Amplifier: Octopus
Cuando una banda decide cortar por lo sano con las riendas de las discográficas, los productores asociados, los constructores artificiales de singles y se aleja completamente de todo lo asociado a los números y a los resultados de ventas, emprende una larga travesía por el desierto. Es un lanzarse al vacío, pero también se vuela libre y aflora todo lo que habían querido hacer, de forma natural. Esto es lo que vemos en “Octopus”, un ambicioso y mastodóntico disco doble en el que Sel Belamir, Matt Brobin y Neil Mahoy dan rienda suelta a su lado más progresivo, complejo e imaginativo. Definitivamente Amplifier demuestran que están en la vanguardia del rock progresivo actual y hasta son capaces de mirar de tú a tú a unos Porcupine Tree.
Las comparaciones con la banda de Steven Wilson son más que evidentes. El sonido es perfecto y pulcro, juegan con las intensidades y los volúmenes aparte de las estructuras y la complejidad asoma en todo momento por más que a veces estemos frente a temas acústicos y pausados. “Octopus” es un mundo, bueno, al sr doble quizá deberíamos decir que dos mundos, en los que encontramos detalles tan sorprendente como el cuenco tibetano de “The Wave”. Composiciones majestuosas y largas como “Interglacial Space” (de lo mejor de la obra) en las que hay una búsqueda evidente de sonar como ellos consideran, alejados de todo single o comercialidad.
Hay muchas melodías preciosas que irrumpen ante un maremágnum tal de sonidos, efectos y texturas. En “The Octopus” estamos ante un tour de force con saturaciones sónicas, pausas y riffs básicos que se suceden. Preciosa es la voz de Balamir, muy susurrante y expresiva. La belleza de las extensas “Planet of Insects” o “Trading Dark Matter on the stock Exchange” son incuestionables.
La segunda parte del álbum, segundo disco, mantiene el camino trazado por el anterior. Ambos van unidos y se nota que provienen de un mismo brianstorming, de un mismo momento de creatividad. Destaca el sitar de “The Sick Rose”, la cadenciosa y algo funkiegaláctica “Intertellar”, con percusiones muy originales. Los riffs acostumbran a ser bastente marcados y pétreos, pero siempre hay sorpresas. Interesantes son los cambios de ritmo e intensidad en “Fall of the Empire”. La verdad es que todo forma parte de una unidad indisoluble. No es que las canciones se parezcan, más que nada que todo gira alrededor de un mismo eje. Hablaríamos de unidad. Destacar la delicia acústica titulada “Bloodtest”.
Ir a lo Juan Palomo implica que este disco pase de puntillas frente a todos los lanzamientos mainstream. Pero afortunadamente el público del progresivo al que le gusta indagar y encontrar tesoros musicales dudo que le pase desapercibida una obra de semejante calibre. Si ya se habían hecho un nombre gracias a sus dos anteriores discos, está claro que “The Octopus” les eleva a otro nivel superior. Tres años de trabajo para este parto difícil merecen, por lo menos, el unánime elogio de una selecta minoría…
Jordi Zelig Tàrrega
Grupo:Amplifier
Discográfica:Autoproducido
Puntuación:8.5
Canciones:
- The Runner
- Minions Song
- Interglacial Spell
- The Wave
- The Octopus
- Planet of Insects
- White Horses At Sea // Utopian Daydream
- Trading Dark Matter On The Stock Exchange
- The Sick Rose
- Interstellar
- The Emperor
- Golden Ratio
- Fall of the Empire
- Bloodtest
- Oscar Night // Embryo
- Forever And More
Año:2011
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