The Smashing Pumpkins: Mellon Collie and the Infinite Sadness Boxset

Una auténtica delicia. Eso es ‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’. Lo fue cuando salió en 1995, y lo sigue siendo cerca de cumplir veinte años. THE SMASHING PUMPKINS empezó en el año 2011 una serie de reediciones de todos sus trabajos, incluyendo material extra ya fueran demos, material en directo o cualquier cosa. Muchos prefieren ‘Siamese Dream’ como la pieza fundamental de las calabazas, el disco con el que consiguieron la fama y pegaron el pelotazo; pero yo siempre me quedaré con la melancolía y la tristeza infinita que formaban casi treinta canciones de todo tipo. Una obra complicada de asimilar de primeras pero que terminaba enganchando por su variedad.

En ‘Dawn to Dusk’, el piano del tema que daba título a la obra enlazaba con la alegría de ‘Tonight Tonight’ y la caña de ‘Jellybelly’. Eso era una constante a lo largo de todo el disco: los cambios de estilos y registros, el pasar de la caña a la calma en un abrir y cerrar de ojos. Una hipnótica ‘Zero’ se veía continuada por una pausada ‘Here is No Why’ y la oscura ‘Bullet with Butterfly Wings’, que siempre se recordará por su vídeo tan bizarro en el que pudimos ver por primera vez a Corgan con la camiseta de Zero que se convertiría en una de las señas de identidad de la época. ¿Más contrastes? A una balada como ‘To Forgive’ le seguía una rabiosa ‘Fuck You (And Ode to No One)’, y una hiperdistorsionada ‘Love’. Un par más de temas más calmados como ‘Cupid de Locke’ y ‘Galapogos’ daban paso a otro tema de esos que transmite buen rollo, ‘Muzzle’, y otro de los más infravalorados de la carrera de la banda, ‘Porcelina of the Vast Oceans’; más de nueve minutos de cambios de ritmo que se convierte en una delicia para los oídos. ‘Take Me Down’ marcaba el final de la primera parte.

La segunda, ‘Twilight to Starlight’, arrancaba fuerte. Si antes hablaba de temas infravalorados, el segundo CD tiene unos cuantos que han caído injustamente en el olvido. La oscura ‘Where Boys Fear to Tread’ es una de ellas. Y más todavía ‘Bodies’, que sigue siendo mi canción favorita de ellos: velocidad perfecta, rapidez controlada y letra con significado claro. Los cambios aquí se acentuaban y encrudecían, porque continuaban con ‘Thirty-Three’ y ‘In the Arms of Sleep’, dos medios tiempos más cercanos al terreno acústico, y otro de los himnos míticos de los 90, ‘1979’, que sigo pensando que es una de sus composiciones más sobrevaloradas. ¿Quién podía esperar que tras acostumbrarnos a esos sonidos más ambientales podían dar la vuelta a la tortilla? ‘Tales of a Scorched Earth’ era todo lo contrario, la canción más rabiosa junto a, más adelante, ‘X.Y.U’. Entre medias de ambas, dos piezas bellas como ‘Thru the Eyes of Ruby’ y ‘Stumbleine’, y para la parte final, espacio más para la experimentación con una extraña y curiosa ‘We Only Come Out At Night’, ‘Beautiful’ con D’arcy cantando, ‘Lily (My One and Only)’, ‘By Starlight’ y la despedida total de la mano de ‘Farewell and Goodnight’ (de nuevo apareciendo la voz de su bajista, y también la de Chamberlin). Puede que los cuatro últimos temas se muestren más como relleno que otra cosa, pero hasta a ellos se les termina cogiendo cariño.

Si la edición original tenía un disco rosa y otro azul, esta añade tres más: amarillo, verde y morado. Cada uno de ellos contiene distintas demos, versiones alternativas de algunos temas, descartes y otra serie de mezclas. Más de sesenta temas en total que harán las delicias de los fans más acérrimos del grupo, con unas pocas horas de material que disfrutar. Por poner algunos ejemplos, sorprende escuchar ‘Tonight Tonight’ sin los arreglos de cuerda (y lo mismo al revés, sólo ellos), más pura; o ‘Thru the Eyes of Ruby’ en formato acústico total y recortada. Cito un par como podría haber enumerado muchas otras. El extra en forma de DVD es lo que más chica tiene de este lanzamiento, igual que ocurría en la reedición de ‘Siamese Dream’. En aquel estaba un concierto de 1993 en el Metro de Chicago que se puede ver en YouTube, y aquí, más de lo mismo. Tanto el Live at Brixton Academy como el Rockpalast de 1996 se pueden ver en la mayor plataforma de vídeos de internet casi en su totalidad. Hasta otro concierto en Metro en 1990 fue incluido en la nueva edición de Gish y se puede disfrutar en la red. Evidentemente, no es lo mismo la calidad a la que están subidos ahí que el gustazo que da verlo en tu reproductor de DVD. Puestos a pedir, ya podían haber incluido los videoclips de la época, por mucho que tuviéramos todos agrupados en un recopilatorio que ya tiene más de diez años.

No todo iba a ser bueno. La limitada edición, tan especial ella en formato cofre, cuesta un ojo de la cara. Y es que no creo que haya mucha gente que esté dispuesta a pagar los ciento y pico euros que cuesta. Pero sirva esta review para recordar uno de los mejores y más variados discos de los 90, que seguramente no haya sido valorado lo suficiente, pero que en su momento fue la cima de las calabazas. Igualarlo era complicado, superarlo imposible, y así pasó, que Billy Corgan fue cayendo e intentando levantarse (más de una vez). Pero eso es otra historia…