Hay un dicho entre los físicos en que viene a decir algo como “nadie a partir de los 40 años es capaz de escribir o aportar algo interesante a la ciencia”. Dicha frase es fácilmente exportable a otros ámbitos, y en el musical, puede que también sea cierta. Hoy por hoy el nombre de Ken Hensley no es muy conocido, pero entre los 70 y los 80 él, junto con Uriah Heep, eran capaces de llenar pabellones desde Lisboa a Moscú.

Tras marcharse de su banda madre ha ido viviendo de rentas y haciendo colaboraciones y discos en solitario cosechando tímidas acogidas entre sus fieles. Últimamente lo vimos aparecer con Metalium y con WASP. Hensley es uno de esos personajes que a pesar de no ser tan conocido como debería, todo teclista metálico que se precie debe citar como influencia. El ABC del instrumento en el metal pasa por Hensley al igual que el Hard Rock pasa por Uriah Heep.

Volviendo a la frase con la que empezábamos, podemos decir de este The Last Dance que es una digna continuación a su carrera ya en periodo de madurez. El gran teclista cuenta ya con 59 primaveras, hecho por el cual nadie debe buscar aquí solos estratosféricos ni composiciones rompedoras. Es un disco intimista muy al rollo que llevan los dinosaurios nacidos en su quinta como los últimos trabajos de John Wetton o el de Peter Frampton. Son gente que ya ha aportado a la música sus mejores años y que hoy en día graban por placer sus últimas composiciones.

Hensley canta y toca la guitarra y el teclado acompañado por un competente elenco de invitados con los que debe compartir estudio de grabación en Alicante. Recordemos que el ex Blackfoot vive en estas latitudes, famosas por el clima y la dieta mediterrania. Los temas son composiciones lineales, predecibles pero poseen un buen estribillo y unos arreglos, sencillos, pero tremendamente efectivos. Se nota la mili que tiene Hensley. Sabedor que su voz no es la quintaesencia, se rodea de unos coros femeninos, un toque de teclado y sale airoso en todo momento. Podríamos colgarle la etiqueta de pop-rock de autor perfectamente. Temas como “Crying”, “Give Me A Reason” o “Dancing” son lo que más brilla del compacto y las que le han quedado más redondas. El compacto mantiene un buen nivel en todo momento si bien peca de alguna baladita ñoña perfectamente prescindible como “Second Chance (A New Beginning)” y “Did You Know”. Ésta última es una exaltación de la vida de Jesús destinada a iluminar a algún fiel descarriado y mostrarle el camino. Una letra digna de los Grupos Bíblicos Universitarios. En “Give’em What They Want” encontramos el mejor tema del disco, con ese teclado característico que le da ese a aire a los clásicos Uriah Heep, juntamente con la excepcional balada “The Last Dance (el gitano viejo) que esta vez sí, hay toda la esencia de los Heep.

Hensley goza de un merecido retiro en tierras alicantinas. Disfruta de sol, y como cuenta en el libreto, de todos los restaurantes chinos cercanos a la costa. Hace poco se casó y parece que la carretera o incluso el estudio de grabación no son ya habituales en su agenda. The Last Dance es el típico disco de “estrella retirada”, alejado de las sonoridades del pasado, hecho por placer y más destinado a recordarle al mundo que Hensley sigue vivo que a otra cosa. Agradable y personal, apto para los fans “die-hard” del teclista y a curiosos.

Jordi Tàrrega

Grupo:Ken Hensley

Puntuación:7.5

Canciones:

    1. Crying
    2. Letting Go
    3. Give Me A Reason
    4. Second Chance (A New Beginning
    5. I Know Who You Are
    6. The Voice Of Love
    7. Give’em What They Want
    8. Who Knows
    9. Dancing
    10. Did You Know
    11. The Last Dance (el gitano viejo)

Año:2004

Votación de los lectores:9