New Years Day: Victim to Villian

NEW YEARS DAY pasan a engrosar parte de ese grupo de bandas noveles que, por la razón que sea, encuentran un gran sello para editar su disco. ‘Victim to Villian’ no es su debut; aquel fue un desapercibido ‘My Dear’ hace siete años), pero también sirven como ejemplo; tiene detrás a Century Media, lo que al menos les asegura cierta seguridad a la hora de ser promocionados.

Musicalmente cercanos a un rock alternativo con influencias pop (vamos, rock accesible en líneas generales), es en la voz de Ashley Costello donde encontramos su mayor punto a favor y el magnetismo de la banda. Se hace más evidente en el sensual y crudo vídeo de ‘Angel Eyes’ (tema en el que además colabora Chris Motionless de MOTIONLESS IN WHITE), donde es inevitable compararla con Harley Quinn. Un buen dúo vocal, al que llegamos después de avanzar mucho en un álbum. Antes nos encontramos temas igual de pegadizos pero más rápidos, como ‘Do Your Worst’ y ‘Bloody Mary’, más encauzadas en el pop punk como ‘Hello Darkness’, abiertamente melódicos como ‘Death of the Party’ y ‘The Arsonist’, aunque también algunas más rockeras y machaconas, caso de ‘I’m No Good’ y ‘Hello Darkness’. El caso es que rondando todas los tres minutos y siendo de consumo tan sencillo, hace que llegues a la citada ‘Angel Eyes’ en un abrir y cerrar de ojos. Tras ella, sólo quedan ‘Any Last Words?’, de nuevo cercana al pop, el interludio ‘Tombstone’ y ‘Last Great Love Story’, que aunque vuelva a buscar algo de velocidad en su ritmo principal, deja claras las premisas del quinteto de California.

Puede que su propuesta esté muy centrada en un público adolescente (que además de la música, presta su atención a la estética y apariencia), pero tienen buenos cimientos. Por mucho que intenten vender su propuesta como un estilo en cierta manera oscurillo, básicamente por las letras (viendo tan sólo los títulos de las canciones nos vale), no tienen apenas nada de eso, más que el maquillaje y poquito más. Vamos, que sonando así de alegres no es que consigan el efecto pretendido… o quizá en esa contradicción está su seña de identidad.