Siempre resulta apasionante perderse, de la misma forma que así resulta todo
lo que entraña un riesgo. Perdiéndote corres el riesgo de nunca volver y de
desaparecer en un bucle de locura ora físico ora mental. No tiene pérdida, ¿verdad?
Afortunadamente, estos madrileños decidieron perderse dentro de su propio huerto,
por lo cual los resultados estaban garantizados más allá de giros sin sentidos.

HAMLET siempre me parecieron una de las bandas más interesantes de la escena
nacional. Desde un principio supieron encontrar su sitio. Bueno, miento. Muchos
recordarán su ópera prima “Peligroso”, aquél prescindible disco más cercano
al rock callejero que fue el que les dio a conocer. Pero de alguna forma se
empieza. A día de hoy la banda reniega de aquél trabajo y prefieren recordar
a “Sanatorio de Muñecos” como el disco que les dejó ver la luz. Y no es para
menos. Yo fui uno de los que anduvo enganchado a las faldas de Molly y compañía
con la edición de aquella obra novedosa que apuntaba unas formas totalmente
inéditas por aquel entonces en el mercado nacional y parte del foráneo. ¿Se
adelantaron a su tiempo? Muchos opinarán que sí. Aunque lo cierto es que para
mi HAMLET nunca hicieron nu metal ni ningún otro estilo susceptible de ser definido
por los patrones estándar que se popularizarían a posteriori. Cultivaron su
propio estilo cuando los referentes eran más bien pocos y supieron hacerse a
sí mismos, evolucionando en cada disco lo justo para que resultara anodino para
los que disfrutaban de su sonido y repetitivo para los no simpatizantes. Posiblemente
una muy buena opción. Cinco discos después (como pasa el tiempo) podemos coger
la nueva obra de los madrileños con ciertas expectativas.

Tras “Sanatorio…”, vendría su exitoso y pesado “Revolución 12.111”,
para luego explotar sus matices más thrashcore en el ecléctico y no menos acertado
“Insomnio”. Tras dejar la caña más burra y la violencia letrística para dar
paso a un bastante más intimista “Inferno”, perdí bastante el interés en el
grupo con su siguiente “Hamlet”. No dudo en que fuera un buen disco, de hecho
el preferido de no pocos, pero realmente fue el primero con el que no lograron
sorprenderme dada su obviedad.

Y llegamos a “Syberia”, un redondo que si bien no se va a convertir en mi favorito
de la banda sí que hace justicia a lo que podríamos esperar de ellos. En él
podemos encontrar todas las premisas musicales que han ido cultivando y amasando
con los pasos de los años, siendo el producto resultante del “efecto batidora”
algo más que un simple puré. Lo cierto es que mi primera impresión, que en cierta
en realidad no es del todo acertada, a la hora de escuchar el disco fue pensar
en “Inferno”. Letras intimistas, líneas vocales limpias… no encontraremos prácticamente
ninguna de aquellas voces rotas y sangrantes que patentara Molly en los primeros
discos de la banda. Y un ejemplo de ello es el muy acertado tema que abre el
disco, “Para toda una vida”: Melodioso, con unas líneas vocales realmente pegadizas
y un patrón rítmico que te hará moverte por pura inercia. Por el contrario,
el segundo tema me ha recordado bastante al estilo compositivo que caracterizaba
a algunos de los temas menos tralleros del “Insomnio”. Como ya he dicho, “Syberia”
me parece un buen compendio a modo de resumen de los últimos discos del grupo,
sin embargo yo seguiré echando en falta algunos temas que me recuerden a la
furia desbocada de las primeras obras de la banda. Eso sí, lo que suena por
mis altavoces son 100% HAMLET, pues con su sonido se han labrado a sí mismos.
El único espejismo y reflejo al pasado algo más thrashcore de discos como “Insomnio”
lo podremos encontrar en “Contraproducente”, que reparte algo de mala leche
para hacer de este menú el más ecléctico de cuantos nos ha servido la banda.

Por cierto, creo que ha sido un acierto que el grupo prescindiese esta vez
de Colin Richardson a las labores de producción, pues no dudo en que esto ha
contribuido a que el disco suene más fresco y novedoso. Ojo,  que la labor de
Colin siempre me pareció increíblemente buena y pieza angular en el asentamiento
del sonido de la banda, pero precisamente este es uno de los detalles que provocó
que sintiera cierto “deja vú” con el álbum negro: un sonido demasiado similar
al de los anteriores trabajos.

Se pueden destacar varias piezas de este disco, hecho que de por sí ya resulta
todo un factor a tener en cuenta cuando hablamos de un grupo fiel a una fórmula
más o menos asentada (aunque sea por ellos mismos). De tal forma, “Imaginé”
es una gran muestra de a donde ha podido a llegar el grupo con el giro más emotivo
que comenzaron a experimentar dos discos atrás, fomentando la transmisión de
sensaciones en la expresividad de la voz limpia de Molly. Escuchar seguidamente
“Serenarme (En la desolación)” nos hará pensar que posiblemente este sea el
álbum de HAMLET que pueda tener mayor tirada comercial e incluso sonar en alguna
radiofórmula. Esperemos que en Locomotive estén por la labor de sacar partido
de este disco, pues ahora mismo el grupo de Luis Tárraga y compañía son una
de las mayores bazas del catálogo de la algo polémica discográfica.

En definitiva, aquí tenéis un disco coherente y realmente acertado en vistas
a la evolución que ha ido siguiendo la banda. La calidad compositiva creo que
habla por sí sola, todos los músicos cumplen de forma muy acertada su papel
y en cuanto a la producción posiblemente los madrileños siempre hayan sido uno
de los grupos nacionales con más experiencia. Eso sí, no esperes la pesadez
y agresividad de “Revolución 12.111”, “Sanatorio de Muñecos” o “Insomnio”. Eso ya quedó
atrás.

Penumbra

Grupo:Hamlet

Discográfica:Locomotive Music

Puntuación:7.3

Canciones:

    1. Para toda una vida
    2. Aislados
    3. Dame una señal
    4. Imaginé
    5. Serenarme
    6. Mi Inmortalidad
    7. Contraproducente
    8. Desaparecer
    9. Tiempo
    10. En silencia
    11. Inestimable
    12. Resucitar

Año:2005

Votación de los lectores:7.68