Sabaton: The Last Stand

Puede que no haya himnos perfectos ni que se llegue al nivel de los dos anteriores discos, pero tanto da, es otra gran dosis, marca de la casa, de lo que se les supone. Colmará expectativas, sí, pero también hay indicios de que la cosa pierde frescura.

Está claro que todo disco va mejorando con las sucesivas escuchas y que siempre hay que darle tiempo a las cosas, y con “The Last Stand” un poco me pasa como cada vez que Powerwolf o Volbeat sacan disco: Siempre parece más flojito que el anterior, pero escucha tras escucha el disco gana y uno termina viendo claro que han vuelto a completar otro peldaño más en su inmaculada trayectoria. Cumplen bien su cometido pese a la ausencia de grandes himnos (no los hay de inmediatos) y sí hay una repetición sistemática de su fórmula ganadora. El ritmo frenético de entrega de discos es absolutamente demencial, y estaba claro que tarde o temprano el juguete se dañaría de tanto usarlo. De todas formas van en ascenso constante así que puede que estemos ante uno de sus discos más exitosos, pero dudo que lo sea en lo creativo. Y es que con “Heroes” llegaron a alcanzar un nivel de excelencia importante… Aquí hay temas directos de menos de cuatro minutos, solos muy pensados y efectistas de guitarra y teclado, y una producción que atruena, gentileza de Peter Tägtren. Quizá teclados y coros son lo que más destaca esta vez.

“Sparta” es lo más granado del disco. Un single infalible que sigue la estela de los anteriores himnos del grupo. Hay un coro detrás y un teclado muy presente que juega con los acentos a lo Nightwish (salvando las distancias) y a una velocidad muy alta. El otro trallazo melódico y adictivo es la escocesa “Blood of Bannockburn”. Otra que apunta a entrar en los futuros set lists del combo, con gaita añadida dando color a su sota-caballo-rey habitual. “Rorke’s Drift” se apoya en un poderoso riff de guitarra. Los teclados envolventes son incluso más protagonistas que en anteriores entregas. Otro buen estribillo con un Joakim que canta y se entrega a su cometido como siempre ha hecho. El problema son esos temas de nivel medio que cumplen pero no terminan de convencer como “Last Dying Breath” o “Hill 3234”. Correctas y manteniendo el estilo, pero poco más.

“Winged Hussars” funciona siendo el clásico medio tiempo del grupo con base de teclados y reminiscencia de los Savatage de la etapa final con escalas arábigas. Desgraciadamente la sensación de haberlo ya escuchado es constante. “The Lost Batallion” va acompañada de intro narrada bajo el nombre de “Diary of an Unknown Soldier”. Tema a medio tiempo, cantarín y con elementos folk apoyados por un coro de voces en el que brilla Joakim Brodén jugando con los registros vocales. En “The Last Stand” tenemos uno de los coros más perfectos que han parido hasta el día de hoy. Merece titular el disco y sorprende con esa intro con campanas a la vez que nos narra batallitas de la guardia suiza. Buen tema con madera de clásico. “Shiroyama” engancha de buenas a primeras con un teclado a lo “Runaway” de Bon Jovi y una línea vocal tremenda. “The Last Battle” cierra dejando el listón alto y jugando con un estribillo más que interesante.

Se nota esta vez el sobreuso de una fórmula y un cierto agotamiento de ideas tras ocho discos casi seguidos. El caso es que, está mal decirlo, pero entre esta obra y el último de Civil War (los ex de Sabaton) me quedo con el de los miembros expulsados. De todas formas nada va a cambiar y Sabaton harán un paso más hacia delante, están cerca de conseguirlo… Es justamente el disco que uno esperaba y había que ser conservador y apostar al caballo ganador esta vez, cuando están a un paso de tocar las giras con arenas mayores. Puede que no haya himnos perfectos ni que se llegue al nivel de los dos anteriores discos, pero tanto da, es otra gran dosis, marca de la casa, de lo que se les supone. Colmará expectativas, sí, pero también hay indicios de que la cosa pierde frescura.