Soleil Moon: On the Way to Everything

De entrada ya aviso que es un disco vetado a los amantes de las sonoridades más extremas y agresivas. Soleil Moon están a las antípodas de ello, pero ofrecen una buena colección de cortes accesibles, sumamente melódicos y baladas acústicas que a veces se electrifican y en las que dan cabida a buenos riffs de hard rock. “On the Way to Everything” es un disco que a veces parece un musical que versa sobre el camino de la vida en general. Destellos de Styx, coros grandilocuentes, pero sobretodo suena a disco intimista en solitario rollo los que hizo en su día Timo Tolkki, Michael Kiske o Kip Winger. Larry King y John Blasucci crearon este proyecto en 1989 pero no se han prodigado excesivamente en el estudio. Finalmente han caído en manos de Frontiers, demostrando de qué son capaces en la actualidad.

Es un disco de madurez, un disco muy adulto (como les gusta adjetivar a los americanos). Aparentemente plano y fácil, pero con más detalles de los que uno puede concebir a las primeras de cambio. Voz y piano, instrumentos que tocan King y Balsucci respectivamente brillan y dominan el disco. Gran combinación, a la que se les suman notables y excelentes músicos. Kenny Aronoff a la batería o Michael Thompson a la guitarra. La pieza más definitoria es la balada “Goodbye Irene”, un resumen bastante claro de lo que es el disco. Pero también hay cierta garra y electricidad como en la inicial “History Repeats Its Pages” –de lo mejor del disco, gran estribillo- o la instrumental puramente hard rock “Burn”. Momentos épico-intensos como la balada “Love the Way You Love” con ese final con coros complejos. El disco es algo lineal, muy intimista y delicado. La tónica sigue en Colorado, pero afortunadamente hay cortes como “Down” que rompen con lo esperado. Guitarras contundentes en “Here I Am” y otro buen estribillo que demuestra que un poco más de equilibrio entre electricidad y acústicas no hubiera estado de más.

Disco reflexivo, maduro, excesivamente intimista, pero realizado por un par de músicos ecelentes. Especialmente Larry King a la voz. Incluyen también tres temas extra que siguen la misma tónica del disco, aunque King se acerca a los registros de Eric Martin y hasta juegan con un saxo. Es una obra más compleja de lo que vemos desde un inicio, pero tampoco es un disco que vaya a cambiar nada o que vaya a escuchar más allá que para hacer esta crítica. Será incluso demasiado suave para los fans de Styx y Journey, pero este dueto consigue sobradamente su propósito de demostrar su calidad en un buen puñado de temas cálidos, intimistas y pausados. Esperemos que en su siguiente obra saquen las eléctricas del armario… su cara amable ya está vista.