Falconer: The Sceptre Of Deception

Tras un interesante primer LP y una decepcionante segunda entrega, se presentan los prometedores Falconer otra vez, con caras nuevas y la promesa de mejorar sus directos de banda maquetera. Mathias Blad, su primer y carismático cantante -en estudio- ha decidido abandonar la nave pues la actividad de la banda empezaba a crecer y crecer y Kristoffer Göbel pasa a ser su sustituto. Pese a que hay una importante diferencia de registros, está claro que el cambio no será una pérdida demasiado traumática para los ex Mithotyn. Las composiciones de Weinerhall siguen con la calidad y el punto folk que les diferencia de la mayoría de bandas de estilo similar.

Temas hímnicos de la talla de “The Coronation” son fieles continuadores del personal sonido que han construido estos suecos en tan sólo dos discos. Está más que claro que no han inventado nada, pero su propuesta es interesante y su sonido se reconoce a las primeras de cambio. Destacaría especialmente “Trial Of Flames”, pura carne de escenario y futuro himno. Tienen la gran característica de no necesitar de velocidades endiabladas ni de dobles bombos incesantes, sus líneas vocales hímnicas enganchan a la primera, bien apoyadas por estribillos sencillos. Aquí no hay virguerías de estudio ni las pomposidades líricas que se llevan últimamente. Un buen ejemplo puede ser “Hooves Over Northland”. Más trabajados están los de “Pledge For Freedom” pero siguen instalados en marchas medias. Mención aparte merece el tema título “The Sceptre Of Deception”, más de siete minutos con pasajes medievales dignos de aplauso. Una canción que sin lugar a dudas marcará sus próximas descargas. Más en la onda alemana se nos muestra la rápida “Ravenhair” aunque tampoco abandona las características comunas de la banda. Aquí juegan con cambios de tiempo y pasajes folk más una voz femenina que logra dar un contrapunto interesante al corte. A veces pueden recordar a unos Elvenking desnudos, sin la sobreproducción de ideas y ese querer meterlo todo en sus composiciones. Los solos están trabajados y a la altura de muchos de sus compatriotas pese que tampoco son uno de los fuertes de la banda. El regalo final es “Child Of Innocence”, una delicada pieza medieval que no cuenta con ningún sampler que le dé una épica especial. La demostración de que con los instrumentos básicos y con apenas un minuto se puede hacer una buena canción. La balada-medio tiempo “Hear Me Pray” roza la comercialidad pues está apoyada en guitarras acústicas y tiene una tonada y unos coros que entran a la primera.

Cualquiera que viviera como una promesa aquel primer disco de Falconer y quedara decepcionado con su segundo trabajo y sus desafortunadas actuaciones de Wacken y Machina, va a ver renovada su confianza por ellos. Su sonido es de lo más fresco que ha aparecido en mucho tiempo dentro de la trillada escena europea de corte centroeuropeo. Hay una fuerte base del mal llamado power metal, pero afortunadamente los halconeros tienen otras fuentes de inspiración que les dan el toque necesario para parecernos buenos y originales al resto.