Kamelot: Silverthorn

Vientos de frescura han llegado a Kamelot. La banda desde 2006 había caído en una peligrosa rutina y en un acomodado reposo creativo, lo que acabó, nada más y nada menos, que con la salida de mi dios, Roy Khan, en 2011. En base a todo esto, lo que parecía el final de Kamelot, con la salida de la Voz que les hizo pasar de la Segunda División a la División de Honor del Metal internacional, se ha convertido simplemente en un fase de transición, en un descanso para recuperar nuevas fuerzas e imponentes ilusiones.

Como decía al principio, desde que en 2005 editaron The Black Halo, uno de sus discos más completos, la banda cayó en una peligrosa rutina, y tanto Ghost Opera como Poetry for the Poisoned no acabaron de llegar al nivel que se les exigía, con incluso cierta problemática de autoplagio.

Ante todo esto, Khan decide abandonar, para mí uno de los tres mejores vocalistas de la Historia, y la banda se sume en una codiciosa búsqueda del Grial para conseguir que su nuevo vocalista este a la altura de las circunstancias. Fabio Lione de Rhapsody y Michael Eriksen de Circus Maximus fueron en principio los que contaron con mayores papeletas, afrontando incluso parte de las actuaciones de sus últimas giras. LLegamos así a 2012, cuando por fin Thomas Youngblood anuncia al  nuevo cantante, el sueco Tommy Karevik, desde 2005 vocalista de los geniales Seventh Wonder. La decisión no ha podido ser más acertada. Tommy es un fuera de serie, con una técnica sobrehumana, un talento desmesurado y un buen gusto de infarto, además de un timbre aterciopelado, impecable, sonando incluso en más de una ocasión al Maestro, al propio Khan.

Silverthorn es el resultado de todos estos procesos de cambio, inmejorable, en mi humilde opinión. La banda vuelve a sonar fresca, con ganas, con ilusión. El sonido es una vez más espectacular, quizás con más brillo que nunca, lo cual era ya de por sí extremadamente complicado. La producción y grabación ha recaído, como no podía ser de otra manera, en manos del gran Sascha Paeth, por derecho el miembro más importante de Kamelot, desde la sombra, pero con más relevancia que ninguno. Además, esta vez, los Morrisound Studios de Tampa también han tenido cabida en el producto final, con parte de las guitarras y baterías grabadas allí. Los dos mejores Estudios de grabación del Planeta al servicio de una de las bandas más reputadas.

Los temas vuelven a sonar frescos, con gancho… y no es casualidad. Oliver Palotai de Sons of Seasons, teclista con Kamelot desde 2005, aunque en principio, en aquellos primeros años, sólo como músico para el directo, se ha acabado haciendo con las riendas en parte de la composición, dejando su huella en casi todos los temas, convirtiéndose por derecho propio en uno de los protagonistas de la banda y del disco. Youngblood pocas veces se equivoca… o quizás mejor dicho, Paeth NUNCA se equivoca… En este sentido, los temas suenan más cohesionados, con ese halo de romanticismo tan característico, con ese espíritu de oscuridad que siempre les ha acompañado.

El inicio con "Sacrimony" vuelve a poner los pelos de punta, mientras que temas como "Ashes To Ashes", "Veritas", "My Confession", la balada "Song For Jolee", recuperando la magia que siempre han tenido sus temas lentos, o la espectacular "Prodigal Son", vuelven a sonar originales, repletos de calidad compositiva y arreglos supraterrenales. Las orquestaciones, teclados y arreglos de todo el disco son de enmarcar, la excelencia hecha música. A todo ello, debemos de añadir la ampulosidad de las guitarras y el brillo de Karevik a las voces, simplemente perfecto en su interpretación, sin nada que añadir, brindando una de las mejores actuaciones vocales que se recuerdan.

Un disco de nuevo a la altura de las circunstancias, contando con la mejor producción del Mundo, sin parangón, logrando un sonido único e inigualable. Una de las bandas que cambió todo esto y a la que siempre les estaré agradecido, haya trampa o no.