Deep Purple: no ganar dinero glorificando el último concierto o gira
Por encima del bien y del mal, Deep Purple han editado el enésimo disco de su carrera, ‘Whoosh!’. Da igual lo que suceda en el mundo: el púrpura prevalece.
“Se han convertido en una orquesta de pueblo”, bramaba hace años un conocido periodista musical durante una conversación privada. Fan acérrimo de la saga de Deep Purple, no terminaba de ver con buenos ojos la trayectoria del grupo desde que a finales de los años ’90 los discos de estudio comenzaron a espaciarse en el tiempo. Desde ‘Abandon’ (1998) a ‘Bananas’ (2003) pasaron cinco años. Apenas un par de años después llegaría ‘Rapture Of The Deep’ (2005) pero habría que esperar ocho años hasta que ‘Now What?’ (2013) nos permitió que el paciente púrpura recuperase el pulso discográfico. Otros cuatro años tardaría en llegar ‘Infinite’ (2017) y ahora, con cierta celeridad, aparece ‘Whoosh!’ en 2020, tras un lapso de tiempo que comienza a considerarse breve.
Al periodista lo que le incordiaba de veras era que la banda no había hecho demasiado por dotar de interés su producción de nueva música. Los directos eran un compendio de hits que todo el mundo quería escuchar y dos o tres temas nuevos que a nadie le interesaban, según su versión. No solo eso: desde la salida del temible Ritchie Blackmore en 1993 y el paso por la banda de Joe Satriani primero y el ya clásico Steve Morse después, Deep Purple habían perdido buena parte de su esencia. Algo que se agravó todavía más con la salida de Jon Lord, el maestro musical y teclista de la banda, y la entrada de Don Airey, popularmente conocido en los ’70 y ’80 por ser lo que se solía llamar, despectivamente, “un mercenario”. Apenas la base rítmica de Roger Glover e Ian Paice acompañaba a la voz maltratada de Ian Gillan. Todo era miseria, aparentemente. Aquello no era digno de llamarse Deep Purple.
Aquella conversación tuvo lugar en 2004. De eso han pasado dieciséis años y Deep Purple siguen aquí, editando un nuevo disco en agosto de 2020, mientras el mundo sufre una temible pandemia que ha paralizado todo lo que tenga que ver con la música en directo. Aquel periodista ya no escribe en ninguna parte. Deep Purple siguen haciendo música y giraran en cuando el mundo sea un lugar seguro en el que congregar a las masas.
Hablar en términos despectivos de Deep Purple es tentar a la suerte. Como con los clubs de futbol, estamos hablando de entes que están por encima de su eje cronológico, su directiva y el mejor de sus dream teams. Aun así, estamos en el primer siglo del rock and roll y nadie tiene la menor idea de cuales son las reglas del juego todavía. “Yo siempre decía que lo dejaría cuando viese que los Rolling Stones lo dejan…pero los tíos siguen girando pasen los años que pasen”, decía Joe Perry de Aerosmith en una entrevista que mantuvimos el año pasado. Los mismos que anunciaban una gira de despedida que luego matizaron en múltiples entrevistas antes de empezar siquiera.
“Cuando llegas a cierto momento en tu vida, cualquier aliento podría ser el último”, dice lacónico Glover, el mítico bajista y muchas veces productor de Deep Purple. No parece temerle al fin, pero tampoco tiene ganas de que llegue. “Esto es algo que no puedes parar: es algo que sale de lo más profundo de tu ser y te empuja a hacer lo que haces. Cuando eres un compositor o un músico tu vida se basa justamente en eso”, resume.
El factor Ezrin
Tampoco se puede culpar a Deep Purple por haber variado en múltiples ocasiones su formación. A fin de cuentas, es una banda famosa por dividir sus eras en “marks”. La era clásica de GIllan/Glover/Paice/Blackmore/Lord, la era de Hughes y Coverdale, la de la reunión de la formación clásica, la de Joe Lynn Turner… ocho formaciones han protagonizado los cincuenta y un años de historia de la banda de Hertfordshire. Ponerse puristas es negar una parte muy importante del desarrollo de la banda y reducir todo a seis discos de estudio, los que grabó el mítico Mark II. Del mismo modo que los fans más puristas de Pink Floyd lo reducen todo al periodo 1970-1979, de ‘Atom Heart Mother’ a ‘The Wall’, los más acérrimos de Purple no comprenden como la banda que en solo tres años grabó ‘In Rock’, ‘Fireball’, ‘Machine Head’ y ‘Who Do We Think We Are’ -con todo un ‘Made In Japan’ de por medio- ahora tarde veinte años en grabar cuatro discos que, en comparación, son inferiores.
Aquel periodista podía pensar que eran una orquesta de pueblo pero Deep Purple están lejos de eso: siguen siendo una fuerza relevante en el mundo del rock y con la capacidad de hacer discos de rock poseedores de la esencia del género. Una esencia que, en medio de esa otra pandemia que es la de mezclar el género con cualquier otra expresión musical aparecida en los últimos cuarenta años sea música disco, hip-hop, electrónica o lo que sea, se adivina más necesaria que nunca. Deep Purple son ese frasco que no debemos perder, un faro que no debemos perder de vista. Como los Stones. Si ellos pierden el norte, es que no hay nada que hacer para el resto.
Pero hasta Deep Purple pierden el norte de vez en cuando, aunque sea para sus adentros. Entra en escena Bob Ezrin, el mítico productor de Kiss, Pink Floyd y Alice Cooper entre muchos otros.
Ezrin ha producido los últimos tres discos de Deep Purple y nadie le puede toser. Imagínate estar en una habitación con unos tipos que llevan cincuenta años con su banda y diles lo que tienen que hacer. Además, añádele que uno de ellos, Glover, ha producido algunos de los discos más conocidos de la banda y atesora muchos de los conocimientos que hacen que Purple suenen a Purple.
“Bob Ezrin es alguien con mucha energía y muchas ideas”, explica el propio Glover. “Si nos dejas a nosotros solos nos pasaríamos tres horas discutiendo si algo tiene que ser en Sí bemol o en Fa. Bob viene y dice ‘tiene que ser en Sí bemol’. Esto hace que las cosas vayan más rodadas y que los desacuerdos se resuelvan con suma rapidez. Y nos gusta trabajar con rapidez. Lo primero que reconoció de nosotros es nuestra capacidad musical, porque cuando tocamos en directo tenemos una gran espontaneidad y Bob quería potenciar eso en el contexto del disco. No se trata de encontrar la mejor canción y hacer la grabación perfecta, sino de estar todos en el estudio y tocar con facilidad y fluidez”, explica el bajista.
“Normalmente no hacemos más de un par de tomas de cada canción. No somos una banda que trabaje los discos por capas, grabando por separado. Tocamos todos juntos en el estudio normalmente. Un disco nos suele llevar dos semanas de trabajo en el estudio. Quizá otro par de semanas con las voces incluidas, pero no mucho más. Es un proceso rápido y Ezrin es el arquitecto de ese proceso”.
Si bien esa esencia que hoy representan Purple es un valor en alza, no lo era tanto a mediados de los ’70, cuando Ian GIllan se fue de la banda por primera vez. “¿Quieres saber por qué dejé Purple?” le preguntaba Gillan al renombrado periodista Pete Makowski por entonces en una entrevista para la revista británica Sounds. El periodista le indicó que pensaba que era debido a las grandes diferencias entre él y el guitarrista Ritchie Blackmore.
“Para nada”, respondía Gillan en la entrevista. “Tuvimos nuestras diferencias pero ese no fue el motivo. (…) El motivo es que la banda estaba apalancándose y por eso se fue Ritchie también. Los Deep Purple en los que yo estaba cayeron en un patrón formulaico que era como hacer servicio civil. Creo que fue por vagancia, por miedo. ‘Fireball’ fue una gran progresión pero tras eso creo que caímos en hacer música formulaica. ‘Machine Head’ fue como volver a hacer lo mismo que en ‘In Rock’ y eso fue una pena considerando todo el talento que había en la banda. Me fui de Purple porque estaba aburrido de hacer siempre lo mismo”.
Si el Gillan de 1974 escuchase ‘Whoosh!’ le daría un síncope al comprobar cómo una colección de canciones puede resumir, paradójicamente, todos esos elementos formulaicos que parecía odiar en aquel entonces. Para los fans del classic rock en el año 2020, no podría haber mejor acontecimiento que Deep Purple editando una colección de canciones que respeten los valores musicales de la banda, su legado y su identidad. Canciones como “Throw My Bones”, “Nothing At All” o “Man Alive” son piezas dignas del nombre al que representan. Sí, evidentemente nunca serán “Highway Star”, “Smoke On The Water” o “Woman From Tokyo” pero tampoco ningún miembro de Deep Purple parece tan desconectado de la realidad como para pretenderlo.
Por encima de todo
Son tiempos extraños para el rock and roll, casi tanto como para las relaciones humanas, la salud pública o la actividad económica. Si bien todos los miembros de Deep Purple podrían considerarse como población “de riesgo” para el maldito virus famoso, su mejor muestra de supervivencia es simplemente editar un disco.
“Ha sido un reto, pero no ha sido duro”, explica Glover sobre el confinamiento de los últimos meses. “Me imagino que debe haber sido más duro para otras personas que para mí. Vivo en el campo, aislado, no en un edificio con dieciséis niños a mi cargo. Ha sido un proceso distinto para mí y, pese a todo, ha tenido un lado bueno. He tenido más tiempo para hacer cosas que me gustan, en lugar de cosas que debo hacer”, razona.
El disco de Deep Purple llevaba una buena temporada hecho antes de que todo el mundo se volviese loco.
“El disco estaba totalmente acabado antes de que estallase todo esto, desde el año pasado”, explica el músico.
Pese a todo, ‘Whoosh!’ se ha retrasado respecto a su fecha de edición inicial, situada en el mes de junio y a tiempo para los conciertos que la banda planeaba dar en Europa. Finalmente el trabajo ve la luz el 7 de agosto.
“Es la discográfica quien tiene el poder de decisión sobre cuándo se edita el álbum”, se disculpa. “Ellos son los expertos y ellos son los encargados de esa parte. Nosotros no conocemos cuales son las motivaciones para que un disco salga en un momento u otro, más allá del hecho de que llevamos un montón de años en este negocio. Nosotros confiamos en nuestra discográfica y cuando nos dicen que el disco se ha de retrasar un poco, sabemos que lo hacen por un buen motivo”.
En conversación telefónica, Glover es elaborado y afable. Si bien Gillan depende un poco de los astros, Glover es un valor seguro y buen conversador. Como Paice. Son músicos que pueden hablar con una pared y conseguir que los ladrillos se interesen por cualquiera de las historias que atesoran tras una carrera que arrancó cuando el primer ministro británico era Harold Wilson. Y con las fronteras aún cerradas a la hora de hacer ésta entrevista, tampoco había mucha más opción que desayunar telefónicamente con el músico británico afincado en Suiza.
“Sentíamos que ya no éramos relevantes como banda, que nuestro tiempo había pasado”
¿Porqué un nuevo disco tan “rápido”?
El hueco de ocho años entre ‘Rapture Of The Deep’ y ‘Now What?’ tiene más que ver con la agenda de trabajo que teníamos que con una falta de inspiración por parte de la banda. Actualmente no necesitas un disco para salir de gira, como en los viejos tiempos. Estamos en una categoría distinta ahora y podemos salir de gira siempre que queramos -con un poco de lógica, claro-. No tenemos una gran acumulación de canciones esperando para salir a la luz.
Cuando salió ‘Now What?’ vio la luz veníamos de un período en el que algunos de nosotros, y no me incluyo, nos estábamos planteando si tenía alguna lógica volver a hacer un disco de estudio. No tenía sentido desde una perspectiva financiera y además sentíamos que ya no éramos relevantes como banda, que nuestro tiempo había pasado. Yo siempre he pensando que somos una banda de álbumes, que es nuestra esencia y que deberíamos mantenerla. Creo que cada disco es una instantánea de dónde estábamos, de quienes éramos en ese momento concreto de la historia y es importante mantener la continuidad.
Cuando decidimos comenzar a trabajar en nuevo material, Bob Ezrin nos mostró un camino. Como hacía tiempo que no componíamos juntos, ocho años, estábamos llenos de ideas y eso nos permitió completar ‘Now What?’ con bastante facilidad. Fue el disco que nos hizo enamorarnos de grabar discos de estudio nuevamente. Y aquí estamos nuevamente, como resultado de aquel proceso.
¿El crecimiento de los servicios de streaming y el acercamiento de nuevas generaciones ha renovado el interés en el catálogo y la música de Deep Purple?
No tengo la menor idea de lo que pagan los servicios de streaming y lo que nosotros ingresamos por ello. Leo los titulares, como todo el mundo, pero no conozco los detalles. Nuestra discográfica cree mucho en nosotros y Bob Ezrin ha creído mucho en nosotros y esas han sido las principales fuentes de apoyo que nos han llevado a volver al estudio. Por eso hemos vuelto a hacer tres discos en los últimos ocho años, lo cual está muy bien si pensamos que en los ocho años previos hicimos cero discos. Pero, como digo, eso se reduce a que hay gente que cree en nosotros y nos apoya.
Es un disco fácil de escuchar, inmediatamente familiar. ¿Se había vuelto el rock and roll demasiado complicado en los últimos tiempos?
Nunca intentamos hacer nada como banda. Las cosas suceden cuando tocamos juntos. La primera sesión de grabación nos genera 15 o 20 ideas para canciones. La segunda nos genera otras tantas y con eso tenemos suficiente. Un par de sesiones se han vuelto la norma para nosotros. Cuando tenemos todas las ideas sobre la mesa, hacemos una selección y nos centramos en las que mejor suenan, las que más nos gusta tocar. Cuando acabamos un disco es tan sorpresivo para nosotros como para el resto del mundo porque no hay un plan de antemano, no hay una reunión para pensar “¿en qué dirección queremos que vaya este disco?”. Eso no sucede, sencillamente. La dirección no significa nada para nosotros: nunca hemos seguido a otras bandas, ni ninguna moda. La música sale como sale en ésta banda y esa es nuestra naturaleza, la manera en que funcionamos.
El disco parece tener más presencia del teclado de Don Airey si lo comparo con los dos anteriores.
No sabría decirte, es tu opinión y tienes derecho a ella. Nosotros construimos canciones totalmente a ciegas y no pensamos en si hay más teclado o menos teclado. Puede haber una posibilidad, un pensamiento subconsciente sobre que este pueda ser nuestro último disco y eso nos lleva a hacer las cosas de una determinada manera. Pero claro, el anterior disco también iba a ser nuestro último disco y aquí estamos en el año 2020. Pienso que el disco tiene un tono un poco más heavy en canciones como ‘Nothing at All’ o ‘Man Alive’. Son canciones que tratan conceptos más amplios que el amor, la música y los conciertos. Tienen más que ver con la humanidad y con pensamientos más profundos.
“La atracción sexual es algo que siempre va a estar ahí pero la manera de expresarlo debe ser más dignificada que la que teníamos como veinteañeros”
Con la perspectiva de alguien que lo ha visto todo en éstos últimos cincuenta años ¿es más inspirador el momento actual para componer música?
No sabemos lo que sabemos hasta que alguien nos pregunta lo que pensamos sobre un determinado tema o cuestión. Las entrevistas son un proceso de iluminación para nosotros porque nos hacen plantearnos cosas. Es una buena pregunta la que formulas.
Creo que hay una diferencia entre componer letras con 20 años y componerlas con 70 años. Muchas cosas cambian en ese tiempo. Nadie dice que no puedas ser cachondo o absurdo, porque siempre hay un espacio para eso en la música, pero nosotros componemos para nuestra edad, por así decirlo. Componer sobre coches rápidos y tías buenas estuvo bien en una época pero creo que no sería demasiado apropiado a los 70 años. No pienso que lo sea. Es evidente que la atracción sexual es algo que siempre va a estar ahí, tengas los años que tengas, pero la manera de decirlo y expresarlo debe ser más dignificada que la que teníamos como veinteañeros. Creo que a medida que te haces mayor tienes muchas más opiniones sobre distintas cuestiones pero nunca hemos sido una banda politizada. Somos una banda donde cada miembro tiene distintas visiones políticas pero nunca lo hemos usado en el contexto de la banda. No queremos decirle a la gente cómo tiene que pensar. Nosotros hablamos del mundo desde un punto de vista puramente observador. Si dejamos que la política se infiltre en Deep Purple, la banda se rompe. Todos somos distintos y estamos de acuerdo en ser distintos (o estamos de acuerdo en no estar de acuerdo, como se suele decir). Pero estamos por encima de la política. Tenemos una visión del universo y el mundo y la expresamos a través de nuestra música y canciones.
¿Se vuelve más difícil componer canciones de rock entretenidas y enérgicas a medida que la edad te empuja a una visión más oscura o nihilista de tu entorno?
Recuerdo que una vez, de niño, me planteé que sucedía cuando se acababan los títulos de películas. Es un pensamiento absurdo pero, a los siete años, es una de esas cosas que te preguntas. Como compositor, las infinitas posibilidades para hablar del mundo que te rodea te favorecen. Soy un compositor antes que un comentarista social y escucho mucha música todos los días. Trabajo todos los días, aunque sea tocar dos acordes, y eso me hace mantener cierta frescura y evitar el nihilismo absoluto. En ocasiones veo un titular en un diario y eso me inspira a pensar un título para el nuevo disco. No hay ninguna escasez de temas para un compositor en el mundo actual. Siempre encuentras una manera. Y siempre hay una nueva manera de decir “te quiero”.
Deep Purple debe ser una de las últimas bandas que se reúnen físicamente en un estudio para grabar música.
Como si fuese arte, ¿verdad? (Risas)
Exacto. ¿Crees que la gente glorifica la tecnología en exceso y se olvida el factor humano -la tensión, el tira y afloja- a la hora de grabar música?
Cuando la tecnología comenzó a cambiar a finales de los ’70 y aparecieron las cajas de ritmo, los sintetizadores y los secuenciadores la idea de la perfección lo alcanzó a todo. Es muy complicado lograr la perfección si eres un humano, salvo que ensayes dieciséis horas al día. No puedes culpar a los músicos jóvenes por hacer sus grabaciones por capas y con los medios de los que disponen actualmente a nivel tecnológico, porque es lo que conocen. Nosotros venimos de una época primitiva en la que tenías que tocar en un estudio con toda la banda a la vez, unos pocos micrófonos, y ocho pistas o dieciséis si tenías suerte. Joe Walsh dijo en una ocasión que “aquel que no sepa hacer buen rock and roll con dieciséis pistas es un flojo” (risas). Lo cual es muy cierto.
La gente que ha nacido -no crecido, sino nacido- en los ’80 o en los ’90 tan solo conoce esto. Ellos no han vivido la época previa. La perfección es algo que se espera de ellos y la única manera de conseguirlo es con maquinas. Es una trampa en la que se encuentran atrapados y, aunque las cosas están cambiando un poco, nunca habría imaginado que las cosas serían así hace cincuenta años. Jamás habría podido imaginar la manera en que ha evolucionado la música hasta el momento actual. La tecnología lo ha cambiado todo drásticamente.
¿Qué sucederá en un futuro con la música? No tengo la menor idea. Creo que será algo cíclico. Iremos de la perfección a la humanidad y de ahí de vuelta a la perfección nuevamente. El mundo vibra y se mueve y las cosas parecen ir en círculos. Cuando la música disco apareció a mediados de los ’70, el Philadelphia Sound y todo eso, tocaban de manera perfecta. Nada podía ser más perfecto que eso. Y unos años después apareció el punk, que era la perfecta antítesis a esa perfección. Era crudo y real y por eso era tan potente. No eran expertos intentando ser perfectos sino gente expresándose a través de la música. Así que, como te digo, siempre hay una manera que la gente acaba encontrando para expresarse. Que sea popular o no a nivel masivo es otro tema totalmente distinto.
¿Cómo definirías las relaciones existentes dentro de la banda? ¿Son tensas? ¿Son amigables? ¿Son relaciones simplemente de negocios?
Creo que tú mismo lo has respondido. Son tensas, bromeamos unos con otros y trabajamos juntos (risas). Al final todos nos respetamos, todos somos conocedores de que estamos en un mismo barco y debemos remar juntos para mantenerlo a flote. Tras todos estos años comprendemos nuestras personalidades y hemos aprendido a comportarnos.
En la última gira se dio a entender que podía ser el inicio de una despedida, pero la banda rápidamente se desmarcó de ello. Lo mismo sucedió en esa época con Aerosmith, quienes anunciaron una gira de despedida de la que se desmarcaron rápidamente en las entrevistas. ¿Son los agentes y los promotores quienes a veces fuerzan esos conceptos a las bandas para poder vender tickets?
A nosotros ya nadie nos puede forzar a hacer nada, a estas alturas. Somos una banda muy decidida. Ni nuestro agente ni nuestro manager se atreverían a sugerirnos algo como eso por motivos puramente comerciales. En los años ’70 los managers ni siquiera tenían el acceso permitido al estudio: solo podían venir a visitarnos por cuestiones de negocios pero nunca escuchar u opinar sobre la música que estábamos haciendo.
¿Hubo algún momento en la última gira donde pensaste que, efectivamente, era la última gira?
Nunca lo puedes saber. La banda, inicialmente, estaba basada en tocar en directo. Lo de grabar discos era algo que tenías que hacer para salir adelante, pero éramos una banda que tocaba en directo y siempre lo hemos sido. No necesitamos un disco para girar -aunque siempre hay opiniones al respecto-. Nosotros no planeamos mucho las cosas y “The Long Goodbye” sonaba como un buen nombre para la gira porque la idea de hablar de un concierto final no nos apetecía. ¿Dónde lo haces? ¿En Londres? ¿En New York? ¿En Roma? El coste emocional que tiene para nosotros hacer algo por última vez es enorme. Yo estoy a favor de girar, girar y seguir girando hasta que de golpe esto se acabe. Sin anuncios de ningún tipo. Lo anunciaríamos después de que ya se hubiese acabado todo, claro. Pero eso de ganar dinero glorificando el hecho de que es tu último concierto o tu última gira es algo con lo que no me siento demasiado cómodo.
¿Por qué una banda como Deep Purple sigue girando? Me imagino que, económicamente, ya no tenéis la necesidad.
Eso no es cierto. Es una de esas fábulas que todo el mundo asume como ciertas porque tenemos un nombre popular. La gente interpreta que somos muy, muy ricos y ya no tenemos que trabajar pero eso no es cierto en absoluto. No digo que estemos sufriendo económicamente pero tenemos que trabajar para vivir. El éxito de la banda, el éxito real fue ¿cuándo? ¿Hace 50 años? Hace cincuenta años desde que tuvimos nuestro gran éxito y ganábamos toneladas de dinero. Pero todo eso se quedó en los ’70. Eso no sucede ahora. Ni siquiera entramos en las listas desde hace unos veinte años. ‘Now What?’ fue el primer disco que entró en las listas en dos décadas, nuestro mayor éxito en mucho tiempo, así que no podemos dormir sobre nuestros laureles financieramente.
Luego sucede otra cosa. Si eres un músico, un compositor, no puedes parar. Sencillamente no puedes, porque es una fuerza que sale desde lo más profundo de tu ser y te empuja a hacer lo que haces. En la banda todos tenemos la necesidad de componer y seguir adelante. Es algo muy poderoso y que no se para. Tenemos una situación mágica ¿para qué arruinarla?
“Eso de ganar dinero glorificando el hecho de que es tu último concierto o tu última gira es algo con lo que no me siento demasiado cómodo”
Recuerdo ciertos problemas con uno de vuestros contables hace un par de años.
Bueno, es que no fue un caso de que el contable se llevase dinero de repente. Era algo sistemático que había tenido lugar a lo largo de los años y no nos dimos cuenta. Fue una sorpresa enterarnos de que, repentinamente, tres o cuatro millones de libras no estaban donde tenían que estar. Te quedas hecho polvo. Una vez dejas de llorar, te das cuenta de que no puedes hacer nada al respecto. El tipo fue a prisión y existe el misterio de que nadie sabe cómo eso pudo llegar a suceder sin que nadie se diese cuenta. Al final, tan solo te queda seguir adelante y seguir trabajando.
¿En qué estado quedan los planes de gira de la banda?
Todo ha quedado en suspenso. No tiene sentido salir de gira si no tenemos claro dónde podemos tocar y si va a venir el público. Por el momento lo que hemos hecho es posponerlo casi todo a 2021 y tenemos la esperanza de que se pueda hacer, pero estamos vigilantes, como todo el mundo, ante los acontecimientos. Como dijo alguien: “no puedes frenar lo que tiene que suceder”, y esas palabras son muy adecuadas. Nadie sabe lo que va a pasar y nosotros no somos la excepción.
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