Black Stone Cherry: Magic Mountain

Como en muchos otros ejemplos, facturar discos de una calidad encomiable a comienzos de una carrera musical es contraproducente cuando la trascendencia no hereda las mejores cualidades. “Magic Mountain” es un notable trabajo; es más, muchos grupos de su estirpe envidiaran su resultado y que no sea su firma la que se plasma en ellos, pero BLACK STONE CHERRY deben reaccionar sino quieren que lo novedoso pierda atractivo.

Casi desde sus inicios, vienen haciendo mucho ruido. Y es que esa mezcla de rock sureño y stoner rock que llega al gran público por su abanico de estribillos cargados con pegamento mental, no iba a tardar en calar entre la una audiencia de distinto pelaje. Los de Kentucky saben ser fieles a su estilo y no rendirse a los pies de la gran industria discográfica, y eso les ha ayudado ganar credibilidad. Algo que no tiene porque ser contraproducente a la hora de alcanzar el éxito a nivel mainstream.

No se han dormido en esa popularidad fugaz que les brindó sus primeros años y esa versión del “Rolling in the Deep” de Adele que todos le reclamaban en sus directos. Han luchado con las mejores armas en este difícil mundo: canciones, canciones y más grandes canciones. Así han ido publicando trabajos – su debut homónimo, “Folklore and Superstition” y “Between the Devil and the Deep Blue Sea” – ampliando su oferta de estribillos y poderío, y defendiéndolos en directo con una energía que se contagia, gozando de buena posición al telonear a bandas como NICKELBACK, WHITESNAKE, CHICKENFOOT o ALTER BRIDGE. Y ahora era el momento del gran golpe, de esos que echan la puerta abajo. Pero con “Magic Mountain” se han quedado a medias. En el momento que acaparaban el centro de atención les ha faltado un empuje extra.

Pero no divaguemos con intenciones de confundir; esta montaña mágica comienza en la cima. “Holding On… To Letting Go” es el tema perfecto para abrir este trabajo. Te golpea por su fuerza en toda la cara. Con “Peace Pipe” continúan reivindicando su facilidad de construir estribillos que te hipnotizan a la primera, amén de esas conseguidas guitarras dobladas dignas de mención. Pero a partir de ahí, esta montaña de magia se convierte en una rusa. No es que temas como “Bad Luck & Hard Love”, el medio tiempo “Runaway”, los tintes country de “Hollywood In Kentucky”, o la cortante “Never Surrender”, hagan perder interés por este trabajo, pero es que el corto legado que llevan a sus espaldas ya les está comenzando a perjudicar.

Aún así, en la escalada de esta montaña si hay sitio para el regocijo paisajístico. “Me And Mary Jane” es desde ya un clásico en el repertorio de la banda; posee todos los ingredientes para ello, de ahí que ya tenga su propio video clip de forma justa que sirvió para presentar las bondades de este trabajo. Un tanto engañoso, pero para vender una caja de fresas, las podridas se colocan en el fondo. “Fiesta de Fuego” también es otro subidón dinámico con mucho peso en la crudeza de sus guitarras, y el tema título de este trabajo sirve de perfecto ecuador con esos riffs y punteos que hacen inevitable seguirlos con alguna que otra parte de tu cuerpo. Su estribillo, como muchos (demasiados) que se recoge en este álbum es facilón, pero muy cadencioso y fácilmente pegajoso.

Como en muchos otros ejemplos, facturar discos de una calidad encomiable a comienzos de una carrera musical es contraproducente cuando la trascendencia no hereda las mejores cualidades. “Magic Mountain” es un notable trabajo; es más, muchos grupos de su estirpe envidiaran su resultado y que no sea su firma la que se plasma en ellos, pero BLACK STONE CHERRY deben reaccionar sino quieren que lo novedoso pierda atractivo. El nivel de ventas en sus primeras semanas está siendo superior al de sus tres anteriores discos. Pero ya sabemos cómo funciona la industria: cuanto mayor es la subida, tanto mayor es la caída.