Vvaa: The Devil and the Blues

Hasta que no llegó el reinado del heavy metal en los 80 la música del diablo siempre había sido el blues. Música negra, triste, sonando a lamento, melancólica, y siempre con esa guitarra endiablada, a veces, cargada de odio, de desamor o de frustraciones. Muchas son las leyendas asociadas al estilo, pero obviamente es Robert Johnson el genio más misterioso y controvertido. Según la leyenda vendió su alma al diablo para ser el genio fantasmal. Para el recuerdo, un puñado de canciones y poco más de una veintena de temas. Su vida sigue siendo un auténtico misterio… Pero hubo otros muchos artistas que podemos asociar al averno, y muchas letras y títulos hacen referencia a Lucifer. La gente de Music Avenue ha realizado un bonito recopilatorio en el que están grandes nombres del blues más allá de los obvio o de las actuales estrellas. Un recorrido histórico en el que el diablo es el protagonista principal.

Como no podía ser de otra manera está “Me and the Devil Blues” de Johnson. Con esa aura fantasmal que sobrecoge. Alcohol y violencia de género se funden en uno de los temas clásicos del famoso “fantasma”. Canned Heat es otro de los puntales del disco, firmando la preciosa  “Id Rather Be the Devil”. Curiosamente es el tema en directo de Savoy Brown el que más nos tocará la fibra a los devotos del metal. Los más de nueve minutos de derroche de fuerza  y buen gusto de veras que atrapan. Ese bajo cavernario que domina el tema es absolutamente diabólico. Su “Hellbound Train” hace realmente honor a su nombre. El enorme Screamin Jay Hawkins tiene su hueco. Este tipo nunca será suficientemente reconocido hasta que alguien haga un biopic sobre él. Su rock-blues caníbal queda representado por “Little Demon”. La clase y el teclado dominan el estándar “It Must Have Been the Devil” a manos de Otis Spann. Precioso final con ese jazz de los años 30 y con sabor a New Orleans por parte de Waklter Pages Blue Devils, con ese clarinete solista.

Entre las muchas joyas hay una exquisita versión de Devil Got the Blues por parte de Lonnie Johnson, con una guitarra a lo Django Reinhardt. Jimmy Nalls da protagonismo a la harmónica en “Devil at My Door” y Rob Tognoni y Julian Sas ofrecen una cara del blues más actualizado (comparando con las gemas históricas que aquí podemos encontrar). Otros nombres propios son los de Elvin Bishop, Jimmy Reed o el de John Lee Hooker. Blues puro y de temática concreta. Espectacular es la rockabilly (muy Stray Cats, para entendernos…) “Devil Led Devil”, de la mano de Giles Robson & the Dirty Aces. Otra pieza de coleccionista es la de Sister Rosetta Tharpe con su “The Devil Has Thrown Him Down”. Posteriormente sería influencia para toda la generación de la Sun: Jerry Lee, Elvis, Cash y demás…

Gran disco de blues añejo que toca las épocas iniciales y ofrece un largo recorrido temático. El diablo domina la obra de cabo a rabo y nos da pistas de que el la luz que más brillaba fue una enorme influencia para todas las bandas de blues, ya desde su cuna. El blues nació en los campos de algodón y creció entre alcohol de destilación casera y mucho humo. Ha sido padre del rock and roll y el metal le debe la base. Quizá este disco podría haber sido mejor, con un libreto más completo, pero las explicaciones son buenas y la música atrapa, por mucho que a veces nos suene a música de otra época. No están todos, pero los que sí están reclaman su parcela. Muchas de las bandas actuales quedarían empequeñecidas ante las fechorías de muchos de los protagonistas. Mötley Crüe simbolizan el exceso total, pero antes hubo artistas que les dejan en pañales. Palabra…