Operation: Mindcrime: The New Reality

No tiene por donde cogerlo. Es una pequeña basura que no está en absoluto a la altura de Tate ni de los músicos que le acompañan. Y estoy seguro de que, de no ser por el apellido Tate, ninguna discográfica en su sano juicio editaría esto. Que alguien, por favor, le aleje de cualquier estudio de grabación a cinco kilómetros a la redonda.

Duele hablar en estos términos de uno de los vocalistas más grandes que ha dado el heavy metal en los últimos treinta años, pero no me extraña lo mínimo que la trifulca entre Geoff Tate y sus ex-compañeros de Queensryche llegase hasta donde llegó y terminase con Tate fuera de la banda. Más allá de la agria batalla legal que hubo, es evidente que los derroteros musicales por los que Tate quería caminar no tenían mucho que ver con la identidad de Queensryche como banda. No hay más que escuchar cualquiera de los volúmenes de la trilogía que se cierra con este “The New Reality” para entender que ambas partes querían cosas diametralmente opuestas.

Iniciada en el año 2015 con el irregular “The Key”, seguida en 2016 con “Resurrection” y finalizada en 2017 con este “The New Reality”, lo mejor que tiene la trilogía es que se ha finiquitado rápido. Una amalgama de ideas que van a medio camino entre el prog-metal, el heavy metal de corte más actual y la droga dura, los tres discos de Tate no dan lugar ni a un disco bueno juntando todo lo salvable de las tres obras. Y ojo, que se aprecia el esfuerzo, que se aprecian las ganas por desmarcarse de ‘lo de siempre’ y no ser un esclavo del vil metal, nunca mejor dicho. No hay nada peor que ser un músico deshonesto consigo mismo para mantener la caja registradora en marcha. Pero entre eso y esto que nos ocupa hay un pequeño abismo. Después de escuchar los tres trabajos, no sabría destacar una sola canción o silbar una de sus melodías. Ni una sola.

Canciones como “The Fear” transmiten más frialdad que mi piso cuando entro en invierno. “Under Control” posee el riff más medianero de la historia de la música rock grabada, “The New Reality” es más inestable que una mesa de tres patas, “My Eyes” es un batiburrillo de melodías ininteligibles y ritmos inconstantes, “The Wave” es una ola, como su propio nombre indica, pero de ideas sin ton ni son, “The Same Old Story” va a medio camino entre lo inclasificable, el lounge, el chill-out y Dios sabe qué.

No tiene por donde cogerlo. Es una pequeña basura que no está en absoluto a la altura de Tate ni de los músicos que le acompañan. Y estoy seguro de que, de no ser por el apellido Tate, ninguna discográfica en su sano juicio editaría esto. Que alguien, por favor, le aleje de cualquier estudio de grabación a cinco kilómetros a la redonda.