Axel Rudi Pell: The Ballads III

Axel Rudi Pell se ha convertido en un interprete cansino en su trabajo de estudio y directo. Por mucho que admire su estilo, es tan repetitivo y tan poco arriesgado que termina por hacerse pesado. Eso sí: no habrá disco de ARP sin una balada tremenda en la que Johnny Gioeli consiga erizarte el vello de la espina dorsal. Tan cierto como que el sol sale cada dia.

“The Ballads III” es, como su propio nombre indica, la tercera compilación de temas de amor y derivados ejecutados por Rudi Pell y su banda. La anterior entrega, editada antes de “The Masquerade Ball” recogía temas a manos del line-up de la época justo cuando acababa de consolidarse en su encarnación Terrana- Pell – Gioeli – Doernberg – Krawczak. Desde entonces, el guitarrista teutón ha editado tres discos de estudio, un recopilatorio y un disco en directo. Era por tanto, turno de otro disco de baladas para entretener a los fans mientras piensa la siguiente mutación de su riff de toda la vida para sacar un nuevo manojo de composiciones y hacer un nuevo disco de estudio. “The Masquerade Ball”, “ShadowZone” y el muy reciente “Kings And Queens” contenían todos ellos algunas grandes baladas que ahora se ven recopiladas aquí con el añadido de tres temas nuevos, o mejor dicho, un tema nuevo, una versión y un refrito de uno de los temas de su nuevo disco de estudio, aparecido hace poco más de medio año. Entiendo que la vida de músico es difícil, pero imagino que sería mas rentable girar un poco mas allá de Alemania en vez de limitarse a tocar en diez ciudades germanas tan desconocidas como la existencia de los marcianos y editar un nuevo disco que se compondrá de:

– 1 Intro

– 200 g. de tema hard-rockero

– ¼ de tema de diez minutos sinfónico y grandilocuente

– Diez lonchas de tema rapido y alegremente gamberro a lo “Call Her Princess”

– 2 Baladas tiernas y tristes iguales que las de los últimos diez mil discos

En cuanto a “The Ballads III”, lo único a juzgar son los temas nuevos, los cuales son arquetípicos hasta el hartazgo, aunque hechos con buen gusto, como siempre. “Don’t Say Goodbye” muestra al Johnny Gioeli expresivo y sentimental de siempre en su interpretación, mientras que “Forever Angel” en versión acústica es prácticamente igual que en la versión normal. Por su lado, “The Temple Of The King” adquiere un tono casi ridículo tratandose del millonésimo homenaje de este hombre a Ritchie Blackmore. Por lo demas, el disco es redondo, tiene portada, hay canciones y sale un tio que toca la guitarra y otro que berrea cosas sobre el amor. Y ya está.