Victor Smolski: Majesty & Passion

Cuando uno escucha a Victor Smolski dentro de su banda principal, RAGE, a uno
le da la impresión de que las composiciones de Peavy Wagner le vienen demasiado
pequeñas para lucirse. No es que los temas de RAGE no sean buenos, sino que
simplemente todos sabemos que el ruso Smolski da mucho más de si de lo que nos
puede ofrecer en el sempiterno “Higher Than The Sky” o el maldito “Don’t Fear
The Winter”. Por suerte, desde hace unos años Smolski tomó la determinación
de hacer llegar todo su talento al mayor número de gente posible cuando no tiene
compromisos con RAGE.

En este caso, tras girar abundantemente en los últimos dos años y tras la edición
de aquel “The Heretic” en el año 2001, Victor Smolski ha vuelto a sentarse a
componer para un nuevo disco en solitario. El resultado es éste “Majesty &
Passion”, que supera de largo el barroquismo clásico de “Heretic” con una demostración
de calidad, ‘savoir faire’, y estilo que tira de espaldas. Obviamente, sus compañeros
de RAGE le han ayudado, ya sea narrando y tocando la batería –caso de Mike Terrana-
, o simplemente tocando el bajo –como sucede con el calvete de Peavy Wagner.
Con ayudas o sin ellas, el punto fuerte de este disco son las composiciones,
todas ellas instrumentales y la gran mayoría centradas en ofrecer buenas estructuras
en lugar de virtuosismo sin sentido.

El primer tema , “Courante” –encasillado dentro de la “Suite 1”- da una muestra
inicial de los derroteros por los que va a ir este disco. En vez de tappings
a ocho manos y acordes imposibles, Smolski se ha esforzado en darnos temas con
pies y cabeza, donde uno puede recordar melodías y disfrutar sin la necesidad
de pensar si está escuchando una demo de los cursos de guitarra de CCC. Sin
embargo, Smolski tiene sus momentos “Vai” donde da rienda suelta a todo lo que
sabe sin perder de vista la estructura base del tema. Con “Destiny”, donde Dan
Zimmerman le acompaña, Smolski saca sus cualidades virtuosas y hace un tema
que vendría a ser su “Erotic Nightmares” o su “For The Love Of God”, con estructuras
más marcianas y un dominio del instrumento realmente pasmante.

No obstante, otro de sus puntos fuertes es la emotividad, un sentimiento que
es ampliamente reconocible en “Longing” –un tema que el músico dedica a su familia.
En el disco hay momentos verdaderamente emocionantes, donde uno puede ver que
Smolski no es simplemente “otro guitarra virtuoso” al estilo de Malmsteen o
Gilbert, sino un auténtico compositor que a base de esfuerzo y tesón ha podido
abrirse un hueco en el saturado mercado de los guitarras solistas. Bravo por
el ruso.