Hamlet: Pura Vida

“Syberia” no era simplemente un disco más en la carrera de HAMLET. Supuso un nuevo paso, una nueva exposición de ideas y, como en muchos casos, un disco que encontró la controversia entre sus seguidores. Lo defendieron a capa y a espada, no solo en diferentes entrevistas en las que no faltaba el suscitante morbo de conocer la respuesta de los madrileños ante tantos entrecejos fruncidos en el público, también lo defendieron como mejor saben hacerlo: en vivo y en directo, entremezclando sus cortes de nueva factura con los grandes clásicos de su ya longeva carrera, dotando a las actuaciones de HAMLET de más dimensiones. ¿Balance? Positivo para unos, negativo para otros. Curiosamente, ahí es donde reside la grandeza de una banda, el punto en el que no tienen que demostrar nada a nadie, el punto en el que su propio convencimiento y honestidad vale más que la búsqueda de la complacencia de su masa de seguidores. Y que duda cabe que con “Pura Vida”, HAMLET demuestran seguir grabando sin ataduras y sin opiniones externas.

Tal vez “Pura Vida” debería haber sido el disco que marcaría su nuevo camino tras ese cañonazo que era su disco negro, pues reconozcamos que “Syberia” era un cambio de tuercas demasiado brusco de cara a sus seguidores para absorber ese carácter intimista y ese contraste melódico por el que se movían. Aunque, repetimos, una banda del nivel de HAMLET puede hacer siempre lo que le venga en gana. Este nuevo disco recoge esa esencia, pero, esta vez sí, el equilibrio de voces limpias, guitarras relajadas y atmosféricas, con la contundencia y la profundidad marca de la casa, esta más lograda. Pero en resumidas cuentas, “Pura Vida” desde el primer riffs de “Arruinando Nuestra Vida” suena a HAMLET, a los HAMLET de hace bastantes años, y a lo largo de todas las pistas van recogiendo los frutos de la siembra de discos como “Insomnio” o “El Inferno”. Todo ello con una producción intachable. Colin Richardson a los mandos, sobran las palabras.

“Pura Vida” es de recorrido corto, treinta y tantos minutos son suficientes para que plasmen de una tacada y sin concesiones, que siguen siendo un grupo sumergidos en el arte de escribir buenas canciones. “El Diablo” es desde ya otro clásico del grupo, intenso, sin aspavientos y con un estribillo rompedor que no carecerá de una acogida efusiva en sus directos. Los contrastes de “En Mi Nombre” o “Fronteras De Tu Mente”, con esos riffs corrosivos y esa batería taladrante por momentos, son la muestra del sonido tan genuino del que HAMLET hacen gala a día de hoy. No pierden comba para seguir los madrileños registrando temas cargados de vitalidad, cambiantes en ritmos, amenos en su escucha, y no son pocos los cortes que se ajustan a estos patrones. Más patente se hace en “Acaba Con El Poder”, otro de los temas estrella de este redondo, especialmente por la interpretación de Molly, rasgando su voz en algunos momentos puntuales como muchos echaban de ellos en “Syberia”, pero al mismo tiempo convirtiendo su registro vocal en un amplio abanico de posibilidades. Una constante que se repite a lo largo de “Pura Vida”, haciéndose igual de latente en “Vanidad”, tema de ritmos marcados, de guitarras machacantes, y con un interesante levantamiento de vuelo al llegar al estribillo. Cierran con “Miénteme”, el último y único reposo existente en este trabajo, tema de cariz introspectivo y atmosférico que gana intensidad y crudeza en algunas partes. De nuevo contrastes, y más contrastes. Fin de un trayecto lleno de curvas, subidas y bajadas, pero sin perder velocidad.

Seguro que los seguidores y defensores de discos como “Revolución 12111”, o “Insomnio”, por citar dos ejemplos, seguirán mostrándose reticentes a “Pura Vida”, o lo que es lo mismo, a la evolución de una banda que mantiene intacta la ilusión de buscar otros caminos. Cuestión de gustos, no hay que darles más vueltas. El caso es que HAMLET iniciaron su andadura practicando un estilo inexistente en nuestro país (me refiero a “Sanatorio de Muñecos” obviamente), desarrollaron (y desarrollan) dicho estilo (su estilo) con total coherencia, y “Pura Vida” es el fiel reflejo de ello.