Seven Chalices

De la mano del prestigioso sello galo Norma Evangelium Diaboli (responsable de lanzamientos de bandas tan potentes y respetadas como OFERMOD, FUNERAL MIST, KATHARSIS, DEATHSPELL OMEGA o WATAIN), sale a la luz el nuevo lanzamiento –su Lp de debut para ser más exactos- de los madrileños TEITANBLOOD, una de las bandas más relevantes y respetadas de toda la nueva hornada de grupos que apuestan por la mezcla bastarda entre el Black/Death ancestral y el War Metal.

Enormes reverencias a su líder Inquitous Templar of Iron Black Faith and Deathrapist Redemption quién nos ha hecho llegar un paquete de auténtico lujo con “Seven Chalices” tanto en su edición Cd como en la de vinilo. Tanto una como la otra, presentan un acabado perfecto donde se ha cuidado el más mínimo detalle y que denota mucho curro detrás tanto a nivel de diseño como en lo relativo a trasfondo ideológico y carga filosófica. Desde la fabulosa portada hasta el ingente libreto interior (tanto en cd como en vinilo), repleto de texto, ilustraciones y demás simbología propia de la naturaleza ocultista de TEITANBLOOD, “Seven Chalices”, se perfila como una obra maestra del género. No obstante, formas y embalajes a parte, lo que aquí premia es la música, o la negación de ésta, según como se mire. Porque TEITANBLOOD, reniegan en todo momento de las formas musicales establecidas para entregar 60 minutos de puro odio, caos enfermizo y blasfemia sonora sin parangón. Pese a que –a falta de la invención de una nueva etiqueta musical- la gente suele meter tanto a TEITANBLOOD como a las bandas de corte parecido dentro del saco del Black/Death, lo cierto es que el amante Standard de los grupos vinculados al Black y el Death Metal tendrá que hacer un esfuerzo de atención y profundización considerable para poder lograr adentrarse en las entrañas de semejante abominación apocalíptica. “Seven Chalices” no es un trabajo apto para todos los públicos. Ni lo es ni creo que sus creadores así lo deseen. La crudeza y la violencia que los cortes de este disco propinan no apunta en la misma dirección que lo que de una banda extrema convencional se podría esperar. Ni siquiera desear. La ópera prima de TEITANBLOOD te quitará el apetito y te dejará un sabor de boca nauseabundo si esperas sonoridades musicalmente aceptadas. En su lugar, estos madrileños entregan un feroz Black/Death crudo como el óxido, con unas guitarras que de tan bajas que están en cuanto a afinación bien podrían reventar una ventanal, unas baterías caóticas parecidas a unos tambores de guerra y un ejercicio vocal enfermizo que se aleja de todo aquello que hayas escuchado hasta el momento (Ni gritos agudos, ni cavernosidades, ni leches, solo aullidos directos desde el averno más propios de una misa negra que de un recital “musical”).

“Seven Chalices” es grande por todo eso y mucho más. Pese a la enorme duración de los temas, estos dejan ser degustados y fagocitados cómodamente siempre y cuando el oyente esté dispuesto a ser agredido, castigado y humillado auditivamente hablando. Entrelazando los cortes, encontramos una serie de interludios a cada cual más macabro repletos de voces agónicas, oraciones, música ritual, ruiditos escatológicos de toda clase y demás parafernalia que a ojos de un psiquiatra, bien podría responder a un claro caso de esquizofrenia aguda por parte de su progenitor. Todos estos pasajes a modo de interludios no hacen sino dinamitar la estructura que de un disco convencional tenemos, obstaculizando el respiro –a veces necesario- que un disco de Metal extremo por lo general debería dar al oyente. “Seven Chalices” –con sus temas metálicos y sus pasajes sinfónio-rituales- logra fluir con solvencia y en ningún caso requiere de esos espacios llamados silencios que tan bien han sabido explotar otras formaciones. Aquí no hay respiro, “Here’s No Peace” que dirían los señoritos de MARDUK.

Si ya conoces a TEITANBLOOD de sus demos y Splits, sabrás qué es lo que “Seven Chalices” contiene. De lo contrario, infórmate antes de hincarle el diente a este disco, los daños pueden ser irreparables.