Axel Rudi Pell: Mystica

Puede que sea por pura nostalgia. O no. Pero ¿es posible pensar que Axel Rudi
Pell no hace nada medianamente original desde “The Masquerade Ball”? Es que,
ciertamente, escuchando su nuevo disco me he aburrido soberanamente. Será la
noche. O que “The Masquerade Ball” era demasiado bueno. O que, al ser el primer
disco del alemán en el que puse mis sucias manos, le tengo especial cariño.
Pero, siendo objetivo, me temo que “Kings And Queens”, “Mystica” y “Shadow Zone”
no han aportado nada nuevo a la carrera del gran mago de la guitarra alemán.
O al copión de Blackmore, como algunos le consideran (aunque sea un craso error
por su parte!).  Si uno escucha “Wild Obsession” o, más recientemente, “Oceans
Of Time” encuentra una cierta progresión, ya sea sónica, técnica o de cualquier
otro tipo que se os pueda ocurrir. La única progresión que se me ocurre entre
“Kings And Queens” y “Mystica” es letrística. Parece que esos bonitos clichés
de “over the rainbow”, “in the sky” y demás cosas típicas de sus letras en los
últimos años han desaparecido, para dejar paso a cosas algo más interesantes
como el cadente “Valley Of Sin”. Pero vayamos por orden.

Lo mejor de Axel Rudi Pell siempre ha sido la gran conexión entre su estilo
y el sonido de mediados – finales de los años ochenta, tan bien representado
en bandas como MSG, FATE y la colección de bandas sueco-hard-rockeras de la
época. La escucha de cualquiera de sus discos te empuja directamente hacía esos
años, por mucho que Charlie Bauerfiend haya intentado dotar al sonido de Rudi
Pell de cierta excelencia técnica propia de los tiempos que corren. Pero el
alemán ha sido fiel a su sonido y hasta el pulpo Mike Terrana se limita a tocar
lo más simple que puede cuando trabaja con Pell. En ese sentido, nada nuevo
bajo el sol. Gracias a Dios.

Lo malo es que, dentro de su propia fidelidad al estilo que le caracteriza,
Pell nunca ha conseguido darle algo más a sus discos desde hace bastantes años.
Tomando como ejemplo “The Masquerade Ball”, el tema que le daba título al disco
contenía algunos de los arreglos sinfónicos de mejor gusto que jamás he escuchado
en un disco de rock. Y en ningún momento uno echaba en falta el sonido clásico
de Pell, representando de sobras por temas como “Voodoo Nights” o “Tear Down
The Walls”. ¿Alguien entiende lo que quiero decir? ¿Si? Menos mal. Por una vez
parece que me explico. Será el café.

“Mystica” es otro disco más. Sin querer sonar despectivo, claro. Pero es otro
disco más. Pell volverá a hacer su clásica gira de diez fechas por Alemania.
Y hasta dentro de un año y medio. Realmente ¿no se cansa de semejante rutina?
Aunque como compositor sigue siendo muy bueno. Si, pese a que no evolucione
demasiado. Aún así, hay grandes canciones escondidas en éste disco, principalmente
la balada “No Chance To Live” y la rockera “Rock The Nation”. Por momentos,
parece que una fuerza desconocida te vaya a impulsar a levantarte y comenzar
a dar palmadas al aire como si estuvieras en un concierto.

Hay sorpresitas, claro. La principal es “Haunted Castle Serenade (Opus #4 Grazioso
e Agresso)”. Casi folk en el fondo, pero rockera en la forma, es el tema más
meritorio del disco, con el clásico solo masturbatorio del señor Rudi Pell.
Eso sí, sin perder la línea melódica del tema ni un solo segundo, faltaria más!

Johnny Gioeli, quien tuvo ciertos problemas legales recientemente, sigue siendo
la segunda estrella del disco, seguido de cerca por Mike Terrana (para variar).
Y es que uno comienza a pensar que la banda de Rudi Pell es el gran tesoro escondido
del guitarrista. Pero como no ha cambiado los miembros desde quien sabe cuando,
no hay manera de saber como se lo montaría hoy en dia sin Gioeli, Terrana, Doernberg
o Krawczak. Imaginemos, pues.