heros como Eddie Van Halen, Zakk Wylde o Michael Schenker es algo del pasado. ¿Por qué decidiste enfocar tu carrera de ese modo? Todo se sustenta sobre tu figura y sobre ese enfoque, digamos, prehistórico del guitarrista como elemento conductor.

Yo crecí con guitar heros. Ellos formaron mi gusto en la música. A la misma vez, hoy en día nadie estaba llenando ese nicho en el mercado del rock. Pensé en cómo podía presentar mis canciones y mi música desde la perspectiva de un guitarrista con presencia. Es mi manera de mantener ese legado, esa manera de ver el rock.

Joe Bonamassa, por ejemplo, es uno de los últimos guitarristas en hacerse un nombre, pero su perfil es mucho más bluesy y distante.

Yo intento ser fiel a mi mismo. Yo no crecí con una americana y una corbata, sino que crecí con el rock and roll, amando a Black Sabbath y Stevie Ray Vaughn. Yo intento tocar mi música y ser genuino.

¿Te sorprendió recibir todo el apoyo de los grandes cuando empezaste?

Si. En el momento en que tuve mi propio modelo de guitarra, mi guitarra signature, pensé que era una locura. No sabía como había pasado eso (risas). Ser un brand ambassador para Gibson me pareció otra locura. Poder tocar con muchos de mis héroes fue otro de esos momentos en que me tenía que pellizcar…

¿Cuál fue el músico con el que más alucinaste?

Leslie West de Mountain, sin duda. Y probablemente Slash, Zakk Wylde, Peter Frampton y Billy Gibbons. Todos esos me impresionaron pero… Leslie West fue el número uno para mi.

¿Te trataron con respeto?

Me trataron como un hijo, especialmente Leslie. Leslie vino a un show mio y le llamaba abuelo. A Zakk Wylde lo llamo papá (risas). Son personas muy inspiradoras para mi. Zakk y yo hablamos cada día y siempre estamos preguntándonos qué tal estamos. Siempre que tengo una duda, le pregunto y hace lo posible por ayudarme.

He aprendido más estando de gira que todo lo que podía haber imaginado o leído sobre el negocio. La vida real es la mejor manera de aprender.

Jared James Nichols (Foto: Nerea Hernández)

¿Crees que lo que haces tiene un determinado techo de cristal? Ya no hay una industria de la música como la de antaño.

Si giro, giro y giro, cada vez viene más gente. Lleva más tiempo y más exposición llegar a los mismos resultados que hace dos o tres décadas. Para mí lo importante es tocar ante la mayor cantidad de gente posible para poder mostrar mi música y que el rock and roll sigue vivo y sigue siendo un género fresco.

La industria busca, cada vez más, artistas en solitario con bandas de apoyo, porque son más fáciles de gestionar y manipular. ¿Has tenido alguna situación en que un manager, agente o similar ha intentado decirte como debes hacer las cosas?

Claro. Hoy en día has de hacerlo todo tú mismo. Has de ser original y seguir tu instinto. He trabajado con mucha gente que me decía que hiciese determinadas cosas que son más populares, pero eso no funciona conmigo. No puedo hacer algo que no siento.

Yo quiero sonar como yo mismo. No puedo sonar como Imagine Dragons. No es mi área. Si sigues tu instinto, la gente acabará uniéndose. No puedes luchar contra lo que es popular.

Jared James Nichols (Foto: Alberto Almendro)

El nuevo disco tiene un sonido mucho más puro, más “de raíces”. ¿Tenías una plantilla determinada en mente a nivel de sonido?

Si. Lo grabamos en directo en un solo espacio, todo con cinta y sin overdubs, salvo mi voz. Fue más inmediato, enérgico y fresco. Sonaba propio de la vieja escuela pero corriente y fresco. Eso es lo que le da ese sonido de raíces. Los amplificadores estaban a todo volumen. Eso también ayuda.

Siempre intento que mi guitarra cante. Que sea heavy, pero que sea melódica y que llene el espacio.

Cuando veo a guerreros de la carretera como tú siempre pienso lo mismo ¿como lidias con la vida personal y familiar?

No tengo hijos, pero tengo una esposa. Intento estar conectado todo lo que puedo con facetime y mensajes. A veces ella viene conmigo de gira, pero sabe que estoy de gira y estoy trabajando. Intento hacerlo lo mejor que puedo, pero es duro hacer que las piezas encajen siempre.

¿Qué tienes en mente para el futuro?

Componer, grabar el próximo disco y girar toda mi vida.

Sergi Ramos