Virgin Steele: Nocturnes of Hellfire and Damnation

Hay rugidos en baladas del “House of Atreus” con mucha más fuerza que todo este disco, así que creo que ya lo digo todo. Uno de los momentos más bajos de una de las más grandes bandas…

Para aquella inmensa minoría que amamos a DeFeis y a sus Virgin Steele no es nada fácil enfrentarse a sus nuevos discos… Muy espaciados en el tiempo, con el estatus del grupo seriamente tocado tras tantos años de inactividad y viniendo de facturar obras maestras. Se abrió una nueva etapa con “Garden of Eden” y el combo ha ido perdiendo parte de la magia de antaño. Y si eres de los que quedó defraudado con “The Black Light Bacchanalia” es más que probable que esa sensación se prolongue. Esta vez Virgin Steele opta por mantener el camino marcado anteriormente aunque hay una vuelta a los orígenes anteriores a los “Marriage”. No es un disco fácil ni mucho menos. Denso, con temas muy largos, con uso y abuso de las voces de su líder y con una producción con poca fuerza, oscura y fría. Por otro lado han dejado muy de lado esa épica de los “House” y los “Marriage” y todo ha quedado un poco en tierra de nadie. La cosa va a necesitar muchas escuchas…

Lo mejor del disco es “Luzifer’s Hammer”. Lo más directo, inspirado y certero que vas a encontrarte. Todos los ingredientes que puedes esperar del combo neoyorkino. Se mantiene el nivel en “To Darkness Eternal”, con ese riff 100% Pursino en un medio tiempo atractivo. La pompa asoma en “Persephone”, a media balada, extensa y algo difícil de digerir. El más beneficiado en la producción es Josh Block, con ese bajo presente y poderoso, abundante en detalles luciendo aquí detalles virgueros sobre el riff típico de Pursino. Después de muchas escuchas “Persephone” es de lo más notable y más Virgin Steele del disco… pero no ha sido nada fácil. Aburrida y aséptica es “Devilhead”, instalada en el medio tiempo tedioso. En “Demolition Queen” vuelve esa onda más americana de los tiempos de “Life Among the Ruins”, aunque quizá no eran necesarios los más de ocho minutos.

La segunda parte es todavía más indigesta que la primera, instalada en el medio tiempo y faltando la fuerza de antaño. Ejemplo de ello es “The Plague and the Fire”, un medio tiempo correoso con reminiscencias bíblicas y arena del desierto. Rompe el solo de Pursino y hay un aire a los Rainbow más épicos aunque no consiguen llegar dónde querían. Tampoco llega a buen puerto “We Disappear”. “Glamour” posee buenas ideas pero se van quedando en poco entre tanta oscuridad y cambio. Y “Delirium” más de lo mismo. Promete de inicio pero va a morir en la misma orilla que las anteriores. La balada a piano tarda en llegar. Es “Hymns to Damnation”, a piano que lejos está de sus grandes baladas. Se despiden con “Fallen Angels” dejándote otra vez frío. La única noticia que alegrará a los fans es la versión de “Black Mass” de Exorcist, aquí rebautizada como “Black Sun-Black Mass”. Un poco de luz ante tanto despropósito.

Siempre es bienvenido el nuevo material de Virgin Steele pero el retroceso es absoluto. Nunca hubiera dicho que me cansara el grito de DeFeis y hay temas en los que por momentos abusa. Por otro lado me ha recordado a un disco como “Life Among the Ruins”, algo lineal y lejos de sus obras maestras, que son muchas. Como ya pasó en los dos anteriores entregas toca escuchar y paladear unas composiciones complejas, cambiantes pero a primera escucha planas. Hay rugidos en baladas del “House of Atreus” con mucha más fuerza que todo este disco, así que creo que ya lo digo todo. Pero poco a poco, escucha tras escucha, y forzándote a entrar en el disco vas descubriendo esos pequeños toques de genialidad e inspiración que deberían activarte de buenas a primeras. Uno de los momentos más bajos de una de las más grandes bandas…