Esperado retorno y, parafraseando el título del disco, motivo de orgullo. Después una infinita batalla legal sobre los derechos del nombre de la banda con el huraño guitarrista Vito Bratta, Mike Tramp ya tiene la potestad de editar sus discos bajo el nombre “White Lion”, en vez de aquello tan absurdo de “Mike Tramp’s White Lion”. Es obvio que Bratta fue una parte integral del sonido de la banda en los años 80 pero el único que ha seguido llevando la bandera y tocando las canciones clásicas ha sido el bueno de Mike Tramp quien hasta ahora no ha podido utilizar en público el nombrecito de marras. Pero ahora, con las baterías recargadas y una banda de músicos muy competentes detrás, WHITE LION vuelven al campo de batalla con un disco que está a la altura sobradamente.

Han pasado diecisiete años desde “Mane Attraction”, el disco con el que WHITE LION en su formación más clásica se despedían del gran público,justo cuando el negocio rockero americano estaba implosionando de manera escandalosa. Y, aun más, han pasado veinte años desde “Pride”, el disco que marcó el camino a seguir en la carrera de la banda y que supuso la gran eclosión mediática de WHITE LION en la MTV, radio americana y demás medios. Por tanto, las expectativas son altas ante esta vuelta al nombre original, tantas que a la primera escucha el disco no acaba de convencer.Acostumbrados al sonido compacto y tan potente que Michael Wagener sacó de la banda en sus discos clásicos, el nuevo disco de WHITE LION suena menos elaborado en comparación. Evidentemente, los medios actuales no son  los mismos que cuando una gran compañía como Atlantic estaba auspiciando los lanzamientos del león blanco, pero uno si que echa en falta un sonido algo más comprimido, especialmente en lo referente a la batería. No obstante, la música es todo lo que uno puede esperar de la banda a dia de hoy. Sonido clásico, canciones pegadizas y nada que se parezca ni remotamente a un riff de baja afinación de esos que a muchas bandas clásicas les da por meter en sus nuevas obras para demostrar lo modernos que son. El guitarrista Jamie Law demuestra que si bien no puede calzarse zapatos del mismo numero que los de Vito Bratta, si que puede llevar los de una talla cercana.

El disco contiene un total de once canciones, donde destaca la extensa e inicial “Sangre de Cristo”, donde Tramp encara el tema religioso con frases tan certeras como “two thousand years of lies”. Aunque el tema puede engañar al principio, luego se convierte en una oda al planteamiento musical de WHITE LION, con multitud de tics vocales y guitarreros que recuerdan al pasado de la banda. También hay espacio para himnos como “Gonna Do It My Way”, donde Tramp canta al tope de sus capacidades. Tampoco fue nunca un vocalista de rango agudo, por lo que no le cuesta demasiado emular su glorioso pasado, ya que lascuerdas vocales siguen siendo las mismas que las de antaño.

En el apartado de baladas-que-recuerdan-al-hit-de-turno-que-todos-conocemos, encontramos “Never Let You Go” y el tema extra “Take Me Home”, ambas muestras del habitual sirope lírico de Tramp, quien consigue seguir erizando los vellos con sus sentidas interpretaciones. No obstante, la parte rockera es la que mejor se le da y lo demuestra en cortes como “Let Me Be Me”, “Set Me Free”, donde el bueno de Jamie Law ejecuta sus partes de guitarra con la precisión necesaria para que uno se olvide de Bratta.

Buen retorno, aunque con una producción algo más heavy, habría quedado mucho mejor. A fin de cuentas, cuando alguien escucha a una banda que editó su último disco en 191 quiere escuchar algo que suene exactamente igual a aquella epoca. ¿Qué sentido tiene sino recuperar el nombre mítico?

Sergi Ramos

Grupo:White Lion

Discográfica:Frontiers / Mastertrax

Puntuación:9

Canciones:

  1. Sangre de Cristo
  2. Dream
  3. Live Your Life
  4. Set Me Free
  5. I Will
  6. Battle At Little Big Horn
  7. Never Let You Go
  8. Gonna Do It My Way
  9. Finally See The Light
  10. Let Me Be Me
  11. Take Me Home

Año:2008