Corrosion Of Conformity: No Cross No Crown

Estamos ante un gran disco, tanto para amantes de la banda como seguidores del Stonner Rock de más calidad, uno de los mejores trabajos de la banda y de recomendada escucha.

Con más de 30 años a las espaldas, Corrosion of Conformity no tienen nada que demostrar a nadie, pero aún así se han sacado de la chistera una auténtica obra de arte con este “No Cross No Crown”, un álbum de puro Stonner, correoso y profundo.

Fieles a sí mismos y al sonido que les ha caracterizado desde 1982, Corrosion of Conformity han tirado de conocimiento y se han propuesto no repetirse a sí mismos con este nuevo disco. En una era donde los grupos hacen discos como palomitas, muchos cambiando el sabor pero siendo al final simples copias evolucionadas de sus anteriores álbumes, los americanos han buscado en los desiertos de Arizona nuevos pozos de petróleo compositivo, siendo “No Cross No Crown” el resultado de una vuelta a las raíces pero con un sonido muy moderno.

El disco arranca con unas guitarras de cuerdas oxidadas, olvidadas en un garaje húmedo y mohoso, que te mete de lleno en lo que será el disco, una vorágine de sonidos Stonner de pura cepa. El primer “uow” llega con “The Luddite”, canción de carretera y Harley que es sólo el preludio de lo que te espera con este nuevo disco. Genial composición, con un sonido que rapidamente te hace relacionar la canción con la banda, pero que no te suena a nada que ya hayas escuchado de ellos. Pero es sólo el aperitivo, pues la velocidad y furia de “Cast the First Stone” te atrapa y te hace rebuscar en la discografía de la banda, para encontrarte que estas ante uno de los mejores temas del grupo. El sólo es una muestra de poderío que sirve para que Woody, fundador y alma matter, se luzca con esa voz trabajada a base de pinceladas de whisky y bourbón.

Catorce temas son los protagonistas de este nuevo trabajo, y hay varias canciones a destacar. Además de la ya citada “Cast the First Stone”, te queda grabada en la mente “Little Man”, canción de carretera, anclada en la ruta 66 y que con un ritmo alegre y de tugurio, dan ganas de cantar con una buena copa en la mano. Como ya he dicho, se trata de un disco muy auténtico, y eso se refleja en la variedad de registros que explora la banda con cada composición, arriesgando en canciones como “Forgive Me”, la cual tiene un riff bestial, más propio de air guitar que de stonner, pero que a base de calidad, se convierte en el hilo conductor del que es referente del álbum. Este tema en directo tiene que ser una delicia.

Como más sabe el diablo por viejo que por diablo, CoC ha sabido, una vez más, poner su sello no sólo en el disco, sino que también en cada una de las composiciones del mismo, fieles a sí mismos y a la música que defienden con calidad desde que se embarcaron en su aventura personal. Fieles a sí mismos, no podía faltar el hacer honor a su iconografía con una portada que reune todos los elementos que les han acompañado en 35 años de carrera, con el tono morado bandera de la banda, y aportando ese toque tenebroso que tanto les gusta, con una niña sosteniendo una calabera a medio desenterrar en lo que, a todas luces, parece un recóndito lugar entre montañas aisladas en el desierto.

Quienes somos seguidores de la banda tenemos nostalgía del toque psicodélico que siempre ha caracterizado a algunas de las más memorables creaciones del grupo, y para satisfacer ese oscuro deseo, el grupo ha decidido cerrar el disco con dos temas inquietantes, psicóticos y alucinógenos como el que dá nombre al álbum, “No Cross No Crown” y la poderosa “A Quest to Believe (A Call To the Void”, que recuerda a la época de Ozzy Osbourne en los primeros discos de Black Sabbath.

Estamos ante un gran disco, tanto para amantes de la banda como seguidores del Stonner Rock de más calidad, uno de los mejores trabajos de la banda y de recomendada escucha.