Gene Simmons es un rey de los negocios, una máquina siempre engrasada para
hacer dinero; nadie lo duda. Pero además de idear (no se si diseñar) el más
amplio y extravagante catalogo de merchandising para su grandiosa banda KISS,
también ha tenido buen ojo para fichar a algunas formaciones para su sello Simmons
Records; discográfica que no deja de llamar la atención por su logotipo: un
pequeño saco con el símbolo del dólar. En la vida real, a buen seguro que el
tamaño de dicha bolsa es exorbitante, si es que existen sacos de tal capacidad.
Simmons es Simmons.

No podemos hablar de HOUSE OF LORDS sin introducir ni ubicar la figura del
teclista norteamericano Gregg Giuffria. Su andadura musical comenzó a mediados
de los 70 con una banda llamada ANGEL (las fotos promocionales no tienen desperdicio
dado su alto grado de ridiculez, os lo podéis imaginar debido al nombre), con
el que editó, si la memoria no me falla, cinco discos de estudio, alguno que
otro producido por un jovencísimo Eddie Kramer, y unos tropecientos en directo
y/o de rarezas. La banda se disolvió y Giuffria siguió su camino levantando
una nueva formación con su apellido por nombre. GIUFFRIA publicaría dos exitosos
álbumes (“Giuffria” y “Silk & Steel”), y se iniciaría, de forma indirecta
o fortuita, la gestación de HOUSE OF LORDS, ya que los figuras del guitarra
Lanny Cordola y del bajista Chuck Wright (IMPELLITERI, QUIET RIOT) acompañaron
a Gregg en este corto, aunque intenso, periodo de tiempo.

Fue a partir de un encuentro entre Gregg y Gene Simmons cuando se patentó la
idea de crear HOUSE OF LORDS. El bajista de KISS le “sugirió” un cambio de nombre,
e “insistió” en expulsar al vocalista David Glen Eisley, para así poder proteger
bajo su manto a la banda, moldearla como él creía conveniente e intentar lanzarla
al estrellato. Como os suponéis, Giuffria, adulado por el interés de tan reputado
personaje, obedeció las coordenadas del ambicioso Simmons, y comenzó el reclutamiento
para otra nueva etapa en su evolución musical.

La primera formación de HOUSE OF LORDS la componían tres ex GIUFFRIA: el propio
Gregg a los teclados, Cordola a la guitarra y Chuck Wright al bajo, que aunque
ya no formaba parte en la última etapa de la banda, el teclista lo volvió a
convocar para este nuevo proyecto. Para el mando de las baquetas encontraron
a un todo terreno con experiencia en bastantes conciertos junto a ALICE COOPER,
y que recientemente había salido de sus filas: Ken Mary. Lo delicado venía a
la hora de buscar a un gran cantante. Era un secreto a voces que la salida de
David Glen Eisley de GIUFFRIA había sido motivada por una simple manía (incomprensible
para muchos) de Simmons, y al que se le concediera el puesto, debía demostrar
una gran valía entre múltiples cualidades. James Christian (CANATA) fue el elegido.

Con el grupo formado solo quedaba ponerse manos a la obra y demostrar que HOUSE
OF LORDS no era un producto prefabricado compuesto por cinco marionetas que
se movían al son del alma mater de KISS. En 1988 se publicó su disco debut y
epónimo, compuesto por algunas canciones que el teclista había coescrito con
antiguos miembros de GIUFFRIA, entre ellos el citado vocalista desterrado (no
parece que la relación acabara mal, ya que también participó en los coros del
disco que estamos tratando), y otros por la nueva y recién estrenada plantilla
de HOUSE OF LORDS, siempre con la participación compositiva del teclista. Quedaba
claro por tanto, quién era el que manejaba la batuta.

Dicho trabajo fue una sorpresa, un disco de estreno que superaba todas las
expectativas y considerado a día de hoy como todo un clásico del hard rock (espero
que me disculpéis por no haberlo elegido en detrimento de “Sahara”). El quinteto
mostraba unos piezas cargadas de frescura, con mucha influencia del hard rock
norteamericano de los 80, cierto es, pero al mismo tiempo sorprendente e incluso
novedoso, al tener un sonido un tanto más metalizado que sus maestros; que sirvan
de referencia “Slip on the Tongue” o “Lookin’ for Strange”.

Tal fue el impacto entre los seguidores del género, que HOUSE OF LORDS llegó
a telonear a SCORPIONS y a CHEAP TRICK entre otros, en una enorme gira por su
país. El futuro era más que prometedor.

Y si su primer disco era una dura prueba a superar, el segundo no lo era menos.
HOUSE OF LORDS no defraudó a los que ya lo conocían por su anterior entrega;
en “Sahara” siguieron los mismos parámetros, es decir, un disco repletos de
buenos temas. Tan sencillo como difícil de conseguir; es lo que siempre se espera
de un gran trabajo de hard rock.

En cuanto a la producción, se llevó a cabo a medias entre Andy Johns y el propio
Gregg Giuffria, siendo Gene Simmons el ojo observador, al igual que en su debut.
Lo que si cambiaron fue de guitarra. Lanny Cordola abandonaba la formación entrando
en su lugar Michael Guy, que sorprendió a propios y a extraños al realizar una
magnífica labor en la grabación de este segundo retoño.

Precisamente, el baile de músicos a partir de este cambio volvió a ser algo
cotidiano. No duraría Michael mucho tiempo como miembro, en la gira de presentación
tuvo que ser reemplazado, esta vez por Doug Aldrich (DIO, WHITESNAKE…); un auténtico
lujo. Conocía a Gregg y compañía, incluso algunos de los temas, ya que colabora
en algunos cortes y coros de este “Sahara”. Y hablando de colaboraciones, (y
perdonadme el inciso ante de hablar de las piezas que componen este trabajo)
la lista de invitados que aportan su granito de arena, aún siendo coros en su
mayoría, es la equivalente a cualquier gran evento. Si en “House of Lords” ya
incluyeron alguna colaboración importante como es el caso de Jeff Scott Soto,
en “Sahara” nos encontramos con nombres tan populares como Rick Nielsen (que
además de coros y guitarras, dona la composición de un tema), Mike Tramp, Chris
Impellitteri, Mandy Myer o el citado Aldrich. El respecto que se tenía a HOUSE
OF LORDS desde sus primeros pasos era más que un hecho.

Pero vayamos al contenido de “Sahara”, que es el verdadero incentivo de cualquier
oyente.

Una corta ambientación de teclado sirve de plataforma para que el tema “Shoot”
inicie el disco de forma energética, además de mostrar la plenitud vocal de
James Christian; inspiradísimo en todo el redondo. Cortes de ritmos marcados
por las teclas de Giuffria, un estribillo donde se subraya con coros el título
de la canción y un solo de gran calibre, son las notas predominantes de este
corte, que no son pocas. Y si la voz del señor Christian es casi irrompible
en el tema apertura, en los primeros compases de “Chains Of Love” se pone a
la altura de los grandes del estilo; una canción a medio tiempo pero sin caer
en la ñoñeria ni perder crudeza. La siguiente en aparecer es “Cant Find My Way
Home”, versión de BLIND FAITH (una de las formaciones de Eric Clapton con Steve
Winwood a la cabeza) que interpretan en su primera mitad en formato semiacústico,
acoplando la parte eléctrica a la unión de la batería. Todo un clásico del rock
que hicieron casi suyo, ya que incluso grabaron un videoclip para los medios
especializados, y en una remasterización del 2002, la incluían como bonus track
revestida en acústico en su totalidad. Con unas tesituras graves, tanto en la
afinación de las guitarras como en las líneas vocales, hace acto de presencia
“Heart On The Line”, una de las más cañeras, dentro de su estilo, de todo el
disco. Pero ahí no queda la cosa, “Laydown Staydown” sigue manteniendo la intensidad,
predominando unos ritmos rasgados y vacilones puramente ochenteros, conjuntado
con unos solos donde Michael Guy demuestra su destreza, y unos teclados que
te recordaran a los mejores VAN HALEN.

Llegamos al tema título del álbum, y como su título (valga la redundancia)
indica, las ambientaciones y tonalidades son de índole arábicas, pero sin abusos.
“Sahara” sigue manteniendo las características de los medios tiempos típicos
de la banda, es decir, no caen en soporíferos pasajes y siempre con la contundencia
por bandera. “It Aint Love” comienza con un amago de balada hasta levantarse
al medio tiempo, corte con un excelente estribillo donde juegan con la alternancia
de los compases lentos durante el transcurso. Y ahora si que nos damos de cara
con la balada que en todo disco del género no debe faltar; y que balada…. “Remember
My Name” es el equivalente  a decir “sentimiento”; cualquier trabajo con un
tema de esta categoría gana enteros. Tan seguros estaban HOUSE OF LORDS del
éxito de esta canción, que no dudaron en reflejarla en un segundo videoclip.
Comercial no es siempre un término negativo.

“American Babylon” nos sitúa en la recta final, una pieza típica del hard rock
norteamericano; canción, a mi juicio, de las más flojas del disco, aunque de
una calidad indiscutible. ¿Y que mejor que rematar la faena con el tema más
rápido? “Kiss Of Fire” es el perfecto ejemplo de ese sonido casi metalizado
de los que el grupo hace gala. Sorprendente la introducción con ese leve solo
de batería de  Ken Mary, que comparte su momento de gloria con el excelente
trabajo al bajo de Chuck Wright. Los solos intermedios no se quedan atrás, Giuffria
a lo Jon Lord, y Michael Guy sobrado de cualidades. Si señor; puro fuego.

Quedaba demostrado, por tanto, que el potencial de HOUSE OF LORDS no fue un
espejismo, y su credibilidad estaba más que conseguida.

Para el tercer trabajo llegó la desbandada compartido con retiro de amarras
de  Gene Simmons. Guy, Wright y Ken Mary parten peras, entrando en sus puestos
respectivamente Dennis Chick, Sean McNabb (QUIET RIOT) y Tommy Aldridge (PAT
TRAVERS, OZZY, WHITESNAKE…). “Demons Down” no fue ni lo es por asomo, un disco
que bajase el altísimo nivel de HOUSE OF LORDS, pero la banda creaba confusión
con tanto cambio. A todo esto hay que añadirle que los 90 ya habían comenzado;
una franja temporal en la que Norteamérica y casi todo el globo se cegaban por
un movimiento musical que auguraba un éxito masivo: el grunge. Posiblemente
haya sido el movimiento – o moda, según se mire – que más ha engullido al heavy
y al rock. El propio Steve Harris, que de marketing y de números también entiende
un rato, lo ha confesado en más de ocasión.

Llegó la hora de disolverse, y cada uno barrer por su cuenta. Apaga y “vámonos”.

Como muchos sabréis, HOUSE OF LORDS se reunían al comienzo del nuevo milenio,
anunciando a los cuatro vientos que el regreso sería con “la formación original”;
esto es, Chuck Wright, Ken Mary, Lanny Cordola, James Christian….y… ¿Gregg Giuffria?
No; Giuffria no quiso ser partícipe de esta nueva regeneración, ya que actualmente
sus miras están puestas en darle a ANGEL una oportunidad (esperemos por el bien
de la Humanidad, que no vistan con esas patéticas mayas blancas y se cuelguen
esas alas de algodón a la espalda, aunque lo dudo ya que su edad….).

La creación de los nuevos, y de igual forma antiguos, HOUSE OF LORDS después
de tres años de gestación se llama “The Power And The Myth”. El resultado, desgraciadamente,
no tiene nada que ver con esos tres fantásticos y memorables discos; temas sin
finalidad, sosos, desganados, experimentales…. Conscientes de que no era lo
esperado por sus seguidores, Chuck Wright – actualmente en la enésima reunión
elevado al cuadrado de QUIET RIOT – en varias entrevistas promocionales no ha
dudado en echar balones fuera culpando a Frontiers por la presión sufrida, e
incluso aclarando que no tenían ni voz ni voto, ya que incluso el orden de aparición
de los temas de su cuarto disco fue elección de la propia compañía. Tampoco
se olvida de enviarle saludos a Gregg Giuffria por su pasotismo. En fin…..eso
es arena de otro costal.

“Sahara”: un disco recomendado para los amantes del hard rock melódico y estilos
periféricos.

Satur Romero

Grupo:House Of Lords

Discográfica:Simmons Records / RCA

Puntuación:9

Canciones:

    1. Shoot
    2. Chains Of Love
    3. Cant Find My Way Home
    4. Heart On The Line
    5. Laydown Staydown
    6. Sahara
    7. It Aint Love
    8. Remember My Name
    9. American Babylon
    10. Kiss Of Fire

Año:1988

Votación de los lectores:9.09091