Children of Bodom son una de las bandas que cambiaron la escena del metal europea. Desde su primer disco, el ya lejano "" la banda ha tenido una trayectoria imparablemente ascendente en Estados Unidos y en gran parte de Europa. En España se han quedado algo estancados pero siguen siendo capaces de meter a 500 personas en una sala de Barcelona un martes lluvioso, lo cual no es moco de pavo. Acaban de editar su disco "I Worship Chaos" y Sergi Ramos aprovecha para hablar con el 'Wildchild', Alexi Laiho.

Children of Bodom son una de las bandas que cambiaron la escena del metal europea. Desde su primer disco, el ya lejano «Something Wild» la banda ha tenido una trayectoria imparablemente ascendente en Estados Unidos y en gran parte de Europa. En España se han quedado algo estancados pero siguen siendo capaces de meter a 500 personas en una sala de Barcelona un martes lluvioso, lo cual no es moco de pavo. Acaban de editar su disco «I Worship Chaos» y Sergi Ramos aprovecha para hablar con el ‘Wildchild’, Alexi Laiho. 

Lleváis incontables giras con Children of Bodom. ¿Es como estar en una fábrica apretando tornillos a estas alturas?

«Todos seguimos disfrutando de esto. El fuego sigue encendido. Obviamente, llevamos en la carretera 18 años y muchos de los recintos son los mismos y las ciudades son las mismas. Lo que pasa es que una vez veo el escenario me vengo arriba. No puedes ignorar que es eso por lo que nos metimos en todo esto. COB es una banda de directo. Tras 20 años en la carretera te puedo decir que no estamos cansados. Nos gusta lo que hacemos».

«Por otro lado es interesante ver a una nueva generación de gente viniendo a los shows. Hay gente que nos vio en la era de «Hatebreeder» pero también hay chavales de 15 años que no habían siquiera nacido cuando se editó el primer disco. Eso me parece alucinante».

Estabas acostumbrado a ser «el niño». Ahora vas para 37 años. ¿Como vives ese cambio?

«Mi alma sigue siendo muy joven, sigo siendo «el niño» la gran mayoría del tiempo. Creo que nada de eso importa cuando te subes a un escenario. Obviamente necesitas cambios en tu estilo de vida a medida que vas cumpliendo años. Las giras, el alcohol, la alimentación…no puedes seguir viviendo como cuando tenías 23 años. Te has de cuidar más. Si haces eso y la actitud te acompaña, eres imparable».

Una de las cosas buenas de los finlandeses es que no os hacéis mayores físicamente. Sois como las mujeres japonesas: a los 56 años parecen teenagers. 

(Risas) «Una de las cosas buenas de los finlandeses es que crecemos y nos educamos en condiciones donde no vemos demasiado el sol durante seis meses del año. Creo que eso debe ser muy bueno para la piel visto lo visto».

¿Porqué es Finlandia tan prolífica a nivel musical? La revolución finlandesa que sucedió entre 1998 y 2004 cambió por completo el paisaje de la música metal del mismo modo que la NWOBHM o el thrash de la Bay Area cambiaron el paisaje de sus respectivas eras. 

«Creo que porque no podemos hacer más que quedarnos en casa y tocar una guitarra. Los niños crecen y no hay nada que hacer excepto quedarte en casa si no quieres morir de frio. Yo tocaba la guitarra y cuando salía el sol iba a hacer skateboarding con mis amigos y eso era todo. Cuando eres un adolescente y te sientes frustrado con todo, has de tomarla con algo. Y una guitarra te da menos problemas.»

«En Finlandia los padres llevan a sus hijos a lecciones de guitarra o piano desde que son muy pequeños. Es parte de nuestra rutina, de nuestros hábitos y, por ende, de nuestra vida cultural. Hay gente que mantiene el interés pasados unos años porque tienen talento y otros que se descuelgan por el camino. Para mi la música lo fue todo desde el principio y aquí sigo».

Foto: Javier Bragado

Foto: Javier Bragado

En España tenemos una visión idealizada del sistema educativo finlandés. ¿Es realmente tan bueno como se proclama por aquí?

«Lo es. Por pura estadística, está demostrado que funciona, que es bueno. Pero tiene otro lado: ahora tenemos a un montón de estudiantes de 30 años que no tienen un trabajo y que no saben que demonios quieren hacer con sus vidas. Es una espada de doble filo. Yo sabía lo que quería hacer con mi vida y dejé el colegio tras noveno curso, porque aquello no era para mi. No soy un tipo excesivamente académico en el sentido estricto».

«Llegué a noveno curso y me largué. Corrí todo lo que pude sin mirar atrás. Ese es el tema: yo estaba yendo a clases de música simultáneamente y mis padres vieron que el colegio no era para mi, que yo tenía otras inquietudes. Sabían que lo odiaba y que los profesores me hacían la vida imposible. Lo único que me dijeron fue «si lo dejas, has de buscarte un trabajo» y eso hice. Desde que tuve 16 años he estado trabajando de una manera u otra. En 1997 conseguimos el primer contrato discográfico y alrededor de «Hatebreeder» comenzamos a ganar algo de dinero y a vivir (o sobrevivir) de la música. Desde entonces ya solo he trabajado como músico».

La mayor parte de tu adolescencia y primera vida adulta la has pasado en la carretera, que es el peor lugar del mundo para madurar y desarrollarte como persona. ¿Crees que tu crecimiento en un mundo tan indulgente como ese afectó tu desarrollo personal? 

«No me arrepiento de nada, realmente. He cometido muchos errores pero creo que lo más importante es ser capaz de aprender de ellos y no vivir en el pasado y en lo que has hecho mal. No debes perder el tiempo en arrepentirte de cosas: no te lleva a ningún sitio. Cuando entiendes que la has cagado lo único que tienes que hacer es intentar no volver a cagarla».

«Nosotros crecimos como adolescentes en la carretera y eso tiene mucho que ver con el hecho de que sigamos aquí girando y en activo. Nos hemos pasado toda nuestra vida adulta en la carretera así que para nosotros esta es nuestra vida normal. Cuando estoy en casa no se que hacer conmigo mismo. Me aburro. Ya no salgo tanto de fiesta como cuando era más joven porque no puedo, me he vuelto muy viejo para eso, así que cuando llego a casa me pongo a trabajar sobre algo que tenga que ver con la música. Tengo una banda de versiones de los ’80, un proyecto de guitarra que comencé a montar este verano… eso me mantiene ocupado. Vivo a temporadas en California así que también hago muchos clinics de guitarra por allí. Me mantengo activo y me gusta tocar la guitarra. Me mantiene fuera de problemas (risas)».

¿Cuando pegaste el gran cambio? ¿Fue cuando te hospitalizaron con aquellos horribles dolores estomacales?

«No fue una sola cosa, la verdad, sino una combinación de situaciones. No me sentía bien, en absoluto. Llegué al punto en el que no me encontraba bien. Todo el exceso de alcohol se había convertido en algo casi necesario. Ya no era divertido. Se volvió patético. No quiero tener que depender de nada, salvo de la cafeína y los cigarros, pero eso es distinto. Lo que más me hizo abrir los ojos es que me sentía miserable sobre el escenario. No me estaba divirtiendo sobre el escenario. Es lo que siempre había querido hacer y ahora resulta que es una pesadilla estar ahí arriba. A veces tienes que organizar tus prioridades y yo tuve que decidir entre el alcohol y la música. Obviamente quería seguir girando y haciendo música, así que tome la decisión más favorable para mi.»

«Sigo bebiendo alguna vez, de vez en cuando, pero ya no tanto. No puedo estar con una resaca horrible sobre el escenario, ya no lo soporto».

¿Fue todo esto que comentas una de las razones por las que Roope abandonó la banda a principios de 2015?

«No fue nada personal, te lo aseguro. Básicamente, por así decirlo, todos queríamos trabajar más duro para llegar más lejos. Todos creíamos que la banda necesitaba un empujón extra para salir adelante y todos estábamos decididos a hacerlo. Todos hemos dejado bastante de lado la fiesta para poder seguir adelante con la banda y parece que Roope no estaba igual de convencido que nosotros. No funcionaba y tuvo que salir de la banda. Es mejor para todos. No fue nada personal y no hay mala relación, al menos por mi parte».

Siempre habéis tenido un buen sentido del humor sobre vosotros mismos. ¿Qué te parecen las bandas de heavy metal que se toman a sí mismas demasiado en serio?

«Es como ver una comedia. Si no eres capaz de reirte de ti mismo, tienes un problema muy grave. Es obvio que no tienes confianza en ti mismo. Si no puedes bromear sobre ti mismo o sobre lo que haces, eres un inseguro. Para mi es muy entretenido ver a ese tipo de bandas tomandose demasiado en serio a si mismas y pensando que están por encima de la gente normal. Es simplemente divertido.»

«Yo no soy así, no somos así. Me gusta reirme de la gente y de mi mismo y todos en la banda somos así. No intentamos ser demasiado serios».

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¿Cuál ha sido tu experiencia más decepcionante conociendo a uno de tus ídolos?

«No quiero dar nombres porque no quiero meterme en problemas. Pero ha habido un par de ellos que desearía no haber conocido jamás, porque ya no puedo ni escuchar a sus bandas a causa de ellos. Pero las bandas más grandes suelen ser las más majas. Los gilipollas son los que están amargados porque nunca llegaron a donde querían, que imagino que era ser los nuevos Metallica o los nuevos Bon Jovi. Esos son los más difíciles de llevar, los que se vuelven capullos. Pero desde Kerry King a Steve Vai pasando por Kirk Hammett, la mayoría de artistas que he conocido son grandes personas».

Desde el principio has estado en el punto de mira de la industria de la guitarra, quien ha confiado en ti especialmente, con varios modelos signature a tu nombre desde hace años. ¿Porqué crees que se fijaron en ti y no en muchos otros guitarristas que también estaban en buenas y reconocidas bandas?

«No te lo sabría responder realmente. La manera en que lo veo es que hay mucho más en todo esto que el simple hecho de tocar con buena técnica. Al principio quería tocar todo lo rápido que pudiese y vacilar. Forma parte de madurar como guitarrista, vaya. Creo, sinceramente, que muchos guitarristas no tocan con su alma y su corazón y que simplemente ejecutan notas. Cuando tocar la guitarra se convierte en un deporte, pierde la razón de ser.»

¿Qué recuerdos tienes de España tras todas las visitas que habéis hecho a nuestro país?

«Creo que la primera vez que tocamos allí fue en 1999, si no recuerdo mal. El público español siempre ha sido uno de los más locos de Europa. No se callan en todo el concierto y eso nos encanta. Es como lo que nos pasa en Sudamérica: el tipo de público es muy similar. España siempre nos ha gustado mucho: tienen buenos moshpits, cantan las canciones y nos lo pasamos muy bien allí».

¿Has podido disfrutar como turista de alguna ciudad?

«No mucho, pero he paseado por Barcelona un millón de veces. Estaba mucho en España cuando era un niño. Venía con mi familia. Barcelona es una de mis ciudades favoritas de Europa».

¿Como cojones sobrevivís en un país donde la cerveza vale 7 Euros?

«Todo es caro! En Londres, en toda Suecia y especialmente en Noruega todo es muy caro. Tienes que trabajar mucho para mantenerte en pie aquí. Te matas a trabajar toda la semana para poder comprar alcohol los fines de semana, básicamente. Es el patrón que seguimos en Finlandia».