Blues Pills se fundó en 2011 y antes de lanzar su debut discográfico con Nuclear Blast ya poblaba los carteles de grandes festivales europeos. El cuarteto sueco ha avanzado a un ritmo trepidante, mucho mayor que el de sus canciones de blues y rock psicodélico, y esto les obligó a echar el freno. Tras dos años recomponiéndose alejada de los focos, la banda vuelve ahora más liberada que nunca. Hablamos con su vocalista, Elin Larsson, sobre el nuevo disco ‘Holy Moly!’ y el carrusel emocional experimentado durante la pasada década.

“Proud Woman” es la canción encargada de abrir el disco. Toda una declaración de intenciones, si nos fijamos en el discurso que le da inicio. 

Escribimos esta canción en el estudio, en menos de una hora y, para mí, se convirtió en una especie de tema con el que dar algo de vuelta a los oyentes. Con esta canción he querido dirigirme hacia las mujeres y la gente que se identifica como no binaria. Intenté construir un himno femenino para la música rock, ya que creo que no tenemos muchos de este tipo, pero al mismo tiempo quería escribir una canción divertida.

En ningún momento hemos tratado de generar controversia, ya que todos los componentes de la banda somos feministas, creemos en la igualdad para todos y todas. Siempre pienso en “Proud Woman” como una canción de celebración. Su introducción está inspirada en el Movimiento de liberación de las mujeres que surgió a finales de los ‘60 en Estados Unidos. Fue la primera gran revolución y pensamos que incluir un testimonio de aquellos tiempos podía hacer que el tema creciera aún más. Me encanta.

¿De qué modo ha cambiado tu relación hacia el feminismo a través del arte con el paso del tiempo?

Cuando comenzamos con la banda era bastante ingenua, ya que no tenía experiencia alguna en la industria musical. Había subido sobre el escenario, pero no tenía una imagen global del funcionamiento. Siempre he sido feminista, vengo de un entorno de mujeres muy fuertes y mi padre también era feminista, por tanto, para mí no es una palabra negativa, corre por mis venas. En el pasado he solido escribir canciones bastante explícitas como “Devil Man” y “High Class Woman”, pero es interesante, ya que si cambias ciertas palabras aquí y allá la gente puede tomar una distancia mayor y celebrar el feminismo. No hay nada amenazante en torno a ello.

¿Qué impacto pueden tener estos mensajes al llegar a una audiencia global a través de la música?

Pueden marcar la diferencia, pueden hacer que las personas se empoderen. Eso es lo que he buscado. A fin de cuentas, la música rock es un mundo habitado y dominado al 95% por hombres. Para mí, crear algo nuevo o explorar un punto de vista diferente es una motivación añadida. Considerando mi posición y la posibilidad de escribir sobre estos temas, siento que sería genial llegar a otras mujeres y que ellas sientan esa misma pasión. Hacerles pensar: “oh sí, voy a montar una banda de rock”.

Otra de las temáticas principales del disco hace referencia a la necesidad de romper con el pasado. ¿Qué te llevó a hablar sobre ello?

Todo lo respectivo a este álbum es bastante autobiográfico. Hemos tenido unos años bastante duros y paramos en 2018, cuando nuestro guitarrista Dorian Sorriaux abandonó la banda. Comenzamos a construir una nueva formación, varios conflictos personales se mezclaron por el camino y hemos acabado escribiendo sobre todo ello en el nuevo álbum.

Blues Pills (Foto: Sergi Ramos)

Hablamos sobre pasión, ansiedad, pérdida… hemos perdido muchos amigos por el camino, también perdí a mi perro en un accidente. Nos encontrábamos en una buena posición como banda, pero entonces el resto comenzó a desmoronarse. De algún modo, esta es nuestra terapia para reflexionar sobre los años pasados y todos los asuntos a los que hemos tenido que enfrentarnos.

¿Cuál ha sido el mayor cambio en el seno de la banda desde su fundación hasta el día de hoy?

Principalmente, hemos madurado. Cuando comenzamos con el grupo teníamos poco más de veinte años, éramos unos críos, como adolescentes. Con el tiempo también hemos mejorado como compositores. En los inicios había mucha gente del negocio que nos empujaba en diferentes direcciones, trataban de convencernos y, como adultos primerizos, este tipo de cosas pueden acabar afectándote. En ese sentido, el nuevo disco ha servido para recuperar la confianza en nosotros mismos. Escribir, grabar, producir… lo hemos hecho todo por nuestra cuenta. Hemos recuperado nuestra independencia.

“Escribir, grabar, producir… lo hemos hecho todo por nuestra cuenta. Hemos recuperado nuestra independencia”

El álbum ha sido autoproducido. ¿Hasta qué punto ha afectado esto al resultado final?

Durante el parón de la banda, hemos construido nuestro propio estudio. Se trata de una antigua fábrica en el campo, en la zona rural de Närke (Suecia). Grabamos allí por primera vez y esto nos permitió ser completamente honestos hacia nosotros mismos. Las personas que pertenecen al mundo de los negocios estaban preocupadas, pensando en cómo iba a sonar este disco. Pero les presenté “Songs From A Mourning Dove” y todos dieron el aprobado, nos dijeron: “ok, haced lo que queráis”.

Ha sido el proceso más relajado en el que he participado jamás. Llegué a sentirme casi como en el pasado, cuando escribíamos música antes de haber firmado con ningún sello discográfico. Esa sensación que tienes cuando ni siquiera sabes si alguien va a escuchar lo que estás haciendo, una sensación de completa libertad. Creo que he vuelto a encontrar eso que perdí a través de los años. Ha sido un proceso para reencontrar mi propia voz, pensar en lo que quería escribir y el modo en el que quería sonar.

Blues Pills (Foto: Sergi Ramos)

¿Hasta qué punto ha influido el propio espacio, vuestro estudio y el entorno natural, en el nuevo álbum?

Ha creado un ambiente diferente. Cuando estás en tu estudio, no tienes que pagar a nadie por su tiempo, no sientes ese estrés. Si te apetece, puedes salir y dar un paseo, disfrutar de los prados que lo rodean y después caminar a casa, hasta tu cama. Fue sinónimo de libertad, un proceso sin estrés, muy calmado.

No escondéis vuestra devoción por el material analógico. ¿Resaltarías algún elemento diferenciador de entre todo el material utilizado para esta grabación?

Personalmente, no poseo mucho material de grabación. Tengo un piano Rhodes y varios micrófonos Neumann que compré en Australia. Son bastante exclusivos, ya que me los enviaron como muestra antes incluso de que lanzaran el producto al mercado. Creo que son los mejores micrófonos para voces femeninas, consigues un sonido que respeta por igual las frecuencias más graves y más agudas. Son micros que capturan un sonido con mucho espíritu. De todos modos, nuestro guitarrista Zack Anderson es más aplicado que yo en lo que respecta al sonido, él es quien controla todos los detalles sobre el material de grabación.

Háblanos sobre la experiencia de mezclar ‘Holy Moly!’ con un hombre tan experimentado como Andrew Scheps (Red Hot Chili Peppers, Iggy Pop, Adele, Black Sabbath…). ¿Cuál ha sido su principal aportación al nuevo disco?

Como decía antes, grabamos el disco por nuestra cuenta y en ciertos momentos sentíamos pánico, ya que no sabíamos quién se encargaría de dar el siguiente paso, de hacerlo sonar bien. Recuerdo que una vez Zack me llamó a altas horas de la madrugada y me dijo: “Andrew Scheps quiere mezclarlo”. Fue una noticia alucinante, ya que se trataba de un disco que estábamos haciendo por nuestra cuenta, casi nadie había escuchado los temas y de repente él estaba interesado en mezclarlo.

Blues Pills

Creo que Scheps ha conseguido que la música luzca más, ha hecho que las canciones suenen como queríamos, pero en una versión mejorada. En algunas partes concretas le pedimos que bajara el volumen de las voces un poquito, pero generalmente fue perfecto desde el inicio. No hubo casi nada sobre lo que quejarse.

¿Ha provocado esta colaboración algún cambio en la visión que teníais a la hora de afrontar la grabación, producción o mezcla de un disco?

No especialmente. Lo que nos ha quedado claro es que Scheps es buenísimo mezclado y que nos gustaría que él volviera a ser el encargado de esa tarea en nuestro próximo trabajo. Fue como un escenario de ensueño. Al haber grabado por nuestra cuenta, lo único que hicimos fue mandarle las pistas y dejar la mezcla en sus manos.

Creo que la última canción, “Longest Lasting Friend”, fue la que más se le resistió. Nos la envió más tarde que el resto, ya que tuvo que regrabar un arreglo en una parte determinada, y acabó confesándonos que fue la más complicada. Por lo demás, no hubo grandes debates sobre las canciones, ya que Scheps se encargó de mezclar, no de producir. Creo que es el mejor a la hora de mezclar nuestro estilo.

En un sentido más amplio, el nuevo disco también hace referencia al reto de combatir vuestros demonios personales. ¿Podrías echar la vista atrás y apuntar a los principales problemas? 

Creo que hay varias razones detrás de esto. Publicamos nuestro primer álbum en 2014, pero ya estábamos tocando en los grandes festivales antes incluso de que viera la luz. Todo sucedió de forma muy rápida y no estábamos preparados para ello. Obviamente, no somos Lady Gaga o Beyoncé, no estamos a ese nivel, pero la presión vino igualmente y el reto fue cada vez más grande.

Comenzamos a pensar que podíamos vivir de nuestra música, fue como un sueño, y eso se convirtió en el inicio de los problemas. Empezamos a no disfrutar tanto por la gran escalada de presión, empezamos a tener que tratar con nuestro equipo de sonido, el manager, el tío del sello, también tocar determinados conciertos y grabar en vivo en ciertos festivales… te vuelcas por completo y trabajas tan duro que, al final, olvidas quién eres.

Blues Pills

Blues Pills (Foto: Patric Ullaeus)

La única vez que vuelves a casa tienes a los niños esperándote, tienes que pagar las facturas para que puedan seguir adelante… empiezas a pensar en todos estos asuntos y nunca tienes la sensación de ser tú mismo. Eres como una simple proyección de ti mismo, la persona que está al frente de la banda. Tuve problemas con la ansiedad y la depresión, pero he aprendido a vivir con ello.

Ahora soy más agradecida, me fijo en mis propios altibajos y me sirven como inspiración creativa. Pero también he aprendido a decir que no, nunca lo había hecho anteriormente y ahora sé cómo hacerlo. Soy honesta conmigo misma y no me afecta lo que otras personas puedan decir o pensar sobre mí.

“Comenzamos a pensar que podíamos vivir de nuestra música, fue como un sueño, y eso se convirtió en el inicio de los problemas”

En ese sentido, ¿es ‘Holy Moly!’ vuestro disco más auténtico?

Ha sido como luchar para recuperar el amor hacia la música. Un proceso curativo, de mirar hacia dentro, y creo que el año de descanso ha jugado un papel fundamental en todo ello. Si estás trabajando durante todo el tiempo, cualquier cosa se convierte en estrés más que en disfrute. Debes estar a la altura, llegar siempre al próximo objetivo… no descansas en ningún momento y la inspiración se va agotando. Sin lugar a dudas, este es nuestro álbum más auténtico hasta la fecha.

Zack Anderson es ahora el encargado a las guitarras. ¿En qué grado ha afectado esto al sonido y al proceso creativo de la banda?

Zack y yo fundamos Blues Pills en 2011, siempre hemos sido los principales compositores. Dorian Sorriaux era un excelente guitarrista en vivo, técnicamente diría que uno de los mejores, pero nunca ha escrito canciones para el grupo. Cuando él abandonó necesitábamos a alguien para el puesto de seis cuerdas que se dedicara a la banda por completo, que transmitiera confianza y además conociera nuestro sonido realmente bien. Esa persona era Zack.

Blues Pills (Foto: Satur Romero)

No pienso mucho en cómo ha cambiado nuestro sonido al pasar Zack de ser bajista a guitarrista, a fin de cuentas, la composición se ha mantenido intacta. De todos modos, creo que ahora sonamos a rock n’ roll más que nunca, Dorian tenía una visión de guitarrista, mientras que Zack piensa más en la canción y en el conjunto de la composición. Personalmente, me encantan las dos opciones, pero podría decirse que ahora sonamos como una auténtica banda de rock and roll. Esto también se debe a la incorporación de Kristoffer Schander al bajo.

En lo que se refiere a las voces, ¿exploraste algo de forma diferente en esta ocasión?

Trato de evolucionar todo lo que pueda, uno siempre debería intentar mejorar con su instrumento, de lo contrario, ¿qué sentido tiene todo esto? He aprovechado el año de descanso con la banda para tratar de aprender la técnica gutural que muchas bandas de metal utilizan y se me ha hecho realmente difícil. Antes, solía ser muy infantil: afirmaba que aquellos que cantan al estilo gutural lo hacen porque no saben cantar.

Estaba muy equivocada. Ahora he entendido toda la técnica que existe tras ello. En parte debido a este aprendizaje, mi voz tiene ahora una actitud más guerrera. Al mismo tiempo, he tratado de ampliar mi rango vocal cantando todo tipo de estilos musicales. Pero vaya, quiero aprender el canto gutural de forma adecuada ya que me abriría grandes puertas, existen muchos aspectos que podría incorporar a mi estilo.

“He aprovechado el año de descanso con la banda para tratar de aprender la técnica gutural”

¿Pretendes incorporar el canto gutural al próximo trabajo de estudio?

Absolutamente, ese es el objetivo. De hecho, hay una canción que se ha quedado fuera de este disco a la que había añadido partes guturales. Recuerdo estar en un concierto de Slayer el año pasado, durante su gira de despedida, y su show me causó un gran impacto. Por lo que esa canción tiene un pasaje muy al estilo de Slayer. Actualmente me encuentro trabajando sobre todo en los guturales más agudos y siento que es un gran reto, hacer que suene maligno y auténtico al mismo tiempo es realmente complicado. Seguiré intentándolo.

Blues Pills (Foto: Sergi Ramos)

Hemos hablado sobre los cambios experimentados tanto en la banda como a nivel personal, pasemos ahora a los aspectos que no se han transformado. ¿Existe algo en Blues Pills que se haya mantenido intacto, algo a lo que te hayas agarrado durante estos años?

Supongo que se trata de la amistad que mantengo con Zack. Nunca he escrito tanta música junto a otra persona. Podría dar a Zack una canción escrita a medias y él la finalizaría con total naturalidad, como si fuera mía, y lo mismo viceversa. Casi nos comunicamos mejor a través de la música y compartir un vínculo tan fuerte con alguien es realmente poderoso. Él es pensador y meticuloso, mientras que yo soy más impulsiva, prefiero el material en crudo y si algo me gusta le propongo a Zack mantenerlo tal cual. Creo que nos complementamos el uno al otro y supongo que cuando nuestra amistad termine también será el fin de Blues Pills.

Son tiempos difíciles para las actuaciones de directo debido al coronavirus. Considerando que tenéis varios shows programados para otoño, ¿cuáles son vuestras perspectivas?

Tenemos una gira preparada, pero si no le dan la luz verde, tendremos que reprogramarla. Debo ser honesta, no creo que ningún show vaya a suceder hasta 2021. La situación apesta, pero, ¿cuál es la alternativa? Si no es seguro no saldré a tocar, no quiero que la gente venga a nuestros conciertos, después caiga enferma y al final algunas personas acaben muriendo.

Puede que los conciertos con distanciamiento social sean positivos durante un tiempo, para que seamos conscientes de la situación en la que nos encontramos y respetemos las medidas de higiene como es debido. Pero, al mismo tiempo, somos seres humanos, somos sociales y queremos estar con la gente. Es complicado. Espero que encuentren una vacuna para que todo esto llegue a su fin y también espero que demos pasos hacia adelante, de modo que la sociedad esté más preparada ante futuras situaciones como esta.

Mikel Yarza