Airbourne: los hijos bastardos
No aflojan. Tras doce años, cinco discos e incontables giras por todo el mundo, los australianos Airbourne siguen siendo un martillo neumático de guitarra, batería y bajo con el sabor del mejor pub rock. Si bien en su nuevo disco, “Boneshaker”, optan por un enfoque algo más comedido en algunas canciones, que no os engañen: Airbourne son alta energía. Siempre lo han sido y siempre lo serán.
Ahora, poco después de una exitosa gira por nuestro país que ha agotado entradas en varias ciudades, Airbourne acaban de ser confirmados como teloneros de lujo de la gira de estadios de Iron Maiden, que recalará en el Estadi Olímpic de Barcelona el próximo 25 de Julio de 2020. Una oportunidad de oro para que la banda salte al siguiente nivel en nuestro país. Hablamos sobre toda la actualidad de la banda con un Joel O’Keeffe muy animado.
Han pasado doce años desde que se editó el primer disco de Airbourne. ¿Hay en ocasiones en que te planteas como habéis llegado hasta aquí?
En ocasiones puedes pensar que no tienes ni idea de cómo has llegado al lugar en el que estás. Parte de nuestro secreto reside en seguir pensando de ese modo, tal y como hacíamos al principio. Por otro lado, seguimos pensando en cómo podemos llegar más allá como banda y eso nos hace tener los pies en el suelo. Yo aún recuerdo ir en una furgoneta dando vueltas por Victoria, Australia. El sentimiento que tenemos hoy en día es el mismo, pero con más trastos. Nos sentimos del mismo modo pero ahora llevamos más amplificadores y más luces a cuestas.
A medida que Airbourne crecen, los compromisos son más grandes, hay más crew, más bocas que alimentar y más obligaciones. ¿Cómo vencéis esa presión externa?
La mejor manera de aislarse de todas las presiones de este negocio y de todas las obligaciones que Airbourne tiene a estas alturas es la de siempre: poner el ampli a tope y tocar. Cuando estás tocando nada más importa, nada se mete en el camino. Estamos en una zona mental en la que nos da igual todo lo que nos rodea.
¿Sueles disfrutar tocando cuando no estás girando o grabando un disco?
Normalmente me gusta tocar aunque no esté grabando o de gira. Cuando estoy en casa enchufo la guitarra y me pongo a tocar lo que me da la gana y sacar nueva música. Normalmente, cada vez que toco la guitarra lo que me apetece hacer es tocar algo que nunca antes haya tocado. Quiero hacer algo nuevo y grabarlo. Normalmente pasan cinco minutos y me entran ganas de hacer nuevamente algo que no haya tocado nunca. Es una pequeña obsesión que tengo y es a lo que me dedico cuando estoy en casa.
Cuando estás de gira no puedes inventarte canciones, no puedes alterar mucho las cosas sobre el escenario, porque estás tocando con una banda y no puedes ir por libre. Además, el público viene a escuchar tus canciones, no lo que has decidido inventarte esa noche (risas). No les interesa escuchar un riff que ni siquiera existía hasta ese momento. Una cosa es tocar a solas en tu casa y otra cosa es tu responsabilidad sobre el escenario.
Un ritmo imparable
Editáis un disco exactamente cada tres años casi.
La cuestión es que siempre decimos que queremos sacar el próximo disco antes, pero al final acabamos tardando siempre tres años porque no dejamos de recibir ofertas para tocar en directo, de modo que el proceso se va retrasando. La idea ahora es tener nuevo disco en dos años. Veremos cómo funciona eso.
¿Se os acumula el material nuevo mientras giráis por el mundo? ¿Recuperáis ideas de hace tres años cuando os metéis a grabar un disco o para vosotros ya han perdido la frescura?
Cuando grabas una idea, le pones un nombre y la guardas en tu teléfono o donde quiera que guardes las ideas. Cuando llegas a un disco tienes un montón de ellas y sueles tener claro en tu cabeza qué riff puede funcionar con qué estribillo o qué canción. A veces, cuando estás componiendo te das cuenta que los versos molan pero que el estribillo es una mierda. También en ocasiones estamos trabajando en una canción y recuperamos un riff de hace años y eso le da otra vida a la canción. Todo depende del momento. La premisa es que todo lo que haces en el disco tiene que servir para tocar en directo y si para ello tenemos que esperar a que una idea fructifique y sea buena como para poder defenderla sobre el escenario, pues nos esperamos.
Cuando escuché el disco de caras B, “Diamond Cuts”, observé gran cantidad de canciones que no habrían desentonado en ninguno de los discos de la banda. ¿De qué modo veis esas canciones “perdidas” con el paso de los años? ¿Ganan valor para vosotros o os reafirmáis en que tenían que ser descartes?
Cuando grabas un disco siempre tienes que hacer algunas canciones adicionales porque no sabes si te pueden hacer falta para un single, una edición especial o vaya usted a saber. También pasa que no siempre sabes lo que va a entrar en el disco hasta el verdadero final de las grabaciones y es ahí cuando decides. Hasta que no puedes visualizarlo todo de manera general no puedes tomar decisiones.
Un disco menos pulido
En éste disco habéis trabajado con Dave Cobb, quien ha trabajado con gente como Chris Stapleton, Lady Gaga o Europe entre otros. ¿Por qué habéis escogido trabajar con él?
Llamamos a Dave porque nos gusta mucho su trabajo con una banda llamada Black Robot. Le llamamos y le dijimos que queríamos trabajar con él. Nos preguntó que qué tipo de disco queríamos hacer y le dijimos que queríamos un disco directo, rockero, sin pulir. El nos dijo que es su especialidad y que fuésemos a Nashville para trabajar juntos. Nos propuso hacer todo el disco en directo, grabado sobre cinta analógica y a la vieja usanza. Hace mucho tiempo que no grabamos así y en esta ocasión lo hicimos y fue toda una experiencia.
¿Habéis estado en Nashville previamente grabando algo? Es todo un ecosistema musical único en el mundo.
Fuimos a Nashville a grabar el disco pero no habíamos estado nunca para trabajar durante una temporada más larga. Era nuestra cuarta vez en Nashville pero las anteriores veces solo habíamos estado de paso para hacer algún concierto.
¿Era la primera vez en que trabajabais en directo en el estudio? ¿Cómo ha sido el aspecto técnico de grabar “Boneshaker”?
Todo el aspecto técnico del disco se resume en que grabamos en cinta analógica y que le dimos caña a las guitarras. No nos complicamos en exceso porque lo que perseguimos es un feel determinado cuando grabamos, no la perfección. Las tomas que tenían más feel eran las que nos quedábamos. No fue un disco especialmente técnico a la hora de grabar sino que todo dependía de cómo nos sentíamos en el estudio a la hora de grabar y cómo eso se transmitía en el disco. Dave tiene una habilidad mágica para capturar la energía de una banda. Por lo demás, todo fue cuestión de apretar el botón rojo y ya está.
Este disco tiene más medios tiempos y un tono algo más bluesy que previos trabajos. ¿Os estabais fijando en algún trabajo en concreto para intentar canalizar ese enfoque?
La inspiración para este disco viene de todo el material que los Albert Studios hicieron en Australia. Esos discos de The Angels, de Rose Tattoo, AC/DC (concretamente “Let there be Rock” y “Powerage”) han sido una fuente de inspiración. Lo que hicieron George Young y Harry Vanda en los Albert Studios en la segunda mitad de los años 70 es tremendo. Las técnicas de grabación de aquella época eran esencialmente las que hemos usado en este disco: tocar en directo y darle fuerte para que la cinta capture esa distorsión. Es algo que no puedes conseguir con las técnicas modernas: necesitas maltratar la cinta con la vibración del volumen.
Si escuchas una canción como “Revolution” de los Beatles puedes escuchar como la guitarra está hiperdistorsionada. En este nuevo disco, mientras buscaba el tono para el tema “Six to Go”, me encontré con una situación similar. La distorsión es lo que hace la canción.
Buscábamos un sonido de raíces. Todos nuestros discos favoritos de rock australiano vienen del mismo sitio. Hay géneros musicales como el jazz, el metal, el hard rock…pero luego está el pub rock australiano y eso es un género en sí mismo y es lo que nosotros hacemos. Y ese sonido lo inventaron en los Albert Studios tanto Harry Vanda como George Young. Nosotros emulamos ese sonido que popularizaron The Angels, Rose Tattoo y AC/DC. Esa es nuestra principal influencia: todo lo que se hizo de 1974 a 1979 en el rock australiano. Intentamos que nuestra banda se pueda capturar del mismo modo que se capturaba a las bandas en aquel entonces, con las mismas técnicas y métodos.
Es divertido que tuviésemos que ir a Nashville para conseguir ese sonido tan puramente australiano, pero así ha sido.
Los amplis Wizards son una parte integral de tu sonido y siempre los has reivindicado como tal. ¿Has usado el mismo equipo de siempre?
Todo mi equipo a nivel de guitarras y amplificadores es el mismo. Todo lo demás parte de la magia de Cobb y su grabadora de cinta, su técnica y su magia. Es la manera en que él captura el sonido. Le dijimos que el sonido de Albert Studios era lo que buscábamos y lo entendió rápido. Hizo una buena preparación y el resultado fue óptimo, porque todos estábamos buscando el mismo sonido exacto.
El sonido Young
Tu tono de guitarra suena más cálido y distorsionado. ¿Estás usando el sistema Schaffer Vega que popularizó Angus Young para las guitarras de este disco?
Bueno, lo hemos usado porque es parte de lo que suelo llevar cuando estoy de gira. Lo que pasa es que me lo cargué en la última gira y tuve que conseguir uno nuevo. Al final no lo hemos usado en muchas canciones pero en un tema concreto, “Six to Go”, lo he usado en el solo. Está presente en algún otro solo más, que ahora no recuerdo. Es un buen sistema, aporta un sonido muy distintivo a las guitarras.
¿Crees que mejorar y aumentar la producción escénica de la banda puede ser el secreto para llegar a una mayor cantidad de personas?
A medida que los shows se hacen más grandes vamos poniendo más amplificadores sobre el escenario. A menudo hablamos de cómo hacer los shows más grandes y más espectaculares y creo que todo depende del recinto en el que vayamos a tocar. Queremos llevar llamas y cosas por el estilo. Tenemos algunas ideas en ese sentido pero aún no las hemos puesto en práctica.
Parte del valor escénico de Airbourne reside en vuestra entrega en directo. No obstante, teniendo en cuenta que ya lleváis doce años pateando el mundo ¿comienza a ser más difícil hacer un show de alta energía?
A veces las cosas te duelen un poco más pero cuando estás sobre el escenario no te enteras de absolutamente nada. También es cierto que ahora tocamos el doble de tiempo. En los viejos tiempos actuábamos durante 45 minutos y ahora el show normal de Airbourne dura 90 minutos. Estamos haciendo el doble de esfuerzo, realmente, pero el amor al rock and roll nos mantiene vivos y llenos de energía.
¿Qué recuerdos tenéis de vuestros shows españoles?
Siempre nos ha fascinado la pasión del público y la manera que canta. Lo cantan todo, básicamente. Desde los solos a los estribillos, es una pasada. Cuando llegas a España sabes que los shows van a ser salvajes. Los fans españoles aman el rock and roll. De hecho, en Madrid hay una calle para AC/DC. ¿Qué ciudad tendría eso si no amase el rock and roll? Mi concierto favorito en DVD es el que AC/DC hicieron justamente en la plaza de toros de Madrid, “No Bull”. Cada vez que toco en España pienso que quizá alguien del público que me está viendo estuvo en aquellos shows.
Normalmente has sido siempre un culo inquieto sobre el escenario, subiendo a los andamios del escenario y trepando hasta lo más alto. ¿Cuál ha sido el momento más peligroso que has vivido?
No, nunca he llegado a ese extremo. He trepado muy alto pero en un par de ocasiones lo hice durante una tormenta eléctrica, con rayos cayendo a mi alrededor. Estando subido encima de una estructura metálica, si algún rayo tenía que caer, me iba a caer a mí, eso está claro. En el momento estás rockeando y no piensas mucho en estas cosas. Probablemente he estado en serio peligro pero nunca he sido consciente de ello realmente.
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