Kansas: The Prelude Implicit

16 años se han tomado KANSAS para volver a la palestra con este “The Prelude Implicit”, y con otro montón de cambios en la formación, como les ha ido ocurriendo casi desde sus inicios hace ya más de 40 años.

Hablaban de “Chinese Democracy”, pero no son pocas las bandas que se han pegado la tira de años sin publicar nuevo trabajo. 16 años se han tomado KANSAS para volver a la palestra con este “The Prelude Implicit”, y con otro montón de cambios en la formación, como les ha ido ocurriendo casi desde sus inicios hace ya más de 40 años. El más palpable es el de Ronnie Platt a la voz, que si bien cumple a la perfección con su cometido, y su timbre es bastante adecuado para una banda del tipo de KANSAS, seguimos echando de menos la calidez de Steve Wlash. Y también la mano compositiva de Kerry Livgren, hay que añadir. De la formación original solo encontramos los nombres del batería Phil Ehart y el guitarrista Rich Williams, aunque como ocurre en las formaciones de cierto recorrido, los que cubren el resto de puestos son músicos con mucha experiencia y de calidad más que contrastada.

Cuando arrancan con “With This Heart”, nos llega a emocionar esa majestuosidad que siempre les ha caracterizado a los creadores de «Leftoverture» y «Point of Know Return», y los violines de “Visibility Zero” o del medio tiempo pausado “The Unsung Heroes” (con un estribillo apasionado en su línea vocal) nos recuerdan a sus grandes hits que multitud de bandas han llegado a versionar. Todo en su sitio, todo muy correcto. Sin arriesgar, pero sin perder. El AOR de “Rhythm Of Spirit” o de “Camouflage” se degusta con facilidad, y más si se hace acompañar de violines como en el caso de “Summer”. Más peso toma estos violines en una céltica “The Voyage Of Eight Eighteen”, y juegan mucho con las ambientaciones de teclados en “Crowded Isolation”, mostrando que no regresan bebiendo sólo de su popular pasado.

“The Prelude Implicit” es un álbum muy trabajado, con muchos detalles que se van apreciando conforme van avanzando las escuchas. Es el típico disco que puedes poner en bucle durante horas y que no cansa ni aburre. Por otro lado, haya que reconocer que no son composiciones que borrará, ni mucho menos, a los grandes clásicos de la banda. Aquí no hay un single potencial como «Carry On Wayward Son», y ni de largo un “Dust In The Wind”, pero no creo que llegar a eso habrá pasado por la cabeza de los componentes actuales de la banda originaria de Topeka. El objetivo confeso era devolver a los programas radiofónicos, un trozo del classic rock vetusto que irrumpía en las ondas en los ochenta. Pero ya sabemos cómo funciona esto. Mucha promoción, mucha publicidad y si a los programas le da por radiar “With This Heart” o “Camouflage” a todas horas, les gustará hasta al que no le ponga cara a un grupo con el nombre de uno de los 50 estados de Estados Unidos.