Randy Rhoads: The Ultimate Tribute – Randy Rhoads

Interesante disco, un enorme Ripper Owens y un bonito elenco de nombres propios de las seis cuerdas homenajeando a uno de los más grandes. Como tributo funciona… pero no emociona.

Hablar de Randy Rhoads es hablar de una de las más grandes leyendas de la guitarra del rock. Él pudo tocar el cielo como guitarrista estando al lado de Ozzy Osbourne en sus dos primeros discos en solitario (los más gloriosos) y fue uno de los principales artífices del éxito. Previamente había estado en las filas de Quiet Riot, y desde entonces llegaron a ser toda una banda de culto a pesar de que también gozaron de su momento de gloria, ya sin Randy. Es genial tributar a un músico con música y no es para nada un tributo de segunda, pero el señor Bruce Kulick parece que viva a base de tributos de esta índole. La maquinaria de tributar no para y sigue creciendo. Esta vez hay grandes nombres, especialmente de guitarristas, aunque sobresale un espectacular Tim “Ripper” Owens, llegando a cantar hasta ocho de los 11 cortes, y haciéndolo a un nivel tremendo. Bob Daisley y Frankie Banali, algunos de sus compañeros de viaje, están allí también. Hay una mayoría evidente de los tiempos de “Blizzard of Ozz”, pero se cuelan un par de cortes de los Quiet Riot que han quedado de fábula.

Rhoads era un guitarrista pirotécnico, diabólico y muy protagonista, y es una exquisitez oír esa guitarra que va asomando a lo largo del tema para marcarse un solo brillante, técnico pero a la vez melódico. Poca gente dentro del heavy metal ha sabido plasmar esa influencia clásica aun sonando tan metálico. Por otro lado aportó una cantidad enorme de riffs imaginativos e inmortales, santo y seña de este estilo musical. En general no hay grandes riesgos a la hora de atacar los temas ni experimentaciones varias. Muchos temas son obvios pero sorprende gratamente el escuchar a Serj Tankian (System of a Down) cantar “Crazy Train” o a Chuck Billy (Testament) en “Mr. Crowley”. Tom Morello respeta, demuestra lo que vale pero también pone de cosecha propia. Gus G lo tiene “relativamente fácil” pues ha estado en la banda del Madman y despacha bien una gran “Goodbye to Romance”. Preciosa la adaptación de “Over the Mountain” con Jon Donais (Shadows Fall) o Brad Gillis en la hímnica “I Don’t Know”. Sumamente interesantes son “Back to the Coast” y sobretodo “Killer Girls” con el propio Kulick (Kiss) y Joel Hoekstra (Night Ranger). De todas formas, y como en la mayoría de recopilatorios del sr. Bruce Kulick, hay temas en los que da la impresión de haber sido empalmadas las partes de prisa y corriendo, y a veces no hay ese feeling necesario. “Crazy Train” es el ejemplo más claro de ello.

Aún recuerdo cuando estaba al frente de cierta revista musical en la que ofrecíamos a los lectores un CD con ejercicios varios para llegar a tocar un tema clásico, grabado por músicos de sesión. La portada era para un batería de Ozzy, así que elegí el “Crazy Train”. Esos maravillosos músicos (todos ellos conocidos) nunca miraban los temas y entraban en estudio empezando de cero. Escuchaban el corte en cuestión y tocaban sus partes. Avisé a cierto guitarrista de jazz que era Randy quien tocaba… pero prefirió enfrentarse a ello el día de la grabación. Después de grabar me esperaba la bronca: “¡Joder… podrías haberme avisado! ¡Cómo tocaba este tío! No he podido tocar ni de coña como él y he tenido que adaptar muchas partes… Alucinante el Randy Rhoads este…”. Interesante disco, un enorme Ripper Owens y un bonito elenco de nombres propios de las seis cuerdas homenajeando a uno de los más grandes. Como tributo funciona… pero no emociona.