Machine Head: Unto The Locust

Cuando escuché ‘Locust’, el tema que sacó MACHINE HEAD de adelanto hace unos meses, tuvo una sensación parecida a lo que me ocurrió con ‘Aesthetics of Hate’ y ‘The Blackening’. Estaba bien, pero esperaba que me dijera más dentro del contexto del álbum al completo. Hay temas que sueltos dicen mucho, pero este lo hacía mucho junto esas composiciones rondando los diez minutos como ‘Halo’, mezclado junto a trallazos como ‘Beautiful Mourning’ y ‘Now I Lay Thee Down’. Pero después de escuchar ‘Unto The Locust’ al completo, me queda la sensación de ‘está bien, pero…’

Este nuevo álbum es más complejo de escuchar que su antecesor, porque le faltan precisamente ese tipo de temas entre los siete que lo componen, los que van directos al asunto. Aquí no los hay, y eso hace que la atención a veces se vaya por las ramas igual que los temas dan una vuelta de tuerca más a ese tipo de canciones que ahora hace Rob Flynn, más largas y densas. La que más se puede asemejar a ese tipo es ‘Be Still And Know’ (que de hecho hay un pequeño momento en los punteos que recuerda a ‘Aesthetics of Hate’). No estoy diciendo que este disco sea malo, pero sí está un escalón por debajo de los dos anteriores porque adolece de la ausencia de un gancho claro. Musicalmente es sobresaliente, y el trabajo de las guitarras de su cantante junto a Phil Demmell es de lo más destacable; pero da la sensación de que le falta algo. Con unas cuantas escuchas cuesta contestar a la pregunta típica de “¿cuál es la mejor canción?”.

Porque además, hay algunas que no suenan demasiado a ellos, y a estas alturas para algunos oyentes eso es algo bueno, y para otros es negativo. El comienzo acústico de ‘This Is The End’ rompe en una guitarra rapidísima y melódica que bien podría ser de un grupo de black metal moderno. Según se desarrolla encuentran sus señas de identidad y vuelven a ser ellos, pero sorprenden de nuevo con un estribillo atípico con voces dobladas y un interludio que baja las revoluciones al mínimo. Pero para sorpresón, un tema como ‘Darkness Within’, donde el grupo amplia horizontes en terrenos mucho más melódicos de los que nos tienen acostumbrados, saliendo bien parados; un tema atípico pero con encanto, que resulta ser de las mejores en su afán de hacer algo distinto. Tan buena es, que la edición especial recoge una versión acústica de ella.

En la propia ‘Locust’ se apreciaba una línea continuista evidente de ‘The Blackening’, y también se nota en ‘Pearls Before The Swine’, con continuos cambios de ritmo, partes más oscuras, otras machaconas, otras rápidas, de nuevo un pequeño interludio que rompe en lo más cañero… Pero lo mejor que tenía MACHINE HEAD era el no tener dos discos iguales, y aquí quizá han roto en parte esa progresión. No es una segunda parte del disco anterior, pero sí tiene muchos elementos de aquel, aunque tratados en muchos momentos desde la melodía, y en otros desde influencias más oscuras.

Hay dos comienzos que chocan bastante. Uno es el de La Sonata in C# ‘I Am Hell’ con esos coros de su primera parte (‘I. Sangre Sani’) que desembocan en un corte pesadísimo… hasta que a los dos minutos cambia del todo, exactamente igual que ocurría en ‘Clenching the Fists of Dissent’, gustándose después en la velocidad y los solos de guitarra, para terminar (‘III. Ashes To The Sky’) de nuevo en terrenos más densos, posteriormente acústicos, y finalmente de nuevo con solos de calidad. El otro inicio ‘raro’ es el de ‘Who We Are’, con un coro de niños; sí, de niños, los hijos de Robb, Phil y el ingeniero de sonido Juan Urteaga (tal y como se ha podido ver en uno de los episodios de making of que han ofrecido), a modo angelical al que se une la inconfundible voz grave de Flynn para crear un tema crudo que gana con las escuchas, con estribillos parecidos a ‘Darkness Within’, con una nueva aparición del las voces iniciales, y con un final épico que termina de manera acústica y con arreglos de cuerda; un punto final que me ha recordado a ‘A Farewell To Arms’ (siguen las similitudes).

En cuanto a trabajo de guitarras, puede que esté entre sus mejores discos. Pero las composiciones no se ciñen solo a lo bien que se pueda tocar la guitarra, sino a lo que puedan llegar a transmitir. Las de ‘Unto The Locust’ lo hacen, pero tardan en llegar a su cometido. En la era actual, es de los discos que cierta gente no dará oportunidades después de las primeras escuchas y lo desechará de manera rápida; y este las necesita, y mucho. Uno de los inconvenientes de la era moderna, que no todo el mundo se toma el tiempo necesario para disfrutar de la música, y ante la oferta que hay, prefieren pasar a otra cosa.