Toby Hitchcock: Mercury’s Down

Cuando el viejo zorro Jim Peterik de SURVIVOR nos descubrió al vocalista Toby Hitchcock con PRIDE OF LIONS, supo bien que aquel chico tenía futuro. Sus tres discos junto a Peterik en la ya legendaria banda de hard rock melódico fueron impresionantes y su debut en solitario – que no se como no ha llegado antes- sigue en la misma senda. Ante el inminente descanso que se iba a tomar la banda de los leones, la gente de Frontiers sugirió a Hitchcock que uniera fuerzas con el compositor Erik Martensson de ECLIPSE, que fue quien hizo los temas del disco de W.E.T., una de las grandes sorpresas en el terreno melódico de los últimos tiempos. La unión no ha sido en vano: Martensson ha puesto los cimientos y Hitchcock ha construido un edificio impresionante llamado “Mercury’s Down”, un disco de hard rock contemporáneo pero en justa conexión con los clásicos de los años ochenta del género. Es obvio que el paso del tiempo no elimina las posibilidades de encontrar a nuevos y grandes vocalistas de rock melódico como en su día lo fueron Gramm, Kimball, Jamison, Delp o Perry. Si que es más complicado encontrar a vocalistas con personalidad propia, pero de eso Hitchcock va sobrado. El mejor ejemplo es “If it’s to Be (it’s Up To Me)”, un tema arquetípico del sonido hard melódico de los últimos años, pero que con la voz de Toby consigue una nueva dimensión. La manera en que el tipo juega con sus recursos es asombrosa, jugando con el rango medio mucho más que antes, donde se dejaba llevar por sus estratosféricos agudos.

En el tema que abre el disco, “This is The Moment”, Hitchcock muestra su potencial en temas más duros. Si bien es cierto que en PRIDE OF LIONS los momentos musicalmente más duros eran los más suaves que puedes encontrar en “Mercury’s Down”, Toby nunca dejó de demostrar que podía enfrentarse con decisión a partes más potentes sin que su voz quedará disimulada en medio de un muro de guitarras. “This is The Moment” es un tema barroco, con muchos teclados, un sonido muy bombástico y muchos coros, pero el tipo corta como un cuchillo en medio de eso con un tono envidiable y unos cambios de registro de verso a estribillo y viceversa que son envidiables. Obviamente, también hay mucha balada –donde Hitchcock brilla en particular- como “One Day I’ll Stop Loving You”, con un tratamiento de las voz nuevamente innovador, casi propio de alguna de las grandes divas de la música pop en sus temas más melancólicos. La mano de Martensson brilla por todas partes, pues la variedad de estilos, de esquemas compositivos y el impresionante sentido de la melodía son inequívocamente suecos.

Como suele pasar en estos casos, la colaboración se quedará en un simple affaire de estudio, pero no me cabe duda de que más de uno querría ver a Hitchcock interpretando este repertorio en una digna gira de clubs con una banda solvente tras él. Es uno de esos discos que, con los músicos sudados bajo los focos, cobra incluso más vida, de eso estoy seguro.